domingo, 24 de junio de 2012

GasLand (Josh Fox, 2010)

Definitivamente, Oier y yo vamos documentar audiovisualmente la lucha de Kuartango [un municipio que ronda los 300 habitantes, repartidos en casi 20 pueblos] contra la fractura hidraúlica [fracking], el método de extracción del gas no convencional, un proyecto del Gobierno vasco que está en fase de exploración [seguiré informando...].


Esta tarde he comenzado el trabajo, con el visionado del primer documental que he encontrado sobre el fracking. Se titula "GasLand", cuyo tema orbita en torno a los efectos adversos humanos y medioambientales que provoca este método de extracción. 


Dejando de lado este qué [un qué que será muy periférico al qué del documental de Kuartango], escribo la primera de las anotaciones que he hecho sobre el cómo: muchos personajes pero un solo protagonista, el mismo director. Josh Fox realiza una road movie documental, en la que busca la "verdad" que se oculta tras el ofrecimiento millonario de una empresa de gas que quiere poner una poco extractor al lado de su casa. 


Volviendo al caso de Kuartango, el qué a priori de la idea del documental es obvio [y se ha escrito arriba], la lucha de un pueblo contra una posible imposición, pero lo importante, como en todas las historias, reside en el cómo. Y en ese cómo he estado pensando mientras veía el cómo de "GasLand". Otro día veré qué me ha contado.


He aquí "GasLand", de Josh Fox. A ver qué os parece, el qué y el cómo...

lunes, 18 de junio de 2012

Syriza: ¿un falso final?

Me hubiera alegrado que "Syriza" ganase las elecciones griegas. Me hubiera gustado preguntarme, por ejemplo, ¿y ahora qué?, cosa que, sin embargo, me respondo, a pesar de la derrota.

En la izquierda europea, es decir, en todas aquellas formaciones políticas izquierdistas ubicadas ideológicamente más allá de la socialdemocracia, no hubieran tenido por menos que reaccionar con estruendoso júbilo. La esperanza en un cambio desde la izquierda habría saturado los discursos que cada una de estas formaciones hubiera lanzado a sus áreas de influencia electoral. La victoria de Syriza en Grecia hubiera demostrado, acaso por primera vez, que hay izquierda europea después del Muro de Berlín; y por tanto, hubiese sido el principio del fin de lo que hasta hoy se ha conocido como izquierda moderada. La victoria de esta nueva izquierda, al mismo tiempo, le hubiera inyectado a Europa esa otra noción de unión, más basada en la solidaridad [política] entre Pueblos [idea izquierdista] que en el egoísmo [económico] entre Estados [idea conservadora].

Fuera de esta previsible reacción de la izquierda europea, todo lo demás hubiera tenido lugar en terreno pantanoso, con un buen número de predicciones que solamente nos habrían entretenido y con las que hubieramos jugado a sabiendas del alto riesgo de equivocarnos. Pero es lo que hubiera habido, de haber ganado Syriza. Nos hubiéramos imaginado la oferta de Syriza a las instituciones europeas [esas bastardas guardianas del interés especulativo].

- Queremos renegociar las condiciones de los dos rescates económicos - hubieramos pensado que le diría Grecia a Europa.
- No se puede - pensaríamos que rebatiría Europa -; lo firmado, firmado está.
- Lo firmado esclaviza a los griegos durante 3 o 4 generaciones.
- Lo firmado, firmado está.

Así me lo había imaginado yo: mientras Atenas podría argumentar frente a sus ciudadanos que Bruselas no había querido renegociar, Bruselas podría argumentar ante los mercados que Atenas había radicalizado sus posturas y que no estaba por la labor de pagar la deuda acumulada... Resultado: un escenario de ruptura, la salida de Grecia de la zona euro. Así me lo había imaginado y otros muchos millones de europeos libremente mediatizados, gracias al bombardeo incesante con el que nos inyectaron el miedo a cualquier cambio que podría darse en Europa empezando, claro está, por Grecia.

Pero también, de haber ganado Syriza, hubiéramos debido hacer el ejercicio incómodo de prever el escenario más hostil como reacción a su triunfo. Hubiéramos de haber sospechado que aquí había gato encerrado, que aquí, en esta historia que nos venían contado los medios de comunicación seguía habiendo muy pocos actores, actores invisibilizados desde el proceso de guión, a la espera de ser soltados como perros rabiosos. 

Yo hubiera estado alegre por la victoria de Syriza, sí, pero consciente en todo momento de que el miedo es el mensaje, y de que los medios dosifican el mensaje del terror, para mantener al espectador al borde del grito y de la histeria de forma continuada. A pesar de la victoria, hubiera de haber pensado que esa dosificación del miedo es la forma más eficaz de inmovilizar a una presa; y que en los relatos del miedo, lo gordo siempre está por venir. Y que aquí, independientemente de la victoria de unos y otros, los peores monstruos todavía no han salido a escena.

Porque la victoria de Syriza [me sorprende la lectura positiva y positivista de Zizek en una de sus últimas reflexiones sobre Syriza] no hubiera sido el final. Porque el cuento nunca puede terminar con la victoria de la ciudadanía frente a los mercados. Esos cuentos nunca estuvieron en venta en las estanterías del Mercado. Un final así solamente se hubiera explicado como punto de fuga de nuestro delirio colectivo, en esta situación inoculada de terror sostenido hasta el extremo, con esta expectación exponencial hacia un desastre anunciado que, sin embargo, nunca llega... No obstante, es evidente que la tentación de asimilar la victoria de Syriza como un happy end hubiera sido inevitable. 

Hemos visto muchas ficciones de terror de Hollywood: hay un momento en el que todos queremos que la historia termine al tiempo que somos conscientes de que la historia todavía no puede terminar. Si hubiera ganado Syriza hubiera significado que alguien hubiera perdido. Y sea quien fuere ese que perdiera, ya hubiera de haber diseñado una estrategia para contrarrestar esa derrota. Esa fuerza, ese vector, que hubiera perdido habría estado entrenando a sus monstruos, a los de verdad, a los que veremos ahora... Y los veremos, aunque Syriza haya perdido. 

Rebobinemos: volvamos al punto donde Bruselas y Atenas pugnan por la renegociación de los dos rescates a la economía helena. Recordamos que estamos imaginando que Syriza ha ganado. Y no hay acuerdo: ¿alguien se cree que el sistema financiero alemán iba a permitir que Grecia saliera de la zona euro, con el riesgo de no recuperar nunca el dinero que se le debe a sus bancos? Yo desde luego no: la salida de la zona euro no es posible de esta manera en la que el país saliente lo hace hasta el cuello endeudado. ¡Los cuentos de los medios nos han ingenuizado hasta tal punto! Es decir, que la salida de Grecia de la zona euro no ha sido más que un cuento chino.

Syriza ha perdido; han ganado los carceleros que han llevado a Grecia hasta los dos rescates. De cómo se desarrolle el relato desde aquí hacia adelante nada sabemos. Las leyes no escritas del tempo indican que el relato se ralentizará. Demasiada acción y demasiada tensión en los últimos capítulos. Se hace necesario un parón, un rellano en el que coger aire. 

En cualquier caso el factor tiempo no juega a favor de los griegos, y aquí es insustancial que hayan ganado unos u otros. El contexto ha creado a Syriza, el mismo contexto que ha generado la irrupción de la derecha filofascista. Más pronto que tarde, este contexto se va a tragar a los dos partidos hegemónicos griegos. Esa es la tendencia. Y con los auges de la izquierda más allá de los socialdemocratas y de la derecha más allá de los democristianos, la polarización y los conflictos sociales irán en aumento, en un contexto económico asfixiante, si tenemos en cuenta el factor tiempo, y la persistencia de los condicionantes que dibujan esta crisis económica. La lucha será en la calle, entre la indignación [individual] con la marca ultraderechista y la esperanza [colectiva] con la marca izquierdista... Habrá varias elecciones de por medio, con la victoria de Syriza en alguna de ellas, ¡qué importa eso...!

Y así será por varios años quizás, hasta que haga su aparición uno de los monstruos-estrella de todos los relatos de terror; ese que conocemos de viejas historias y que, sin embargo, nunca nombramos. Ese que quizás olvidemos a conciencia, por asumir esa creencia de que lo que no se recuerda no existe. El ejército griego [sujeto]; golpe de estado [acción].

Será entonces cuando nuestros medios de comunicación nos cuenten que el ejército se ha visto obligado a poner orden en el caos, en la anarquía y en el descontrol. El ejército heleno, de esta manera, matará varios pájaros de un tiro: suspenderá la democracia hasta nueva orden de los mercados; mantendrá a rajatabla el orden social burgués establecido; impondrá la disciplina necesaria para que los griegos vivan en la miseria sin capacidad de rebelión; y avalará con la amenaza de una violencia legítima el pago religioso de las deudas que Grecia mantiene con Europa.

Desde el resto de países miraremos atentamente a Grecia. Porque sabemos que allí empezó la democracia e intuimos que allí ha sido asesinada. El resto de países iremos pasando católicamente por el patíbulo.

Son todo hipótesis. No preocuparse. Momentos musicales: Trust.

domingo, 10 de junio de 2012

Ciudadanos de un lugar llamado mundo



LA TEORÍA (según Friedrich Nietzsche)
¿Perjudicamos a la virtud los inmoralistas? Tan poco como los anarquistas a los príncipes. Cuando más se afirman en sus tronos, es después de haber disparado contra ellos. Moraleja: hay que disparar contra la moral.


UN PLANO: LA MORAL CONTRA LA QUE HAY QUE DISPARAR (anuncio para el verano de 2012 de la multinacional francesa Orange)


UN CONTRAPLANO: REMATE, A MODO DE CONCLUSIÓN (un artefacto audiovisual de cosecha propia de hace unos años)