NOTA
Esta entrada es la redifusión de otra que se publicó en mayo de 2010. Originalmente la película que se daba a ver estaba troceada en cuatro partes; ahora está de una pieza.
José Val del Omar es uno de esos grandes cineastas españoles que además puede considerarse como uno de los más "raros". Lo peor del calificativo "raro" es que suele arrastrar el de "desconocido".
Entre 1953 y 1959, Val del Omar realiza "Tríptico elemental de España", un proyecto donde se incluyen como temas tres elementos naturales vinculados a tres territorios españoles. "Aguaespejo granadino" (1953): agua y Andalucía; "Fuego en Castilla" (1956): fuego y Castilla; y "Acariño Galaico" (1959): tierra y Galicia".
Lo folclórico y lo moderno conviven en las tres películas que conforman este tríptico. Las raíces, lo que brilla en ellas y lo que resulta aterrador de ellas, son filmadas para crear un montaje vanguardista... El cineasta experimenta con el sonido, manipula la imagen, incluye poesía, canciones y ritmos populares... También rompe el discurso, y juega y se recrea con el ritmo.
En mayúsculas, cine español de no-ficción. Aquí no hay complejos de inferioridad, porque tenemos a José Val del Omar. He aquí algunas de las reseñas y comentarios de aquella época, y venidas desde varias partes del mundo, que suscitó "Aguaespejo granadino" [extraídas del sitio Web de
José Val del Omar]:
Anteo – Diario España (1955)
La película es una sinfonía audio visual lírica de Granada. Con una técnica revolucionaria, la bella ciudad andaluza se muestra a los espectadores en una especie de alucinación lírica; el agua de las fuentes y surtidores sigue el ritmo de la siguiriya; los jardines, los monumentos, el viento, el agua, la luna parecen interpretar una vibrante danza como si les animara un espíritu poético. Todo siguiendo un ritmo creciente y en continua trepidación artística. Algo fantástico y maravilloso.
Gonzalo Sáenz de Buruaga – Índice de Artes y Letras (1956)
"Aguaespejo granadino" ha conseguido separar los dos mundos –visual y auditivo– y solidarizarlos al mismo tiempo: la obra en mudo es una cosa, un objeto ya; el sonido, sin imágenes, otro; con ambos elementos, es un tercero, una armonía, una efectiva relación de masas sonoras y visuales. Sonido e imagen se unen, pero no se confunden.
Konrad Haemmerling – Der Tagesspiegel (1956)
En el VI Festival de Berlín hay un extenso programa de films culturales de todo el mundo, pero muy pocos sobresalen de la media. Ningún otro país podrá superar el nivel que España ha alcanzado con Aguaespejo granadino. Inspirado por el poeta García Lorca, el compositor Manuel de Falla y el filósofo Unamuno, José Val del Omar ha aunado la fotografía, el montaje y la música para crear un film sinfónico acerca de la vida de Granada, con el cual abre unos caminos absolutamente nuevos a la interpretación óptica. Como un Schönberg de la cámara, nos descubre la atonalidad en el cinema. Pinta el paisaje espiritual de un pueblo a través de las imágenes reales de la naturaleza; juega con el agua, el polvo y las nubes, la luz y las sombras, la calma y el silencio, los sonidos apocalípticos. Deja seco al espectador y lo estremece mediante shocks, sorprendiéndole con imágenes siempre nuevas, dotadas de una expresividad explosiva. De esta manera surgen, por momentos, fantasmagorías goyescas y visiones de pesadilla en las que se siente la divinidad y el demonismo del mundo; con el caos asomando tras la máscara del orden.
La Libre Belgique (1958)
Un solo film ha representado a España, pero es de una categoría excepcional: "La Gran Siguiriya", de José Val del Omar. La fuerza de esta obra extraña rehuye todo análisis: diríase que se limita a yuxtaponer en un desorden aparente una serie de imágenes que, tomadas aisladamente, nada tienen de particular. Pero su encadenamiento conduce a un poema lírico con un poder de encantamiento extraordinario y con una unidad interior que resulta misteriosa y profunda.
Paul Davay – Les Beaux Arts (1958)
"La Gran Siguiriya", de José Val del Omar, constituye para mí una cima, pues me ha descubierto un temperamento lírico perturbador. Este choque a veces brutal, a veces discordante entre imágenes y sonidos, textos y cantos, cuyo tema es Granada, el agua, el sol, lo que se fija y lo que es devorado, es obra de un poeta.
Amos Vogel – Film as a Subversive Art (1974)
Una obra explosiva, cruel y de las más honda pasión; un grito silencioso que constituye una evocación mística de las pesadillas de España. Con reminiscencias de "Tierra sin pan" de Buñuel, logra transmitir una ansiedad y un pavor sin nombre. Una de las grandes obras ignoradas del cine universal: presentada en el Primer Festival Internacional de Cine Experimental de Bruselas, desapareció luego de los circuitos y no tiene distribución actualmente.
Y he aquí "Aguaespejo granadino" (también llamada "La gran siguiriya"):