¿Es posible que algún día cambien las guitarras lánguidas por las armas furiosas...? No sé.
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domingo, 6 de enero de 2013
Guitarras por armas
De momento, los jóvenes cantan su aburrimiento. Esperan que algo ocurra; tienen esa esperanza. Todavía hoy le dan valor al amor romántico; hasta ese punto están enfermos muchos de ellos. Alguien les debería enseñar a mentir, porque quien no ha mentido nunca no sabe qué es la verdad (saludos, Nietzsche). Pero..., ¿qué pasaría si la muerte llegase y entrara en sus casas? ¿Saldrían de los anuncios de Coca-Cola? ¿Qué les enseñaría la orfandad? Tendrían que elegir entre el tedio mortuorio y la lucha vitalista. ¿Qué elegirían? ¿Qué elegirían los jóvenes si alguna vez tuvieran la libertad de elegir? ¿La muerte, en el hogar familiar, nostálgicos de la falda materna que les protege y asfixia al mismo tiempo? ¿O la lucha, en la calle?
¿Es posible que algún día cambien las guitarras lánguidas por las armas furiosas...? No sé.
¿Es posible que algún día cambien las guitarras lánguidas por las armas furiosas...? No sé.
viernes, 28 de diciembre de 2012
Los obreros [PLAY]
Lo primero es rescatar el término obrero de los escombros neoliberales, porque los obreros existen en tanto que haya una palabra en nuestro lenguaje que los designe. Y el término exacto es obrero, una palabra cuyo contenido alberga una acción cargada de ideología. El Poder gramatiza nuestro lenguaje y su reacción de sometimiento comienza, precisamente, con ese ejercicio donde reasigna una y otra vez los significados [las ideologías] que salvaguarden su perpetuación de manera natural. Entonces, los obreros; no los trabajadores; ni los empleados; ni ninguna otra ilusión semántica que extraiga de los obreros sus tres características primeras, que son el trabajo, la lucha y la dignidad. Entonces eso, los obreros. Y cuidado, porque cuando nos roben el lenguaje ya no quedará nada por lo que luchar.
También es hora de ponernos en guardia, sin un ápice de relajación, con respecto a los perros guardianes del Poder, los medios de comunicación. A través de ellos el Poder normaliza y normativiza el nuevo lenguaje: ellos han omitido varios términos: obrero, clase, burguesía, capital, y un largo etcétera, palabras cuyos significados y significantes nosotros sabemos que sí existen. El discurso televisivo es muy seductor [y no digamos ya el publicitario] incluso cuando lo que hace es neutralizar el trabajo, la lucha y la dignidad de los obreros. Se cuidará mucho de nombrarnos por nuestro nombre, y mucho más de retratarnos íntegramente en tanto que cuerpos que contienen trabajo, lucha y dignidad, las tres, al mismo tiempo y en el mismo espacio. Además, el ejercicio manipulador se acompaña de aderezos formales y atajos propagandísticos que terminan dibujando a eso que no llaman movimiento obrero como un viejo disco rayado de los 60 o los 70. Nadie está a salvo de esta constante seducción; y lo que obstruímos con cierto éxito desde el razonamiento crítico, más o menos izquierdista, termina accediendo y asentándose en nuestro lenguaje impostado por el lado de la emoción, ese arma que el Poder usa como trampolín amarillo que desemboca en la piscina sensacionalista, donde todos nos ahogamos, sin remedio, una vez caídos.
¿O es que se nos olvida que las empresas mediáticas son la maquinaria pesada de la ideología capitalista? ¿O es que se nos olvida que los obreros tenemos, cuando menos, una televisión en cada uno de nuestros hogares, donde se nos atiborra de ideología contrarrevolucionaria? Revolución, otra invisibilización. Y contrarrevolución. Y acción y reacción. Ese largo etcétera. ¡Qué cabrones! Nos estan ganando, haciéndonos creer en sus maquinas de imágenes que estamos empezando a ganar. La televisión, sobre todo, es una máquina castradora; anula toda acción e invisibiliza toda incitación a cualquier tipo de subversión. Su imagen preferida de lo que no llama obreros: ganado caminando por las calles vigilado por los pastores del Poder, los policias y demás grupos armados cuya violencia es constantemente legitimada. ¿Dónde? En los medios de comunicación.
Y así nos verán desde las televisiones hasta que rompamos los cercos mediático y policial. Cada individuo libremente mediatizado en sus casas nos continuará viendo en negativo, nos escuchará sin voz... Muchos de nosotros mismos nos seguiremos viendo así. ¿Te has dado cuenta de que por mucho que salgamos en la televisión lo hacemos sin voz? Fíjate en quién habla cuando nosotros estamos en la calle. Y así nos seguirán viendo mientras no rompamos los cercos. Cada individuo libremente mediatizado no nos ha visto trabajar, ni luchar, ni gritar por nuestra dignidad. Porque incluso cuando alguna vez el individuo libremente mediatizado ha tenido la oportunidad de escucharnos, se ha hecho el sordo; y cuando ha tenido la oportunidad de vernos integramente, se ha puesto una venda en los ojos. Que eso cambie; y que sea ya.
El Poder nos quiere sordos y ciegos, porque no se sació cuando nos entregamos a él medio sordos y miopes. El Poder lo quiere todo, porque el Poder solamente puede ser absoluto, aunque cada individuo libremente mediatizado haya crecido con la lección de la democracia bien aprendida; otra ilusión.
Nos quieren en [PAUSE], que no es más que una teoría, pero les daremos un [PLAY]. Acción.
Los obreros [PLAY]
domingo, 23 de diciembre de 2012
Feliz Navidad 2007 / Feliz Navidad 2012
¿Qué te pensabas, que el Blog Abisal no se ponía tontorrón en estas fechas tan señaladas? ¡Qué ingenu@! [PLAY]...
jueves, 22 de noviembre de 2012
Boys against girls versus girls against boys
Una vez le escuché decir a Paolo Basile, consejero delegado de Mediaset España, es decir, jefe de Tele 5, que las cadenas privadas eran esos lugares en los que las empresas multinacionales anunciaban sus productos en sus pantallas y que, a cambio del dinero que recibían de los anunciantes, las cadenas podían salpicar la parrilla con contenido propio. Sí, algo así dijo Basile en un ejercicio de sinceridad que siempre es de agradecer. Las cadenas privadas como máquinas expendedoras de propaganda de productos, es decir, de estilo de vida, de ideología, etcétera. Esta fórmula deja los contenidos propios en un segundo plano desde el punto de vista de la comunicación global, algo que se debe extrapolar a la audiencia; las cadenas privadas, de esta forma, tienen la obligación de mantener sentada a la audiencia con el objetivo de que sean sometidos el mayor tiempo posible a los anuncios de las multinacionales.
La mayor dificultad de las multinacionales a la hora de anunciar sus productos es acertar con su público objetivo. Porque diferentes tipos de público consumen diferentes tipos de productos; así que las grandes empresas globales tienen que poner a trabajar a sus departamentos de marketing de cada país o territorios para saber dónde es más efectivo su mensaje, y dónde va destinado a esas personas cuyas características les harían perder el culo por hacerse con sus productos. Target es el nombre ofical; masculino, femenino; por franjas de edad; por poder adquisitivo; por residencia en poblaciones pequeñas, medianas y grandes; etcétera. En publicidad nada escapa a ningún detalle; la minuciosidad es tal que, en la época de vacas gordas, se creó un target denominado 3.2; cuya traducción sería un público objetico de jóvenes treintañeros con un poder adquisitivo de más de 2.000 euros al mes; es el mejor, por su edad, por sus ganas de consumir y por su solvencia.
Conforme más temática en sus contenidos sea una cadena, mejor pueden apuntar las multinacionales con su público objetivo. Por ejemplo, el atajo es máximo cuando la cadena está diseñada para responder a las demandas de consumo del público infantil. No hay menor distancia entre una multinacional y su público que cuando el público en infantil; primero, porque el consumo de los niños es obvio por dónde apunta, y segundo, porque en edades tempranas se confunde realidad y ficción, de la misma forma que puede confundirse programación propia y propaganda multinacional.
Mi hijo, a punto de cumplir los 6 años, es un consumidor asiduo de Boing, otra de las cadenas del imperio Mediaset. Ayer, en uno de esos descansos de la programación propia de la cadena, estuvimos viendo juntos la propaganda multinacional. El peque está elaborando la lista de mes de diciembre, y la ecuación de Boing es juguetes, juguetes y más juguetes igual a niño le dice a papi "quiero esto, esto y esto".
Hubo un momento en el que mi hijo, con tono desagradable, dijo ¡qué asco!, ese juguete es de niña. ¿Hay juguetes de niños y hay juguetes de niña?, le pregunté. Sí, me respondió sin dudar. ¿Y qué juguetes son de niño y qué juguetes son de niña? La respuesta: en los juguetes de niños salen niños jugando y en los juguetes de niñas salen niñas jugando. Bien. Es fácil de entender. Así es, en los anuncios de juguetes infantiles, la separación que se establece entre niños y niñas, a partir de los objetos que manipulan, es obvia. Además, es constante, y, en efecto, no es una acción gratuita. Las multinacionales enseñan a los niños a ser niños y enseñan a las niñas a ser niñas; y más, la televisión se convierte en una escuela (la verdaderamente efectiva) en la que se enseña a los niños y niñas a convertirse en los hombres y mujeres de provecho, de provecho para el interés de las multinacionales y para satisfacer las necesidades de su oferta.
Niños versus niñas. Actividad versus pasividad. Acción versus sentimiento. Azul versus rosa. Música nerviosa versus balada estúpida. Muñecos versus muñeca. Etcétera. Nos detenemos, a modo de ejemplo, en la pareja de contarios muñeco versus muñeca.
La bestia y las bellas
Los muñecos de niños suelen ser monstruosos, pero en el buen sentido de la palabra. Son bestias de una potencia extraordinaria; muchas veces dotadas de superpoderes que lo convierten en invencibles. Los muñecos de niños operan como auténticos avatares de los niños. Y otra cosa, los muñecos de los niños necesitan otros muñecos de niños..., para competir. Diríase que se sublima el valor de la individualidad que tiene que enfrentarse, competir, medir sus fuerzas, con otra individualidad.
Las muñecas de niñas suelen ser monstruosas, pero en el mal sentido de la palabra. Son bellas muchas veces de un aspecto famélico; con unos atributos que potencian la estética de la superficie. las muñecas de niñas operan como auténticos avatares de las niñas. Y otra cosa, las muñecas de las niñas necesitan otras muñecas de niñas..., para competir. pero diríase que se sublima el valor de una individualidad atormentada que necesita compararse con las demás muñecas, con otras bellas famélicas, en competición por una belleza sin sustancia.
Por supuesto, una de las prioridades de mi hijo para las navidades es el muñeco de la izquierda, un monstruo de la serie animada Monsuno. Teniéndolo, mi hijo se confirmará a sí mismo que es un niño-niño, que aprende a ser un hombre-hombre, en cualquier caso, en una posición diametralmente opuesta al que, desgraciadamente, ocupan las niñas, preocupadas en cosas tontas, tal y como me dijo hace unos días.
La hegemonia masculina y masculinizante. Es lo que hay. Hombre sujeto y mujer objeto. Yo le digo, le hago ver, le doy la vuelta a su discurso, pero... me temo lo peor. La maquinaria expendedora de ideología capitalista es imparable. ¿Sería mejor prohibirle el consumo televisivo? Quién sabe. Bonus track.
lunes, 18 de junio de 2012
Syriza: ¿un falso final?
Me hubiera alegrado que "Syriza" ganase las elecciones griegas. Me hubiera gustado preguntarme, por ejemplo, ¿y ahora qué?, cosa que, sin embargo, me respondo, a pesar de la derrota.
En la izquierda europea, es decir, en todas aquellas formaciones políticas izquierdistas ubicadas ideológicamente más allá de la socialdemocracia, no hubieran tenido por menos que reaccionar con estruendoso júbilo. La esperanza en un cambio desde la izquierda habría saturado los discursos que cada una de estas formaciones hubiera lanzado a sus áreas de influencia electoral. La victoria de Syriza en Grecia hubiera demostrado, acaso por primera vez, que hay izquierda europea después del Muro de Berlín; y por tanto, hubiese sido el principio del fin de lo que hasta hoy se ha conocido como izquierda moderada. La victoria de esta nueva izquierda, al mismo tiempo, le hubiera inyectado a Europa esa otra noción de unión, más basada en la solidaridad [política] entre Pueblos [idea izquierdista] que en el egoísmo [económico] entre Estados [idea conservadora].
Fuera de esta previsible reacción de la izquierda europea, todo lo demás hubiera tenido lugar en terreno pantanoso, con un buen número de predicciones que solamente nos habrían entretenido y con las que hubieramos jugado a sabiendas del alto riesgo de equivocarnos. Pero es lo que hubiera habido, de haber ganado Syriza. Nos hubiéramos imaginado la oferta de Syriza a las instituciones europeas [esas bastardas guardianas del interés especulativo].
- Queremos renegociar las condiciones de los dos rescates económicos - hubieramos pensado que le diría Grecia a Europa.
- No se puede - pensaríamos que rebatiría Europa -; lo firmado, firmado está.
- Lo firmado esclaviza a los griegos durante 3 o 4 generaciones.
- Lo firmado, firmado está.
Así me lo había imaginado yo: mientras Atenas podría argumentar frente a sus ciudadanos que Bruselas no había querido renegociar, Bruselas podría argumentar ante los mercados que Atenas había radicalizado sus posturas y que no estaba por la labor de pagar la deuda acumulada... Resultado: un escenario de ruptura, la salida de Grecia de la zona euro. Así me lo había imaginado y otros muchos millones de europeos libremente mediatizados, gracias al bombardeo incesante con el que nos inyectaron el miedo a cualquier cambio que podría darse en Europa empezando, claro está, por Grecia.
Pero también, de haber ganado Syriza, hubiéramos debido hacer el ejercicio incómodo de prever el escenario más hostil como reacción a su triunfo. Hubiéramos de haber sospechado que aquí había gato encerrado, que aquí, en esta historia que nos venían contado los medios de comunicación seguía habiendo muy pocos actores, actores invisibilizados desde el proceso de guión, a la espera de ser soltados como perros rabiosos.
Yo hubiera estado alegre por la victoria de Syriza, sí, pero consciente en todo momento de que el miedo es el mensaje, y de que los medios dosifican el mensaje del terror, para mantener al espectador al borde del grito y de la histeria de forma continuada. A pesar de la victoria, hubiera de haber pensado que esa dosificación del miedo es la forma más eficaz de inmovilizar a una presa; y que en los relatos del miedo, lo gordo siempre está por venir. Y que aquí, independientemente de la victoria de unos y otros, los peores monstruos todavía no han salido a escena.
Porque la victoria de Syriza [me sorprende la lectura positiva y positivista de Zizek en una de sus últimas reflexiones sobre Syriza] no hubiera sido el final. Porque el cuento nunca puede terminar con la victoria de la ciudadanía frente a los mercados. Esos cuentos nunca estuvieron en venta en las estanterías del Mercado. Un final así solamente se hubiera explicado como punto de fuga de nuestro delirio colectivo, en esta situación inoculada de terror sostenido hasta el extremo, con esta expectación exponencial hacia un desastre anunciado que, sin embargo, nunca llega... No obstante, es evidente que la tentación de asimilar la victoria de Syriza como un happy end hubiera sido inevitable.
Hemos visto muchas ficciones de terror de Hollywood: hay un momento en el que todos queremos que la historia termine al tiempo que somos conscientes de que la historia todavía no puede terminar. Si hubiera ganado Syriza hubiera significado que alguien hubiera perdido. Y sea quien fuere ese que perdiera, ya hubiera de haber diseñado una estrategia para contrarrestar esa derrota. Esa fuerza, ese vector, que hubiera perdido habría estado entrenando a sus monstruos, a los de verdad, a los que veremos ahora... Y los veremos, aunque Syriza haya perdido.
Rebobinemos: volvamos al punto donde Bruselas y Atenas pugnan por la renegociación de los dos rescates a la economía helena. Recordamos que estamos imaginando que Syriza ha ganado. Y no hay acuerdo: ¿alguien se cree que el sistema financiero alemán iba a permitir que Grecia saliera de la zona euro, con el riesgo de no recuperar nunca el dinero que se le debe a sus bancos? Yo desde luego no: la salida de la zona euro no es posible de esta manera en la que el país saliente lo hace hasta el cuello endeudado. ¡Los cuentos de los medios nos han ingenuizado hasta tal punto! Es decir, que la salida de Grecia de la zona euro no ha sido más que un cuento chino.
Syriza ha perdido; han ganado los carceleros que han llevado a Grecia hasta los dos rescates. De cómo se desarrolle el relato desde aquí hacia adelante nada sabemos. Las leyes no escritas del tempo indican que el relato se ralentizará. Demasiada acción y demasiada tensión en los últimos capítulos. Se hace necesario un parón, un rellano en el que coger aire.
En cualquier caso el factor tiempo no juega a favor de los griegos, y aquí es insustancial que hayan ganado unos u otros. El contexto ha creado a Syriza, el mismo contexto que ha generado la irrupción de la derecha filofascista. Más pronto que tarde, este contexto se va a tragar a los dos partidos hegemónicos griegos. Esa es la tendencia. Y con los auges de la izquierda más allá de los socialdemocratas y de la derecha más allá de los democristianos, la polarización y los conflictos sociales irán en aumento, en un contexto económico asfixiante, si tenemos en cuenta el factor tiempo, y la persistencia de los condicionantes que dibujan esta crisis económica. La lucha será en la calle, entre la indignación [individual] con la marca ultraderechista y la esperanza [colectiva] con la marca izquierdista... Habrá varias elecciones de por medio, con la victoria de Syriza en alguna de ellas, ¡qué importa eso...!
Y así será por varios años quizás, hasta que haga su aparición uno de los monstruos-estrella de todos los relatos de terror; ese que conocemos de viejas historias y que, sin embargo, nunca nombramos. Ese que quizás olvidemos a conciencia, por asumir esa creencia de que lo que no se recuerda no existe. El ejército griego [sujeto]; golpe de estado [acción].
Será entonces cuando nuestros medios de comunicación nos cuenten que el ejército se ha visto obligado a poner orden en el caos, en la anarquía y en el descontrol. El ejército heleno, de esta manera, matará varios pájaros de un tiro: suspenderá la democracia hasta nueva orden de los mercados; mantendrá a rajatabla el orden social burgués establecido; impondrá la disciplina necesaria para que los griegos vivan en la miseria sin capacidad de rebelión; y avalará con la amenaza de una violencia legítima el pago religioso de las deudas que Grecia mantiene con Europa.
Desde el resto de países miraremos atentamente a Grecia. Porque sabemos que allí empezó la democracia e intuimos que allí ha sido asesinada. El resto de países iremos pasando católicamente por el patíbulo.
Son todo hipótesis. No preocuparse. Momentos musicales: Trust.
domingo, 4 de septiembre de 2011
Spam y circo
La semana pasada vi los "MTV Video Music Awards 2011". Nunca antes los había visto, así que, cuando me topé con ellos en un ejercicio de zapping, me quedé, por curiosidad. Del espectáculo [porque, me guste o no, la cosa es espectacular] dos cosas me llamaron la atención: la religión y el racismo que emanaba de cada una de los hechos que tenían lugar en el show.
La religión estaba presente en la mayoría de los discursos de los premiados [las gracias a Dios, a Jesús, a la familia, etcétera] y, también, en la descomunal puesta en escena, con un "altar" principal y con varias "capillas" auxiliares, donde se alternaban las actuaciones y las entregas de premios. Para más "inri", cuando Beyonce anunció su embarazo, parecía la mismísima virgen, que se señalaba la barriga sin presencia de macho alguno. No hay duda, Dios ve la MTV...
Admito que leer la MTV en parámetros religiosos pueda no ser más que un derrape subjetivo, pero con lo del racismo la cosa cambia. Y esto es precisamente lo que voy a tratar de explicar a continuación. Buena parte de las actuaciones estuvieron protagonizadas por negros, por negros raperos, para ser más exactos. Lo mismo podría decirse de los planos de los artistas invitados al evento, muchas veces compuestos por grupos de negros, de negros raperos, con sus gorras, sus cadenas de oro, sus gestos, y con su extroversión y "naturalidad" frente a las cámaras.
Aquí es preciso pararse a discernir qué tipos de negros salen en la televisión americana. Son muy pocos; un tipo es el ya citado, negros que salen en los shows de la MTV; otro, los jugadores de la NBA. Antes de citar el tercero y cuarto tipos de negros, habría que decir que estos dos primeros grupos corresponderían a un mismo estereoripo, el del negro que entretiene, de forma positiva, digamos. En el tercero entramos en el tipo negativo, el delincuente, el asesino y el habitante de cárceles y corredores de la muerte. Este tipo de negro es, quizás, el que más se consume en los hogares norteamericanos, a través de sus televisiones, y en formatos tanto de ficción como de información. El cuarto tipo de negro que se consume en los Estados Unidos es, desde 2008, Barack Obama, que sustituyó a Condoleezza Rice y Collin Powell.
Que los negros sean los protagonistas de las historias sería un detalle sin importancia de no ser porque el contraplano de esas historias lo conforman, paradójicamente, los blancos. Bastaba con mirar los planos del público de la gala de la MTV para ver una aplastante mayoría de blancos. Sí que había algún negro, de la misma forma que también había blancos entre los artistas invitados y los protagonistas de las actuaciones, pero en porcentajes muy inferiores. Que la mayoría de invitados al show fueran blancos da una pista más que fiable del espectador-tipo que consume el producto-MTV desde sus casas. Entonces, podría decirse que los negros son un producto de consumo televisivo de los blancos. ¿Sería excesivo llamarlo tele racismo? No sé, lo cierto es que el negro termina siendo consumido por un sujeto blanco. O, dicho de otra forma, la clase media blanca norteamericana quiere a lo negros, pero dentro de sus televisiones, en las imágenes, en condición de objetos...
¿Os habéis fijado en el público asistente a un partido de la NBA? Son en su mayoría blancos, que disfrutan del espectáculo que les regala una mayoría de negros sobre el parquet. Me pregunto si esta distribución que se genera [negros jugando, blancos mirando] únicamente tiene que ver con el filtro económico que provoca el coste de la entrada; también, si esta misma proporción se podría extrapolar a los domicilios particulares de los que ven la televisión en los Estados Unidos. No sé. Lo cierto es que la hegemonía del poder [a pesar de la anécdota del cuarto tipo, Barack Obama] sigue siendo blanca en Norteamérica, lo cual nos indica que la distribución es más un asunto de clases que un asunto económico; el económico derivaría de la supremacía ideológica de unos, los blancos, sobre los otros, los negros. Un clasismo blando si se quiere, pero clasismo al fin, que en el caso yanqui incluye el racismo ideológico en el que ha devenido la [no tan] vieja situación de esclavitud de la población negra por parte de la población blanca.
Un caso similar al de la NBA, pero relacionado al mundo del futbol, me llamó la atención hace unos años. Fue durante el Mundial de Alemania de 2006. La selección de fútbol de Ecuador estaba formada casi integramente por jugadores negros. Cuando la realización de los partidos nos llevaba hasta el público, hasta los seguidores ecuatorianos que se habían desplazado a Alemania para seguir el campeonato de su selección, todos, sin excepción, eran blancos. Entre el público no se encontraba ni siquiera el tipo de ecuatoriano que todos tenemos en el imaginario, el indígena. Después pregunté a un conocido mío, ecuatoriano, del tipo indígena, si sabía por qué ocurría esto. Me respondió que los negros de Ecuador son los más pobres del país, los que se amontonan en las ciudades costeras buscando los trabajos más ingratos. Ellos, los indígenas, conformarían una suerte de clase media, que es la única que tiene opción de desplazarse a otros países para trabajar, en vista de que en su país no pueden. Mientras, los blancos serían los ricos; en el caso de Ecuador, los descendientes de los españoles que no se han mezclado con las poblaciones autóctonas desde hace más de 500 años.
Los casos de Ecuador y de la NBA ejemplifican la distribución del capital a través del espectáculo deportivo, algo que en el caso de los shows de la MTV, se conforma a través del espectáculo musical o del entretenimiento.
Históricamente también el fútbol mundial se ha nutrido de la clase baja para construirse sus mitos. Pelé y Maradona, por ejemplo, provienen de las clases más bajas de sus respectivos países. En general, el fútbol ha sido un deporte de extrarradio, digamos, para entendernos [la excepción sería, curiosamente, Estados Unidos, en donde la mayoría de jugadores de fútbol provienen de la clase media blanca]. Y no sería exagerado afirmar que el fútbol, sobre todo en sus inicios [pero todavía también un poco ahora], fuera un deporte de muchachos que, gracias al futbol escaparon de su porvenir obrero, en el mejor de los casos, o de su porvenir delictivo, en el peor. Este ejemplo casa perfectamente con los negros que juegan en la NBA. ¿Dónde estarían de no haber sido jugadores de élite del baloncesto? O bien en la calle, o bien en la cárcel, o, en el mejor de los casos, rapeando en un show con público blanco.
No hay que olvidar que los antiguos gobernadores de los territorios romanos se intercambiaban a los gladiadores como cromos. También había mucho dinero de por medio, para pagar a las stars-system del momento. Los gladiadores habían sido esclavos y ahora servían como carne de espectáculo que consumían las clases dominantes. Hubieran acabado muertos de no haber sido por que fueron los elegidos para el show del momento. Los gladiadores, también, disfrutaban de la compañia de las mujeres más bellas del lugar, algo que sigue ocurriendo con los jugadores de élite de fútbol en Europa y de baloncesto en Estados Unidos.
Spam y circo.
La religión estaba presente en la mayoría de los discursos de los premiados [las gracias a Dios, a Jesús, a la familia, etcétera] y, también, en la descomunal puesta en escena, con un "altar" principal y con varias "capillas" auxiliares, donde se alternaban las actuaciones y las entregas de premios. Para más "inri", cuando Beyonce anunció su embarazo, parecía la mismísima virgen, que se señalaba la barriga sin presencia de macho alguno. No hay duda, Dios ve la MTV...
Admito que leer la MTV en parámetros religiosos pueda no ser más que un derrape subjetivo, pero con lo del racismo la cosa cambia. Y esto es precisamente lo que voy a tratar de explicar a continuación. Buena parte de las actuaciones estuvieron protagonizadas por negros, por negros raperos, para ser más exactos. Lo mismo podría decirse de los planos de los artistas invitados al evento, muchas veces compuestos por grupos de negros, de negros raperos, con sus gorras, sus cadenas de oro, sus gestos, y con su extroversión y "naturalidad" frente a las cámaras.
Aquí es preciso pararse a discernir qué tipos de negros salen en la televisión americana. Son muy pocos; un tipo es el ya citado, negros que salen en los shows de la MTV; otro, los jugadores de la NBA. Antes de citar el tercero y cuarto tipos de negros, habría que decir que estos dos primeros grupos corresponderían a un mismo estereoripo, el del negro que entretiene, de forma positiva, digamos. En el tercero entramos en el tipo negativo, el delincuente, el asesino y el habitante de cárceles y corredores de la muerte. Este tipo de negro es, quizás, el que más se consume en los hogares norteamericanos, a través de sus televisiones, y en formatos tanto de ficción como de información. El cuarto tipo de negro que se consume en los Estados Unidos es, desde 2008, Barack Obama, que sustituyó a Condoleezza Rice y Collin Powell.
Que los negros sean los protagonistas de las historias sería un detalle sin importancia de no ser porque el contraplano de esas historias lo conforman, paradójicamente, los blancos. Bastaba con mirar los planos del público de la gala de la MTV para ver una aplastante mayoría de blancos. Sí que había algún negro, de la misma forma que también había blancos entre los artistas invitados y los protagonistas de las actuaciones, pero en porcentajes muy inferiores. Que la mayoría de invitados al show fueran blancos da una pista más que fiable del espectador-tipo que consume el producto-MTV desde sus casas. Entonces, podría decirse que los negros son un producto de consumo televisivo de los blancos. ¿Sería excesivo llamarlo tele racismo? No sé, lo cierto es que el negro termina siendo consumido por un sujeto blanco. O, dicho de otra forma, la clase media blanca norteamericana quiere a lo negros, pero dentro de sus televisiones, en las imágenes, en condición de objetos...
¿Os habéis fijado en el público asistente a un partido de la NBA? Son en su mayoría blancos, que disfrutan del espectáculo que les regala una mayoría de negros sobre el parquet. Me pregunto si esta distribución que se genera [negros jugando, blancos mirando] únicamente tiene que ver con el filtro económico que provoca el coste de la entrada; también, si esta misma proporción se podría extrapolar a los domicilios particulares de los que ven la televisión en los Estados Unidos. No sé. Lo cierto es que la hegemonía del poder [a pesar de la anécdota del cuarto tipo, Barack Obama] sigue siendo blanca en Norteamérica, lo cual nos indica que la distribución es más un asunto de clases que un asunto económico; el económico derivaría de la supremacía ideológica de unos, los blancos, sobre los otros, los negros. Un clasismo blando si se quiere, pero clasismo al fin, que en el caso yanqui incluye el racismo ideológico en el que ha devenido la [no tan] vieja situación de esclavitud de la población negra por parte de la población blanca.
Un caso similar al de la NBA, pero relacionado al mundo del futbol, me llamó la atención hace unos años. Fue durante el Mundial de Alemania de 2006. La selección de fútbol de Ecuador estaba formada casi integramente por jugadores negros. Cuando la realización de los partidos nos llevaba hasta el público, hasta los seguidores ecuatorianos que se habían desplazado a Alemania para seguir el campeonato de su selección, todos, sin excepción, eran blancos. Entre el público no se encontraba ni siquiera el tipo de ecuatoriano que todos tenemos en el imaginario, el indígena. Después pregunté a un conocido mío, ecuatoriano, del tipo indígena, si sabía por qué ocurría esto. Me respondió que los negros de Ecuador son los más pobres del país, los que se amontonan en las ciudades costeras buscando los trabajos más ingratos. Ellos, los indígenas, conformarían una suerte de clase media, que es la única que tiene opción de desplazarse a otros países para trabajar, en vista de que en su país no pueden. Mientras, los blancos serían los ricos; en el caso de Ecuador, los descendientes de los españoles que no se han mezclado con las poblaciones autóctonas desde hace más de 500 años.
Los casos de Ecuador y de la NBA ejemplifican la distribución del capital a través del espectáculo deportivo, algo que en el caso de los shows de la MTV, se conforma a través del espectáculo musical o del entretenimiento.
Históricamente también el fútbol mundial se ha nutrido de la clase baja para construirse sus mitos. Pelé y Maradona, por ejemplo, provienen de las clases más bajas de sus respectivos países. En general, el fútbol ha sido un deporte de extrarradio, digamos, para entendernos [la excepción sería, curiosamente, Estados Unidos, en donde la mayoría de jugadores de fútbol provienen de la clase media blanca]. Y no sería exagerado afirmar que el fútbol, sobre todo en sus inicios [pero todavía también un poco ahora], fuera un deporte de muchachos que, gracias al futbol escaparon de su porvenir obrero, en el mejor de los casos, o de su porvenir delictivo, en el peor. Este ejemplo casa perfectamente con los negros que juegan en la NBA. ¿Dónde estarían de no haber sido jugadores de élite del baloncesto? O bien en la calle, o bien en la cárcel, o, en el mejor de los casos, rapeando en un show con público blanco.
No hay que olvidar que los antiguos gobernadores de los territorios romanos se intercambiaban a los gladiadores como cromos. También había mucho dinero de por medio, para pagar a las stars-system del momento. Los gladiadores habían sido esclavos y ahora servían como carne de espectáculo que consumían las clases dominantes. Hubieran acabado muertos de no haber sido por que fueron los elegidos para el show del momento. Los gladiadores, también, disfrutaban de la compañia de las mujeres más bellas del lugar, algo que sigue ocurriendo con los jugadores de élite de fútbol en Europa y de baloncesto en Estados Unidos.
Spam y circo.
martes, 19 de julio de 2011
Pornografía de la buena
He aquí un buen ejemplo de la clásica pornografía tardo-capitalista. El entusiasmo de varios jóvenes blancos, pijos, inmaculados, con bañadores de marca, que se divierten y juegan como niños en las inmediaciones de una playa, bajo la promesa [ficción] de que su vida cambia gracias a los servicios que ofrece una multinacional de la telefonía móvil, patrocinan un vídeo en el que la promesa de cambio de vida [documental] se cumple a rajatabla.
Lo dicho: pornografía de la buena. ¡Disfrutemos del espectáculo! Play...
lunes, 13 de diciembre de 2010
¿Y si todavía quedasen dos millones cuatrocientos ochenta y ocho mil años de Capitalismo?
Los que estamos vivos [aquí y ahora] llamamos Paleolítico a una etapa de la humanidad que va desde hace unos dos millones y medio de años hasta hace doce mil años. En algún punto de ese periodo de tiempo [se especula con que fuera hace unos ochocientos mil años] los que estaban vivos entonces descubrieron la forma de hacer fuego y de manejarlo según sus propios intereses. Acciones como cocinar comida, calentarse el cuerpo, ahuyentar a las bestias, fagocitar la comunicación de los grupos, y un amplio etcétera de cambios surgidos a partir del control del fuego, junto con otros propiciados por otras circunstancias vitales, derivaron en cambios fundamentales: el desarrollo y crecimiento del cerebro, la cosa de caminar en posición erguida, la aparición y el perfeccionamiento de un lenguaje más allá del alarido, avances tecnológicos, una forma de espiritualidad, y, también, la manifestación de una forma que desde hace bien poco [teniendo en cuenta la escala de tiempo en la que nos estamos moviendo] insistimos [los que estamos vivos aquí y ahora] en llamar arte*.
*ARTE PALEOLÍTICO
¿Qué nos enseñan las paredes [de las cuevas] donde pintaron los hombres y mujeres que vivieron durante ese tiempo que nosotros llamamos Paleolítico? Sobre todo animales. Y es lo único evidente [y por lo tanto no especulativo] que arroja cualquier análisis: animales, animales y más animales. Esta evidencia [y recurrencia] del objeto representado no puede dejar de ligarse al contenido del fuera de campo. Aquí, lo más llamativo es que el propio hombre está incapacitado para representarse a sí mismo: su ausencia en las paredes es también una ausencia recurrente. Primera y única pista que ubica al hombre en el estado de naturaleza donde su vida y supervivencia tenían lugar.
Tanto lo que representan las paredes [los motivos que el hombre de entonces era capaz de representar: animales] como lo que no representan [es decir, los motivos que el hombre de entonces no era capaz de representar: a sí mismo] suponen un tesoro informativo de primer orden. Porque esta irrepresentabilidad del sí mismo ubica al hombre de entonces en el mundo, dentro del mundo. Sin conciencia de sí mismo no hay representación posible de ese sí mismo [que no existe]. Por lo tanto, el hombre, digamos, era en el mundo
Es decir, que esos hombres que pintaban en las cavernas eran [todavía] unos animales. Todavía no conocían la angustia [no confundir angustia con miedo]. Tampoco conocían la ciencia. Y también, los animales de entonces [que los que estamos vivos aquí y ahora llamamos hombres del Paleolítico] tuvieron la suerte de morir de su primera enfermedad [saludos Cioran].
Una teoría sostiene que hace quince mil años el clima de nuestro planeta cambia. Una gradual subida de las temperaturas descompensa progresivamente los sistemas ecológicos. El deshielo hace subir el nivel del mar. El mamut y el reno, animales que sirvieron de alimento al hombre previa caza, o bien desaparecen o bien emigran a regiones más frías. Las especies vegetales también se transforman en otras propias de climas cálidos. Y al hombre de entonces no le queda otra, y se adapta al medio: su transformación también es progresiva, hasta que, finalmente, logra crear una cultura agrícola [domesticación de la tierra] y ganadera [domesticación de animales]. Es en este punto donde los que vivimos aquí y ahora ubicamos el inicio de lo que llamamos Neolítico, hace, aproximadamente, unos doce mil años.
Con respecto a los cambios en los usos y costumbres humanos de entonces, se producen, entre otras, las siguientes transiciones, en la que media otra étapa que se llama el Mesolítico:
PALEOLÍTICO → [MESOLÍTICO] → NEOLÍTICO
nomadismo → sedentarismo
territorialidad → propiedad privada
manada → grupo
colectivismo → egoísmo
lo concreto → lo abstracto
lo ritual → lo cultural
trabajo manual → trabajo intelectual
animal → hombre
ser → existir
miedo → angustia
naturaleza → tecnología
barbarie → civilización
barbarie → civilización
magia → religión / ciencia
escasez → excedente
Derivada de esta última transición [la que circula desde la escasez hasta el excedente] surge esa otra en la que se transita desde una igualdad entre todos los sujetos de una manada [en la que todos cazan, todos se mueven, todos comen, etcétera] hasta la desigualdad entre todos los sujetos de un grupo. Porque con la domesticación de la tierra y la domesticación de los animales aparece el excedente de productos, y, también de hombres, que podrían dedicarse a otras cosas que no fueran producir productos materiales, por ejemplo, los hacedores de arte**.
¿Qué nos enseñan las paredes donde pintaron los hombres y mujeres que vivieron durante ese tiempo que nosotros llamamos Neolítico? Ya no solamente animales, también hombres y mujeres. Primera y única pista, con respecto a lo que ocurría con el Paleolítico, y que ubica al hombre fuera del estado de naturaleza donde su vida y supervivencia tenían lugar. El hombre abandona el fuera de campo y se representa a sí mismo, en definitiva, ya es capaz de cosificarse a sí mismo, en un ejercicio de abstracción sin precedentes hasta el momento.
Esta incorporación del hombre en la representación supone, igualmente, un tesoro informativo de primer orden. Porque esta capacidad de representabilidad del sí mismo ubica al hombre de entonces interpretado en el mundo, interpretado dentro del mundo. Es decir, que el hombre deja de ser para empezar a estar en el mundo. La conciencia que ha ido desarrollando ha hecho posible dicha representación, a partir del ejercicio de abstracción arriba mencionado.
Entonces, esos hombres son ya hombres; esos hombres ya somos nosotros. Puesto que ya existen [porque tienen conciencia del sí mismo y de su propia finitud] conocen y experimentan la angustia. Construyen y usan políticamente la religión primero, y la ciencia, después, procedentes ambas de un mismo tronco llamado sentimiento mágico [como interpretación simbólica y necesaria del mundo].
Lo curioso aquí es cómo los que estamos vivos [aquí y ahora], después del Neolítico hemos categorizado otra etapa prehistórica [La Edad de los Metales] subdividida, a su vez, en tres partes [la edad de cobre, la edad de bronce y la edad de hierro], cuando a decir verdad estas fases no son más que un sistema neolítico avanzado y perfeccionado cada vez con mayores de dosis de abstracción. No menos curioso resulta que en este preciso momento es donde damos por terminado eso que llamamos prehistoria, y empezamos a manejar la categoría de historia. La línea divisoria entre el pasado y el presente históricos se fecha hace cinco mil años; según unos, el límite lo marca la escritura [que no es más que un grado avanzado de la abstracción comunicativa] y según otros, la aparición de una organización política similar al Estado [que no es más que un grado avanzado de la propiedad privada].
Esto es, lo paradójico es porqué a algo que no es sino un desarrollo de lo que se llama Neolítico se le cambia de nombre, indicando así que esa etapa está superada. Y no solamente eso, sino que además nos contamos a nosotros mismos que todo aquello pertenece a una etapa humana pre-histórica [aquí el prefijo "pre" está saturado de ideología], que es lo mismo que defender la condición de pre-humanidad que la habitaba.
La Historia no solamente se cuenta desde el presente sino que además, solamente puede hablar del presente. La historia que nos contamos a nosotros mismos está llena de elipsis, manipulaciones, censuras, "tics" propagandísticos, un conjunto de técnicas narrativas que convierten esos relatos en "montajes" [entiándase aquí montaje con su significado más peyorativo relacionado con la falsedad del documento]. En conclusión, eso que llamamos historia [que nos hemos obligado a nosotros mismos a atribuirle los valores de verdad y de objetividad] no es más que un falso documental que se construye al servicio del interés del momento presente.
Pero volvamos a las transiciones que se han marcado más arriba entre el Paleolítico y el Neolítico; y pongamos ahora las características del Neolítico como punto de partida de otra transición que culmine en nuestro aquí y en nuestro ahora, el sistema capitalista. El resultado sería el siguiente:
NEOLÍTICO → ACTUALIDAD
sedentarismo → sedentarismo
propiedad privada → propiedad privada
grupo → grupo
egoísmo → egoísmo
lo abstracto → lo abstracto
lo cultural → lo cultural
trabajo intelectual → trabajo intelectual
hombre → hombre
existir → existir
angustia → angustia
tecnología → tecnología
tecnología → tecnología
civilización → civilización
religión / ciencia → religión / ciencia
excedente → excedente
Y detengámonos otra vez en la idea del excedente. La gestión y el reparto del excedente que se empieza a acumular gracias a la domesticación de la tierra y a la domesticación del mundo animal precisa de una tercera domesticación [la que nunca aparece en nuestros libros de historia]: la domesticación del hombre por el hombre, es decir, la esclavitud [y todos sus derivados sinónimos], la asignación de derechos a unos y la negación de derechos a otros, la cosa de la familia, la cosa de la guerra, la cosa de la sangre, los pronombres posesivos... A poco que se mire, seguimos ahí, en lo mismo, rodeados de máquinas, pero en lo mismo. Entonces, una de dos, o no hemos salido todavía del Neolítico o lo que viene después del Paleolítico debería etiquetarse ya como Capitalismo.
