martes, 14 de septiembre de 2010

Papá-Zizek nos hace purés



Escribir sobre Slavoj Zizek (filósofo y psicoanalista esloveno, nacido en 1949) es un ejercicio jodido; pero escribir y reflexionar, al mismo tiempo, sobre Slavoj Zizek, es una auténtica putada. He sido consciente de esta dificultad en los preparativos de la elaboración de esta entrada. Curiosamente había apuntado como nota previa a desarrollar la idea "filosofía del desencallamiento"; y desde que inicié el proceso de redacción una sola palabra ha definido la situación: encallamiento.

Lo mejor que uno puede hacer con Zizek, sin mancharse demasiado, es citarlo para apoyar una de tus ideas o para ubicarla en tus textos para que trabaje como contraste o como enriquecedor cosmético de lo escrito. Para ese fin las reflexiones de Zizek son una joya. Pero más allá de eso y si uno no quiere traicionar demasiado el objeto de la escritura (en este caso Zizek) adentrarse en Zizek, escribir sobre él, reflexionar con él, es admitir jugar en un juego de reglas difusas cuyo suelo resbala, y cuyos límites no son los siempre agradables (por visibles) cercos de alambre de púas, sino peligrosos (por invisibles) precipicios que no dan opción a una mínima rectificación. El juego de Zizek incluye el goce y su aniquilador, y el aniquilador, aquí, no es el aburrimiento sino una enorme fuerza castradora, tan excitante como temible. 

Para quien escribe, la provocación esquizoide de Gilles Deleuze, "escribir es limpio y hablar es sucio", adquiere en Zizek su máxima efectividad; así, leer a Zizek se convierte en un placer, mientras que verlo y escucharlo añade al placer la cosa de un auténtico sufrimiento. Gran parte del sufrimiento viene de la constatación, siempre triste, de que el filósofo es un pobre hombre, como cualquiera de nosotros, con caries, que también tose y se tira pedos, con alguna brecha psíquica indisimulable y con sus miedos a flor de piel, lejos, en cualquier caso, de la imagen de pulcritud y pureza que proyecta la figura clásica del filósofo incorruptible, casi santo, que escribe desde su pequeña celda. Zizek no, Zizek ha preferido la libertad, asumiendo el riesgo de ensuciarse (en la acepción de Deleuze) y de mancharse íntegramente (sujeto más discurso) para nuestro placer y sufrimiento.

En la última entrevista a Slavoj Zizek que he leído (Sin aliento), el filósofo esloveno se queja de que sus mayores detractores le ataquen por el flanco de sus tics nerviosos, o por el barroquismo que conforma la cantidad ingente de citas que usa para airear sus reflexiones; también pone en evidencia que esos mismos que le zancadillean desde la burla infantil son incapaces de establecer una crítica seria desde otro discurso en el que al menos se intentara neutralizar sus postulados. Así es...

Y lo cierto es que el Zizek-orador es un charlatán, en el sentido medieval del término, con las características principales que definen a los charlatanes: verborrea a toda hostia, púlpito mediante, con toques agresivos en las formas... Pero otra característica de los charlatanes es su capacidad de convertir en digestible lo que de otra manera provocaría un empacho seguro. Aquí Zizek se convierte en un chef experto en cocinar purés con alto contenido proteínico. Solamente esta forma de preparar sus menús le salva de ser quemado por el resto de formalidades que le convierten en un charlatan multihemorrágico verbal.

Sí, inocente: ese es mi veredicto. Y eso a pesar de haberse convertido en el filósofo más mediático de lo que va de siglo XXI. Porque... ¿cómo se puede ejercer de filósofo en este siglo si no es siendo un filósofo espectacular? Y... ¿cómo no amar a un kamikaze que salta a la arena mediática exponiéndose a los insultos, ataques y burlas de los espectadores del espectáculo postmoderno?

Entre otras cosas, Zizek se ha empeñado en hacernos digerible a Hegel. Solamente este ejercicio de deconstrucción de la dialáctica hegeliana, inaccesible para el 99% de los mortales, a partir de un lenguaje popular, coloca a este señor en un lugar destacado, pero... ¡cuidado!, quiere decirse en un lugar destacado a pie de calle, no en su pedestal correspondiente. Es posible que Zizek, en vista del panorama, haya querido invertir la frase mahometana, y si la gente no se acerca hasta la filosofía, pues que sea la filosofía la que se acerque hasta la gente. En este proceso comunicativo, Zizek es un mediador, o, mejor aún, un medium a través del cual la grasa de Hegel, Lacan, Marx y Freud, entre otros, es transmitida al "populacho" en un lenguaje corriente, de andar por casa.

Entonces Zizek nos da comer. Sí, es un padre nervioso al que le tiembla el pulso cuando nos acerca la cucharadita de puré en la boca. Como hijos suyos, eso no puede por menos que provocarnos cierta inseguridad en la deglución, con el fantasma del atragantamiento presente en cada momento. Es un padre problemático en tanto que no suele ofrecernos soluciones pragmáticas. Zizek no tiene soluciones, pero a cambio te facilita una herramienta de cambio. Y para Zizek el cambio solamente tiene un camino de floración: la reformulación de las preguntas con las que se han construído el problema en cuestión. La reformulación te desencalla pero no garantiza que no vuelvas a encalllar. Desde este enfoque filosófico, la vida sería una secuencia de encallamientos sucesivos. Mayor incerteza no cabe.¡Excitante! ¿no?

Sus detractores también le golpean por esto, por no ofrecer soluciones, pero sus detractores obvian (quieren obviar) que Zizek no es un político, es un filósofo que mercadea con las ideas y que no quiere saber nada de promesas... En este punto Zizek es el antipolítico, una figura que seduce a los jóvenes universitarios como demuestra el aforo de los auditorios donde Zizek se llena de barro y suciedad hasta las cejas.

Pero de entre todos los grupos y colectivos que critican a Zizek (que se autodefine como marxista de la vieja escuela), destacan los socialdemócratas, que enseguida le catalogaron como reaccionario y como bufón oficial de las gracias liberales. Y es que los progre-pop se excitan cuando les atacan desde la derecha, pero se engatillan cuando las hostias les vienen desde la izquierda.

Pero este tema, el Zizek-polémico y un tercero, el Zizek-analista de cine, tendrán cabida en sendas entradas venideras, toda vez que logre sacudirme del cuerpo parte de la inseguridad que he tenido escribiendo esta. Que sirva como calentamiento previo el siguiente vídeo que ya ofrece algunas pistas del porqué del gatillazo que sufren los progre-pop con algunas reflexiones de Slavoj Zizek:

6 comentarios:

Blue dijo...

Úfff...después de leer la entrada, ver los dos vídeos y leer casi toda la entrevista (leí las partes en las que me interesaban las preguntas)ya no de si Zizek es Zizek o eres tú.
Se desprenden ideas interesantísimas que no voy a comentar, tanto en tu comentario como en el resto pero estoy muy de acuerdo con lo que dice de la caridad, de la ecología, de Europa.
Muy bonito el ejemplo de la máscara.
El segundo vídeo va tan rápido que no da tiempo a recrearse en los dibujos.
A pesar de lo rápido que habla es tan digerible que hasta se le entiende en inglés ;)
Se nota que tienes "simpatía por el pensamiento".
Un placer leerte.
Saludos.

Kez dijo...

Blue... ¿conocías a Zizek? Juro que no soy yo, jajaja. Pronto, como pongo en la entrada, al final, dos nuevas entregas...

Blue dijo...

No, que va, no lo conocía. De los filósofos actuales no tengo ni idea.
saludos.

xabi dijo...

Yo quiero salir de fiesta con Zizek

Unknown dijo...

"La guia perversa del cine" es una gozada de la que se necesita visionar por partes. Me gusta más en este formato de bomba de contenidos. Si no siempre te tienes que estar debatiendo sobre si llegó el momento de darle al pause o no.

No sabía que fuera tan mediático este hombre. Lo de charlatán es un apelativo positivo, no? lástima que a los charlatanes al cabo del tiempo se les conoce por sus fantasías y no por sus (re)creaciones.

Señor bang si por fortuna se encuentran de fiesta, no duden en avisarme

Kez dijo...

4t2a, en una de las entradas siguientes sobre Zizek (el Zizek-analista de cine), incluiré vídeos de "La guía perversa del cine". Lo de mediático quizás lo escribí por su efectismo en mi propio discurso; hubiera estado mejor decir "más popular en los círculos ilustrado-universitarios". No sé... Y sí, en el caso de Zizek, la charlatanería no tiene carga peyorativa.

Y Señor Bang, ya ves, tu propuesta consigue adeptos a las primeras de cambio. Yo también me apunto. Me pregunto sobre la calidad de un cóctel movido por las manos de Zizek mientras nos cuenta qué ideología soporta tal movimiento. Jeje.

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