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martes, 25 de octubre de 2011

La oración de Slavoj Zizek en Wall Street




Parte de la oración en castellano (copiada textualmente de Multitud):


En el crack de 2008 se destruyó más propiedad privada, conseguida con gran esfuerzo, que si todos los presentes se pusieran a destruir día y noche durante semanas. Nos dicen que somos soñadores. Los verdaderos soñadores son aquellos que piensan que las cosas seguirán siendo como son indefinidamente. Nosotros no somos soñadores, sino los que estamos despertando de un sueño que se ha convertido en pesadilla. No estamos destruyendo nada, sino siendo testigos de cómo el sistema se destruye a sí mismo.

Todos hemos visto la clásica escena de los dibujos animados en la que un coche se acerca a un precipicio y sigue rodando ignorando que está sobre el vacío, y sólo cae cuando el conductor mira hacia abajo y se da cuenta de ello. Esto es lo que estamos haciendo aquí. Estamos diciendo a los chicos de Wall Street “¡eh, mirad abajo!”

En abril de 2011 el gobierno chino prohibió que apareciesen en TV, películas o novelas todas aquellas historias que hiciesen referencia a realidades alternativas o viajes en el tiempo. Esta es una buena señal para China, puesto que significa que la gente aún sueña con alternativas, así que hay que prohibir este sueño. Aquí no se piensa prohibir nada de eso, porque el sistema en el poder incluso ha suprimido nuestra capacidad para soñar. Fijaos en las películas que vemos todo el tiempo. Es fácil imaginar el fin del mundo, un asteroide que destruya el planeta y ese tipo de cosas. Pero no se puede imaginar el fin del capitalismo. Así que, qué es lo que hacemos aquí? Dejadme que os cuente un viejo chiste muy bueno de los tiempos del comunismo…

Un tipo de Alemania del Este fue enviado a trabajar en Siberia. Sabía que su correo sería supervisado por los censores, así que propuso a sus amigos establecer un código. Si la carta que enviase estaba escrita con tinta azul, entonces lo que en ella se dijera sería cierto y si estaba escrita con tinta roja sería falso. Transcurrido un mes sus amigos recibieron su primera carta. Estaba escrita por entero en azul y decía: todo es maravilloso aquí. Las tiendas están repletas de buena comida. Los cines pasan buenas películas occidentales. Los apartamentos son grandes y lujosos. La única cosa que no se puede comprar es tinta roja.

Así es como vivimos. Tenemos todas las libertades que queremos, pero nos falta tinta roja, el lenguaje con el que expresar nuestra no-libertad. La manera en que se nos enseña a hablar acerca de la libertad, la guerra, el terrorismo y demás falsifica la libertad. Y esto es lo que estáis haciendo aquí: nos estáis dando tinta roja a todos.

Pero hay un peligro. No os enamoréis de vosotros mismos. Lo estamos pasando bien aquí, pero recordad: los carnavales son baratos, lo que importa es el día siguiente. Cuando volvamos a nuestra vida normal, habrá cambios entonces? No quiero que alguna vez recordéis estos días como, “oh, éramos jóvenes y fue muy bonito”. Tened en cuenta cual es nuestro mensaje fundamental: que tenemos derecho a pensar alternativas. La regla se ha roto. No vivimos en el mejor de los mundos posibles, pero hay un largo camino por delante. Nos enfrentamos a cuestiones ciertamente difíciles. Sabemos lo que no queremos, pero, ¿sabemos lo que queremos? ¿Qué organización social puede reemplazar al capitalismo? ¿Qué nuevo tipo de líderes queremos?

Recordad: el problema no es la corrupción o la codicia. El problema es el sistema que os empuja a rendiros. Estad atentos no sólo a los enemigos, sino a los falsos amigos que ya están actuando para diluir este proceso. De la misma manera en que os dan café sin cafeína, cerveza sin alcohol o helado sin nata, tratarán de convertir esto en una protesta moral inofensiva.

La razón por la que estamos aquí es que estamos hartos del mundo que recicla latas de Coca-Cola, del mundo del capuccino Starbucks, del mundo que destina un 1% de la riqueza a los niños que pasan hambre. Ya no es suficiente para que estemos a gusto, después de que se hayan subcontratado la guerra y la tortura e incluso después de que las agencias matrimoniales subcontraten a diario hasta nuestra vida amorosa.

Podemos ver que durante un largo tiempo permitimos que nuestro compromiso político también fuera subcontratado. Lo queremos recuperar. No somos comunistas. Si el comunismo significa el sistema que colapsó en 1990, recordad que hoy esos comunistas son los capitalistas más eficientes y desarraigados. En China hoy tenemos un capitalismo que es aun más dinámico que vuestro capitalismo americano pero que no necesita democracia. Esto significa que cuando critiquéis el capitalismo, no os permitáis que os chantajeen con la idea de que estáis en contra de la democracia. El matrimonio entre la democracia y el capitalismo se ha acabado.

El cambio es posible. Así que, ¿qué es lo que consideramos posible hoy? Sólo hace falta seguir los medios. Por un lado, en lo que respecta a tecnología y sexualidad, todo parece ser posible. Puedes viajar a la luna. Puedes ser inmortal con la ayuda de la biogenética. Puedes tener relaciones sexuales con animales o lo que sea. Pero mirad el campo de la sociedad y de la economía. En ambos, casi todo se considera imposible. Quieres subir un poco los impuestos para los ricos, te dirán que es imposible, perdemos competitividad. Quieres más dinero para sanidad: te dicen, imposible; esto significa un estado totalitario. Algo falla en un mundo donde se te promete la inmortalidad pero en donde no se puede gastar un poco más para sanidad. Puede que debamos marcar nuestras prioridades directamente aquí. No queremos niveles de vida más altos. Queremos niveles de vida mejores. El único sentido en el que somos comunistas radica en que nos importan los bienes comunes. El bien común de la naturaleza. El bien común de lo que es privatizado por la ley de propiedad intelectual. El bien común de la biogenética. Por esto y sólo por esto debemos luchar.

El comunismo fracasó absolutamente. Pero los problemas de los bienes comunes están aquí. Te están diciendo que aquí no somos americanos. Pero los fundamentalistas conservadores que reivindican ser verdaderamente americanos, necesitan que se les recuerde algo. ¿Qué es el cristianismo? Es el Espíritu Santo. ¿Qué es el espíritu Santo? Es una comunidad igualitaria de creyentes que están conectados por el amor mutuo y que sólo tienen su propia libertad y responsabilidad para hacerlo. En este sentido el Espíritu Santo está aquí ahora. Y allí en Wall Street hay paganos que están adorando ídolos blasfemos. Así que sólo necesitamos paciencia. Lo único que me atemoriza es que un día nos vayamos simplemente a casa y después nos reunamos una vez al año, tomando una cerveza y recordando nostálgicamente el buen rato que pasamos aquí. Prometámonos que este no será el caso.

Sabemos que las personas a menudo desean algo pero no lo quieren realmente. No tengáis miedo a querer realmente lo que deseáis. ¡Muchas gracias!


sábado, 16 de julio de 2011

15-M: dos meses después


Prólogo

"No surprises" (Tom Yorke)

Un corazón lleno como un vertedero... Un trabajo que lentamente te mata... Heridas que no se curarán... Pareces tan cansado y triste... Derroquemos al Gobierno: ellos no nos representan... Tendré una vida tranquila y un apretón de manos de monóxido de carbono... Sin sustos ni sorpresas. Ni sustos ni sorpresas.

Silencioso. Éste es mi último ataque, mi último dolor de estómago. Ni sustos ni sorpresas. Ni sustos ni sorpresas, por favor.

Una bonita casa y un bonito jardín. Ni sustos ni sorpresas (sacadme de aquí). Ni sustos ni sorpresas, por favor...



Primer apoyo exterior: sobre los riesgos del 15-M

Vuelvo a Manuel Delgado, que publicó hace unos días en su blog una interesantísima reflexión de título Impresiones para Adelina García sobre otros riesgos del 15-M: la ambigüedad postmodernista y el virtuosismo filocristiano, más alguna consideración acerca del odio y la lucha. Sin desperdicio los siguientes extractos:


"Hemos escuchado desde alguna acampada, 'yo no soy ni derechas ni de izquierdas': una forma sutil de reconocer que eres de derechas".

(...) 

"El otro riesgo, para mí, es el del virtuosismo oenegista, por el que creo que compartimos una desconfianza frontal y pienso que del todo justificada".

(...)

"Lo que me inquieta es lo que podría ser una especie de deriva cristianoide del 15M". (por lo que cuenta el post, uno de los portavoces catalanes del 15-M es un tal Arcadi Oliveras, presidente de la Asociación cristiana Justícia i Pau)

(...) 

"El oenegismo tipo Justícia i Pau me pone más bien enfermo. Y lo mismo, por extensión, el  buenrollismo, la babosidad infame de los "valores", el exhibicionismo de la bondad y los buenos sentimientos".

(...)

"Claro, en ese marco de virtuosismo cristinaoide, pacifismo gandhiano, "pensiero debole", ambiente Era Acuario..., pienso que era legítimo que alguien preguntara, en un momento dado, cuál era el lugar que en todo aquel mejungue ocupaba la vieja lucha de clases". 



Segundo apoyo exterior: no me sirve la rabia tan sumisa


INSERTO INTRUSIVO DE MARIO BENEDETTI
[Poema "Me sirve, no me sirve"]

La esperanza tan dulce
tan pulida tan triste
la promesa tan leve
no me sirve

no me sirve tan mansa
la esperanza

la rabia tan sumisa
tan débil tan humilde
el furor tan prudente
no me sirve

no me sirve tan sabia
tanta rabia

el grito tan exacto
si el tiempo lo permite
alarido tan pulcro
no me sirve

no me sirve tan bueno
tanto trueno

el coraje tan dócil
la bravura tan chirle
la intrepidez tan lenta
no me sirve

no me sirve tan fría
la osadía

si me sirve la vida
que es vida hasta morirse
el corazón alerta
si me sirve

me sirve cuando avanza
la confianza

me sirve tu mirada
que es generosa y firme
y tu silencio franco
si me sirve

me sirve la medida
de tu vida

me sirve tu futuro
que es un presente libre
y tu lucha de siempre
si me sirve

me sirve tu batalla
sin medalla

me sirve la modestia
de tu orgullo posible
y tu mano segura
si me sirve

me sirve tu sendero
compañero.



Tercer apoyo exterior: la clase media, un fetiche


INSERTO INTRUSIVO DE SLAVOJ ZIZEK 
extraído de "En defensa de la intolerancia"
[para que cada cual, incluido quien escribe, se aplique el cuento]

En su ideología y en su praxis, el "fascismo" no es sino un determinado principio formal de deformación del antagonismo social, una determinada lógica de desplazamiento mediante disociación y condensación de comportamientos contradictorios.

La misma deformación se percibe hoy en la única clase que, en su autopercepción "subjetiva", se concibe y representa explícitamente como tal: es la recurrente "clase media", precisamente, esa "no-clase" de los estratos intermedios de la sociedad; aquéllos que presumen de laboriosos y que se identifican no sólo por su respeto a sólidos principios morales y religiosos, sino por diferenciarse de, y oponerse a, los dos "extremos" del espacio social: las grandes corporaciones, sin patria ni raíces, de un lado, y los excluidos y empobrecidos inmigrantes y habitantes de los guetos, por otro.

La "clase media" basa su identidad en el rechazo a estos dos extremos que, de contraponerse directamente, representarían "el antagonismo de clase" en su forma pura. La falsedad constitutiva de esta idea de "clase media" es por tanto semejante a aquella de la justa línea de partido que el estalinismo trazaba entre las "desviaciones de izquierda" y las "desviaciones" de derecha": la "clase media", en su existencia "real", es la falsedad encarnada, el rechazo del antagonismo. En términos psicoanalíticos, es un fetiche: la imposible intersección de la derecha y de la izquierda que, al rechazar los dos polos del antagonismo, en cuanto posiciones "extremas" y antisociales (empresas multinacionales e inmigrantes intrusos) que perturban la salud del cuerpo social, se autorepresenta como el terreno común y neutral de la sociedad. La izquierda se suele lamentar del hecho de que la línea de demarcación de la lucha de clases haya quedado desdibujada, desplazada, falsificada, especialmente, por parte del populismo de derecha, que dice hablar en nombre del pueblo cuando en realidad promueve los intereses del poder. Este continuo desplazamiento, esta continua "falsificación" de la línea de división (entre las clases), sin embargo, es la "lucha de clases": una sociedad clásica en la que la percepción ideológica de la división de clases fuese pura y directa, sería una estructura armónica y sin lucha; por decirlo con Lanclau: el antagonismo de clase estaría completamente simbolizado, no sería imposible/real, sino simplemente un rasgo estructural de diferenciación.



Cuarto apoyo exterior: la lucha contra uno mismo como primer vector de cambio revolucionario


INSERTO INTRUSIVO DE AGUSTÍN GARCÍA CALVO
(Extracto de "¿Quién dice no?")
Para los que anden con pretensiones revolucionarias, les quiero decir que ninguna revolución sirve para nada si no es también revolución contra sí mismo al mismo tiempo; quien se crea que puede surgir de entre las personas algún movimiento liberador, se está equivocando. Es una equivocación vieja, hasta los propios viejos anarquistas se confundían con frecuencia y creían que eso de la libertad podía ser cosa de individuos (...). La libertad no es cosa de individuos: uno, una, como persona, está sometido, tiene que creer lo que le mandan, creerse que se lo cree él, que éste es el gran truco de todos los regímenes, pero especialmente de la democracia.




Epílogo: "No surprises" (Radiohead)


BONUS TRACK



domingo, 17 de abril de 2011

El hambre voraz



El pasado 7 de abril, Slavoj Zizek estuvo en Bilbao. Y no pude ir. 

Todavía tengo la herida abierta, sobre todo después de comprobar como amigos míos que sí estuvieron todavía siguen babeando. 

Hablo de la baba infantil que se te escapa justo antes de quedarte felizmente dormido, después de que un buen cuenta-cuentos te haya embelesado con su verbigracia. 

Porque con el discurso de Zizek uno se acuesta niño y se despierta adolescente. No importa la edad que uno tenga: uno recupera la fuerza del adolescente y su sueño alcanza la naturaleza del que no sabe nada, pero cuya fuerza reside, paradójicamente, en despertarse al día siguiente con la voluntad de saber [como sinónimo de voluntad de poder], con urgencia, la forma de transformarse a sí mismo y, ya de paso, meterle un buen meneo al mundo.

Anoche, para curarme el dolor de haberme perdido a Zizek después de haberlo tenido a poco más de 50 kilómetros, decidí lamerme la herida con un atracón virtual: la conferencia titulada "Why only atheists can truly believe?". Y rocé con gusto la sobredosis.

No es lo mismo, claro que no, pero constato que, al acostarme de madrugada, sentí mejilla abajo precipitarse la baba infantil de quien se queda dormido con un bonito cuento y, al levantarme, el ímpetu adolescente de quien se despierta con un hambre voraz.









martes, 14 de septiembre de 2010

Papá-Zizek nos hace purés



Escribir sobre Slavoj Zizek (filósofo y psicoanalista esloveno, nacido en 1949) es un ejercicio jodido; pero escribir y reflexionar, al mismo tiempo, sobre Slavoj Zizek, es una auténtica putada. He sido consciente de esta dificultad en los preparativos de la elaboración de esta entrada. Curiosamente había apuntado como nota previa a desarrollar la idea "filosofía del desencallamiento"; y desde que inicié el proceso de redacción una sola palabra ha definido la situación: encallamiento.

Lo mejor que uno puede hacer con Zizek, sin mancharse demasiado, es citarlo para apoyar una de tus ideas o para ubicarla en tus textos para que trabaje como contraste o como enriquecedor cosmético de lo escrito. Para ese fin las reflexiones de Zizek son una joya. Pero más allá de eso y si uno no quiere traicionar demasiado el objeto de la escritura (en este caso Zizek) adentrarse en Zizek, escribir sobre él, reflexionar con él, es admitir jugar en un juego de reglas difusas cuyo suelo resbala, y cuyos límites no son los siempre agradables (por visibles) cercos de alambre de púas, sino peligrosos (por invisibles) precipicios que no dan opción a una mínima rectificación. El juego de Zizek incluye el goce y su aniquilador, y el aniquilador, aquí, no es el aburrimiento sino una enorme fuerza castradora, tan excitante como temible. 

Para quien escribe, la provocación esquizoide de Gilles Deleuze, "escribir es limpio y hablar es sucio", adquiere en Zizek su máxima efectividad; así, leer a Zizek se convierte en un placer, mientras que verlo y escucharlo añade al placer la cosa de un auténtico sufrimiento. Gran parte del sufrimiento viene de la constatación, siempre triste, de que el filósofo es un pobre hombre, como cualquiera de nosotros, con caries, que también tose y se tira pedos, con alguna brecha psíquica indisimulable y con sus miedos a flor de piel, lejos, en cualquier caso, de la imagen de pulcritud y pureza que proyecta la figura clásica del filósofo incorruptible, casi santo, que escribe desde su pequeña celda. Zizek no, Zizek ha preferido la libertad, asumiendo el riesgo de ensuciarse (en la acepción de Deleuze) y de mancharse íntegramente (sujeto más discurso) para nuestro placer y sufrimiento.

En la última entrevista a Slavoj Zizek que he leído (Sin aliento), el filósofo esloveno se queja de que sus mayores detractores le ataquen por el flanco de sus tics nerviosos, o por el barroquismo que conforma la cantidad ingente de citas que usa para airear sus reflexiones; también pone en evidencia que esos mismos que le zancadillean desde la burla infantil son incapaces de establecer una crítica seria desde otro discurso en el que al menos se intentara neutralizar sus postulados. Así es...

Y lo cierto es que el Zizek-orador es un charlatán, en el sentido medieval del término, con las características principales que definen a los charlatanes: verborrea a toda hostia, púlpito mediante, con toques agresivos en las formas... Pero otra característica de los charlatanes es su capacidad de convertir en digestible lo que de otra manera provocaría un empacho seguro. Aquí Zizek se convierte en un chef experto en cocinar purés con alto contenido proteínico. Solamente esta forma de preparar sus menús le salva de ser quemado por el resto de formalidades que le convierten en un charlatan multihemorrágico verbal.

Sí, inocente: ese es mi veredicto. Y eso a pesar de haberse convertido en el filósofo más mediático de lo que va de siglo XXI. Porque... ¿cómo se puede ejercer de filósofo en este siglo si no es siendo un filósofo espectacular? Y... ¿cómo no amar a un kamikaze que salta a la arena mediática exponiéndose a los insultos, ataques y burlas de los espectadores del espectáculo postmoderno?

Entre otras cosas, Zizek se ha empeñado en hacernos digerible a Hegel. Solamente este ejercicio de deconstrucción de la dialáctica hegeliana, inaccesible para el 99% de los mortales, a partir de un lenguaje popular, coloca a este señor en un lugar destacado, pero... ¡cuidado!, quiere decirse en un lugar destacado a pie de calle, no en su pedestal correspondiente. Es posible que Zizek, en vista del panorama, haya querido invertir la frase mahometana, y si la gente no se acerca hasta la filosofía, pues que sea la filosofía la que se acerque hasta la gente. En este proceso comunicativo, Zizek es un mediador, o, mejor aún, un medium a través del cual la grasa de Hegel, Lacan, Marx y Freud, entre otros, es transmitida al "populacho" en un lenguaje corriente, de andar por casa.

Entonces Zizek nos da comer. Sí, es un padre nervioso al que le tiembla el pulso cuando nos acerca la cucharadita de puré en la boca. Como hijos suyos, eso no puede por menos que provocarnos cierta inseguridad en la deglución, con el fantasma del atragantamiento presente en cada momento. Es un padre problemático en tanto que no suele ofrecernos soluciones pragmáticas. Zizek no tiene soluciones, pero a cambio te facilita una herramienta de cambio. Y para Zizek el cambio solamente tiene un camino de floración: la reformulación de las preguntas con las que se han construído el problema en cuestión. La reformulación te desencalla pero no garantiza que no vuelvas a encalllar. Desde este enfoque filosófico, la vida sería una secuencia de encallamientos sucesivos. Mayor incerteza no cabe.¡Excitante! ¿no?

Sus detractores también le golpean por esto, por no ofrecer soluciones, pero sus detractores obvian (quieren obviar) que Zizek no es un político, es un filósofo que mercadea con las ideas y que no quiere saber nada de promesas... En este punto Zizek es el antipolítico, una figura que seduce a los jóvenes universitarios como demuestra el aforo de los auditorios donde Zizek se llena de barro y suciedad hasta las cejas.

Pero de entre todos los grupos y colectivos que critican a Zizek (que se autodefine como marxista de la vieja escuela), destacan los socialdemócratas, que enseguida le catalogaron como reaccionario y como bufón oficial de las gracias liberales. Y es que los progre-pop se excitan cuando les atacan desde la derecha, pero se engatillan cuando las hostias les vienen desde la izquierda.

Pero este tema, el Zizek-polémico y un tercero, el Zizek-analista de cine, tendrán cabida en sendas entradas venideras, toda vez que logre sacudirme del cuerpo parte de la inseguridad que he tenido escribiendo esta. Que sirva como calentamiento previo el siguiente vídeo que ya ofrece algunas pistas del porqué del gatillazo que sufren los progre-pop con algunas reflexiones de Slavoj Zizek:

sábado, 24 de abril de 2010

Notas sobre el discurso moral de "The hurt locker"

Es hora de rematar el asunto de "The hurt locker" con esta prometida tercera parte. Dos meses después, estamos todos más tranquilos, se nos ha pasado la embriaguez y la excitación provocadas en nuestros cuerpos occidentales por la maquinaria de seducción puesta en marcha por la industria norteamericana a través de la ceremenonia anual de los Oscar de Hollywood. Es hora de separar el grano de la paja hasta obtener una fotografía de la ideología de "The hurt locker".

Empecemos por algunas declaraciones que se les atribuyen a los autores de "The hurt locker", Mark Boal (guionista) y Kathryn Bigelow (directora), con respecto a la ideología y el discurso moral de su película. Boal sostiene en una entrevista para un medio de su país (información extraída de aquí, donde no se cita el medio de comunicación) que "este tipo de filmes sirven como contrapeso, tratamos de hacer una película que ayude a la gente a aprender sobre esta guerra". Y en un párrafo en el que la autora del texto comienza afirmando que "en las trincheras, dicen, no hay ideologías, y "The hurt locker" evita cualquier posicionamiento ideológico explícito", se vuelve a citar a Boal cuando dice, sobre la guerra de Irak y sobre el trabajo de sus personajes, que "los artefactos explosivos improvisados son el centro de esta guerra. Las bombas son la táctica fundamental de la insurgencia, y el éxito o fracaso de la guerra de Irak depende de la habilidad para lidiar con estos artefactos, éste es el trabajo más duro".

Y estas que siguen son las dos primeras preguntas de una entrevista publicada en una web de cine (www.toma-uno.com) respondidas por Kathryn Bigelow: 

¿Es su película belicista o antibelicista? La verdad, creo que solo un loco creería que esta película se muestra partidaria de las guerras. ¿No cree que al menos defienda la presencia y el trabajo de EEUU en Irak? Más bien creo que muestra el horror de la guerra y su futilidad. Lo que pasa es que a menudo se nos condiciona a creer que el cine antibelicista solo puede ser aquel que incluya un personaje que grita proclamas como «¡Odio esta guerra!». Yo, en cambio, odio esas proclamas y también esas películas.

El debate sobre el discurso moral de "The hurt locker", por lo que dicen Boal y Bigelow, estaba encaminado a confrontar dos posicionamientos con respecto al tratamiento de la guerra de Irak dentro de la historia de "The hurt locker": un primero que se apoyaría en lo que muchos críticos y espectadores han llamado ausencia o no pretensión de discurso moral; y un segundo que se encaminaría hacia la categorización de la película como una obra antibelicista.

Ni Bigelow ni Boal, ni los defensores del primero o del segundo posicionamiento, querrían haber pensado en la existencia del odioso tercer posicionamiento, que es el que defiende que "The hurt locker" es una película belicista. Hace falta estar loco, respondía Bigelow en la entrevista arriba citada. Pues bien, me presento ante ustedes; aquí, escribiendo esto, como un loco que piensa que "The hurt locker" está cargada de ideología y de que su discurso moral es el mismo que viene vendiéndose de un tiempo a esta parte sobre los ejércitos y las guerras. Es decir, que asume el mismo discurso que los grandes medios de comunicación y de propaganda de los países más poderosos del mundo para hacernos tragar las acciones (en este caso, las guerras) que ellos deciden bajo el aparente apoyo de las respectivas opiniones públicas de cada uno de esos países.
 
Resumiendo, "The hurt locker" es una película post-bélica, donde el ejército yanqui hace la paz y no la guerra, discurso que encaja sin fisuras en la imagen pública que quieren alcanzar los ejércitos de nuestros países a través de sus aparatos de propaganda. Es más, diríase que "The hurt locker" forma parte de ese mismo engranaje propagandísitco yanqui y occidental que llevan vendiéndonos varios años a eso que se llama el post-ejército o el concepto ejército de paz o ejército de buenas intenciones, etcétera.

Para los más afectados, sugiero una pausa en el ejercicio de respiración... Mantenemos aire cinco segundos y soltamos lentamente...

Como relax-explicación propongo el juego de las comparaciones, con dos personajes conocidos por todos, Bush y Obama, las cabezas visibles de dos sensibilidades partidistas (no confundir con políticas) distintas. También puede decirse los duros republicanos y los blandos demócratas, o, si se prefiere, la sensibilidad heavy neo-con y la sensibilidad progre-pop. Digamos que los primeros activan la guerra de Irak, mientras que los segundos pretenden desactivarla. En este sentido "The hurt locker" es una película del género progre-pop que viene a ilustrar, desde el corazón mismo de la propaganda yanqui, las actuaciones de Obama que le diferencian de su predecesor.

No olvidemos que la guerra de Irak, aunque fuera ideada por la Administración Bush y sus intereses de mercado neo-con, se lanzó con el beneplácito de todo el bloque demócrata del Congreso de EE.UU. y de varios países del mundo. Una vez que Obama es elegido presidente es evidente que debe mantener su política de guerra, pero acicalada con un toque cosmético distinto. La principal diferencia es que Obama no ha censurado las imágenes de ataudes con cadáveres de soldados norteamericanos dentro llegando en aviones a la tierra de la libertad.

Resultado de un atajo (interesado por mi parte) o no, la metáfora es directa. Obama se planteó en la campaña electoral acabar con la guerra de Irak (mano blanda) mientras que Bush seguía erre que erre (mano dura). E igual que la imagen proyectada por Obama como el hombre que tiene que arreglar los desaguisados que Bush sembró y cosechó en sus ocho años de mandato, en "The hurt locker" se proyecta la imagen de un ejército yanqui que más que hacer la guerra pretende desactivarla. La brigada protagonista de "The hurt locker" logra salvar vidas desactivando las bombas. La rima entre ambos discursos es evidente.

Slavoj Zizek (en "El País", 24 de Marzo de 2010, Artículo de opinión titulado "Boinas verdes con rostro humano") sostiene una tesis similar cuando escribe que "En tierra hostil presenta al Ejército norteamericano de un modo plenamente acorde con su propia imagen pública en este nuestro tiempo de intervenciones humanitarias y de pacifismo militarista". Y sobre los personajes de "The hurt locker" añade que "a pesar de ser soldados, ellos no matan sino que arriesgan diariamente sus vidas desmantelando bombas terroristas destinadas a matar civiles. ¿Puede haber algo con lo que simpaticen más nuestros ojos progresistas?".

Mantenemos aire cinco segundos y soltamos lentamente...

La respuesta a la pregunta que lanza Zizej es evidente: no. Y de esa sensibilidad mundial progre-pop han salido los posicionamientos uno y dos que se han descrito más arriba, sobre el discurso moral neutro o la no-ideología de "The hurt locker". Solamente desde esa sensibilidad buenrollista, cuyas plataformas de poder e intereses son comunes a la otra sensibilidad heavy neo-con o malrollista (cuyos cuerpos cargados de ella habrán salido rebotados de la película), es posible asumir que una película de guerra ambientada en el Irak de hoy, y contada desde ese punto de vista totalitariamente yanqui, puede carecer de discurso moral.

Es decir, que "The hurt locker" es el tipo de películas de guerra que pueden ver sin traumatizarse los consumidores de ropa de HyM o Pull and Bear. Porque su foco principal donde se posa la atención del espectador y que termina transformándose en entretenimiento se ubica en lo psicológico y en lo emocional, dejando muy al margen toda asimilación racional de cualquier discurso.

Estamos ante otro atajo interesado: la metáfora del puré, a la que tantas veces se recurre en este blog. Si la verdura es el discurso moral (o la ideología dura), en "The hurt locker" lo duro se ha triturado hasta no quedar nada sólido: es la manera en la que hoy se consume casi todo, comer blando lo que es dañino para el postestómago. Así se les engaña a los niños reticentes con la verdura (sólida y visible) y terminan comiéndose el puré, que es ese algo que no se ve, pero cuya sustancia proteínica sigue siendo la misma. O, dicho de otra manera, y recurriendo de nuevo a Zizej: "En su misma invisibilidad, la ideología está ahí, más que nunca: estamos allí, con nuestros muchachos, identificándonos con sus miedos y sus angustias, en lugar de preguntarnos qué están haciendo allí".

Discrepando lo justo con Zizej, quizás el propósito de ninguna película sobre guerra tenga que ser hacernos ver o plantearnos preguntas del tipo "qué están haciendo estos soldados allí"; de hecho, no creo que "The hurt locker" se haya pensado ni para eso ni para todo lo contrario. Pero ocurre que la acción está ambientada en el Irak de hoy, un lugar cargado de realidad al tiempo que escenario mediático omnipresente conocido por todos y que termina por convertirlo en un escenario simbólico como pocos en posicionamientos bélicos y contrabélicos. Si Boal y Bigelow hubieran ambientado esa misma historia en un lugar imaginario no llamado Irak y con personajes que no hubieran sido soldados norteamericanos, su discurso moral se hubiera neutralizado lo suficiente como para poder afirmar su carencia de ideología e incluso se podría haber justificado su pretendida denuncia hacia todas las guerras y lo absurdas que pueden llegar a ser.

Pero no ha sido el caso. Ambientar la historia en la guerra en Irak es ya una decisión moral y política de primera magnitud. Y no digamos ya la decisión del punto de vista y de cómo han sido ubicados los personajes que hacen de iraquíes (ver "Otras reflexiones de "The hurt locker" después de haber visto la película") en la película. Además de todo lo político y moral que hay detrás de estas decisiones (formales e ideológicas) no cuesta mucho imaginar el cálculo económico o de rentabilidad del producto que se hizo y se pensó desde las empresas productoras ambientando la historia en el Irak de hoy (lo real y lo mediático) en vez de en un lugar imaginario (donde el espectador no pudiese anclar la ficción en ninguna plataforma simbólica).

En "The hurt locker" corrieron ese riesgo y la bomba les explotó en las manos. Ahora ni ellos los autores, ni los espectadores de sensibilidad progre-pop, ni los críticos que sostuvieron la neutralidad del discurso fílmico de la película, pueden hacernos comer ese puré indigerible de la no-ideología de "The hurt locker".

Cogemos aire por la boca. Contamos hasta cinco. Mantenemos el aire en los pulmones otros cinco segundos. Soltamos por la nariz lentamente...


NOTA: Esta entrada corresponde a una tercera parte de tres reflexiones sobre "The hurt locker". Los enlaces de las otras dos partes son los siguientes: