jueves, 27 de octubre de 2011

Joy Division (Grant Gee, 2007)







ESPACIO NO COMERCIAL











ESPACIO NO COMERCIAL






miércoles, 26 de octubre de 2011

Inmersión abisal 8 / Live at Sint​-​Elisabethkerk (Balmorhea, 2011)

martes, 25 de octubre de 2011

La oración de Slavoj Zizek en Wall Street




Parte de la oración en castellano (copiada textualmente de Multitud):


En el crack de 2008 se destruyó más propiedad privada, conseguida con gran esfuerzo, que si todos los presentes se pusieran a destruir día y noche durante semanas. Nos dicen que somos soñadores. Los verdaderos soñadores son aquellos que piensan que las cosas seguirán siendo como son indefinidamente. Nosotros no somos soñadores, sino los que estamos despertando de un sueño que se ha convertido en pesadilla. No estamos destruyendo nada, sino siendo testigos de cómo el sistema se destruye a sí mismo.

Todos hemos visto la clásica escena de los dibujos animados en la que un coche se acerca a un precipicio y sigue rodando ignorando que está sobre el vacío, y sólo cae cuando el conductor mira hacia abajo y se da cuenta de ello. Esto es lo que estamos haciendo aquí. Estamos diciendo a los chicos de Wall Street “¡eh, mirad abajo!”

En abril de 2011 el gobierno chino prohibió que apareciesen en TV, películas o novelas todas aquellas historias que hiciesen referencia a realidades alternativas o viajes en el tiempo. Esta es una buena señal para China, puesto que significa que la gente aún sueña con alternativas, así que hay que prohibir este sueño. Aquí no se piensa prohibir nada de eso, porque el sistema en el poder incluso ha suprimido nuestra capacidad para soñar. Fijaos en las películas que vemos todo el tiempo. Es fácil imaginar el fin del mundo, un asteroide que destruya el planeta y ese tipo de cosas. Pero no se puede imaginar el fin del capitalismo. Así que, qué es lo que hacemos aquí? Dejadme que os cuente un viejo chiste muy bueno de los tiempos del comunismo…

Un tipo de Alemania del Este fue enviado a trabajar en Siberia. Sabía que su correo sería supervisado por los censores, así que propuso a sus amigos establecer un código. Si la carta que enviase estaba escrita con tinta azul, entonces lo que en ella se dijera sería cierto y si estaba escrita con tinta roja sería falso. Transcurrido un mes sus amigos recibieron su primera carta. Estaba escrita por entero en azul y decía: todo es maravilloso aquí. Las tiendas están repletas de buena comida. Los cines pasan buenas películas occidentales. Los apartamentos son grandes y lujosos. La única cosa que no se puede comprar es tinta roja.

Así es como vivimos. Tenemos todas las libertades que queremos, pero nos falta tinta roja, el lenguaje con el que expresar nuestra no-libertad. La manera en que se nos enseña a hablar acerca de la libertad, la guerra, el terrorismo y demás falsifica la libertad. Y esto es lo que estáis haciendo aquí: nos estáis dando tinta roja a todos.

Pero hay un peligro. No os enamoréis de vosotros mismos. Lo estamos pasando bien aquí, pero recordad: los carnavales son baratos, lo que importa es el día siguiente. Cuando volvamos a nuestra vida normal, habrá cambios entonces? No quiero que alguna vez recordéis estos días como, “oh, éramos jóvenes y fue muy bonito”. Tened en cuenta cual es nuestro mensaje fundamental: que tenemos derecho a pensar alternativas. La regla se ha roto. No vivimos en el mejor de los mundos posibles, pero hay un largo camino por delante. Nos enfrentamos a cuestiones ciertamente difíciles. Sabemos lo que no queremos, pero, ¿sabemos lo que queremos? ¿Qué organización social puede reemplazar al capitalismo? ¿Qué nuevo tipo de líderes queremos?

Recordad: el problema no es la corrupción o la codicia. El problema es el sistema que os empuja a rendiros. Estad atentos no sólo a los enemigos, sino a los falsos amigos que ya están actuando para diluir este proceso. De la misma manera en que os dan café sin cafeína, cerveza sin alcohol o helado sin nata, tratarán de convertir esto en una protesta moral inofensiva.

La razón por la que estamos aquí es que estamos hartos del mundo que recicla latas de Coca-Cola, del mundo del capuccino Starbucks, del mundo que destina un 1% de la riqueza a los niños que pasan hambre. Ya no es suficiente para que estemos a gusto, después de que se hayan subcontratado la guerra y la tortura e incluso después de que las agencias matrimoniales subcontraten a diario hasta nuestra vida amorosa.

Podemos ver que durante un largo tiempo permitimos que nuestro compromiso político también fuera subcontratado. Lo queremos recuperar. No somos comunistas. Si el comunismo significa el sistema que colapsó en 1990, recordad que hoy esos comunistas son los capitalistas más eficientes y desarraigados. En China hoy tenemos un capitalismo que es aun más dinámico que vuestro capitalismo americano pero que no necesita democracia. Esto significa que cuando critiquéis el capitalismo, no os permitáis que os chantajeen con la idea de que estáis en contra de la democracia. El matrimonio entre la democracia y el capitalismo se ha acabado.

El cambio es posible. Así que, ¿qué es lo que consideramos posible hoy? Sólo hace falta seguir los medios. Por un lado, en lo que respecta a tecnología y sexualidad, todo parece ser posible. Puedes viajar a la luna. Puedes ser inmortal con la ayuda de la biogenética. Puedes tener relaciones sexuales con animales o lo que sea. Pero mirad el campo de la sociedad y de la economía. En ambos, casi todo se considera imposible. Quieres subir un poco los impuestos para los ricos, te dirán que es imposible, perdemos competitividad. Quieres más dinero para sanidad: te dicen, imposible; esto significa un estado totalitario. Algo falla en un mundo donde se te promete la inmortalidad pero en donde no se puede gastar un poco más para sanidad. Puede que debamos marcar nuestras prioridades directamente aquí. No queremos niveles de vida más altos. Queremos niveles de vida mejores. El único sentido en el que somos comunistas radica en que nos importan los bienes comunes. El bien común de la naturaleza. El bien común de lo que es privatizado por la ley de propiedad intelectual. El bien común de la biogenética. Por esto y sólo por esto debemos luchar.

El comunismo fracasó absolutamente. Pero los problemas de los bienes comunes están aquí. Te están diciendo que aquí no somos americanos. Pero los fundamentalistas conservadores que reivindican ser verdaderamente americanos, necesitan que se les recuerde algo. ¿Qué es el cristianismo? Es el Espíritu Santo. ¿Qué es el espíritu Santo? Es una comunidad igualitaria de creyentes que están conectados por el amor mutuo y que sólo tienen su propia libertad y responsabilidad para hacerlo. En este sentido el Espíritu Santo está aquí ahora. Y allí en Wall Street hay paganos que están adorando ídolos blasfemos. Así que sólo necesitamos paciencia. Lo único que me atemoriza es que un día nos vayamos simplemente a casa y después nos reunamos una vez al año, tomando una cerveza y recordando nostálgicamente el buen rato que pasamos aquí. Prometámonos que este no será el caso.

Sabemos que las personas a menudo desean algo pero no lo quieren realmente. No tengáis miedo a querer realmente lo que deseáis. ¡Muchas gracias!


Nunca sabremos dónde estuvimos vivos [continuación y final]

[Esta entrada es la continuación de otra anterior: Nunca sabremos dónde estuvimos vivos]

La variable espacio siempre me ha parecido más perturbadora que la variable tiempo. Al fin y al cabo, el tiempo es una abstracción que la Ciencia ha logrado someter al dictado de los relojes. Mediante ese ejercicio de simplificación, una cosa tan imposible e inexorable como es el tiempo, se ha logrado traducir a un sistema que asumimos como "verdad". Y es verdad por muy sintética y desnaturalizada que presentemos esa forma [racionalista] bajo la cual asumimos el tiempo como un vector lineal infinito, sin principio y sin final... Pero el espacio, en teoría, es una cosa visible, posible y tangible. Cada uno de nosotros somos un pedazo de espacio arrancado y entregado al vacío, también un pedazo de espacio vacío por dentro sí, pero un espacio donde la vida, aparentemente, ocupa, se ve y se puede señalar. Con el lugar donde tiene lugar esa vida ocurre lo mismo...

Al ser el espacio una cosa digamos, "existente" de por sí, cuando se traduce a otro sistema [que no tiene por menos que ser otro espacio] cuesta muchísimo más asumirlo como "verdad", porque, es obvio, el engaño acompaña a esa representación.

No sé si esto es una paradoja o no, pero lo cierto es que el sistema que representa el tiempo, esa cosa que no se ve, deviene en "verdad", mientras que toda representación del espacio, visible por sí mismo, deviene en "mentira". No obstante, ambas variables, espacio y tiempo, tienen en común que solamente pueden ser racionalizadas a través de sus representaciones.

Una forma asequible y obvia de entender la representación del espacio como "mentira" son los mapas. Es de suponer que cuando el hombre estaba insertado en la naturaleza [lo que llamamos Paleolítico y etapas prehistóricas anteriores] no necesitaba representación alguna del espacio. El hombre entonces vivía en ese espacio irrepresentable donde tenía lugar la vida natural; se movía a partir de la necesidad de la comida que obtenía de las piezas animales cazadas; no había necesidad de abstracción alguna. El único objeto que era capaz de representar tenía que ver con esa acción vital y extrema que era la caza: animales. Solamente a partir de lo que llamamos Neolítico, el hombre empieza a representarse a sí mismo y a su entorno. Y aquí es donde el hombre empieza a perder su condición natural para ganarse un universo abstracto, racional e ideológico, que empezará a representar hasta nuestros días.

Desde que empezamos a representar el espacio en forma de mapas, un mapa ha superado al mapa anterior. A través de lo que llamamos conocimiento científico, el lugar donde hemos estado vivos y que hemos representado en imágenes, ha ido transformándose hasta el mapa que hoy atribuimos como "verdad", la Tierra esférica achatada por los polos, con sus movimientos característicos, insertada en un Sistema Solar que a su vez se mueve por nuestra galaxia, la Vía Láctea. Las cosas así, cada adelanto técnico que ha derivado en la transformación del mapa anterior, ha ubicado a las generaciones inmediatamente anteriores en un error de cálculo o de representación. La pregunta es, entonces, ¿por qué a nosotros no nos van a superar los mapas del futuro? ¿Por qué nosotros sí íbamos a saber el lugar en el que estamos vivos?

Los mapas-fotografía sustituyeron no hace mucho a los mapas-ilustración. Esto nos hizo creer que estábamos en lo cierto; ahora obtenemos una representación del espacio a través de cámaras fotográficas y telescopios, lo cual nos refuerza en la idea de pensar que es "verdad" todo aquello que nuestros aparatos fotografían. Desde que surgió la cámara fotográfica, la "verdad" la ha acompañado como un axioma incuestionable [frase de Godard: "La fotografía es verdad; el cine es verdad 24 veces por segundo"]. Y los hombres y mujeres de ciencia, porque no tienen otra opción, se fían a pies juntillas de sus aparatos de medida. Pero también es cierto que no hay ficción sin la mediación de un aparato al que hemos delegado nuestra mirada...

En este punto es donde entra la tercera de las variables, sin la cual el espacio y el tiempo no significarían nada: la luz, el elemento a través del cual todos nuestros aparatos registradores de imágenes logran representar eso que llamamos realidad. A finales del mes pasado un experimento midió partículas subatómicas que parecían viajar a mayor velocidad que la luz. De ser cierto este experimento, las leyes de la naturaleza, apuntaladas en el siglo anterior por científicos como Einstein, y asumidas hasta hoy como "verdad", quedarían dinamitadas. Después de esto, todo lo que venga después, incluidas las representaciones del espacio en el que vivimos, será nuevo, será la nueva "verdad", hasta que llegue otra y la convierta en otro "error" de cálculo... Es esta lógica la que indica que nunca, nadie, sabrá donde estuvo vivo.

Fue precisamente cuando leí la noticia de las partículas que parecen pulverizar la velocidad de la luz cuando rebrotó el recuerdo de mi abuelo cuando me decía que la Tierra era plana. Él no estaba capacitado para imaginarse una Tierra redonda, de la misma forma que nosotros no estamos capacitados para imaginarnos el nuevo mapa que resultaría de un sistema en el que ya es posible una velocidad superior a la de la luz.

Y nosotros, que llamamos "ignorantes" a aquellos que creían que la Tierra era plana... ¿estamos preparados para cambiar de mapa? ¿De qué manera justificaremos la "mentira" en la que también nosotros hemos estado viviendo? ¿Cómo digeriremos la ignorancia propia, nosotros que creíamos que la Historia se terminaba aquí, en nuestra "verdad"?

martes, 18 de octubre de 2011

Nunca sabremos dónde estuvimos vivos

Estos días he recordado cuando mi abuelo me decía que la Tierra era plana. Cada vez que yo trataba de convencerle de que estaba equivocado, que la tierra era redonda y que eramos nosotros los que nos movíamos alrededor del Sol, me solía llamar tonto por creerme todo lo que decían en la televisión. 

Una vez me atreví a demostrarle con una pelota grande y otra pequeña qué era lo que ocurría realmente, y el porqué de los días y de las noches; le hablé de los movimientos de rotación y de traslación. Pero él contraatacó con otro ejemplo gráfico: su mano recta, quieta, era la Tierra; con su muleta hizo un giro completo y dijo, el Sol arriba es el día, el Sol abajo es de noche. 

¡Cómo olvidar esta creencia medieval de mi abuelo! Yo era un niño entonces y me molestaba sobremanera su cabezonería, su ignorancia y su ceguera ante lo que para mí era una verdad absoluta. Cada verano que yo iba al pueblo la conversación se repetía, pero no tuve ninguna vez ninguna posibilidad de hacerle cambiar su forma de pensar. Y recuerdo, por todo esto, que el día de su entierro [yo ya era un adolescente] sentí una pena doble, por lo que yo perdía por su ausencia y por pensar que él se había muerto sin haber sabido nunca dónde había estado vivo.

A los pocos años, la certeza de saber que mi abuelo se murió sin saber dónde estuvo vivo se volvió en mi contra, en forma de pregunta, ¿y yo? ¿yo sé dónde estoy viviendo? Cuando muera, ¿podré decir que he sabido dónde he estado vivo? De niño habría respondido que sí; de adolescente habría dudado, aunque finalmente la arrogancia me habría empujado al sí; de joven habría dudado igualmente, aunque la pose crítica me habría empujado al no; pero ahora, con 38 años, la respuesta, sin ambages, es un no, un no casi rotundo. 

Afirmo entonces que no sé dónde estoy vivo, y cuando muera nunca habré sabido dónde estuve vivo. Explicar esto va a ser complicado, pero allá voy...

(Continuará...)