Esta mañana, leyendo la versión digital del Diario de Noticias de Álava, me he encontrado en su sección de Opinión con un artículo titulado De la servidumbre moderna. Se trata de una reflexión donde su autor, Manuel Millera, escribe una crítica (amable) sobre la película "De la servidumbre moderna", firmada por Jean-François Brient y Víctor León Fuentes.
La película en cuestión es un torpedo anarquista en toda regla. Es una película autoproducida y autodistribuida, es decir, autogestionada en todo su proceso de construcción. Diríase que empieza casi como si hubiese escrito el texto algun integrante de la Escuela de Frankfurt (de gran influencia marxista) y que termina casi como si lo hubiese escrito Bakunin. Y el final de la película sintetiza este trayecto desde el socialismo-comunismo hasta el anarquismo, cuando se dice que el poder no hay que conquistarlo (conquistarlo sería de naturaleza marxista) sino que hay que destruirlo (proclama anarquista).
De todo esto resulta curioso que un periódico local como el Diario de Noticias de Álava, por mucha línea editorial de izquierdas que tenga, dé cobertura, desde su sección de Opinión, a una película de esta naturaleza. Esto no es una crítica; solamente, la expresión de un asombro.
Tal y como puede leerse en la página web donde está alojado este artefacto audiovisual (desde donde se puede ver y descargar) "el objetivo central de esta película es poner al día la condición del esclavo moderno en el marco del sistema totalitario mercantil y dar a conocer las formas de mistificación que ocultan esta condición servil". Quien escribe no puede estar más de acuerdo con el objetivo y con el discurso mismo de la película, aunque la forma del relato caiga demasiadas veces en las trampas propias de lo que critica (consumo rápido) haciendo uso de varios recursos audiovisuales que trabajan al servicio del sensacionalismo (la música, sobre todo).
Objeciones aparte, hay otros aspectos de la película que merecen ser tenidos en cuenta. De algunos ya se hace cargo también Manuel Millera en su artículo del Diario de Noticias de Álava. Por ejemplo, la coherencia que guarda la distribución (la autogestión) con el mensaje de la película: "El texto y la película están libres de derechos, y pueden ser copiados, difundidos y proyectados sin la menor duda" (Web de la película). Pero hay más...
Hay un patrón de discurso audiovisual en el que caben muchas de estas películas, piezas, vídeos, etcétera, que pueden catalogarse como activistas, antisistema o anarquistas. La principal es la voz en off, cuyo comentario es casi siempre dogmático, pedagógico y altamente moralista, variables que construyen un relato verbal duro desde el punto de vista ideológico. Y esta aspereza (verbal) es una seña de identidad (ideológica) de esta película, como también lo es en "La hora de los hornos", película estandarte del cine militante; y también, por poner otro ejemplo, de "La sociedad del espectáculo", aunque en este caso el relato verbal de Guy Debord (al que se cita al principio de "De la servidumbre moderna") tenga más aspiraciones intelectuales que morales y dogmáticas.
Otra característica recurrente de este tipo de propuestas es el uso (y muchas veces abuso) de los intertítulos, de origen propio o de naturaleza de cita, que suelen, además de añadir información, hacer las veces de separadores de bloques temáticos. La arriba citada "La hora de los hornos" también alberga en su recorrido visual continuos insertos escritos, aunque en este caso fueran usados como elementos de ruptura del discurso o en un juego, mucho más atractivo formalmente, de alternancia con las imágenes, más que de simple transición, como ocurre en "De la servidumbre moderna".
Finalmente hay que apuntar que la película "De la servidumbre moderna" está construida enteramente con imágenes "robadas", y que han sido extraídas de sus relatos originales de otras películas documentales y de ficción. Este ejercicio de construir discursos nuevos (casi siempre contradiscursos) haciendo uso de imágenes que en sus relatos de origen significan otras cosas es también, si quizás menos que las dos características anteriores, bastante recurrente en las acciones audiovisuales antisistema. En esto "De la servidumbre moderna" recuerda mucho a "La sociedad del espectáculo" y, sobre todo, a Zeitgeist, una película pensada desde Internet para Internet, igual que la película de la que se está hablando.
La cosa es que con esta manera se prescinde del rodaje; se le hace, digamos un by pass (sobre todo por limitaciones económicas), para pasar directamente desde el proceso de documentación, redacción del texto y búsqueda de imágenes, en acceso casi directo, hasta el montaje. También, matar al rodaje supone una ruptura de índole revolucionaria en el proceso creativo. Y focalizar casi todo el trabajo en el montaje (lugar donde se hila el discurso para construir la ideología del film) da una pista más que fiable de las intenciones políticas de la producción que se tiene entre manos.
Aquí habría que retomar la coherencia entre forma y contenido de esta película, y entre acción y discurso, en tanto que una película que ataca y que pretende destruir el totalitario sistema mercantil ("La lucha contra la propiedad privada, intelectual u otra, es nuestra fuerza de ataque contra la dominación presente") se apropia de material "ajeno", es decir, que viola sin reparos los derechos de autor, para construir un artefacto distinto, incendiario en este caso.
Aunque en fin..., como artefactos incendiarios yo sigo eligiendo el torpedo revolucionario fabricado en 1968 por Fernando Solanas y Octavio Getino "La hora de los hornos" y el torpedo intelectual fabricado en 1973 por Guy Debord "La sociedad del espectáculo".
Anarquista rarito que es uno, quizás marxista situacionista, no sé...
He aquí "De la servidumbre moderna":
He aquí "De la servidumbre moderna":
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