lunes, 30 de agosto de 2010

Soldados rasos y militares de carrera

Desde el punto de vista de la explotación el fenómeno social de la inmigración arroja dos abusos de poder evidentes. 

El primero se ubica en el nivel personal del trabajador inmigrante, procedente en la mayoría de los casos del que llamamos aquí tercer mundo, y que trabaja, en buena parte de los casos, en condiciones laborales precarias y lindantes con eso que aquí llamamos muy pocas veces explotación. 

El segundo tiene una naturaleza más compleja y se ubica en el nivel estatal. Tiene lugar cuando un Estado ha dedicado su esfuerzo en proporcionar las herramientas necesarias para la formación básica, media o superior de uno de sus ciudadanos que termina emigrando al extranjero para dedicarse en el país receptor a otras labores de menor exigencia formativa. De esta manera, la "inversión" del país emisor cae en saco roto, al tiempo que se desangra en personal cualificado y en mano de obra. Muchas veces, cuando el inmigrante llega aquí, en lo que llamamos primer mundo, su currículum se convierte en una suerte de “tabula rasa” donde todo debe ser escrito de nuevo: pocos títulos se convalidan y el trabajador recién llegado no tiene por menos que hacerse un reset laboral si quiere seguir adelante.

De ambas explotaciones derivan varios usos y funciones que la economía receptora otorga a la población inmigrante. Entre otros, el mercado laboral apuesta a vencedor a que gran parte de los inmigrantes tiene fácil encaje como personal apto en trabajos ingratos: mujeres y hombres dedicados a labores de limpieza, hombres trabajando en el arreglo de carreteras, mujeres cuidando a ancianos, y un largo etcétera. Por otro lado, nuestra sociedad y sus brazos mediáticos (dependientes del poder económico) explotan el miedo hacia los inmigrantes con axiomas paralizantes del tipo "hay menos trabajo para los de aquí", "suben los niveles de inseguridad ciudadana", etcétera.

Esta esquizofrenia primermundista de los Estados occidentales y de sus economías capitalistas con respecto a la inmigración también tiene lugar en el nivel personal, cuando una misma persona puede albergar dentro de sí una compasión por los "pobrecitos" que vienen a buscarse la vida al tiempo que no puede esconder su temor al fenómeno que tantas veces han nombrado en nuestros libres e independientes medios de comunicación con el término "invasión".

Pero por si no tenían bastante con esas dos funciones básicas, la crisis económica instalada en nuestros bolsillos y en nuestras televisiones ahora les regala a los trabajadores inmigrantes una tercera función, la de escudo. Porque no podemos obviar que el primer impacto gordo de la crisis ha provocado víctimas mayoritariamente del lado inmigrante. Los inmigrantes son esos peones que van en primera línea, desprotegidos, casi desarmandos, haciendo bulto. Son los primeros peones que se sacrifican en una partida en los primeros y más sangrientos combates. Es cierto que también han caído bastantes soldados de la segunda línea, que serían los trabajadores no inmigrantes menos cualificados; y unos pocos de la tercera línea, la clase media trabajadora.

Entre las dos primeras líneas (soldados rasos y soldados de grado bajo) y la tercera (soldados de grado intermedio y militares de carrera), hay sonadas diferencias y entre ellas una fundamental. Los inmigrantes no forman un colectivo; conforman una suerte de masa desorganizada, desestructurada y desintegrada en multitud de nacionalidades, culturas y lenguas. Al contrario, la tercera línea es un colectivo organizado en torno a una idea central de clase media y media-baja, consumidora, con un común denominador identitario y cultural, y con varias plataformas de representación política y de protección social y familiar.

Esta diferencia explica por qué la crisis no ha devenido en revuelta social. El paro se ha cebado en esa masa desorganizada y el Gobierno les “ha enseñado” la puerta de salida. Incluso en algunos países-origen (Ecuador, por ejemplo) los gobiernos empiezan a desarrollar políticas de regreso en forma de créditos blandos para que los "hijos pródigos" puedan tener oportunidades de negocio una vez llegados al lugar del que partieron en su día. Muchos de estos inmigrantes, a diferencia de los soldados de la tercera línea afectados por la crisis, no tienen ni siquiera una familia, o una comunidad, o un círculo social que les proteja o que les avale económicamente una vez que la protección laboral del Estado ha terminado, y esto en el caso solamente de los inmigrantes de gran o medio recorrido laboral cuyo trabajo ha reportado derechos de desempleo, subvención, prestación o ayuda social.

Entre tanto, cada país del primer mundo ha materializado sus grandes proyectos. En España, sin ir más lejos, se han construido los túneles de la M-30 en Madrid, la Expo de Zaragoza, cientos de kilómetros de carreteras y de vías de tren de alta velocidad, con un número considerable de trabajadores inmigrantes con sus derechos mermados, alojados en ese limbo laboral resultante de una subcontratación elevada a la tercera, cuarta o quinta potencia. España también ha mantenido sus casas y los culos de sus viejos limpios gracias, en muchos casos, a la economía sumergida resultante de un vínculo laboral sin contrato y sin derechos de las mujeres inmigrantes que han hecho el trabajo "sucio" a precios y condiciones también lamentables.

Cabe preguntarse lo qué pasará si la crisis nos da una segunda hostia, una vez que estemos desarmados de nuestro escudo, y golpee en esa tercera línea de soldados de grado medio y militares de carrera. La tercera línea es la línea de flotación social, la clase media, la que consume, la que hace circular el dinero, la que se ha cagado de miedo con la primera hostia y se ha puesto sus barbas a remojar después de ver esquilar las barbas griegas. La tercera línea es la que ha pagado cuatro mierdas a las mujeres trabajadoras ecuatorianas y bolivianas, y la que ha subcontratado a los trabajadores rumanos y nigerianos. 

Los soldados de grado medio (clase media-baja) y los militares de carrera (clase media-media) se han quedado sin escudo o, al menos, tienen un escudo debilitado. ¿Qué hacer? Por lo pronto sus "managers" (sobre todo representantes de los soldados de grado medio), y que son los sindicatos (llámense también soldados de grado superior) han reaccionado por si acaso, ahora que la reforma del mercado laboral parece afectar a esa tercera línea y en previsión de una segunda oleada de la crisis económica. ¿Y cómo han reaccionado los soldados de grado superior? Le han asegurado al Gobierno que habrá huelga general el día 29 de septiembre. 

Esto parece ya una broma pesada. Cuando UGT y CC.OO. anunciaron la "huelguita" fue como ver a uno de los bandos contendientes anunciándole a su enemigo que le iba a atacar dentro de tres meses, dándole así bastante oxígeno y tiempo para que se armara y reaccionara. Que qué tipo de guerra es esta: pues la de los post-sindicatos, que plantean una post-huelga contra un post-gobierno con post-manifestaciones en la que plantearán post-cualquier-cosa.

Y ante todo esto... ¿qué pensará el Mercado? El Mercado no piensa, pero sus manos ciegas se frotarán igual que si fueran las patitas de las moscas, frota que te frota, antes de conquistar su siguiente mierda. 



(NOTA: Se confirma que los militares de carrera verán el post-espectáculo y el mierda-banquete desde las diferentes máquinas expendedoras de imágenes, eficazmente inmovilizados contra sus sillas y sillones).

sábado, 28 de agosto de 2010

La muerte según cuatro hombres que ya no existen


La muerte según José María Julián Mariano Escrivá de Balaguer Albás (autodenominado Monseñor Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei), muerto en Roma el 26 de junio de 1975:



La muerte según Jacques-Marie Émile Lacan (autodenominado Jacques Lacan, médico psiquiatra y psicoanalista), muerto en Roma el 9 de septiembre de 1981:



La muerte según Ernst Ingmar Bergman (autodenominado Ingmar Bergman, cineasta), muerto en Gotland el 30 de julio de 2007:



La muerte según Carl Gustav Jung (autodenominado Carl Jung, médico psiquiatra y psicólogo), muerto en Zurich el 6 de junio de 1961:

viernes, 27 de agosto de 2010

Vigilar y respirar

Pantallas nos informan; pantallas nos ponen en contacto con el mundo; pantallas nos vigilan; pantallas formulan nuestros deseos y extienden nuestros sentidos; pantallas registran, reproducen, producen, crean; pantallas nos sitian; pantallas trazan las señas de nuestra identidad subjetiva y nuestro inconsciente colectivo; pantallas dan cuenta de nuestra felicidad y nuestra desesperación... Todo, desde nuestros sueños hasta nuestras grandes decisiones que afectan al provenir de la humanidad parece haberse convertido en un prodigioso efecto de pantalla. (Eduardo Subirats, en "Criaturas virtuales")

Y ahora, y desde hace un tiempo, pantallas a través de las cuales contemplamos a nuestros hijos mientras retozan, duermen o juegan en sus cunitas o en sus parques:

 
 
Porque los intercomunicadores de antaño ya no nos llenan (además de porque era imposible distinguir los berridos de tu hijo con tanta interferencia) aquí llega lo último en los sistemas de vigilancia infantil. El Mercado te da dos opciones (para que luego digan los ingratos que no hay libertad), la primera, un kit que comprende una cámara tuneada con motivos infantiles (percíbase aquí el concepto de cámara oculta) y un pequeño monitor; y la segunda, un kit que comprende la camarita, igualmente tuneada y un sistema que permite introducir la señal de la cámara por la televisión. De las dos, la pareja que dialoga a continuación ha elegido (libremente) ver a su bebé a través de la pantalla de televisión:

ELLA: ¿En qué canal ponemos al niño? 
ÉL: En el cero, que se quedó libre desde que quitamos el vídeo. 

La pareja se sienta en el sofá y en mitad de unos anuncios, en vez de levantarse para ver a ese dulce hijito tan esperado..., cogen el mando y le dan al cero. Embriagante, ¿no?

ELLA: Mírale cómo duerme. ¡Ay, mira, mira, mira qué hace con la boquita! 
ÉL: Yo creo que va a estornudar.
ELLA: ¡Ay, qué listo, si nos está mirando! 
ÉL: Mira a ver que ya habrá empezado el baloncesto.
ELLA: ¿Pero no estábamos viendo "Mujeres desesperadas"...?

Los fabricantes de estos dispositivos de control insisten, a través de las promociones que hacen de sus productos, en que uno de los propósitos fundamentales de estas expendedoras de imágenes es poder controlar la respiración de tu bebé. De nuevo, el arma de convencimiento masivo: el miedo. 

Quien tiene o ha tenido hijos sabe que uno de los miedos más recurrentes a los que se enfrentan los padres es a que la respiración de sus hijos durante los primeros meses de edad se detenga en cualquier momento. Y la cosa se suele poner tan fea que incluso roza lo obsesivo. Por ejemplo, si tu hijo, por la falta de costumbre, está durmiendo más de la cuenta, es posible que vayas a su cuarto cada minuto para constatar que, efectivamente, no está muerto. En fin, es una obsesión y poco se puede hacer... La cosa es que amparándose en este miedo los fabricantes intentan colar su producto de videovigilancia en los hogares de clase media. Pero... ¿qué aporta esta solución tecnológica? Poco o nada. Porque la obsesión es inmutable y lo único que cambia es que no te mueves del sitio. Además, en ambos casos, la muerte súbita, en caso de producirse, es irreversible.

Sea cual sea el pretexto de venta de estos productos una cosa es evidente. Usándolos te privas de la experiencia directa del contacto audiovisual (sin olvidar los otros tres sentidos) con tu bebé. A cambio, asumes la mediación tecnológica como nexo de unión con tu hijo. En suma, eliges antes una representación gráfica de tu hijo que a tu hijo mismo. Es cierto que el uso de estos aparatos de videovigilancia infantil es puntual y no extendible a todas las veces que los padres ejercen control y vigilancia sobre sus hijos, sí, pero en esos momentos puntuales uno elige no levantarse y decide poner el canal cero para respirar tranquilo toda vez que todo hace indicar que la representación gráfica de tu hijo parece que respira apaciblemente. Sin más...

ELLA (para sí misma): ¡Está vivo!
ÉL (para sí mismo): ¿A qué hora terminará esa mierda de "Mujeres deseperadas"?

Pero la objetualización de tu hijo ha comenzado tiempo atrás, en pleno proceso de embarazo. Las ecografías y las modernas ecografías en 3-D arrojan sendas reproducciones gráficas de tu bebé. La emoción es incuestionable. Lo que se ve en esa pantalla es tu hijo-objeto y lloras como una magdalena viendo cómo se mueve esa cosita que mide lo que tu dedo pulgar. Pantallas que dan cuenta de nuestra felicidad, eso es... Así que de qué vamos a extrañarnos. La ecografía en su momento atravesó la piel, el útero, la placenta y otros tejidos de la madre para contentarnos con el objeto-imagen de nuestro hijo y ahora, tranquilamente sentados, pones el canal cero, y atraviesas tres paredes con sus respectivas puertas a un golpe de zapping.

Los occidentales somos la polla. Los padres podemos perder la dignidad después del nacimiento de nuestros hijos de mil formas. Podemos dejar de ir al cine. Podemos follar menos. Podemos decapitar nuestra vida social. Podemos cambiar los bares de ambiente nocturno por el ambiente diurno de los parques infantiles. Podemos sufrir lo insufrible con las visitas más frecuentes de las suegras y madres. Podemos dejar de dormir ocho horas seguidas y dormir seis, ¿qué digo seis?, cuatro, ¿qué digo cuatro?, una hora y con suerte... Pero de lo que nuestros hijos no van a ser capaces de privarnos es de nuestra condición de espectadores.

Los occidentales somos la polla; y Eduardo Subirats un ingrato.

jueves, 26 de agosto de 2010

Mi historia de amor con Lars von Trier

Así empieza "Anticristo", la última película hasta la fecha de Lars von Trier:



Y así termina:


Entre medias muchas cosas, pero sobre todo una mierda misógino-sado-masoquista con la que el amigo Lars me dice adiós o, mejor dicho, con la que yo digo adiós a mi querido Lars. 
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Mi idilio con Lars von Trier empieza en 1996, cuando veo, en la semana de su estreno, "Rompiendo las olas" (1996). Entonces yo tengo 24 años y la película me deja, literalmente, noqueado y boquiabierto, además de completamente borracho. En plena resaca me intereso por el cine que había realizado von Trier tiempo atrás y veo en vídeo "Europa Europa" (1984) y "El elemento del crimen" (1991). Recuerdo que ambas películas me parecieron muy confusas, muy pesadas de digerir; pero también sugerentes y atractivas, quizás influenciado porque todavía me duraba la embriaguez de "Rompiendo las olas".

Después von Trier rodó "Los idiotas" (1998), suscrita a Dogma 95, el ideario fílmico tan admirado por unos y denostado por otros , redactado y firmado de primeras por Lars von Trier y Thomas Vintenberg. Yo, por supuesto, me incluía (y me sigo incluyendo) en el grupo de los defensores. Poco antes también había visto "Celebración" (Thomas Vintenberg, 1998), que fue la primera película que se estrenaba con el voto de castidad del dogma aplicado (casi) a raja-tabla. "Celebración" también fue un chute de los gordos en mi historia personal con el cine; supuso, además, una plataforma de lanzamiento hacia mi abrazo definitivo a Lars von Trier, al Dogma 95 y a toda Dinamarca. En resumen, que después de ver "Los idiotas" le dije "te quiero" a von Trier. 

Mi querido Lars fue mi primer director de cine, y lo digo como el que dice tal o cual fue mi primer novio o mi primera novia. Lars era al primer director que podía besar en tiempo real, esto es, cada vez que estrenase una película. Yo hasta entonces tenía varios directores preferidos que estaban unos en proceso de putrefacción, como es el caso Luis Buñuel, y otros ubicados en una senectud cada vez menos productiva, como eran Ingmar Bergman y Jean-Luc Godard.

Y sin con "Rompiendo las olas" nos enamoramos y con "Los idiotas" nos dimos el primer beso, fue con "Bailar en la oscuridad" (2000) cuando echamos el primer polvo. Y en esto punto se cumple el dicho de que la primera vez es la que más duele porque creo que no he sufrido nunca tanto viendo una película. Fue dolor emocional y dolor racional: y fue la primera vez que sentía algo así, tan completo y tan magnífico, con una historia que me contaban.

"Dogville" (2003) representó el momento más álgido de pasión por el que pasa toda relación. El qué y el cómo de esta película me siguen fascinando. Hay poco más que decir cuando uno está enamorado y se tienen muy pocas palabras en la boca y muchas mariposas en el estómago...

Hasta que llegó "Manderlay" (2005) y la cosa se torció. Aparecieron las primeras señales de rutina, el cansancio, la sensación de repetición, y todas las dudas del mundo. Del amor al miedo hay solamente un paso y es ese instante en el que ninguno de los dos pies tocan el suelo y empiezas a tener miedo: ya no sabes si el amor nace de manera natural cada día o si lo hace de forma sintética convertido en un simple hábito. 
 
También del miedo al desamor solamente media un paso y decidí no acudír a la siguiente llamada de Lars ("El jefe de todo esto", 2006). Estábamos, definitivamente, distanciados. 

Yo ya había perdido todo interés por Lars. No me importaba ni dónde estaba ni en qué cosas andaba ocupado, y a decir verdad estaba seguro de que no se iba a producir reencuentro alguno... Hasta que llegaron noticias desde el Festival de Cannes del año pasado. Escuché y leí que "Anticristo" (2009) era una película cruda y áspera, polémica en cualquier caso. ¡Ese es mi Lars!, pensé, ilusionado. Y fui con las ganas de quien acude entusiasmando a una cita de segunda oportunidad. 

Y tengo que admitir que con el prólogo de "Anticristo" se me iluminaron los ojos. El blanco y negro, la cámara lenta, una pareja follando con un plano de sexo explícito, el niño mirando la escena de los papis y la caída final por la ventana..., y la bellísima canción de Händel..., ese comienzo me hizo creer que lo nuestro era todavía posible. Pero también que lo que vino a continuación me devolvió los pies al suelo: Lars (o yo) ya no es (o no soy) el que era. 

Así que el epílogo de la película no tuvo por menos que ser ese último abrazo de despedida que, a pesar de todo, te deja un regusto agradable en el cuerpo.

lunes, 23 de agosto de 2010

La diferencia entre un individuo soberano y un soberano individualista (incluye momentos musicales)



La teoría de un individuo soberano: Antonio Escohotado



Música para la teoría de Antonio Escohotado: Mil Dolores Pequeños



La teoría de un soberano individualista: José María Aznar



Música para la teoría de José María Aznar: Julio Iglesias

sábado, 21 de agosto de 2010

Biografía profesional en tres pasos (dos hacia adelante y uno hacia atrás) de Joaquim Jordá

1961. Joaquim Jordá tiene 26 años. Dirige con un tal Julián Marcos un cortometraje documental que tienen pensado titular "Día de los muertos". Es la primera película de Jordá, en la que se lanza a un relato-crónica audiovisual en torno a la celebración del día de los difuntos en el cementario madrileño de "La Almudena".

He aquí el corto con el que debuta Joaquim Jordá, "Día de los muertos":

(NOTA: En el sitio de Vimeo donde está alojada esta "pieza de coleccionista" puede leerse que la censura catalogó la película con la etiqueta de "nauseabunda"). 

2006. Joaquim Jorda tiene 70 años. Muere. Ha dedicado toda su vida profesional a dirigir documentales y a escribir alguna cosita de ficción. Ese mismo año se le otorga el Premio Nacional de Cinematografía. ¿Y quién recoge el premio? Nadie, porque Jordá ya está muerto. Es un premio de esos que llaman póstumo.

2002. Joaquim Jordá tiene 66 años. Interpreta a un sacerdote en el cortometraje "La purificación excremental", de Armand Rovira.

(NOTA: Desde el Blog Abisal quiere dedicarse este corto a los primeros censores de Jordá y a los cabrones que decidieron darle el premio en 2006 y no en 2005 o en 2004 o en 2003 o en 2002..., etcétera)


jueves, 19 de agosto de 2010

La sobreprotección infantil: teoría, práctica y solución


La teoría según la Psicología

La sobreprotección paternal sobre los hijos se produce cuando los padres y madres piensan y actúan (sobre el vínculo paterno-filial) en términos similares a los siguientes supuestos:

- Yo soy totalmente responsable de lo que le pueda ocurrir a mi hijo/a.
- La vida ya le proporcionará suficientes inconvenientes cuando sea mayor; mientras yo pueda procuraré que disfrute todo lo posible.
- Debo cuidar en todo momento de mi hijo, todavía no es capaz de hacer esto por sí solo.
- Soy indispensable para él.
- El niño/a no sabe, no puede...
- El niño/a todavía es pequeño/a para...
- Si dejo que haga esto solo/a, puede que sufra algún perjuicio...
- Me sentiría culpable si algo desagradable le ocurriese.


En resumen, "los padres piensan que el niño es un ser débil, ignorante, inexperto,... a quien hay que proteger, evitando que se exponga a situaciones de riesgo en las que pueda sufrir algún prejuicio. Se consideran excesivamente responsables de su desarrollo".

(Extraído del blog "Psicología y Pedagogía"; entrada Estilos educativos: la sobreprotección)


La práctica según Martial Fougeron 



La solución según Mikel Laboa



Hegoak ebaki banizkio nerea izango zen, ez zuen aldegingo. Bainan, honela ez zen gehiago txoria izango eta nik..., txoria nuen maite.
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Si le hubiera cortado las alas habría sido mío, no habría escapado. Pero así, habría dejado de ser pájaro. Y yo..., yo lo que amaba era un pájaro.


lunes, 16 de agosto de 2010

El fetichismo de la mercancía: un estudio multidisciplinar


El fetichismo de la mercancía según Julio Cortázar



El fetichismo de la mercancía según Karl Marx 

"La aparición del fetichismo de la mercancía se explica por el hecho de que los vínculos de producción entre los individuos, en la sociedad basada en la propiedad privada, no se establecen de manera directa, sino a través del intercambio de cosas en el mercado, a través de la compra y venta de mercancías, adoptan la envoltura de una mercancía (se materializan), y, como consecuencia, adquieren el carácter de relaciones entre cosas, se convierten aparentemente en propiedades de las cosas, de las mercancías. Las cosas, las mercancías creadas por los hombres empiezan, en apariencia, a dominar sobre los propios hombres. Esta materialización de las relaciones de producción entre los hombres, de la dependencia en que el hombre se encuentra respecto al movimiento espontáneo de las cosas, de las mercancías, constituye la base objetiva del fetichismo de la mercancía". (Extraído del Diccionario Soviético de Filosofía)



El fetichismo de la mercancía según Electrodomésticos Siemens



El fetichismo de la mercancía según Migala


sábado, 14 de agosto de 2010

Historie(s) du cinéma (Jean Luc-Godard, 1988 - 1998)

La ocasión merece una puesta en escena violenta. Me pongo la careta de Jean-Luc e irrumpo por sorpresa en las pantallas de vuestros ordenadores; y con la cámara apuntado al cielo os grito, a lo Tejero, ¡quieto todo el mundo, soy Godard!

Capítulo: 1a. Título: "Todas las historias / Toutes les histories". Duración: 51 minutos.  Autor: Jean-Luc Godard. Formato: vídeo. Habéis leído bien, formato vídeo. Godard disecciona la historia del cine en formato vídeo. ¿Qué, algún problema?, es Godard y hace lo que le sale de los cojones.

Material audiovisual: fragmentos de películas y de canciones, cuadros, fotografías, textos escritos sobre la imagen, lecturas de libros, la voz de Godard y otros invitados siempre presente... Resultado: un "collage" descomunal con el que Godard elabora un discurso crítico de manera estrictamente audiovisual (repetimos: de manera estrictamente audiovisual) a toda(s) la(s) historia(s) del cine.

Tú, tú, tú y tú, si estáis viendo la película de Antena 3 basada en hechos reales, seguid con lo vuestro. No podréis seguir el ritmo que impone Godard en sus "Historie(s)...". Hay momentos en los que hay tres líneas de lectura (el subtítulo de la voz de Godard, el texto de las líneas de algún libro, y las palabras que sobreimpresionan y acompañan las imágenes. ¿Qué, algún problema?, es Godard y hace lo que le sale de los cojones.

Y además, ¡qué hostias! Esto es un golpe de estado y no tengo porque dar explicaciones.

He aquí la joya "Historia(s) del cine. Capítulo 1a. Todas las historias":

La publicidad, o cuando la acción y el silencio son palabras sinónimas

El discurso audiovisual publicitario es mudo. Son muy pocos los anuncios cuyas imágenes hablen, excepto aquellos en los que se produce un diálogo entre los personajes. El esquema básico más común resulta de sumar imagen silenciada más música y/o voz en off más grafismo más contenido verbal escrito.

Un ejemplo, que se pone tras la invitación de la gente del blog Antimarketing, el videoclip promocional de la campaña de verano de Estrella Damm:


En vez del bullicio de un grupo de gente bailando alrededor de una hoguera, silencio. En vez de la presencia de las gaviotas revoloteando el puerto, silencio. En vez de la algarabía propia de una fiesta popular en las calles de un pueblo, silencio. En vez del estruendo de los chapuzones de unos cuerpos en el agua, silencio. En vez de las palabras, las risas y otras interjecciones de los personajes interactuando, silencio... Y en vez de todos estos sonidos, manifestaciones de la vida y de las acciones que de ella emanan, una canción que en dos ocasiones se coordina con la imagen, en un concierto (igualmente silencioso) que no deja de ser un "playback" al uso, en el que un grupo de pop centro-reformista hace que toca y canta la banda sonora del anuncio. 

¿Por qué este empeño por la naturaleza muerta? ¿Desde cuando la publicidad ha optado por el cine mudo? ¿Quién opta por el silencio, los creativos, los anunciantes o es el la constatación de una tendencia estética audiovisual? No sé...

Lo cierto es que el discurso dominante publicitario asume el modelo narrativo del videoclip. En el ejemplo expuesto todo, absolutamente todo es acción visual, movida por un guión que ha tejido una historia de amor al servicio del eslogan que aparece al final: "A veces lo que buscas está tan cerca que cuesta verlo". Y mientras llega el beso final, que es ese momento orgásmico de la historia donde el sujeto protagonista abraza a su objeto de deseo, la chica, al mismo tiempo que el espectador (este masculino no es genérico, porque la historia visual se cuenta desde el punto de vista del protagonista masculino) acaba de "abrazar" al suyo, la cerveza anunciada, casi nada o mucha paja  (también hay que decir que la versión del ejemplo es la larga y poco común). Un grupo de pijos se ha divertido por los pueblos costeros de la costa menorquina y por sus aguas al timón de una embarcación clase media-alta. 

Y poco más, excepto lo de siempre, y que es la tipología de personajes "desideologizados" tan recurrente en la publicidad de hoy: personajes que no tienen ideología quizás porque se divierten, o que son divertidos precisamente porque no tienen ideología. Es decir, que estamos, de nuevo, ante la proyección del buen rollo elevado a la enésima tontería. Así construyen a sus personajes las multinacionales que ofrecen sus productos en televisión, quizás porque así nos quieran a nosotros los espectadores.

Volviendo al tema, rescato una entrevista publicada en la revista sobre cine de no-ficción "DOCS. Observaciones de lo real" (Nº 2, año 2008), en la que Martín Sola, realizador del documental "Caja Cerrada" afirma (sobre su forma de entender el lenguaje audiovisual) que "las imágenes son el cuerpo de la película, y el sonido el alma". Si lo aplicamos a la publicidad estaríamos ante un panorama en el que se nos atiborra de historias sin alma. 

Pero como el alma no sabemos si no existe o si es un gas o si es una supraentidad de 21 gramos de peso..., yo (en la frase de Sola) la cambiaría por poesía. Y la cosa sigue siendo poco alentadora. La publicidad, los creativos de las agencias, las multinacionales... nos quieren mucho, pero sin poesía.

En fin.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Stephen Hawking en serio y Stephen en broma


Stephen Hawking en serio

Ahora Stephen Hawking afirma que la humanidad deberá abandonar el planeta Tierra para no extinguirse como especie. Sus reflexiones se han podido leer en la totalidad de medios de comunicación. En la noticia que publicó ayer el diario "Público", el titular decía que "Stephen Hawking afirma que la raza humana deberá abandonar el planeta o se extinguirá", además de la información que da el titular, se podían leer estas otras "perlas" del físico Hawking:

- Entre aproximadamente mil años más o menos, le costará a la humanidad hacer inhabitable el planeta y los mil millones de años que le tomará al sol convertirlo en un árido desierto, está siempre la posibilidad de que una supernova cercana, un asteroide o un agujero negro nos liquiden a todos.

- Según Dermont, responsable de la página web, Hawking dijo a Big Think: "Será ya bastante difícil evitar el desastre en el planeta tierra en los próximos cien años, para no mencionar lo que pueda ocurrir en los próximos mil años, o un millón de años".

- El físico ya había advertido de que los humanos deben ser muy cautelosos acerca de los contactos con otras formas de vida que pueda haber en el espacio exterior ya que "no podemos estar seguros de que los extraterrestres serán amistosos".

La noticia en "Público" (y casi seguro en la totalidad de medios que dieron cobertura a la noticia) está alojada en la sección "Ciencia". Yo me pregunto... ¿ciencia? ¿Desde cuándo la ciencia como predicción es ciencia? ¿Desde cuándo la videncia es ciencia? ¿Es el calendario maya, que predice el fin del mundo en 2012, ciencia? En fin...

Que menos que exijirle a quienes construyen la ciencia su principal carta de credibilidad, que no es otra que la de un trabajo contrastado y avalado por lo que los mismos científicos llaman evidencia científica, pero claro..., que estamos hablando de Stephen Hawking, maestro físico-gurú de la ciencia, considerado una eminencia en su profesión, y muy valorado, sobre todo, en ámbitos mediáticos, óptima valoración que desconozco si se produce en ámbitos académicos o en los de su profesión.

Desde aquí se cree que Stephen Hawking es un especulador, y el adjetivo "especulador" aquí, no tiene carga peyorativa. Quien escribe tiene muy poca idea de las teorías de Hawking, lo justo para posarse en los titulares que se desprenden de algunas de ellas (sobre todo, que los agujeros negros pueden emitir radiación, y que el inicio del universo está regido por las leyes de la Ciencia), y ante ellas no hay más que añadir, porque son afirmaciones, con mayores o menores pretensiones de objetividad (científica o no, no importa), pero subjetivas (suyas) al fin y al cabo.

Otra cosa es cuando Stephen Hawking se pone el traje de vidente y suelta auténticos "story-lines" de cualquier película hollywoodiense de género catastrofista válidos solamente para meter miedo al personal y unirse a esa soterrada forma de propaganda política cuyo axioma es "el miedo es el mensaje".

Además, cuando la ciencia se convierte en videncia, y antepone lo predictivo a lo demostrable, la ficción que de por sí es el discurso científico se eleva al cuadrado. Ya no hablamos de ciencia entonces, sino de ciencia-ficción.

Por lo visto, los agujeros negros existen, y el de Stephen Hawking (y perdón por la metáfora) ha sido que hasta ahora no ha recibido el Premio Nobel, entre otras cosas por la indemostrabilidad de buena parte de sus teorías. Sí, en cambio, ha sido galardonado con el Premio Príncipes de Asturias de la... ¿Concordia?, sí, de la Concordia, en 1989. 

Es evidente que Stephen Hawking sí tiene el respaldo del público, pero la crítica nunca le ha sido favorable. Son las desgracias propias de todo guionista de ciencia-ficción de género catastrofista.

Stephen Hawking y Stephen


Stephen en broma 

Ahora Stephen afirma que la humanidad deberá abandonar el planeta Tierra para no extinguirse como especie. ¡Viva la ciencia-ficción y la madre que la parió!

Me pregunto cómo puede ser una mudanza desde un planeta a otro; porque si las mudanzas de una casa a otra ya son un engorro (y estamos hablando de dos casas sitas en la misma ciudad) no me cabe en la cabeza la que se puede liar en una mudanza de 7.000 millones de terrícolas que somos ahora, en caso de que tuviéramos que salir hoy mismo por patas de aquí.

Porque... ¿qué te llevas a otro planeta? ¿cuánta ropa te llevas a otra planeta? ¿Has pensado, Stephen, alma cándida, cuántas maletas te llevas a otro planeta? Estamos más que preparados para responder a la pregunta qué te llevarías a una isla desierta, pero no a la de qué te llevarías a otro planeta. ¿A que en eso no has pensado en eso, Stephen?

¿Y en los animales has pensado, Stephen? ¿Qué animales sí y cuales no? ¿Tendrían preferencia los animales en vías de extinción? Habría que releer la parte de la Biblia que relata cómo Noé fue capaz de movilizar semejante cantidad de ganado. No estamos preparados para eso, Stephen. Has tirado la piedra y has escondido el brazo; sí, lo sé, es un decir. Por lo pronto habría que nombrar a un pastor interestelar, que se encargara del asunto. ¿Y quién es experto ahora en movilizar grandes cantidades de ganado? A mí se me ocurre los directivos de Intereconomía, cuya audiencia es rumiante-fascista, pero hay un problema, que considerarían a Zapatero, a los militantes y votantes del PSOE, y a casi todos los vascos y catalanes como una subespecie animal susceptible de ser abandona en tierra. ¿Alguien voluntario que se encargue de la sección animal? 

También ha dicho el bueno de Stephen que debemos tener cuidado con el planeta que elijamos porque quizás sus habitantes autóctonos sean poco amistosos. ¡Hmmm! ¡Qué mal rollito, Stephen! ¿Te imaginas ir de planeta en planeta como el que va de casa en casa pidiendo cobijo a más de 7.000 millones de personas, con sus respectivas maletas, y eso sin contar con la sección animal que viene unos tres años luz por detrás? ¿Te imaginas qué marrón si nos piden nuestras credenciales?: habitantes que han destrozado su planeta, que están en continuo conflicto unos con otros, buscan otro planeta que destrozar y en el que darse de hostias sin parar. El problema, amigo Stephen, no son ellos, somos nosotros. ¿A que tampoco has pensado en eso?

Lo tendríamos muy jodido. Seguro que ni siquiera cumpliríamos los requisitos para optar a un planeta de VPO. Y eso que los israelís ultranacionalistas seguro que se quedan en la Tierra. Oye... ¡y eso que tendríamos ganado! Porque ya sabemos la fama de vecinos problemáticos que tienen los israelís ultranacionalistas, que les das una habitación y en cincuenta años te ocupan el bloque entero. Y eso se sabe aquí en la Tierra y en cualquier lugar del universo. ¿Eso no se puede demostrar, Stephen, la existencia de carteles al estilo de "Perros no" en las entradas de otros planetas donde puede leerse "Israelís ultranacionalistas, no."? 

¿Y cómo creeis vosotros que los israelís ultranacionalistas vivirían sus últimos años en su Tierra Prometida? Me temo que no muy bien. Antes de que el Sol se apagase, o de que un meteorito destrozase la Tierra, o de que el nivel del mar abnegase toda tierra firme, los israelís ultranacionalistas morirían con el síndrome del conductor que va a aparcar su coche en un parking vacío. Tendrían toda la Tierra para expansionarse pero no sabrían que tierra ocupar, igual que un conductor se obnubila cuando tiene todos los sitios para él. Y si te obnubilas con 100 metros cuadrados de sitio libre, no puedo imaginarme el nivel de tontuna que te puede entrar con 149.400.000 de kilómetros cuadrados de tierra sin ocupar.

Todo apunta a que no hay salvación, Stephen. Nos has puesto la miel en los labios con la cosa de emigrar a otro planeta pero está visto que va a ser imposible. Me pregunto quién moriría antes, si ellos, los israelís ultra-nacionalistas, dando vueltas por la tierra en bucles infinitos decidiendo qué tierra ocupar mientras llega el cataclismo, o nosotros, la diáspora humana y animal terretre, engullidos finalmente por un agujero negro.

En fin Stephen, ¡vaya panorama! Pero que nos quiten lo bailado, ¿o no? Todos: ¡¡¡Viva la ciencia-ficción y la madre que la parió!!!

martes, 10 de agosto de 2010

Las estatuas también mueren (Alain Resnais, Ghislain Cloquet, Chris Marker, 1953)

Cuando los hombres mueren, se vuelven historia. Cuando las estatuas mueren, se vuelven arte. Esta botánica de la muerte es lo que llamamos cultura.

Así comienza el comentario que abre "Les statues meurent aussi / Las estatuas también mueren", película realizada en 1953 por Resnais, Marker y Cloquet. El comentario, brillante, sugerente y profundo, al estilo de todos los que se incluyen en las películas de no-ficción de Resnais y Marker, reflexiona sobre la colonización europea del arte africano, y denuncia como la autenticidad del arte negro ha sido anulada a partir de la desmesurada demanda blanca. 

De esta manera, la tesis de la película visualiza el sometimiento blanco que convierte al arte africano en un producto seriado; y a la magia de antaño que se le da muerte para sustituirla por la técnica de ahora (1953). Este sacrificio se lleva a cabo en virtud de la voracidad de los europeos clase media, cuyos hogares cosmopolitas se llenan de estos objetos que ya no significan nada y que decoran como ninguno.

"Las estatuas también mueren" fue galardonada con el Premio Jean Vigo del Festival de Cannes de 1954. Pero el dedo en la llaga que la película mete en el orgullo blanco de la Francia de mediados de siglo, todavía atareada en labores de colonización en África, provocó que la película estuviese prohibida en el país galo durante 10 años.

He aquí "Las estatuas también mueren":

 

 

lunes, 9 de agosto de 2010

El reclutamiento y el entrenamiento militar yanqui en tiempos de Bush II y Obama I

Hasta el segundo treinta la música es épica. Durante ese tiempo se ven dos soldados armados, ataviados con trajes especiales, que avanzan por lo que parece un desierto; un paracaidista que se arroja desde un avión; unas botas militares que avanzan sobre un suelo polvoriento; grupos de soldados que avanzan por territorios inhóspitos; helicópteros sobrevolando áreas; soldados que se arrojan desde un helicóptero a un lago, y después a un mar.

A partir de aquí el relato se rompe por vía doble. La música de acción irrumpe, cortando con brusquedad la música épica. Y las imágenes, hasta entonces fotografías o imágenes en movimiento (representaciones de la realidad) dejan paso a representaciones virtuales de acciones de guerra. Desde ahora las imágenes “reales” serán las menos y se irán incrustando en un todo restante protagonizado por imágenes “virtuales”.

Un soldado se arrastra, fusil en mano, hasta que alcanza una posición estratégica; allí coloca en su arma el punto de mira telescópica y apunta. Acto seguido ya nos ubican en el punto de vista subjetivo del soldado, a través del punto de mira de su fusil. Estamos (porque ahora somos nosotros los que vemos la acción dentro de la ficción) apuntando a un hombre armado con pasamontañas que se mueve a lo lejos. Este hombre se pone en posición de disparar y, directamente, apunta hacia dónde estamos nosotros. Pero parece que no nos ve y mueve su fusil hacia otra dirección. Ese hombre es de los “nuestros”.

Después un helicóptero despega y se desplaza barriendo la superficie, a pocos metros de tierra, por encima de otros soldados que también se desplazan en la misma dirección; son imágenes "reales" que preceden a la vuelta del relato al escenario de guerra virtual. Un soldado atraviesa rápidamente un encuadre donde se ve una gran construcción de arena típica de los lugares desérticos de Oriente Medio. Otro soldado dispara ráfagas con una ametralladora de suelo. Un helicóptero se aproxima a una azotea: bajan varios soldados. La acción ya está en su punto álgido: es la guerra. Un soldado avanza por un pueblo en ruinas, esquivando los disparos.

La imagen de un grupo de soldados se resguarda del fuego abierto en un callejón (imágenes de la realidad) deja paso a la de un soldado en cuclillas (imágenes virtuales desde aquí) que parece posar para la cámara, y que incluso nos mira en ese momento de relax: detrás de él, una casa destrozada por el fuego. La lucha sigue: desde una azotea un soldado dispara mientras otro mira con prismáticos. Y dos soldados encapuchados acompañan la acción desde tierra (se supone que estos dos hombres son de los "nuestros" porque disparan en la misma dirección que los dos soldados anteriores).

Un soldado (imagen de la "realidad") gira su cabeza y regresamos a la guerra virtual, donde varias acciones de otros tantos soldados se desenvuelven en un escenario de guerra total, con explosiones, con enfrentamientos del tipo "guerra de guerrillas" en varias partes de lo que parece un mismo pueblo con casas de arena, que no tiene por menos que estar destrozado a estas alturas del enfrentamiento y del relato.

Además de todas estas imágenes (“reales” y “virtuales”) y de la música (primero, propia de una película épica, del estilo Braveheart, y después, propia de una película de acción) el relato propagandístico se completa con contenido verbal-escrito. A lo largo delminuto y medio que dura el mensaje hemos podido leer el siguiente texto, en varias frases que se han insertado a lo largo de la sucesión de imágenes:

Siempre y cuando existan fuerzas que amenazan la promesa de la libertad, el Ejército de Estados Unidos estará dispuesto. En la vanguardia se encuentran las Fuerzas Especiales... (Ruptura imagen-música arriba mencionada)..., profesionales impasibles del ejército cualificados para la acción independiente y para la guerra no convencional.

(Hasta aquí llega la descripción del Ejército de Liberación Mundial. Lo que sigue en el texto es una apelación directa al espectador-consumidor-jugador para que pase a la acción, uniéndose a ese ejército anteriormente descrito)

Ayuda a liberar a los oprimidos convertido en uno de los Boinas Verdes de los Estados Unidos y somete a los enemigos de la libertad.

Finalmente aparecen los distintivos que identifican el producto audiovisual, su marca y su eslogan. En la línea superior, "El juego oficial del Ejército de los Estados Unidos: America's Army" (producto); en la intermedia, " Fuerzas Especiales" (marca); y en la de abajo, "Desarróllate a tí mismo: defiende la libertad" (eslogan).

Hablamos del anuncio de promoción del vídeo-juego "America´s Army", que al día de hoy anda por su tercera versión. Su autor e ideólogo fue el ejército yanqui en tiempos de Bush II y su mensaje, como se ha leído arriba y como se va a ver a continuación es el evangelio de la guerra según San Republicanator.


El autor francés Christian Salmon, en su libro "Storytelling: la máquina de fabricar historias y formatear las mentes" (consultado en su edición en Península, Barcelona, 2008), arroja algunos datos interesantes sobre este videojuego:

Lanzado el 4 de julio de 2002 en la página web del ejército norteamericano, America´s Army (www.americasarmy.com) es utilizado por la sección de reclutamiento: se ofrece gratuitamente en Internet, y es uno de los cinco videojuegos online más populares.

Y más: "En el juego hay enlaces que permiten conectarse con la página web www.goarmy.com para explorar las posibilidades de carreras militares y contactar con un reclutador". Resultado (aquí Salmon cita a un coronel norteamericano):

En 2005 el juego había sido descargado por 6.1 millones de usuarios. Su eficacia en términos de reclutamiento es incontestable: entre el 20 por 100 y el 40 por 100 de los nuevos reclutas del ejército ya habían jugado a este juego.

No se va a caer aquí en la trampa sensacionalista de tomar el primer atajo para asociar de forma directa el videojuego “America´s Army” con la reclutación, ni mucho menos para vincular el uso de videojuegos con la violencia en la sociedad. Las razones, los caminos, las decisiones, que llevan a un joven norteamericano a alistarse en su ejército son múltiples y de naturaleza compleja. Pero lo cierto es que Salmon demuestra en su libro que la Administración Bush, las élites del ejército yanqui y los equipos de guionistas y de creativos de las grandes empresas multinacionales del entretenimiento (de cine y videojuegos, sobre todo), conocedoras del boom del videojuego entre el público joven norteamericano y de las dificultades crecientes de alistamiento en un ejército de "voluntarios", convergieron en un propósito común: hacer jugar a los muchachos, hacerlos ser soldados virtuales, hacerlos jugar a sentirse especiales, hacerlos jugar a matar, hacerlos partícipes de una guerra contra el “mal”.

Con esta estrategia de reclutamiento, una más entre otras, y que no es otra que la de inocular a los jóvenes ideología dura (la guerra) a partir de recursos propios de la ideología blanda (la diversión, el juego, el pasar el rato o matar el tiempo) la figura del jugador no tarda mucho en confundirse con la del soldado. Y el salto que hay entre la guerra virtual y la guerra real se hace menos traumático. También la sensación de extrañeza del soldado que tiene entre manos un arma de verdad es mínima cuando el jugador ha acostumbrado previamente a sus manos a la sensibilidad de un "joystick".

Volviendo a lo que escribe Christian Salmon en "Storytelling: la máquina de fabricar historias y formatear las mentes", el autor francés cita a Richard Lindheim (vicepresidente de Paramount Digital Entertainment): "Si la generación del Vietnam era la de la televisión, los jóvenes soldados de hoy han crecido con los videojuegos". Y la Administración Bush y las industrias culturales ligadas a Hollywood pusieron la maquinaria en marcha, maquinaria, por cierto, que Obama I no ha detenido (“¿Yes we can?”):

Si quisiéramos alarmar podríamos describir esta colonización del ocio de los jóvenes como la mayor operación de militarización de una población adolescente desde las juventudes hitlerianas (The Guardian, 2004).

Comparaciones odiosas (y quizás, para algunos, demasiado molestas) aparte, el camino hacia el ejército estaba despejado. Miles de jóvenes se alistaron en el ejército norteamericano para salvar al mundo de los opresores de la libertad (residentes, precisamente, en Irak y Afganistán): unos habían aprendido previamente a matar a esos opresores en “America´s Army” y otros no, dejémoslo ahí. Pero una vez dentro, todos, los que jugaron y los que no jugaron, los soldados fueron sometidos a otras formas de entrenamiento militar más complejas como el Join Fires and Effects Trainer System ("inmersión de los soldados en universos semivirtuales que supuestamente reproducen las condiciones reales de los combates sobre el terreno en Irak o en Afganistán") y el Distributed Mission Training ("teatros bélicos virtuales que conectan a los participantes a simuladores de tiempo real que producían entornos de síntesis que utilizaban avances técnicos en materia de realidad virtual"). Antes de ser arrojados a los escenarios de la realidad, los soldados fueron adiestrados en los escenarios de la virtualidad:

Para entrenar a los militares para el combate en el mundo real, no podemos contentarnos con enseñarles a conducir equipos militares; también deben saber aplicar objetivos estratégicos en un entorno caracterizado por la incertidumbre, las sorpresas, y con participantes que se enfrentan a miedos reales (SALMON, citando a Tim Lenoir y Henry Lowood: "Theaters of war: the military-entertainment complex").

 

Salmon argumenta que desde el ámbito de la psicología se estima que con este tipo de entrenamientos militares virtuales "hay un gran riesgo de formar soldados sobreentrenados, deshumanizados, que han perdido toda relación de compasión y de piedad, unos ciborgs guerreros aislados de la realidad y entrenados para matar, como se ha visto en Irak desde 2003". Terreno pantanoso, cierto. Este autor cita como ejemplo la matanza de veinticuatro civiles (entre ellos "una docena de mujeres y niños ejecutados a quemarropa") a manos de los marines en noviembre de 2005 en la ciudad iraquí de Haditha, en cuyo juicio el abogado defensor de uno de los acusados argumentó que su defendido solamente hizo todo aquello por lo que fue entrenado.

Deshumanización brutal o soldados-ciborgs sin compasión ni piedad también hubo en la cárcel de Abu Ghraib, donde los soldados-jugador se divirtieron lo suyo torturando a los prisioneros de guerra iraquíes. Pero hay un caso más próximo en el tiempo que también da ciertas pistas sobre el elevado grado de "psicokillerismo" que hay entre los soldados estadounidenses. Es el vídeo que aireó Wikileaks en marzo. La información que se extrae de algunas de las líneas de los diálogos que tienen por radios los diferentes participantes en la masacre de julio de 2007 resulta tan clarividente como espeluznante.

A lo largo de la grabación se oyen cosas como "préndeles fuego a todos", o a un soldado riéndose mientras dice "les he dado". Otro, o el mismo, dice "fíjate en esos hijos de puta muertos". Y otro, o el mismo, describe lo que está ocurriendo con el "dulce" calificativo de "precioso", que lo repite una segunda vez por si acaso no le había quedado claro a su interlocutor. Cuando la furgoneta de ayuda ya está destrozada, uno dice "Hey, mira eso, justo en medio del parabrisas" (se refiere a un agujero de armamento pesado) y el interlocutor, sin palabras, solamente puede soltar una carcajada. Y cuando un carro de combate llega al lugar de la acción, uno dice "me parece que ha pasado por encima de un cuerpo", el otro se ríe afirmando, y la conversación se termina cuando uno u otro dice "quizás fuera una ilusión óptica, pero parecía".

Estas palabras, interjecciones y risas de estos soldados estadounidenses en el lugar del crimen son solamente pequeñas muestras, o quizás insignificantes ejemplos, y a todas luces no extensible a todos y cada uno de los soldados norteamericanos, pero sí a los dueños de dichas palabras, y que demuestran dónde ubican estos soldados a sus víctimas, a las personas que acaban de asesinar, más cerca de la condición de objeto que en una posición de igualdad de sujeto a sujeto (posible definición de “psicokiller” en la relación que guarda con sus víctimas) y dónde se ubican ellos a sí mismos dentro de la acción, una acción donde están ejecutando a civiles y que son vividas como un divertimento más (posible definición de “pscicokiller” en relación con la acción cometida).

En cualquier caso la confusión está servida. Uno no sabría decir, por lo escuchado a estos soldados y como demuestran la vivencia de su experiencia, si están jugando a matar personas o si están matando a personas en un juego. La frontera que hay en ellos entre ser un jugador-soldado y un soldado-jugador ya no existe; y la diferenciación entre escenario virtual y escenario real se difumina, en ellos, los soldados y, cada día más, en nosotros los espectadores del espectáculo que nos proporcionan las imágenes de la guerra.

Esa confusión territorial alimenta enseguida nuestra confusión corporal como “mirones” de esas imágenes y termina contagiando nuestra experiencia como espectadores. Es entonces cuando el vídeo promocional de "America´s Army" adquiere más sentido si cabe, en tanto que en la peripecia audiovisual que propone, la sucesión de imágenes "reales" con imágenes "virtuales" termina desvirtuando unas y otras, y el relato que se construye termina retroalimentándose de esa misma confusión. Embriagante. Podríamos completar la frase de uno de los soldados que charlaban en el Apache después de disparar sus cañones de 30 mm. contra varios civiles: “Las imágenes quizás sean una ilusión óptica, pero parecen reales”.

Lo dicho, la confusión está lista: sírvase usted mismo.

sábado, 7 de agosto de 2010

Historias de un parque infantil (basadas en hechos reales)

Los que siguen a continuación son algunos de los tipos más peculiares de padres, madres, abuelos y abuelas (cuidadores de sus hijos, hijas, nietos y nietas) con los que he coincidido en los diferentes parques infantiles en los que ha jugado mi hijo a lo largo de sus tres años y media de existencia. 

NOTA: Las historias resultantes están construidas con trazos documentales (d), coloreadas con pinceladas de ficción (f) y rematadas con algunas suposiciones (s).


Padre clavado en el suelo con bocadillo de mortadela en la mano

Este padre, de entre 40 y 45 años de edad (d) es ingeniero, si nos atenemos a su jersey de rayas horizontales de colores, de diferentes grosores (f), y a ciencia cierta ha sido arrojado hasta el parque infantil obligado por su esposa (s), que le ha dicho, antes de salir de casa, que dé la merienda a la niña, de entre 4 y 6 años (d) y que insista hasta que se lo coma todo (s). Una vez en el parque este hombre, se desconoce el dato de si consciente o inconscientemente, elige un lugar en el que quedarse clavado. 

Por ejemplo, hoy ha elegido clavarse entre la fuente y el árbol, a medio camino entre la zona de juegos de los más pequeños y la zona de los niños medianos (d). Con un movimiento lánguido desenfunda hasta la mitad el papel de aluminio del bocata de mortadela de la hija (f). Acto seguido, sus ojos se anclan en una dirección fija (d), entre el columpio para niños de entre 0 y 3 años y el tobogán pequeño (f). Desde ahora su mirada no tiene otro destino que nublarse de súbito. Permanece así todo el tiempo que su hija se mueve por las instalaciones del parque (d). Su quietud alberga tal densidad muscular pétrea que ni siquiera se entera de las quince o veinte veces que su hija se ha acercado hasta su posición para morder el bocadillo (f). Nuestro sujeto parece (porque sigue sin inmutarse) que no siente dolor alguno las tres veces que su hija le ha mordido los dedos confundiéndolos con trozos salientes de la mortadela (f). Solamente cuando su hija le pregunta que cuándo se van, que ha empezado a llover y que ya casi no quedan niños en el parque es cuando nuestro personaje sale de su estado de obnubilación para preguntarle a su hija "entonces... ¿nos vamos ya?" (f).

Lo paradójico de este caso de vínculo paterno-filial es que la dejadez paternal construye una clase de hijos cuya responsabilidad es inversamente proporcional a la irresponsabilidad paterna. En el caso que nos ocupa, la hija asume gran parte de la responsabilidad que el padre no puede asumir mientras habita en el limbo fuera de foco que hay entre el columpio de niños de 0 a 3 años y el tobogán pequeño (f). Nuestra niña, durante el tiempo en el que su padre se ha autoinducido un coma, no ha dado ningún problema en el parque. Su conducta es de las que pueden considerarse ejemplar: ha jugado en casi todos los columpios, ha interactuado con normalidad con otros niños e, incluso, ha ido sola a hacer pis al césped, detrás de un árbol (d).

De vuelta a casa, en mitad de la tromba de agua, es la hija quien le guía al padre (f), que volverá en sí cuando le devuelva su hija a su mujer (s).


Madre new age sentada en un banco leyendo un libro de autoayuda

Esta madre, mujer (40 años, aproximadamente) es hippy, si nos atenemos a su vestimenta (d). Es de las personas que piensa que no hay que intervenir nada durante el proceso madurativo de su hijo (s). Es decir, que vuelca sobre su hijo, de 5, quizás 6 años, el mismo y principal atributo del mercado capitalista a la economía global: lleva hasta el extremo el "laisser faire" (dejar hacer) para que el niño se auto-regule su conducta y su comportamiento solo, sin el intervencionismo de nadie (s).

Las cosas así, y con la madre leyendo un libro de autoayuda en un banco, el niño, en pleno proceso de auto-regulación se cuela en todas las colas de los diferentes juegos, sube por el tobogán mientras otro niños bajan, agrede a los demás para tirarse el primero por la barra, y un largo etcétera (d). La mujer no puede intervenir, sería quizás demasiado violento tal y como ha leído en los libros que suele leer (s). De esta manera, nuestro personaje delega los toques de atención a su hija a los demás padres (s), que son los que le tienen (tenemos) que ponerle límites al pequeño salvaje y recordarle algunas normas mínimas y básicas de saber estar en espacios públicos con varios columpios que hay que compartir con más gente (d). Claro que el niño cuando le hablan de normas termina por poner la misma cara que puso Aznar cuando dijo aquello de que a él nadie le puede decir que no beba cuando conduzca. ¡Qué cosas tienen los hippies!

Empieza a llover repentinamente, muy fuerte. Se produce un bullicio formidable. Los padres, madres, abuelos y abuelas, excepto el padre clavado en el suelo, revolotean buscando a sus respectivos hijos, hijas, nietos y nietas. Les ponen los abrigos; los más precavidos abren los paraguas (d). La madre new age se ha incorporado lentamente. En contraste con el resto parece que va a cámara lenta, o los demás a rápida, según (f). La cosa es que sin esperar a que el niño haya llegado hasta donde está ella se ha dado media vuelta y ha empezado a caminar (d). El niño corre hacia su madre y hacia la mitad de camino se encuentra con el padre clavado en el suelo. Le da una sonora patada en la espinilla; pero nuestro personaje de piedra ni se inmuta (f).


Abuelo absorto empujando a una niña en el columpio

A este abuelo, varón de más de 60 años (d) le han encargado el marrón de que cuide a su nieto durante toda una tarde entera (s); ha incrustado a su nieta (3 años) en el columpio y ha empezado a empujarle con una frecuencia automática (d). La mirada absorta de este señor recuerda a la de nuestro primer personaje. Casualmente su mirada, con muy pocos grados de separación, casi coincide en la dirección del personaje clavado con el bocadillo de mortadela entre las manos (f).

Pasan tres minutos, cinco, diez, quizás quince (d). Nuestro tercer personaje, inhabilitado, por lo que ya ha demostrado en todo ese tiempo, para el contacto con el mundo exterior (s) no se ha dado cuenta de que hay una cola de casi diez niños (d). El primer niño de la cola es el hijo de la madre new age, que ha logrado la privilegiada posición después de partirle la cara a un niño y de patearle las tripas a otro (f).

El repliegue interior de este personaje también le impide escuchar cómo su nieta le suplica (s), al borde del llanto, que se quiere bajar porque se está mareando (d). El señor solamente vuelve en sí cuando su nieta ha echado la pota en el punto más alto del arco que hace el vaivén del columpio (d) y gran parte de los restos le han caído en la cara (f).

Los padres, madres, abuelos y abuelas de los casi diez niños que llevaban haciendo cola (d), excepto la madre new-age, que sigue a lo suyo, sienten una apacible sensación de justicia divina (s) ante el malestar del señor que se limpia apresuradamente la cara (d), al tiempo que su nieta respira una vez que no está sometida a la fuerza mecánica y repetitiva que le ha provocado el vómito.

Acto seguido empieza a llover. La potada de la nieta se desliza rostro abajo del abuelo, arrastrada por la fuerza del agua. Cuando logra hacerse con un pañuelo de su bolsillo con la intención de limpiarse ya es tarde...


Padre y madre, socialdemócrata el uno y democristiana la otra

Estos dos padres, de entre 35 y 40, son padres de un hijo de no más de 3 años (d) y están a la espera del segundo (f). La mujer reza cada noche para que lo que venga sea niña (s) y lograr así la ansiada parejita.

Su actitud en el parque es humor en estado puro para quien tiene la suerte de observarlos. Como es bien sabido el humor se desenvuelve a la perfección en pareja: Tip y Coll, el gordo y el flaco, Faemino y Cansado, y claro, el padre socialdemócrata y la madre democristiana... Los de a continuación son algunos ejemplos (documentales todos) recogidos a lo largo de varios días...

Con el bocata, que el niño no quiere, el padre que da igual, la madre que cómo que da igual, que el niño tiene que comer. Con el frío, el padre que da igual, la madre que cómo que da igual, que el niño no puede coger frío. Con los columpios, el padre que da igual, la madre que cómo que da igual, que el niño nunca se ha subido ahí y no sabe, y se sube, se cae... ¿y qué?. Con el pis, el padre que da igual, que en ese árbol y ya está, y la madre que vamos a casa y se acabó. Con el momento de marcharse, la madre que pobrecito el niño, que todavía puede estar un poquito más, y el padre que unos cojones, que hay partido de la "Champion League" a las nueve menos cuarto y que antes hay que cenar.

Todos estos conflictos entre estos dos personajes se resuelven democráticamente (no olvidar que la democracia es el común denominador entre social-democracia y democracia-cristiana). En este caso donde la palabra del uno choca contra la palabra de la otra la solución democrática desemboca en algún punto medio que gusta y disgusta a las dos partes por igual. De esta manera (y seguimos en registros documentales), con el bocadillo, el niño no se lo come todo pero come tres o cuatro bocados que satisfacen a la madre. Con la cazadora, el niño termina poniéndosela pero sin abrochar la cremallera. Con el columpio que le parece peligroso a la madre, el niño sube pero en compañía del padre. Y con el pis, ni en el árbol de al lado ni en casa, también en un punto medio, camino de casa, encima de los pantalones (f), algo que satisface internamente al padre por la cabezonería de su mujer (f,s), a la que, sin embargo, todavía quiere como el primer día (s).

Con semejantes mimbres el hijo solamente aspira a ser un gris individuo de centro reformista (s) que escuchará durante su juventud a los Mecano del año 2020 (f) y que tendrá un gran dilema entre elegir si ser ingeniero de caminos o ingeniero industrial (f,s).


Padre socialdemócrata solo

Estamos ante el padre anterior que lleva al niño al parque sin la compañía de su mujer. Y por contra de lo que pudiera parecer, el padre socialdemócrata no está a gusto solo (d). Diríase que este hombre no puede vivir muchos años por el nivel de estrés que acumula en su cuerpo (s) y por las precauciones que toma con respecto a su hijo cuando este le pregunta, por ejemplo, si puede subirse al columpio que no le deja mamá subirse (f). Todo empieza con un sí rotundo, pero cuando el niño sube un peldaño de la escalera del tobogán más grande del parque el padre socialdemócrata empieza a temblar; hace la mención de acercarse hasta el niño pero desiste. En el segundo peldaño el padre socialdemócrata empieza a sudar y la mención se convierte en un primer paso firme, nervioso, eléctrico, más un segundo mucho más dubitativo, hasta que desiste. Y en el tercero, con el corazón del padre socialdemócrata a punto de infartarse por tres arterias, el padre vuela hasta donde el niño y le explica que él tiene tres y que el tobogán es para los de cuatro (f).

El comportamiento del padre socialdemócrata indica una gran dosis de miedo a la madre democristiana (s). ¿Os suena este miedo?


Madre democristiana sola

La madre democristiana, sin embargo, sí se muestra más cómoda en el parque sin la presencia del padre socialdemócrata (d). Es más, tiene mucha más manga ancha con su hijo y le otorga ciertas libertades que con el padre socialdemócrata delante serían impensables. ¿Os suena esta relajación?


Madre tipo "madre de La pianista (película de Michael Haneke)"o "madre tipo comunista a lo Corea del Norte"

Esta madre ronda los 50 años (d), trabaja en una tienda de velas religiosas (f) y sueña con el día en que por fin el mercado saque a la venta una correa de perros para niños (s). Su hija tiene ya casi 10 años, pero su autonomía es similar a la de uno niño de dos o a la de un perro con correa (d). 

Un metro, esa es la distancia justa que esta madre se permite a sí misma como distancia máxima de separación con su hija. Sube a los toboganes con ella (d), la persigue desde el pequeño caballo que se balancea con muelles hasta la imitación de barco con timón (f). Por supuesto que el columpio está prohibido, porque en el vaivén se sobrepasa el metro de rigor (s).

Esta mujer tiene un miedo espantoso a que le ocurra algo a su hija y no podría vivir con la culpa encima en caso de perderla (s). Esta es la forma ideal de tener y conservar intacta a su hija, aunque su hija esté teniendo una vida, digamos postuma. No cuesta mucho trabajo imaginarse a esta señora construyendo con sus propias manos la tapa de madera con la que transformó la cuna de su hija en jaula, para que su hijita no se cayera. También poniendo esquineras en los ángulos de todas las mesas y de más salientes de todos los muebles; y atornillando metódicamente cerrojos en las ventanas. E insertándole en la boca de su hija un protector dental cuando la pequeña empezó con la dentición. Y enroscándole un casco de ciclista cuando la pequeña empezó a caminar por sí misma... (s).

La niña en el parque apenas levanta la mirada, pide permiso para todo y en vista de su aspecto, come muy mal (d). Es evidente que tiene la autoestima por los suelos, similar a la media de un ciudadano norcoreano (s). La persecución materna es de tal intensidad que la mujer termina agotada (d), razón principal por la que sus estancias en el parque siempre sean cortas (s). 

No les pilla la lluvia: hacía diez minutos que se habían marchado (f).


Madre que confunde las hostias con las caricias, excepto cuando las hostias se las dan a su hijo, que las llama por su nombre, hostias

Esta madre es joven (no más de 25 años), de vestimenta y comportamiento un tanto pijos (d). El comportamiento pijo de una madre se manifiesta en cuanto se detecta que la vestimenta de su hijo está determinada por criterios estéticos y no de funcionalidad. Los pijos suelen llevar a sus hijos al parque con vestidos y calzados imcompatibles con las actividades que pueden desarrollar en el recinto (d). El caso más extemo de "pijismo" lo detenta nuestra madre, que un día (nuestro día, el de la tromba de agua) llevó a su hijo con un pantalón corto "monísimo" a mediados de enero, aquí, en Vitoria-Gasteiz (d).

Además de esta peculiaridad, nuestra madre pija, a todas luces liberal conservadora (s), tiene un concepto de la libertad bastante peculiar: cuando su hijo, de dos años, inmaculado, con unos zapatitos a juego con el color de su pelo cuyos cordones van a juego con sus ojos le suelta una hostia a una niña de tal naturaleza que la niña cae al suelo noqueada, no es capaz de asumir el acto violento de su hijo (d). La madre de la niña agredida ha ido corriendo a socorrer a su hija y le ha abronca al niño inmaculado ataviado con un pantalón corto azul a juego con el cielo. La madre pija liberal conservadora, que no ha visto la hostia, porque está sentada al lado de la madre new age leyendo la Cosmopolitan, llega al lugar de los hechos y argumenta que habrá sido una caricia o que.jugando, su hijo habrá intentado tocar a la niña y que se habrá caído para atrás por evitar ese gesto de cariño. La madre de la niña hostiada se retira refunfuñando (f) al tiempo que nuestra madre pija liberal conservadora se reafirma en sí misma pensando en el mal carácter que tiene el lumpen proletario (s).

La madre regresa a su banco al tiempo que su hijo inmaculado sigue con sus juegos (d). De pronto, el niño inmaculado llora con unas lágrimas a juego con sus tirantes y la madre pija liberal conservadora se convierte súbitamente en la madre coraje. No ha visto lo que ha pasado, pero su hijo llora y le ha dado el chivatazo de que le ha pegado un niño (precisamente el hijo de la madre new age) que ha salido corriendo (f). La madre quizás hubiera salido corriendo detrás de él, de no haber sido por los tacones de aguja de veinte centímetros que tiene en esos zapatos a juego con el sujetador (s).

Empieza a llover (f). La madre coraje extiende su paraguas a juego con su tanga y vuelve a pensar en el carácter violento de la chusma (s) miestras mete a su hijo en la silla (d).


Hombre solitario que no es el padre de ninguno de los niños que juegan en el parque.

Este hombre que ronda los 60 años (d) permanece sentado en el banco a pesar de la que está cayendo (f). 

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Travelling de acercamiento desde que se ve a este personaje sentado, lejos, pequeño, solitario, inmóvil entre el algarabio de padres, madres, hijos, hijas, nietos y nietas, que se apresuran a salir rápidamente del parque, hasta que obtenemos un primer plano del rostro del señor calándose.

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Créditos.

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Música: Killshot (Ben Frost).


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