miércoles, 1 de enero de 2014

Mi cuerpo. Mi sangre. Mi templo.

La Iglesia no puede entrometerse en la vida civil. Así que Papas, cardenales, obispos, arzobispos, curas, monjas, miembros del Opus Dei, "providas", Gallardón, resto de cúpula del PP y demás cuadrillas antielección:

El aborto es un derecho que engloba el cuerpo, la libertad de acción, el derecho individual..., la vida al completo de una individua.

Resistimos a vuestros ataques, a vuestro terrorismo biopolítico, a vuestra impertinente insistencia a meteros en nuestros cuerpos y en nuestras vidas. Resistimos a la imposición de la maternidad. Resistimos a la violencia institucional de todos los ministerios, a la leyes y pseudoargumentos que nos criminalizan. Porque creemos en nuestra capacidad decisiva y en la posesión de nuestros cuerpos y sexualidades.

Follamos en vuestras sedes, abortamos en las Iglesias y bailamos en las Catedrales. Mi cuerpo; mi templo. Si os metéis en él, entramos en los vuestros.

Seguiremos abortando, haya la legislación que haya, gobierne quien gobierne, independientemente de quien lo haga en la luz o en la sombra.

Restringir el aborto no implica menos abortos; significa más peligro para la salud de las mujeres. Iglesia y Estado represores, que sorbéis de la misma pila: os beberéis la sangre de nuestros abortos.


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