domingo, 28 de febrero de 2010

James Cameron, Jean-Luc Godard, Ken Loach y Jaime Rosales

Últimamente no tengo por costumbre ir mucho al cine, y mucho menos pagar una entrada (llámese también impuesto contrarrevolucionario) para ver las superproducciones norteamericanas. Por citar algunos ejemplos, no he visto ninguna de "La Guerra de las Galaxias", tampoco "Titanic", "Matrix", "ET el Extraterrestre", "Parque Jurásico", y un largo etcétera de películas por las que no sentí en su momento ni siento ahora ningún interés por verlas (aplíquese aquí el verbo consumirlas). La última de este tipo de películas que se ha convertido en un fenómeno mundial es "Avatar", película que, por supuesto, no he visto ni tengo intención de hacerlo en un futuro próximo.

Pero reconozco que durante un tiempo, nada más estrenarse la película, tuve bastantes tentaciones de ir a ver Avatar. Había leído varias críticas donde se alababa el gran mensaje que transmitía, y que sí, que había mucho envoltorio de efectos especiales, pero que lo importante en "Avatar" era el mensaje, el gran mensaje. De primeras me pareció bastante extraño que para que el público recibiera un gran mensaje fuera preciso ponerse unas gafas 3D, pero aún con todo la tentación persistió más tiempo. 

También algunos de mis amigos y conocidos que la habían visto me hablaron de ese gran mensaje. Yo pensaba en ese gran mensaje. "Avatar", la película más taquillera de la historia del cine y producida a partir de un presupuesto abrumador, era portadora de un gran mensaje. La cosa me tenía intrigado. 

 
James Cameron en 2010: la seguridad de un gran mensajeador.

A los pocos días se publicó en los medios que Evo Morales, un hombre poco cinéfilo pero considerado revolucionario desde el punto de vista contrarrevolucionario, había dicho que "Avatar" era una película ecologista y anticapitalista. De nuevo aparecía el gran mensaje, pero esta vez en boca de todo un indígena presidente de Bolivia. Y también sobre esos días (segunda o tercera semana después del estreno), Leo Basi publicó una entrada en su blog donde llegó a escribir que "Avatar" es "el panfleto antiimperialista y antiamericano más caro de la historia", y donde se atrevió a llamar subtexto a ese gran mensaje. A falta de un solo empujón, aquella semana hubiera sido el momento perfecto para ir a ver "Avatar", pero la tentación se terminó esfumando: el empujón tuvo la dirección contraria.

El domingo de esa semana encontré en un rastro de cosas viejas un libro titulado "Godard polémico", un pequeño libro de 1969 en edición de bolsillo, escrito por Roman Gubern; y lo compré. En algunas partes del libro de habla de la importancia de la forma del film y de cómo Godard prioriza la forma de narrar su película sobre el contenido, trivial muchas veces sobre todo en el cine de Godard desde "El final de la escapada", de 1959, hasta 1969, fecha de la pubicación del libro de Gubern, y antes de su etapa cinematográfica militante.

Leyendo el libro me acordé de "Avatar" varias veces. Pensé que las reflexiones de Godard sobre la forma habían establecido en mi juicio, opinión y, sobre todo, en mi predisposición para ir a ver "Avatar", un juego dialéctico con el gran mensaje (llámese contenido) de la última película de James Cameron. Y me pregunté entonces varias cosas... ¿Merece la pena ir a ver una película solamente por su gran mensaje? ¿Caben en el mismo cuerpo ideológico una película formalmente correcta en estructura y narración y una película revolucionaria? ¿Puede una de las películas más caras de la historia del cine albergar un gran mensaje de cambio y revolución? En las respuestas a estas y otras preguntas, el Godard de 1969 fulminó al James Cameron de 2010. La tentación había cesado. 

 Jean-Luc Godard en 1969: la seguridad de un gran agitador.

Se me hizo obvia entonces la idea de que la ideología de toda película reside mucho más en su forma que en su contenido, y que la propaganda política es mucho más efectiva en el cómo que en el qué. Esta reflexión enseguida me condujo a Ken Loach, uno de los cineastas preferidos por los consumidores de cine de tendencias socialistas de voto y, seguramente, por algún comunista despistado. A Loach le gusta introducir en sus películas, digámoslo así para entendernos, temas sociales, con personajes que sufren las dificultades propias del mundo obrero y que viven en las periferias de las grandes ciudades en condiciones, muchas veces, penosas. Pero la forma de sus historias es estrictamente comercial en el sentido de que en todas se respeta una linealidad argumental, una estructura aristotélica y una dirección donde se hace uso y abuso de todos los recursos y convenciones de la narrativa fílmica que se empezaron a usar en el cine desde la segunda década del siglo XX, con Griffith y compañía.

Si jugamos a la retórica revolucionaria, Loach, solamente por el hecho de escribir personajes e historias obreras no está fabricando un producto revolucionario, sino que más bien termina hilvanando historias según la forma en la que les gusta consumirlas a las clases favorecidas desde hace un siglo; es decir, Ken Loach, igual que James Cameron, satisface los gustos fílmico-culinarios de la burguesía.


Ken Loach cogido en una metáfora de su cine: 
el puño socialista en alto con uniforme burgués.

Un caso opuesto a Ken Loach en cuanto a la forma fílmica (y que no es Jean-Luc Godard) es Jaime Rosales. Rosales sí que es un director que integra la forma de contar sus películas en un todo forma-contenido donde todos esos recursos juntos logran conformar un mensaje determinado. La pantalla partida en dos para retratar dos soledades en "La soledad" o la elección de filmar casi toda su película "Tiro bat buruan" con teleobjetivos y con una sola línea de diálogo, son dos ejemplos de cómo la forma puede acabar integrándose en el producto cinematográfico, participando de la misma esencia del mensaje y de su ideología. Ahora bien, con Jaime Rosales también surgen muchas dudas... ¿Qué tipo de público asiste a sus películas y a qué tipo de público termina entusiasmando este tipo de propuestas? ¿Hasta qué punto estas decisiones formales que logran un producto menos convencional son revolucionarias? ¿Qué habían bebido los de la Academia de Cine español cuando decidieron dar los Goya a mejor película a "La soledad" y al mejor director a Jaime Rosales en 2008? 

Dicho esto, tampoco creo que podamos identificar a Jaime Rosales como un director revolucionario, por mucho que manipule y priorice la forma, porque al día de hoy Rosales es carne de un público de clara sensibilidad gafipastil y postmoderna, que valora el cambio y la novedad de sus propuetas formales solamente por lo que se cree que acarrea de transgresión. 

El cine de Rosales, dicho otra vez en términos revolucionarios, no transforma nada. Y esta es precisamente la acusación que contra Jean-Luc Godard arrojaron muchos de los que se autodenominaban revolucionarios en la epoca posterior al mayo del 68 (leído en "El cine militante", de Andrés Linares, 1976), porque el cine transgresor de Godard, decían, era una muestra más de la lógica cambiante del capitalismo, y sus películas, por extrañas y difíciles de asimilar para el mundo obrero, conseguían satisfacer solamente a los hijos raros de las familias ricas y medias de las ciudades.

 
Jaime Rosales, cogido en una metáfora de su cine:
tranquilamente sentado en una silla roja de diseño.

Entonces..., me sigo preguntando si el cine, cuyo nacimiento y posterior desarrollo ha sido eminentemente burgués, está capacitado para que desde dentro se puedan fabricar productos revolucionarios. Si la respuesta fuera no aquí el James Cameron de 2010 si ganaría al Jean-Luc Godard de 1969. 

No obstante, seguiré viendo y alimentándome de las películas de Jaime Rosales y, sobre todo, de las de Jean-Luc Godard, mucho antes que de las de James Cameron y Ken Loach. Porque si bien el contenido puede no estar regido por normas y reglas, la forma sí lo está, y de manera muy rígida e impuesta desde la lógica comercial de las grandes empresas del sector cinematográfico, y todo ejercicio de violación de normas y reglas me pone dura el alma, aunque dicha violación termine por no transformar nada.

viernes, 26 de febrero de 2010

Fumar está muy pero que muy feo

Al tiempo que el blog Palabra de Pez Abisal va cogiendo forma, también va sumando su número de lectores. El pez abisal está abierto a todo tipo de sugerencias y peticiones. Uno de los fieles lectores del blog, por ejemplo, me ha pedido que escriba una entrada sobre la cosa del fumar y sobre las estrictas leyes que se nos vienen encima a los fumadores. Ahí va...

Vamos a partir de una premisa de ficción que consiste en separar lo social de lo político, de lo cultural y de lo económico. Si se parte desde aquí, la tendencia a radicalizar las leyes restrictivas con respecto al consumo de tabaco tiene que ver, sobre todo y estrictamente, con lo social, por delante de las otras variables citadas y otras de menor entidad.

 
Modelo Papá Estado francés: tabaco consumido, sexualidad oral consumada.

Porque una sociedad blanda y light como la nuestra, donde muchos de los productos que se consumen tienen lugar en cualidad degradada (coca-cola sin cafeina, sin azúcar, jamón sin sal, cerveza sin alcohol, etcétera) fumar está muy feo. Al principio también se degradó el producto tabaco a categoría light, pero no fue suficiente. Digamos que el acto de fumar es un acto de ideología dura, anticuada, que ensucia y deja olor, características que no conviven bien con la progresiva metrosexualización estético-social que sufrimos. Los fumadores afeamos, ensuciamos y apestamos no solamente nuestros propios pulmones, también emborronamos el mundo: y de aquí parten las restricciones que después cogen forma en lo político.

Los discursos políticos que justifican las cada vez mayores restricciones sobre el consumo de tabaco suelen atenerse a dos caminos, el sanitario y el económico. Según su discurso, Papá Estado se preocupa de la salud de sus ciudadanos y tiene que establecer políticas activas que tiendan a un menor consumo. Papá Estado, sin embargo, no prohíbe la venta del producto, quizás porque aquí entra el factor económico: los impuestos derivados del tabaco son jugosos. Papá Estado, por otro lado, también se justifica argumentando que los gastos sanitarios derivados de enfermedades provocadas por el consumo de tabaco son muy elevados.

 
Modelo Papá Estado chino: los riesgos de perder la belleza roja.

Dentro del factor político resulta interesante remarcar los atajos de ficción que Papa Estado obliga a rotular a las marcas en las cajetillas de tabaco. "Fumar mata", "Fumar provoca cáncer mortal de pulmón", "Fumar provoca enfermedades cardiovasculares", "Fumar provoca impotencia" (para target masculino), "Fumar provoca un envejecimiento más rápido de la piel" (para target femenino) y un largo etcétera de microrrelatos terroríficos. Se habla incluso de poner fotografías de gingivitis, de radiografías con pulmones cancerígenos, de traqueotomías, y de otro largo etcétera donde Papá Estado dé rienda suelta a su pedagogía del terror. En otros lugares ya ocurre.

Estas prácticas terrorífico-sensacionalistas de Papá Estado no me parecerían criticables si se ejercieran de la misma forma contra otras prácticas también peligrosas. Se me ocurren ahora dos: un cartel en el coche donde ponga "Conducir mata" y otro en el altar donde ponga "El matrimonio mata". Palabras, claro, acompañadas con sus respectivas imágenes: cuerpos desmembrados entre los hierros y una mujer desangrada en la escalera de su casa.

 
Modelo Papá Estado yanqui: lo blanco es la vida; lo negro, la muerte.

Pero con respecto a la relación directa que Papá Estado establece en sus ficciones entre el consumo de tabaco y el cáncer de pulmón hay más cosas que no nos cuentan. Es evidente que fumar daña el pulmón, las vías respiratorias y el sistema cardiovascular, y que fumar no tiene por menos que predisponer al fumador a muchos más riesgos de padecer un cáncer de pulmón que los no fumadores, pero hay más causas que se invisibilizan que contribuyen a la incidencia de los cánceres de pulmón. Una de ellas es el nivel de desarrollo industrial en el que vivimos en los contextos urbanos.

Hace unos años se produjo una noticia (mil perdones, no la he encontrado en la red para poder enlazarla) que hablaba de dos estudios que se habían producido más o menos en el mismo tiempo, en lugares distintos y llevados a cabo, por supuesto, por profesionales distintos. Uno de ellos era un estudio sobre la contaminación atmosférica en Italia, donde se adjuntaba un mapa por colores de las zonas más industrializadas. El otro era un estudio sobre la incidencia del cáncer de pulmón en Italia, donde se adjuntaba un mapa por colores de los diferentes números de casos proporcionales. No recuerdo bien quién a quién, pero uno de ellos vio el trabajo del otro, superpuso los mapas uno encima de otro y ¡eureka!, los mapas eran casi idénticos. La noticia no era ni un estudio ni otro, sino la conjunción casual de ambos, y ocupó unas diez líneas en una columna de la derecha de la sección de Salud.

Las escasas diez líneas de cobertura mediática hablan de la carga política y de la invisibilización interesada de otras causas (que no dejan tan solo al tabaco en eso de buscar culpables) que derivan en los temibles efectos del consumo de tabaco. Quizás sería muy costoso para nuestro Papá Estado la elaboración de miles de carteles que debería ubicar en las zonas más industrializadas del país donde pusiera "Entrar aquí mata" o "Entrar aquí provoca cáncer mortal de pulmón". ¿Os imaginais el panorama?

 
Modelo Papá Estado brasileño: el gatillazo en el país de los tangas.

Dicho esto, estoy de acuerdo con que se produzcan normas donde se respete a los no fumadores para que no tengan que respirar el humo del tabaco en lugares cerrados.

Espero haber satisfecho la petición del lector que justifica este post.

jueves, 25 de febrero de 2010

¡Tener que decir esto a estas alturas...!

¡Qué aburrimiento oye...!

130 años después de que Nietzsche rubricara la muerte de Dios y que sentenciara que no hay hechos y sí interpretaciones...; 110 años después de que algunos pintores como Cézanne, Gauguin, van Gogh y otros que el mercado del arte llama post-impresionistas empezaran a interpretar la "realidad objetiva" a través de las impresiones recibidas en sus "miradas subjetivas"...; y 83 años después de que Heisenberg formulara su principio de incertidumbre y dejara escrita su reflexión "la realidad objetiva acaba de evaporarse"... todavía siguen abiertos los viejos debates sobre la realidad y su representación, o sobre la objetividad y la subjetividad. En fin...

 
Magritte en 1930: "Esto no es una pipa"

¿Pero es que todavía hay gente que cree en la objetividad y en la realidad? ¿Todavía hay sujetos que se auto-degradan hasta el punto de negar la grandeza de su subjetividad? En fin... ¡qué aburrrimiento oye! Y la cosa es que no deben ser pocos...

A ver... Propongo un juego que sirva para ablandar las duras cabezas de los que todavía sostienen que la verdad existe, y que lo absoluto bla bla bla y que los relativistas somos peligrosos pim pam pum. El propósito es de imposible ejecución pero en fin... vamos allá... Se precisa una labor de pedagogía intensa, en un ejercicio de tortura bienhechora sistema gota a gota en la cabeza que termine en una trepanación natural del cráneo para que la subjetivo-sustancia entrara en contacto con la masa cerebral. He avisado: el propósito es de imposible ejecución, pero en fin..., ¡qué hostias...! Fantaseemos, juguemos, inventemos...

Para dar los primeros pasitos en la auto-afirmación de lo subjetivo, para transitar desde las cuatro patas a la posición erguida, o para enterrar por siempre jamás el muerto maloliente de lo objetivo y de lo real ..., es necesario que los objetivo-pedregoso-cráneos lean esta información que se ha publicado estos días en la sección de Tecnología de 20 minutos: ¿El mundo no es como en los mapas?. Esta es la primera lección. Allí podrán informarse de que existen hasta 400 proyecciones cartográficas (llámense interpretaciones) diferentes para hacer caber un objeto que tiene tres dimensiones (la Tierra) en un objeto que tiene dos (un mapa). 

Proyección de Winkel-Triple y proyección de Peters. 
Ideología eurocentrista e ideología anti-colonialista.

Pero lo crucial en este caso para los duros de mollera no son las deformaciones territoriales que acaban justificándose por la dificultad de meter tres dimensiones en dos sino la necesidad humana de inyectar ficción en eso que llamamos realidad. Es decir, que para poder aprehender eso que llamamos realidad, para hacerla tangible y contingente a nuestra experiencia sensorial del mundo, es preciso ficcionalizarla, inventarla, falsearla. Porque de otra forma no puede tener lugar.

El ejemplo de los mapas es un buen ejemplo y no está de más decir que la representación del planeta Tierra dentro de algunos siglos no tendrá nada que ver con las que ahora aceptamos como buenas por convención contemporánea. Porque eso que llamamos realidad va sufriendo los designios técnicos e ideológicos ficcionalizadores que van cambiando con el paso de los años. ¡Tener que decir esto a estas alturas...!

Lo cual nos lleva a una sencilla conclusión: eso que llamamos realidad o mundo real no existe o, para que no suene tan tajante y solipsista, si existe es inalcanzable, por mucha ficción que se ponga en ella.

 
Dubuffet: "Los colores no existen. Existen las superficies coloreadas"

Fin de la primera lección. Quien tenga dudas que levante la mano. Para la siguiente clase traigan todos leída la entrada de Argenpress "Periodismo y verdad: la objetividad en discusión".

miércoles, 24 de febrero de 2010

El prostituto del Señor

El aforismo:
Héctor, hombre hetero español, al servicio de tu felicidad. Para mujeres y parejas, bien dotado (15 cm), estoy abierto a todo excepto al sado. No os arrepentiréis, os haré gozar de felicidad como nunca.

El apoyo visual del aforismo:

El apoyo aforístico del apoyo visual del aforismo original:
El ángel inseminador en la sacristía, metiendo tripa, momentos antes de recomendar a su rebaño la abstención sexual en tiempos de Cuaresma.

martes, 23 de febrero de 2010

La joya de oro en el hocico de cerdo

De las pocas cosas que he escuchado y visto de este personaje ésta es la única con la que estoy de acuerdo, al menos en un ochenta por ciento.

lunes, 22 de febrero de 2010

Abu Ghraid y la tortura en nombre del Bien

A principios de 2003 la opinión pública occidental se dio un banquete exquisito: las imágenes donde los soldados norteamericanos humillaban y torturaban a prisioneros iraquíes en la prisión de Abu Ghraid. Ahora, siete años después, el Departamento de Justicia de EE.UU. ha archivado una investigación que se abrió contra los abogados defensores de los soldados, que justificaron las torturas para exculpar a sus defendidos (leer noticia aquí).

Las fotografías fueron mundialmente difundidas por los medios de comunicación de todo el mundo y supusieron, además de una inyección propagandista a favor de los enemigos del Imperio, más evidencias que operaron internamente dentro de cada una de las individualidades que conformamos ese entramado que aquí se opinión pública sostenedora del Imperio.



Toda imagen donde se relata la tortura de un ser humano sobre otro ser humano no tiene por menos que ser una imagen poderosísima. Desde un punto de vista estrictamente comunicativo podría afirmarse que la tortura es un acto íntimo entre dos sujetos (mejor dicho entre un sujeto torturador y un objeto que el torturador dispone entre sus manos). Pero desde el momento en el que entra en acción una tercera mirada (la nuestra como espectadores) el acto en sí (la tortura) necesita ser redefinido. Lo íntimo y personal salta la barrera de su propia naturaleza y se convierte en algo público y social. Haría falta saber de qué manera nos apropiamos de esa tercera mirada y de qué manera hacemos nuestro el acto de tortura que protagoniza el relato de las fotografías.

Lo cierto es que semejante acto de ostentación de la humillación puso ante nuestros ojos lo prohibido. Nosotros los occidentales accedimos a las fotografías mitad estupefactos, mitad excitados. Porque no hay que olvidar que esa tercera mirada es también la mirada de un voyeur que accidentalmente ha encontrado el ojo de la cerradura que le enchufa en conexión directa y sin atajos a su propia esencia cultural, vestida de demonios y no de dioses.


 
No obstante, el relato que nos esperaba dentro del agujero de la cerradura nos ofrecio una información contradictoria: los malos no eran ellos, los otros, los iraquíes en este caso; los malos éramos nosotros, los que mirábamos la imagen tranquilamente sentados desde los sillones de nuestros salones de nuestras casas. Nuestros mecanismos de identificación encontraron pronto su objeto: los torturadores hablaban una lengua conocida, vestían nuestros uniformes y posaban en las fotografías con una sonrisa estúpida que enseguida asociamos con la nuestra. Sí, éramos nosotros, los civilizados civilizadores, los prósperos prosperadores, los demócratas democratizadores, nosotros, el constante ejemplo ejemplizador.

¡Y vaya bullicio mediático que se formó! Me pregunto la naturaleza de tantos nervios y, sobre todo, las necesidades de tanto ruido, porque un gran número de personas que conforman las opiniones públicas occidentales está a favor de la mano dura. Al fin y al cabo el cuento con el que nos durmieron cada noche hablaba de una lucha entre el Bien y el Mal. El Mal había atacado al corazón del Bien. El Bien tuvo que ir a la busca y captura del Mal. Y el Mal residiía en unas coordenadas geográficas muy bien definidas: Afganistan e Irak. Así que todo lo que ocurriera en el territorio del Mal en beneficio del Bien podría estar más que justificado, torturas y otros juegos de guerra incluídos.

Pero lo escándaloso no fue la tortura en sí, porque todos sabemos que la tortura tiene lugar en los espacios donde se asientan las estructuras armadas del poder, y que muchos,precisamente, la justifican negándola. Lo que más dolió fue el hecho de enseñar las intimidades occidentales, ver(nos) en un retrato desde atrás, de culo sin depilar, pillados desprevenidos, sin haber dado lugar a las sesiones previas de maquillaje y puesta en escena que gustamos de hacer para realizar(nos) bellas fotografías sobre cómo el Bien termina imponiendose al Mal. 

Está claro que en Occidente y en cada uno de los estados que lo conforman, la causa noble no es luchar para que desaparezca la tortura, sino luchar para que se prohiba enseñarla y hacerla pública. Porque nos gusta el maquillaje para nuestros rostros y la ficción para nuestros relatos. Y las fotografías de Abu Ghraid se acercaban peligrosamente a lo documental y a eso que llamamos realidad.

¿Y qué hubiera ocurrido si los protagonistas de la fotografía hubieran intercambiado sus papeles? ¿Cuál hubiera sido el discurso? Habríamos tardado muy poco en llamar al torturador bárbaro, animal, irracional, loco, puto moro, y algún apelativo de la misma jugosidad. Es lo que ocurre cuando consumimos las imágenes que muestran las decapitaciones y otras formas de ejecución de occidentales y pro-occidentales en manos de grupos islamistas.


Estos mecanismos individuales donde se atribuyen de forma automática en los actores los calificativos positivos y negativos fluyen dentro de unos modelos de manipulación discursiva que han puesto en circulación nuestros medios de comunicación, invitados y empujados por los gabinetes de prensa de los gobiernos occidentales. Claro que la manipulación también opera en el otro lado, pero esa no es nuestra manipulación.

Esta disociación bueno-malo contamina la totalidad del juego comunicativo, hasta en los términos menos susceptibles de contaminación. Por ejemplo, en las categorías secuestrado y prisionero. Así, en todos los conflictos armados que han tenido lugar después de que se acuñase el término terrorismo internacional (Occidente versus Islamismo) uno de los nuestros que haya sido capturado por el enemigo solo puede caber en la categoría de secuestrado, nunca en la de prisionero. De manera inversa, los que nosotros llamamos terroristas solo caben en la categoría de prisioneros, nunca en la de secuestrados. Otra categoría dual es la que conforman los términos asesinato-ejecución. Por ejemplo, si la víctima mortal es de las nuestras se dice que el secuestrado ha sido asesinado en vez de que el prisionero ha sido ejecutado. Qué raro nos sonaría que en una de nuestras noticias se llamase terrorista a un soldado israelí o que tal número de jóvenes palestinos han sido asesinados por mandato del gobierno israelí.



Pero volvamos a Abu Ghraid. Estos días hemos sabido que los abogados de los soldados norteamericanos que torturaron a los prisioneros iraquíes han sido exonerados de posibles faltas por justificación de la tortura, pero hay que aclarar que ya entonces, al poco tiempo de haberse hecho públicas las fotografías, la revista Science publicó un artículo firmado por un grupo de científicos de la Universidad nortamericana de Princeton. La noticia se publicó en todos los medios occidentales (las agencias de prensa norteamericanas, preocupadas siempre por ofrecer información objetiva, hicieron llegar el mensaje al mayor número de países). El titular (para leer una noticia sobre el mismo estudio, aquí) recuerdo que decía algo así: "Cualquiera puede ser un torturador si se dan las circunstancias". Hostias, repetimos, se nos vendió como información objetiva... porque lo habían estudiado científicos... y su arma de convicción masiva se llama evidencia científica, te rogamos óyenos...

Ante este hecho peculiar, uno pudo hacerse entonces (y también ahora) las siguientes preguntas: ¿Trataba esa información de exculpar en cierta medida los abusos del ejército estadounidense en Irak? ¿Por qué, en el estudio, se situaba a la psicología del torturador en el mismo plano psicológico y cotidiano del lector? ¿A qué intereses respondía la publicación de esta investigación, en esos momentos? ¿Y por qué esas conclusiones?

La lista de "Cualquiera puede ser... si se dan las circunstancias" es infinita, pero los científicos de Princeton eligieron la que elegieron. Y la revista Science seguro que no dudó ni un segundo en decidir publicarla. El ejercicio pretendía una nueva (re)ubicación de la imagen del torturador en nuestra mente occidental, identificando su figura a la nuestra, asignándole al torturador características tan humanamente nuestras como el estrés, entre otras, causantes de ese comportamiento. Se puede argumentar, así, que el redactor de la información, siguiendo el juego de la revista, que a su vez seguía el juego de la investigación, que a su vez seguía el juego del gabinete de prensa de la administración yanqui, que a su vez seguía el juego de las multinacionales que estaban abriendo su mercado en el territorio del Mal, le estaba diciendo al lector que él mismo pudo haber sido el torturador, de haber estado allí y si se hubieran dado las circunstancias. ¡Hostias! Recuerdo que con esto la maquinaria de construir relatos me dejó boquiabierto. Esa historia era casi irrebatible.

Si, como decía el estudio, “cuanto más se ve a los enemigos como miembros intercambiables de un grupo diferente, más se propician las conductas abusivas”, de igual manera se podría justificar la actitud de alguno de los miembros de los comandos islamistas en territorio iraquí, con su política de secuestro de occidentales o pro-occidentales, de propaganda, de peticiones al bando enemigo y de final decapitación. De esta manera, cualquiera podría ser decapitador de occidentales si se dieran las circunstancias. ¿O no? ¿O es que el estudio riguroso sobre conducta humana de los del Princeton no valía para los soldados del Mal? No sé, quizás al ser descendientes directos de Lucifer su naturaleza psíquica y física sean distintas, y sus actos de barbarie se salten lo psíquico para hacer el Mal sin atajos y sin moral alguna. Eso va a ser...



Con respecto a lo que se nos enseña y se nos oculta es significativo tener en cuenta otras consideraciones que se hacen al respecto de la mentalidad estadounidense. Peter Davis, autor de la película Hearts and minds (1973), en relación a la guerra de Vietnam, demuestra, en interpretación de Ignacio Ramonet (En su libro  "La golosina visual") que "existe una lógica extravagante que rige las agresiones norteamericanas, aunque no sea suficiente para explicar los orígenes del comportamiento individual de los militares norteamericanos, cuyos excesos de brutalidad le parecen derivar de un cierto número de ritos, reglas y valores que rigen el propio funcionamiento de la sociedad norteamericana".

Esto fue dicho sobre los abusos de los soldados norteamericanos en la guerra del Vietnam. Treinta años después había cambiado el escenario, el Mal Rojo había sido vencido pero se había mutado en el Islam, los soldados norteamericanos eran otros, pero sus prácticas abusivas seguían siendo las mismas.

Pero tranquilos, desde el estudio riguroso y científico de los de Princeton, ya sabemos que cualquiera puede ser un torturador si se dan las circunstancias. Pinochet lo sabía muy bien: bastaba con ser un militar ultra-fascista y tener delante a un peligroso comunista. La tortura tenía lugar de forma natural.

La tortura siempre ha tenido lugar en nombre del Bien.

jueves, 18 de febrero de 2010

Tensión sexual no resuelta: el caso del eusko-culebrón

Cuando estaba empezando a gestarse la íntima relación entre el PSE y el PP, Basagoiti dijo que mientras él quería amor, López sólo ofrecía sexo.

En el polvo lingüístico (primeras fricciones serias entre ambos partidos) a López se le ha escapado un jadeo en euskera y Basagoiti se ha mosqueado. Urkullu, oliendo los alientos euskéricos salidos de la boca de López en pleno acto sexual, permanece atento con la oreja puesta detrás de la puerta del dormitorio matrimonial del hogar de los López-Basagoiti.

A estas alturas del culebrón, todos sabemos que López y Urkullu se gustan, aunque lo nieguen delante de sus respectivas familias. Todos sabemos, entonces, que López piensa en Urkullu mientras folla con Basagoiti; y que Urkullu piensa en López cuando se lo monta en solitario. Esto se llama tensión sexual no resuelta, una herramienta narrativa que siempre da resultado en las series televisivas. Consiste en aportar obstáculos desde el guión para que una pareja de personajes que se siente atraída no logre materializar su deseo o, en el mejor de los casos, en retrasar el encuentro el mayor tiempo posible para mantener alta la atención del espectador.

En este caso, la mayoría de la sociedad vasca quería un pacto transversal (unión de índole amorosa) entre el PNV y el PSE. Lo que dio de sí la contienda electoral apuntaba a esta unión, a pesar de las falsas apariencias y negaciones a la mayor. Patxi López no quería ni mirar a Basagoiti, porque le parecía feo, rancio y conservador. Ibarretxe, por su parte, no quería mirar a López, porque le parecía feo, rancio y español. Urkullu, mientras tanto, jersey a rombos encima, paseaba su belleza de mitín en mitín, ofreciendo sus servicios al mejor postor. La cosa estaba difícil, pero las encuestas dijeron que los espectadores votantes deseaban con todas sus fuerzas la unión amorosa entre Urkullu y López.

Cuando todo parecía que iba a suceder según lo deseado, llegó el primer giro de guión: PSE más PP sumaron mayoría absoluta. Basagoiti se volvió loco de alegría y López cayó en desgracia: estaba obligado a casarse con el más feo. Es cuando los guionistas mataron a Ibarretxe para dar salida a las aspiraciones dramáticas de Urkullu. Basagoiti le pidió entonces matrimonio a López y López solo le ofreció sexo a Basagoiti (murmullos en la sala). Urkullu, en ese momento, se dio placer solo, con lágrimas en los ojos.

Ese oscuro objeto de deseo llamado Patxi, en posición central

La tensión sexual es evidente en este triángulo. Solamente se puede romper al final del culebrón, después de mucho sufrimiento y de emociones que se magnificarán como si nuestros personajes estuvieran en una casa del gran hermano. Urkullu y López se besaran apasionadamente en un abrazo donde solamente quepa el amor, el amor al poder.

Y Basagoiti tendrá que volverse a colocar el traje de cuero para jugar a lo de siempre.

La libertad (lingüística) respirada a pulmón abierto

El cambio político que ha traído al País Vasco el gobierno de Patxi López va mucho más allá de los retoques estéticos del mapa del tiempo en los informativos.

Recuérdese que en estos mapas los bárbaros nacionalistas no distinguían las fronteras entre el País Vasco, Navarra e Iparralde (las tres provincias del País Vasco francés). El resultado de semejante ofensa a la normalidad administrativa de los estados español y francés es una cosa que tiene por nombre Euskal Herria, algo que no existe políticamente, según los detractores del término. Era necesario, entonces, que el gobierno socialista de Patxi López se pusiera enseguida a inyectar normalidad a una sociedad envenenada del peor de los males: el nacionalismo expansionista. Cuando el nuevo ejecutivo vasco realizó este cambio, todos supimos que la cosa iba en serio.

Antes y después; barbarie y civilización; viento sur y viento norte.

Después llegó la purga de tertulianos armados que se paseaban a sus anchas por las radios y platós en EITB. Cambios estructurales, dijeron. Cosas de la libertad, pensamos. La ecuación Más Pluralidad es igual a Menos Voces fue asimilada sin rechinamiento ni de oídos ni de ojos. Es como si la libertad te (re)construyera la mirada y la escucha. Al fin y al cabo, si Euskal Herria no existía... ¿quién podía echar en falta a los hombres y mujeres que opinaban que sí existía? Resultado: se han cambiado a los tertulianos que no condenaban la violencia de ETA por los tertulianos que todavía no han condenado la violencia franquista, que son los personajes afines al Partido Popular, un partido que se ha abstenido cada vez que se ha votado en el Parlamento español la condena al régimen fascista de Franco .

Recuérdese también que Patxi López fue elegido Lehendakari con el apoyo en la investidura del Partido Popular. El partido del Lehendakari cuenta con la tercera parte de los escaños en el Parlamento vasco (25 de 75), mientras que el Partido Popular tiene una sexta parte (13). El Gobierno no es de coalición, es decir, que Patxi López gobierna el País Vasco con una minoría que se traduce en el apoyo de uno de cada tres vascos, con la ayuda, gracias a acuerdos puntuales, de los uno de cada seis que obtuvo el Partido Popular. Resultado: la estabilidad y el futuro de esta fórmula política están en manos de los 13 escaños del Partido Popular. Con este panorama, Basagoiti es el que sale riendo en las fotos, mientras que López prefiere la pose seria.

El binomio López-Basagoiti: el miedo y la risa.

Esta fotografía parlamentaria (PSE más PP) se obtuvo gracias a que la elasticidad de la Ley de Partidos sacó a codazos del Parlamento vasco a la izquierda abertzale que no condena la violencia. De esta manera, los 9-15 escaños que Batasuna ha ido teniendo históricamente en el Parlamento vasco han dejado de ser decisivos (en favor, aunque sea por abstención, de otro gobierno peneuvista) a cambio de que los escaños decisivos sean los representantes de un partido que no ha condenado todavía la violencia fascista que se produjo en España entre mediados de la década de los 30 hasta casi entrada la de los 80. La libertad, así es como se llama, la libertad respirada a pulmón abierto.

Una de las reclamaciones más sonoras del Partido Popular ha sido la concerniente a lo que ellos llaman la libertad de elección lingüística. Para los no enterados, en el País Vasco hay tres modelos lingüísticos donde las familias pueden matricular a sus hijos en el Sistema Educativo vasco:

- Modelo A, enseñanza en castellano con una asignatura de Lengua Vasca.
- Modelo B, algunas asignaturas en castellano y otras en euskera.
- Modelo D, enseñanza en euskera con una asignatura de Lengua Española.

El reparto entre colegios y modelos (la tendencia social es que cada vez se matricule menos en el A, lo que provoca que cada vez haya menos oferta de colegios donde se imparte este modeo) le parecía al PP que no respetaba a las familias que querían matricular a sus hijos en castellano. Durante la campaña electoral, el PSE no sostuvo en ningún momento ninguna sospecha sobre esta falta de libertad, hasta que llegaron los resultados y alianzas postelectorales y se oyeron voces socialistas que, efectivamente, afirmaban que había que garantizar esta libertad, algo que quería decir que quizás no la hubiera, según ellos.

Y he aquí el mapa lingüístico surgido de las primeras matriculaciones para el curso escolar 2010-2011:

- Un 3.9% (728 familias): modelo A
- Un 22,4% (4077): modelo B
- Un 73.6% (13436): modelo D

Esta fotografía ilustra la demanda lingüística real de las tres provincias vascas. Los del PP, que son los conservadores liberales que siempre se llenan la boca de que el mercado se auto-regula y de que la Administración debe hacer lo mínimo para no desiquilibrar los vectores de la oferta y de la demanda, en este caso se transforman en proteccionistas partidarios de la intervención directa de la Administración Pública.

Es evidente que el Partido Popular no ha digerido bien estos datos: quizás no entiendan cómo la gente con su libertad elige de forma parecida a hacerlo sin libertad o con la libertad nacionalista. Se han quejado de que más de doscientas familias que han demandado el modelo A y B no han podido matricular a sus hijos donde hubieran deseado por fallas en la oferta. Por ello exijen que se amplíe la oferta para garantizar la libertad de los castellano-parlantes.

También más de setenta familias están en el caso inverso: eligiendo modelo D no han podido hacerlo; pero este dato se omite desde las filas populares.

En fin. Que el caso lingüístico puede ser el principio de la vuelta a una vieja enemistad entre el PSE y el PP. Porque la realidad lingüístico-educativa vasca tiende a que se elimine el modelo A, incluso el B, para desarrollar un único modelo donde el euskera sea la lengua vehicular.

martes, 16 de febrero de 2010

Dejad que los niños se acerquen a Rouco Varela

Los monstruos de la Infección-matriz están que echan humo por el culo y a veces, semen por el pene, a juzgar por las últimas noticias que protagonizan.

La primera llega desde Alemania, la cuna del monstruo padre Ratzinger: se están investigando a casi 100 mostruitos que se sospecha pudieron haber dejado su aliento y su líquido inseminador en los cuerpos de sus alumnos menores de edad.

Este amor germano-pedagógico-anal de los padres católicos por sus retoños coincide con un viaje que el monstruo padre Ratzinger está haciendo por Irlanda. El objetivo del monstruo padre es reunirse con los obispo-virus irlandeses para intentar lavar la imagen de monstruo-guarrillos que se están labrando con el sudor de su frente y los jadeos de sus cuerpos.

El monstruo padre y dos mostruitos con la moralidad fuera de campo

Entre tanto, nuestros monstruos con dos cabezas (léase esto literal y no alegóricamente), encabezados por nuestro monstruito al cuadrado Rouco Varela, han explicado que la Infección-matriz sigue promoviendo una Cuaresma tradicional, es decir, con todo tipo de privaciones corporales, a través de la santa y sagrada abstinencia sexual.

Qué mala suerte la de los 25000 niños abusados sexualmente por los 400 catolic-monster en Irlanda por no haber coincidido con sus consejeros sexo-espirituales en tiempo de Cuaresma: 62.5 niños y niñas por cada curita y/o monjita denunciado/a se hubieran librado de sentir la pesada carga de dos mil años de moralidad a sus espaldas. Qué mala suerte también la de los niños alemanes, y la de los niños estadounidenses, donde también ha habido sex-games y actos de fe.

El monstruo padre Ratzinger ha dicho, a propósito de su viaje a Irlanda, que se van a investigar a fondo todos los casos y sus ramificaciones pedófilas producidas dentro de la Infección-matriz.  Está la cosa como para que la investigación dure tres o cuatro siglos. Mientras esperamos, no estaría mal que todos los monstruitos se acogieran, así, en bloque, a una castración química por aquello de aplacar los instintos. De esta manera su moralidad residiría de nuevo en sus lenguas y dejaría de molestarle en los cojones.

Nuestro Catholic-Monster a lo suyo: ha afirmado que la crisis económica 
tiene raices de naturaleza espiritual. 

Para terminar, un aviso a los padres de niños y niñas españoles. Este año la Cuaresma dura desde el 17 de febrero hasta el 28 de marzo. Quedan dos días para entrar en la zona de seguridad. Durante este tiempo nuestros hijos podrán acercarse a cualquier monstruito sin ningún temor. También a nuestro Catholic-Monster Rouco Varela, que seguirá diciendo gilipolleces, y seguirá aullando, incluso, pero al menos tendrá el arma descargada. ¿O no?

Nunca se sabe. Los caminos del señor son inescrutables.

viernes, 12 de febrero de 2010

La anarquía y los anarquistas

El obituario que se escribe hoy en "El País" sobre el diseñador Alexander McQueen lleva por título "McQueen, el adiós de un diseñador anarquista". Resulta curioso comprobar cuándo los periodistas occidentales (los periodistas son los "negros" de los "negros" del Imperio, es decir, "negros" al cuadrado) hacen uso de los términos anarquía y anarquista para construir sus historias de consumo rápido y masivo.

 
La anarquía según "El País"

No quisiera ponerme en el papel de talibán que exije una corrección del lenguaje estricta y exquisita (no vendría mal este ejercicio, por otra parte, pero bueno...). La RAE define anarquista como una persona que profesa el anarquismo, o desea o promueve la anarquía. ¿Y cómo define la RAE anarquismo?:

1. f. Ausencia de poder público.
2. f. Desconcierto, incoherencia, barullo.
3. f. Anarquismo (doctrina política):
 a. m. Doctrina que propugna la desaparición del Estado y de todo poder.
 b. m. Movimiento social inspirado por esta doctrina.
  
Estas cinco entradas dan opción a otros cinco usos. De todos ellos, el que más suelen escribir los "negros" de los "negros" es el que se deriva de la segunda entrada. Así, cuando en un país, territorio o lugar, por las causas que sean (de origen político, de origen natural a partir de una catástrofe, etcétera), se producen situaciones de descontrol y caos organizativo, enseguida se teclean titulares del estilo "la anarquía reina en tal sitio...", "situación anárquica en tal otro...". 

Este uso y abuso del término anarquía es una manera encubierta de volcar e insertar opinión (política e idológica) dentro de relatos presentados al lector-espectador como informaciones (objetivas y neutras); y lo practican la mayoría de medios de comunicación masivos en cualquiera de sus plataformas de lanzamiento de mensajes. En este caso, el ejercicio consite en descontextualizar el término en sí, cargárdolo de connotaciones negativas.  Solamente se habla de anarquía como modelo político cuando va ubicado en un documental histórico.

Calificar a Alexander McQueen como anarquista también tiene que ver con la segunda entrada mezclada con la primera, a partir de su idea de creatividad, seguramante un tanto caótica y descontrolada, y "lejos" de las tendencias (poder político) imperantes en su campo profesional. Pero sobre todo tiene que ver con las estrategias de supervivencia del propio sistema. Ahora se puede comprar ropa de estética punk casi en cualquier tienda de ropa fabricada por multinacionales. Así es como el sistema político-ideológico imperante (llámese consumismo) recicla, mercantiliza y fetichiza a las ideologías que ponen en cuestion su supremacia y su poder. Se desactiva la filosofía y la ética de la subversión travistiendo su filosofía en marketing y su ética en estética. 

Esta estrategia no es nueva ni original. Todo poder ha logrado perpetuarse reciclando los símbolos y prácticas de sus "enemigos". Dos santos ejemplos. Los primeros papas de la iglesia cristiana son a la vez emperadores de Roma. La Santísima Trinidad operó en su momento como fase de transición desde el politeísmo (concepto "enemigo" del cristianismo) hasta el monoteismo.

Entre tanto juego al despiste resulta curioso comprobar que las poquísimas veces que los anarquistas protagonizan alguna noticia, los "negros" al cuadrado suelen calificarlos como grupos violentos, grupos de incontrolados, qué se yo, cualquier cosa menos anarquistas, aprovechando que una parte ha ocasionado algunos daños y ha provocado (no olvidar que siempre provocan los subversivos) las actuaciones de los anti-disturbios. ¿Por qué? Porque las entradas 3a y 3b no existen ya: pertenecen al pasado y, en todo caso, si se traen al presente, necesitan ser "metrosexualizadas" para una fácil digestión de nuestra ávida opinión pública.

 
Descanse en paz nuestro post-anarquista

miércoles, 10 de febrero de 2010

Retro-ciencia-ficción

Atención, atención, una de retro-ciencia-ficción. La representación gráfica que encabeza esta entrada corresponde a un hombre que la Ciencia ha bautizado como Inuk. También según fuentes científicas, vivió hace 4000 años en Groenlandia.

La peculiaridad de esta representación gráfica es que se ha obtenido a través de la secuenciación del genoma de unos restos capilares (del esquimal que la Ciencia ha llamado Inuk) bien conservados gracias al clima ártico groenlandés.

Otros datos (que se han publicado en la revista Nature, te rogamos óyenos) señalan que no era del todo blanco, que tenía los ojos y el pelo tirando a oscuros, que su sangre era tipo A + y que estaba genéticamente predispuesto a la alopecia. Resultado visual: la representación gráfica de arriba.

La operación es tan secilla como que ciencia más ficción es igual a ciencia-ficción. De nuevo, con ánimo y objeto documental se termina en una ficción de primer grado: crear un personaje que habitó Groenlandia hace 4000 años. Ahora, además, con la herramienta de guión "genoma" los guionistas de la Ciencia nos detallan los rasgos físicos y la naturaleza interior de los personajes. Llamémoslo por su nombre: retro-ciencia-ficción.

Además, están por ver qué elementos de la realidad, qué rasgos físicos de otros personajes reales, han cogido para fabricar el retrato de Inuk. Desde el retrato robot de Gaspar Llamazares con barba no hay quien se fie de estas cosas. A mí, Inuk me recuerda a Txeroki, el de la ETA. Digamos que Txeroki es menos esquimal y más guapo, pero el resto de rasgos físicos arrojados por la secuenciación del genoma de Inuk los tiene nuestro Txeroki. De no ser porqué no tiene RH negativo, podríamos hasta imaginar que Inuk es el primer ancestro vasco que se trajo a la tribu a tierras más cálidas (dejemos de lado, en favor de esta fantasía, el clima de Vitoria-Gasteiz) del sur de Europa.

Otra igual. Podría haberse dado el caso de que los "retratistas" de la representación gráfica de arriba se hubieran encontrado con la representación gráfica de abajo, simplemente buscando en Google según los métodos del FBI.

¡Los caminos de la ficción son inescrutables!

 Txeroki, ¡lástima de RH!

lunes, 8 de febrero de 2010

Nuestro mediático antagonista Mahmud Ahmadineyad

Se va a copiar a continuación el contenido íntegro del primer párrafo de un artículo publicado en "El País" el 7 de febrero de 2010. El título es "Irán amplía la brecha entre las potencias". Una breve explicación sobre el artículo puede resumirse en que las decisiones iraníes sobre su política nuclear convencen a Rusia y China mientras desquician a EE.UU. y a la Unión Europea.

(Se van a poner en negrita las palabras clave sobre las que se va a reflexionar acto seguido):

Irán provoca cada vez mayores sacudidas en las relaciones internacionales. El tiempo corre, las centrifugadoras de Teherán siguen escupiendo uranio enriquecido y la maliciosa ambigüedad del régimen iraní divide a las grandes potencias y complica tremendamente la búsqueda de un consenso internacional sobre cómo frenar su oscuro avance nuclear.

 
¡Peligro, Ahmadineyad con una máquina láser en las manos!

Como puede leerse, de nuevo estamos ante un trabajo de "negros" y no de los finos. No hay historia occidental donde no existan los "malos", llamados por los profesionales de la narrativa "antagonistas". Y Mahmud Ahmadineyad es uno de los que más suben las audiencias cuando sale a escena interpretando sus "malvados" papeles de monstruo sin escrúpulos. 

Dígamos que Ahmadineyad ha desplazado a Bin Laden del papel protagonista de "puteador oficial" del Imperio. Los guionistas de Bin Laden le han degradado hasta el punto de que ya no es ni él mismo: ahora es Gaspar Llamazares con barba. Además, no está a la última en nuevas tecnologías: graba sus mensajes de voz en una cinta de cassette en un radio-cassette de los años 80, metido en su cueva sin luz eléctrica y sin agua caliente. Ahmadineyad, sin embargo, es el presidente de un país que, además de querer ser soberano de su política nuclear, no dispone todavía de ningún McDonald´s en ninguna de sus ciudades. 

Pero vayamos al cuento-texto, al que solo le falta empezar con "Erase una vez un ser tan malvado que bla bla bla". Irán provoca... así empieza. De nuevo, un estado como sujeto activo. ¿Y qué provoca Irán, qué activa, qué hace de nuestro antagonista un ser tan malvado? La respuesta es el mal rollito entre los gallitos del gallinero-mundo. En el contexto actual, pocas veces, o ninguna, Irán provocará nada que pueda catalogarse como bueno o positivo, y ni siquiera como ni fu ni fa. Estos son los malos muy malos, y los "negro"-guionistas del Imperio escriben al personaje sin ambages.

Otra característica fundamental de las narraciones son los objetos que circulan entre los personajes. En este caso, nuestro antagonista tiene la capacidad de enriquecer uranio. ¿Y qué cuenta el cuento-párrafo del artículo de "El País"? Llama al objeto "centrifugadoras". ¿Y qué hacen las centrifugadoras de Ahmadineyad? Escupen uranio enriquecido. No hacen, ni fabrican, ni elaboran, no, no, no, estos términos no funcionan cuando se habla del mal. Escupen uranio enriquecido. ¡Ohhhh! Murmullos en la sala. ¡Qué acojone!

Nuestros brillantes cuentistas también saben que un personaje malo no debe ser un personaje plano: no hay nada que más perturbe a un espectador occidental que la ambigüedad: en este caso nuestro antagonista es portador de una maliciosa ambigüedad. Es decir, que estamos ante el más terrorífico de los supuestos: el mal al cuadrado... un personaje malo que hace uso de una maliciosa ambigüedad. ¡¡¡Venga, a mirarse todo el mundo las bragas y los calzoncillos!!!

Finalmente, la ficción coge altos vuelos cuando leemos al final que nuestro antagonista avanza por el lado oscuro con su objeto de la mano.

Lo dicho, impagables nuestros "negros"-guionistas.

 
El terrorífico viajero del lado oscuro

700 kilos de ficción española

Sobre el peso del arsenal de ETA encontrado en Portugal:

Gobierno de España: 1500 kilos.
Gobierno de Portugal: 800 kilos.

Resultado: 700 kilos de ficción española, producida por el Ministerio del Interior y dirigida por Alfredo Pérez Rubalcaba.

Rubalcaba: "La ficción es el recurso narrativo de la propaganda"

viernes, 5 de febrero de 2010

Las bellas y las bestias y otros modelos informativos

¿Qué tipología de presentadores y presentadoras de informativos se lleva en las cadenas de televisión generalistas españolas? Un rápido vistazo nos arroja un mapa con tres modelos diferentes.


Primer modelo: la bella y la bestia


Tiene lugar cuando la periodista es ubicada como contrapeso a la figura masculina que conduce el informativo. Contrapeso significa aquí que se tiene que ubicar una mujer guapa y joven como acompañante de un periodista que ni es joven ni tiene la cualidad de ser guapo.

Un ejemplo paradigmático de este modelo se ha producido recientemente. Sara Carbonero (26 años), alta, guapa, delgada, de ojos claros, con aspecto de modelo, es decir, una "belleza" según los canones estéticos occidentales, se ha insertado como segundo elemento de una pareja que completa el hombre, en este caso Pedro Piqueras (55 años), de cuyo aspecto físico dice bastante su apodo popular, Chuky. Ambos conforman la dicotomía masculino-femenino, que arrastra otras como feo-guapa, "gordo"-delgada, maduro-"jovencita", hombre experimentado-mujer que tiene que aprender...

Tele 5 aporta otra pareja que asume este modelo: Hilario Pino (47) y Marta Fernández (36). La diferencia de edad entre ambos es menor que en el ejemplo anterior, pero el resto de dicotomías se cumplen igualmente, y la ubicación de la mujer como contrapeso del hombre es también evidente.

Zapping. Antena 3. La bestia Matías Prats (58) y la bella Mónica Carrillo (33) cada día conforman un encuadre donde también fluyen las dicotomías descritas más arriba. También Roberto Arce (45) y Pilar Galán (33), aunque en este caso Roberto Arce también podría asumir la categoría de si no de guapo, al menos de hombre atractivo "madurito".



Zapping. Cuatro. Antes de la "berlusconización" de la cadena, Iñaki Gabilondo (68) y Silvia Intxaurrondo (30) dieron vida informativa a la pareja con más diferencia de edad. En este caso, la admiración femenina por su compañía masculina se hacía evidente cada noche. También, la enorme experiencia de él era una sombra constante en la juventud e "inexperiencia" de ella.



Segundo modelo: la pareja equilibrada

Zapping. TVE. El ente público español también prefiere para sus informativos parejas hombre-mujer, pero sin que los géneros arrastren otras connotaciones, porque las conforman periodistas de edades similares y donde la "espectacularidad" femenina queda lejos de ser mostrada en primer plano en la figura de la conductora del programa.

Ana Blanco (48) y Jesús Álvarez (52), y Pepa Bueno (46) y Sergio Sauca (47) son las caras visibles de este modelo informativo.











TVE aporta dos excepciones a este modelo. El primero es María Escario (50), periodista deportiva que complementa su conducción con una pareja más joven formada por David Cantero (37) y María Casado (31). El segundo es Mara Torres (34), que se basta "solita" para llevar su noticiero de La 2.












Tercer modelo: ellas y ellos se lo montan solas y solos

Zapping. La Sexta. Cuatro treintañeras, también guapas según el canon de belleza occidental, se reparten las tareas informativas. Son Cristina Saavedra (35), Mamen Mendizabal (34), Helena Resano (36) y Cristina Villanueva (34).


Zapping. Cuatro. Cuatro energúmenos (no se me ocurre otro calificativo) hacen las veces de gabinete de prensa del Real Madrid en sus secciones deportivas. Son Nico Abad (40), Manu Carreño (41), Manolo Lama (47) y Juanma Castaño (33).



Conclusiones

Resulta evidente que la imagen de mujer presentadora de informativos que se "visibiliza" en las pantallas responde a un retrato-robot de mujer guapa según el canon occidental, preferiblemente ubicada entre los 30 y los 40 años.

Este ejercicio de visibilización provoca otro de invisibilización, que son las mujeres mayores de 40 años y, por supuesto, las mujeres que no respondan a la exigencia del canon de belleza. TVE es la única excepción de esta regla no escrita: las mujeres conductoras mayores de 40 no son sancionadas. En el polo opuesto estaría el caso de Susana Griso (41), que en cuanto llegó a la barrera "psicológica" de los 40 fue "desplazada" desde su informativo a un magazine de mañana. Los magazines pueden considerarse aquellos programas donde sí tienen cabida las mujeres conductoras de más de 40 años (la exigencia ahora es que se esfuercen por aparentan diez menos). Ana Rosa Quintana (54) y Ana García Siñériz (45) son otros dos ejemplos de mujeres que conducen otros dos magazines actuales en otras cadenas de televisión.

En cuanto a los hombres conductores de informativos, se dan muy pocas o ninguna exigencia estética (solamente la obligatoriedad de llevar el traje de impecable corte) y, mucho menos, relacionada con la edad (el envejecimiento no les desplaza). Es más, parece ser que es una cualidad que se valora en el periodista, la profesionalidad conseguida a través de los años de experiencia.

Este retrato arroja una pieza más de la desigualdad de género en la televisión. El estereotipo de hombre maduro profesional acompañado de la "jovencita" bella que es "colocada" al lado del hombre para beber de su sabiduría fluye en casi todos los informativos de la mayoría de canales generalistas españoles.

Y esto es cosa del marketing de nuestros días, que opera y reina en nuestras industrias del entretenimiento (donde debe ubicarse el producto informativo actual) y que insiste en auto-venderse como una forma sin ideología que solamente tiene el deber de ofrecer espectáculo a una masa-audiencia-anónima que, por no tener, dicen, no tiene ni sexo.

¡Qué les pregunten a los energúmenos de Cuatro a qué target se dirigen! Diran que a todos los públicos. Claro, por eso de vez en cuando meten voley playa femenino entre el resfriado de Raul y el vientre-chocolate de Cristiano Ronaldo.

miércoles, 3 de febrero de 2010

¡¡¡Qué feo es morir!!!

El pasado sábado La 2 de TVE emitió en el programa Documentos TV el documental "La prolongación de la vida". En él varias personas relacionadas con diversos campos científicos y del saber manifiestan las posibilidades reales de vivir cada vez más tiempo de la especie humana.

Después de verlo, lo primero que me cuestioné fue sobre si el tema del documental es la prolongación de la esperanza de vida o de si realmente es el miedo a morir. El racionalismo radical occidental nos ha conducido a un callejón sin salida y la angustia materialista de la idea del vacío que provoca la muerte campa a sus anchas cuando uno proyecta su propia finitud como el final de todo. Y aunque no se les note demasiado (porque también se aprende a vestir la angustia del existente de "normalidad" racionalista) la mayoría de personajes que hablan en el documental son portadores de ese miedo. Quien escribe es también portador de esa angustia, porque uno es occidental, racional y materialista. Que esta "extimidad" vaya por delante de lo que se va a escribir a continuación.

Otra reflexión que considero importante es que no son los personajes ni sus consideraciones los protagonistas del documental (me estoy acordando de un gerontólogo barbudo que le falta muy poco para insultar a los que no "creen" y de un filósofo reduccionista que come poco y pasa hambre porque está "demostrado" que así se vive más tiempo): quien protagoniza el discurso audiovisual es la ciencia.

Mientras que la religión cristiana nos promete vida eterna en el más allá, la ciencia insiste en hacernos creer en la inmortalidad en el más acá. Cada día tengo más claro que ambos sistemas ideológicos se basan en la fe y que la ciencia no ha destruido a la religión, sino que es su prolongación natural. Ambas "religiones" usan el miedo a la muerte para lograr sus objetivos de poder; la diferencia es que la religión cristiana era partidaria de metodología dura mientras que la ciencia laica lo es de metodología(s) blanda(s). 

Para terminar, propongo un ejercicio de "desangustización": piénsese que antes de nacer ya hemos estado muertos. De esta manera, cuando uno muere solamente regresa al lugar de donde procede. No hay que tener miedo: la muerte es la vuelta a casa. Aunque quizás saber esto sea lo que más angustia. No sé.

Creo que la ciencia me diría que desde el punto de vista genético estoy predispuesto a la angustia. En cualquier caso... ¡qué feo es morir!

martes, 2 de febrero de 2010

Y colorín colorado Haití se ha terminado

"Estado de excepción" es una situación o categoría política de orden interno declarada por el gobierno de un país ante hechos extraordinarios o excepcionales. Tras el terremoto que tuvo lugar en Haití, un "estado de excepción" se ha ido forjando al tiempo que crecía el "estado de conmoción" de las opiniones públicas occidentales, bombardeadas de "primeros planos amarillistas" sobre la penosa situación de las gentes haitianas.

Algunos "negros" del Imperio se atrevieron a titular algunas noticias hablando literalmente de la muerte de facto del estado: "Haití ya no existe" se pudo leer en "El País". Así, mientras nosotros engullíamos capítulo a capítulo el culebrón emocional de Haití tras el terremoto, con la atención fijada en los personajes que sufren y, sobre todo, en los actos valerosos de nuestros paisanos bomberos y policías rescatando a los supervivientes, miles de soldados y otros mercenarios estadounidenses entraron en territorio haitiano para restablecer el "orden perdido". Porque, entre otras cosas, había que hacer respetar la propiedad privada a los hambrientos y desvergonzados haitianos protagonistas de actos de pillaje. Y claro, nuestro "estado de conmoción" no solo nos despistó del "estado de invasión" norteamericana: también nos ayudó a justificarlo.

A decir verdad, nuestro "estado de conmoción", inoculado por los "negros" del Imperio, nos despistó de todo, y más de la excepcionalidad propia derivada del hecho en sí (un terremonto deja patas arriba un lugar) y de las posibilidades abiertas que deja a todo tipo de relatos que, en un contexto de excepcionalidad nacional, unido al ímpetu invasivo de unos y al ímpetu conmocionado de otros, no tienen por menos que ser excepcionales.

Un ejemplo. Hace unos días una noticia que salió en "Público"  decía que en Haití se estaba amputando demasiado. La información saca a la luz algunas críticas de algunos médicos que se quejan amargamente de que en Haití se está produciendo algo que se denomina "medicina de guerra". Un párrafo dice así:

"He visto fracturas simples de brazo tratadas por medio de la amputación, mientras que podrían haberse curado", dijo al diario francés Le Monde el doctor François-Xavier Verdot, cirujano ortopédico y enviado con el equipo de los bomberos franceses. El doctor consideró que cuando las amputaciones son efectuadas "como guillotinas" el riesgo de infección es enorme porque el hueso queda al descubierto. 

Esto es el "estado de excepción", amigos occidentales ex-conmocionados por Haití. En ese duerme-vela en el que nos encontramos, a la espera de otra gran historia que ponga en primer término nuestra solidaridad, todavía somos capaces de generar algunos relatos residuales, o una especie de alucinaciones hipnagógicas donde la crítica toma vida justo cuando el sueño nos está venciendo. Es decir, que la crítica y el cabreo nacen de manera casi póstuma, con la naturaleza de un relato fantástico donde después de sentirnos ninguneados todavía nos sentimos fuertes para rebelarnos. Mañana ese conato de rebelión se nos habrá olvidado.

Ahora, cuando la atención mediática se está direccionando en otros escenarios, porque el tema se agota (y deja de ser comercial) y porque a los nuevos dueños de Haití les interesa así, nosotros, los sufridos individuos occidentales mediatizados dejamos de sentirnos tan conmocionados. Entonces ocurre que esta lenta recuperación desde la conmoción por Haití que conduce (como ha ocurrido siempre) al olvido por Haití, tiene un breve episodio final de crítica.  Es el epílogo épico de los relatos que nos contamos a nosotros mismos.

Y así es como sigue el espéctaculo, y así es como sigue nuestro relato sobre ese lugar en el que los mercenarios yanquis han logrado "controlar" el caos. Una vez hemos llegado hasta este punto, sabemos que el relato está por terminar: Haití volverá a ser lo que era, un país ninguneado con un gobierno teledirigido desde Washington, en un estado de excepción perpetuo al gusto de las potencias occidentales. Pero en este punto ya estamos dormidos.

En nuestros sueños estamos a la espera de otro acontecimiento que nos conmueva. Llevaremos nuestras cámaras allí. Pondremos nuestros ojos miopes allí. Abriremos cuentas solidarias. Eso es, que no decaiga el ánimo, una nueva conmoción está al caer.

Un leve ronquido empieza. Un hilo de baba cae a la almohada. Somos felices.