viernes, 16 de julio de 2010

La conjunción de tres astros

¿Qué ocurre cuando Patti Smith hace una versión de la canción de Nirvana "Smells like teen spirit" y Jem Cohen realiza el vídeoclip? Esto:

jueves, 15 de julio de 2010

¡Atención, peligro extremo! Se habla de España y de Euskal Herria

Hay un texto de Jean-Paul Sartre, titulado "El proceso de Burgos" (publicado incialmente como prólogo a "Le procès de Burgos", de Gisèle Halimi, en 1971), incluído en el tomo 2 de sus "Escritos políticos" (Alianza Editorial, 1987), en el que el filósofo francés ahonda en la idea de una España colonialista y colonizadora, y en cuya estrategia expansionista entra de lleno la pretensión de anulación del pueblo vasco.

Lo más interesante de la reflexión de Sartre (hoy sería impensable que un intelectual tomara partido de semejante manera) es como establece dos categorías pares que entran en conflicto irremediablemente. La primera es el par que forman Estado con Abstracto; y la segunda, Pueblo con Concreto. Es decir, para Sartre, ser francés, o español, o alemán, no deja de ser una abstracción. Un ciudadano de un Estado no tiene identidad porque el Estado se ha encargado de anulársela. El Estado despoja la identidad, arrojándote a la categoría de ciudadano, donde la característica primera es el anonimato. Entonces, cuando uno dice "yo soy español" (estos días se ha escuchado mucho esta frase) está formulando una idea abstracta, una ilusión, una ficción. (Murmullos en la sala).

De manera contrapuesta, los pueblos sí existen, son tangibles, concretos, y proporcionan a su sociedad herramientas (documentales) que les arraigan a un territorio y les cohesionan internemante como colectivo. La primera y principal herramienta de los pueblos es su lengua. Y aquí Sartre es donde explica el porqué del empeño de la España franquista en atacar al pueblo vasco en su línea de flotación, el euskera. Quitándole a un pueblo su lengua le desarmas como pueblo y su tránsito hacia la asimilación se hace más fácil para las fuerzas centrípetas de la abstracción, verdaderas armas de los Estados. 

Este enfoque histórico donde las fuerzas de la abstracción operan como auténticos agujeros negros o sumideros donde terminan siendo tragadas todas las fuerzas concretas que pululan por ahí, da lugar a una lectura enrevesada. Si un Estado tiende a anular a los pueblos que lo forman, la creación de un Estado vasco lograría justo lo contrario por lo que luchan las fuerzas independentistas: la anulación del pueblo vasco o, en su defecto, su definitiva abstracción. 

Otra paradoja que arroja este enfoque es la que podemos llamar "estrategia de los que apagan fuego con gasolina". Porque todas las fuerzas centrípetas que insisten en negar la existencia del pueblo vasco, negándolo lo confirman, lo reafirman y lo reconstituyen.

Paradojas aparte, lo cierto es que todo Estado es, por naturaleza, centralista y centralizador. Y aquí radica la peculiaridad de España como Estado. España es un Estado fallido, en tanto que no ha sido capaz a lo largo del tiempo de homogeneizar a todos los pueblos en una sola idea abstracta llamada España. Esa falla, sin embargo, podría usarla como vector vanguardista y ejemplarizante hacia otros Estados que albergan dentro distintas naciones. Estoy hablando, claro, del Federalismo.

España será República Federal de Pueblos o no será, o lo que sea seguirá siendo esta fricción permanente entre el centro y las periferias. Un federalismo de libre adhesión, sin imposiciones. Que pertenezcan a la República Federal los pueblos que así lo quieran. De esta manera podría extenderse el ejemplo, sin ir más lejos a Europa, donde se podría empezar a cambiar el modelo y pasar así de una unión de Estados a una comunión de Pueblos.

miércoles, 14 de julio de 2010

Level Five (Chris Marker, 1996)

Level Five es una película que aborda el universo virtual de los juegos de ordenador, las bases de datos e internet, como vehículo para combinar una minuciosa investigación documental sobre la batalla [de Okinawa] con un drama ficcional de un amor perdido.

(Catherine Lupton, en el libro "Recuerdos del futuro. Pasajes en la obra de Chris Marker")

En general me atraen las películas en las que el director me saca, me desencasilla, me arranca del lugar donde por inercia me ubico para asistir a cualquier historia como espectador. Es decir, que me ponen las historias en las que se pretende, además descaradamente, ubicar al espectador en lugar incómodo, y nada proclive a mantener la misma posición durante dos secuencias seguidas. 

Porque aquí soy irreductible, especialmente egocéntrico y literalmente maniático: lo más importante de todo relato es el espectador-receptor-lector-escuchador, mucho más que la historia que se cuenta, y mucho más aún que los personajes que las pueblan.

Lo más importante es el espectador, o mejor dicho, en qué posición ubica el contador de la historia a su espectador. Hasta qué punto le valora o le desprecia. Si le va a meter apresuradamente toda la comida posible para que la engulla o si le va a preparar exquisitas degustaciones que necesitan ser repetidas para ser disfrutadas; es decir, si el contador va a ubicar al escuchador como objeto bulímico o como objeto respetable. Y también, cuánto ensancha la mirada del espectador la forma en que el contador extiende sus armas para desarmarle como espectador...

Por eso me gusta Chris Marker, porque sus películas me convierten en otro espectador, de mirada, digamos, cada vez reconstituída, regenerada, y lista para seguir mirando, pero cada vez con más cautela y con la capacidad de verme a mí mismo como sujeto que mira... Mirar el mundo y las imágenes del mundo cada vez con más cautela; eso es lo que me llevo de Marker cada vez que veo alguna de sus películas.

En "Level Five" (1996), Chris Marker aborda un tema olvidado: la batalla de Okinawa, archipiélago japones cuya resistencia provocó el lanzamiento posterior de las dos bombas atómicas sobre suelo nipón. En las islas que forman Okinawa murieron dos terceras partes de la población, una proporción de devastación humana jamás vista hasta la fecha. 

Pero si esperas ver el documental-tipo histórico donde multitud de testigos terminan construyendo un mosaico de tesis sesuda, con rasgos más o menos pro-bélicos o anti-bélicos, o  con pretensiones objetivas..., estás perdido de antemano. Marker construye su relato con 6 personajes individuales: una mujer (Laura) que está diseñando un juego informático sobre la batalla de Okinawa; un interlocutor que no aparece nunca y al que se dirige Laura constantemente, mirando a cámara (este interlocutor está muerto, según parece, y, al mismo tiempo, somos cada uno de los espectadores, porque Laura nos mira cada vez que habla); el propio Chris Marker, cuya voz teje el comentario junto al de Laura; y tres personajes japoneses, un testigo de Okinawa, un director de cine y otro.

¿Documental? ¿Ficción? "Level Five" responde a uno y a otro género y a ninguno de los dos al mismo tiempo. ¿Cómo? Es Chris Marker. Es "Level Five", ¡qué joya! ¡Y van...! ¿cuántas? De nuevo, Marker fue un colirio que limpió mi mirada y a mí mismo como sujeto que mira...

He aquí "Level Five" (1996):

martes, 13 de julio de 2010

La cosa de desaparecer del mapa por cuenta propia

En el primer párrafo del prólogo del libro Joy Division / Ian Curtis / Canciones (1991), Santi Carrilllo (director de la revista Rock De Lux) se hacía esta paja mental (intelectual) intentando explicar el suicidio:

La respuesta a la pregunta puede ser doble: a) se ha de andar sobrado de valor; b) se ha de carecer totalmente de él. Y si el valor como motor de la existencia, como reclamo y predisposición de voluntad activa para ejercer nuestras funciones vitales, da o quita razones - el simple hecho de actuar o no hacerlo nos las proporciona -, la valentía puede darnos o quitarnos hasta incluso la vida, entendiendo ésta como la razón suprema de la existencia, en obvia contraposición con la vaguedad de la nada como negación de esa propia existencia, y como pasaje indescifrable en el que se alza la muerte como una nebulosa a la que un único gesto, sólo uno - accidental o forzado, pero siempre indefectiblemente terminal -, nos hace acreedores, dicen que eternamente.

Hace unos días, "Redes" dedicaba su capítulo al tema del suicidio, mejor dicho, a cómo se podría prevenir el suicidio. Desde el enfoque puramente científico (intelectual igualmente), las palabras dichas por Punset y por los dos expertos invitados (uno, psicólogo y la otra, psiquiatra) volvieron a quedar como las palabras de unos personajes que están encantados de escucharse a sí mismos (se llega a decir que el 40% de los suicidios se debe a causas genético-biológicas, a través de la información de los genes del sistema del neurotransmisor serotonina), y poco más.

En ambos discursos, el final no tiene por menos que estar protagonizado por profesionales que terminan con sus gestos desencajados, y con sus cuerpos agotados, y con la sensación, siempre, de estar avanzando (avanzar en el sentido científico) nada o casi nada. 

He aquí el programa de Redes, titulado "El suicidio se puede evitar":


Ocurre que ambos enfoques sobre el suicidio, el intelectual(oíde) y el científico, están motivados por una misma fuerza reflexiva, que no puede ser otra que la heredada de la Ilustración. Esta fuerza es objetivista, positivista y, claro, cientificista. Ambos discursos tropiezan en la misma piedra, que no es otra que el "a priori" marcado y que consiste en explicar racionalmente un acto cuya naturaleza no puede ser explicada, y mucho menos aplicando (a priori) los filtros de la razón. Por eso ambos discursos, que nacen con vocación de arrojar luz, solamente pueden construirse en un enredo permanente que no deja elegir otros caminos que los empantanados. Penetrar en el suicidio por la razón solamente conduce a la perplejidad, al ruido y a la incomprensión. Nuestra sociedad y el masoquismo. ¡Qué idilio espectacular!

Para terminar de ensuciar el panorama voy a poner sobre la mesa un tercer enfoque sobre el suicidio, el mío, igualmente onanista pero ubicado en las antípodas de la Razón: un discurso radicalmente subjetivista, intencionadamente negativista y militantemente anticientificista. Pido ayuda, maestro Cioran, para comenzar mi reflexión:

- El que pertenece orgánicamente a una civilización no sabría identificar la naturaleza del mal que la mina - escribe Cioran.

No me puedo imaginar mayor ingratitud que la de un suicida que logra su objetivo. Su sociedad, su Estado, han invertido en él como individuo que tiene el deber moral de desarrollarse dentro de una próspera comunidad. Nuestros brazos armados de la ciencia médica están trabajando día y noche para alargar nuestra estancia en este nuestro paraíso laico. ¡Podremos vivir 100 años, nos dicen! Y vosotros, ingratos, os suicidáis...

No me puedo imaginar mayor ingratitud que la de alguien que, aunque sea fugazmente, mire cara a cara a su propia finitud y dispare, consciente de que ese acto es lo último. Ingratos vosotros que os arrojáis a la muerte cuando la sociedad que os ha construido no la quiere ver ni en pintura. Ingratos vosotros que no habéis recogido las enseñanzas de vuestros profesores, ni de vuestros padres ni familias... ¡Honraras a tu padre y a tu madre...! Y vosotros, ingratos, os suicidáis...

No me puedo imaginar mayor ingratitud que la vuestra, cuando decidís que no soportáis más sufrimiento y que es hora de partir. ¿Hacia dónde? Hacia el no-dolor. Eso no es muy cristiano, amigos. Sois unos ingratos con los dos mil años de moral judeo-cristiana que han ido pasando de generación en generación hasta llegar a vosotros. Decidís no sufrir... ¿desde cuándo os habéis creído tener esa libertad de no sufrir? Y vosotros, ingratos, os suicidáis...

Publicidad. "Un alud de septiembre", de Surfin´Bichos, patrocina todas las veces que aparezca en esta entrada la palabra suicidio:


LETRA DE LA CANCIÓN

Pedro vio por primera vez dónde estaba el verdadero amor; su escopeta de caza de dos cañones se apoyaba en un rincón. La certeza del uno para el otro, y esa atracción era tan dulce que por fin se miraron reposadamente los dos, se miraron a los ojos los dos, y ella habló y todo se acabó.

Un alud en pleno septiembre te ha inundado y tú notas en el vientre como un alud en pleno septiembre te ha inundado y tú notas en el vientre como un dolor, un viejo dolor.

Una flor de septiembre, te tropiezas con ese olor y la muela del juicio brota en el fondo de tu alma como un dolor.

Un alud entra por tu ventana sin avisar y tú no puedes cerrarla y entra así la luz, brilla tanto la nieve blanca aquí, y tú tan cegado que no puedes ver nada más.


Hace falta ser ciega y vivir solamente al servicio de las ideas ciegas para decir que el suicidio es la muerte más desoladora de todas las muertes (lo dice la psiquiatra invitada en "Redes"). La desolación es vivir por inercia, por obligación, o por decreto-ley. La desolación es agonizar mientras se te hincha el estómago de no comer (¿sabrá la psiquiatra lo que ocurre en el cuerno de África?, ¿se puede estar tan ciega?). La desolación es morir cuando no lo eliges: un misil israelí, por ejemplo, entra en tu casa y mueres tú, tu familia y el bloque entero. Esto ha pasado hace poco en Gaza y en el Líbano, con muchas personas. Son solamente dos ejemplos. La desolación es que no te dejen morir cuando deseas morir. ¡Y que todavía no sea posible la eutanasia...! El Estado no tolera la libertad de sus ciudadanos. Es la razón por la que, igual que la eutanasia, el Estado / la Sociedad tiene atragantada la idea del suicidio.

Y además presumen de la bajeza de etiquetar a los que se suicidan como enfermos. En un panorama existencial en donde te han venido mal dadas, o cuyas experiencias vitales (la mayoría venidas de la mano de esa institución sagrada que de momento no se cuestiona: la familia) te han abierto brechas de tal envergadura que se hacen insalvables e incicatrizables..., en una trayectoria vital donde tantas cosas te han determinado en el sufrimiento, en la devastación y en la desesperanza, matarse a sí mismo constituye un acto de amor consigo mismo, un canto a la vida; la confirmación, en cualquier caso, de una última determinación en la que sí que has sido dueño y señor.

El suicida, con su acto, se ejecuta en la mayor de las libertades que puede otorgarse un ser vivo, que no ha elegido ni nacer ni buena parte de los traumas acumulados a lo largo de su vida. Acabar con la vida propia, entonces, aquí, es la última y más grande conjugación del verbo liberarse. Liberarse del dolor... porque enferma es la sociedad que insiste en salvaguardar la vida del suicida pasando por alto su sufrimiento. Liberarse de la vida... porque, para quien quiere salir de ella, no es más que una cárcel donde nada está en juego.

El psicólogo invitado en "Redes" propone como "solución" a la "enfermedad" poner barreras físicas en lugares de altura, para disuadir a los suicidas. ¿Tan difícil de entender es? Dejen morir a la gente en paz y dedíquense a examinarse a sí mismos; giren el microscopio hacia sus estómagos, a ver que ven, a ver si hay vida o si tan solo se está la constatación de un trabajo al servicio de una ideología que no permite la libertad de sus individuos. Claro que como dejó escrito Cioran más arriba, el que pertenece orgánicamente a una civilización no sabría identificar la naturaleza del mal que la mina. 

También hay un momento en el que la psiquiatra se queja amargamente
de que las tasas de suicidio son desesperadamente estables desde que hay estadísticas. ¡Ay que joderse! ¡Vaya programita! Programa, por cierto (¡bien ahí Punset!) en el que el mismo Punset se ve con el deber de hacer de abogado del diablo, delante del psicólogo invitado (cuya experiencia vital del suicidio del padre explica su obcecación por el suicidio y por evitarlo), para decirle que el suicido es un fenómeno que se da en todas las especies. El psicólogo traga saliva y no tarda en envidar a la grande, con la genética palabra de dios te rógamos óyenos. Ahora que la biología ha salido a su rescate, ambos respiran más tranquilos. Punset termina el programa desconcertado, bastante más, por cierto, que Santi Carrillo al final de su parrafito intelectual.

En fin (nunca mejor acabado).

lunes, 12 de julio de 2010

Mi último encuentro con Peter Kubelka

La primera vez que oí hablar del cineasta austríaco Peter Kubelka fue en una clase de "Historia del Cine", en la Universidad. El profesor (el denostado y admirado Santos Zunzunegui) empezó a capotear, que si cine estructuralista por aquí, que si cine abstracto por allá, olé y olé, hasta que puso una pequeña pieza de (el también denostado y admirado, según supe más tarde) Kubelka, titulada "Adebar" (1957):


De los apuntes de aquel día en el que conocí a Peter Kubelka rescato las siguientes notas sobre "Adebar". 1664 fotogramas que duran un total de un minuto y catorce segundos. Sobre la estructura, que viene determinada a partir de los 26 fotogramas en los que transita una frase musical pigmea y que determinan la duración de todos los planos (la mitad, 13; lo mismo 26; y el doble, 52). Tranquilos, yo tampoco entendí nada en su momento, el día que conocí a Peter Kubelka.

Aquel día, el profesor Zunzunegui también quiso poner "Arnulf Rainer" (1960), otra de las piezas de Kubelka, pero problemas de origen desconocido con el reproductor impidieron el visionado. Zunzunegui, con el gruñido sordo que le caracteriza, pasó a otro director.

Y no volví a encontrarme con Kubelka hasta el final del curso, en las fechas previas al examen. Recuerdo que pensé que Kubelka no podía caer en un examen de Historia (general) del Cine, pero después de pensar durante una fracción de segundo en el profesor Zunzunegui, me lo preparé igual que el Neorrealismo Italiano, la Nouvelle Vague, Robert Bresson, Yajuziro Ozu, Griffith y que otros muchos.

Para completar el material de los apuntes, busqué en los libros que tengo en casa sobre cine y encontré uno que se llama "Cine y Vanguardias Artísticas", de Vicente Sánchez-Biosca. Dentro ponía lo siguiente sobre "Arnulf Rainer":

Arnulf Rainer constituye quizás el caso extremo del cine métrico de Kubelka. Realizado sin cámara y haciendo abstracción de los procedimientos químicos de la fotografía, representa una renuncia a la posibilidad de modelar la luz del proyector y está construido con un mínimo de instrumentos. La parte visual de la película está compuesta tan sólo de fotogramas blancos, compltamente transparentes, y fotogramas negros, absolutamente opacos. La sonora lo está de silencio y de un "sonido blanco", que recoge todas las frecuencias sonoras, como la luz blanca acoge en su espectro todos los colores. El silencio, en cambio, representa la negación de todos los sonidos, del mismo modo que el negro es la negación de todos los colores. Sonido, luz, silencio, oscuridad: eso es todo lo que hay en Arnulf Rainer. En pocas palabras, la substancia de Arnulf Rainer es una estructura deluz y sonido, modelada según una partitura que apunta a organizar simbólicamente un cosmos, poblarlo de leyes y dotarlo de una existencia natural en relación a sí mismo.

Cuando leí esto estuve seguramente a punto de morir de varias isquemias cerebrales. Pero cuando uno está estudiando le mueve un motor ciego y temerario. La cosa es que me lo estudié. Aquel mismo día también vi, en Youtube, "Arnulf Rainer" (y me gustó, aunque no recuerdo cuánto tiempo tardé en dormirme aquella noche):


Por supuesto, Peter Kubelka fue una de las cinco preguntas del examen. Fue mi tercer encuentro con Kubelka. Sabía que el profesor Zunzu sería capaz de meternos ese palito intelectual, abstracto y estructuralista por nuestros agujeritos erógenos hasta ese momento solamente excitados por blandengues narrativos como Godard, Bresson, Kurosawa y autores así.

El coaching en televisión

¿Qué puedo decir? Que somos perros que mueren. (Tierno Galván, en el funeral de un amigo)

Empecemos sin atajos. El Coaching, como terapia, bebe directamente de una fuente llamada conductismo (véase en este blog una vieja entrada titulada "Todos tranquilos, dios es conductista"), que es el método preferido por la mayoría de los psicólogos que forman esa (siempre dudosa) especialidad médica llamada Psicología Clínica. Para los no iniciados, el conductismo es esa terapia que ha logrado igualar a perros y humanos, y que se centra en las actuaciones sobre una conducta que puede ser cambiada a través de estímulos positivos o negativos. 

Sí, se está siendo deliberadamente simplista... pero es que se está hablando de una terapia que iguala a perros y humanos: imposible, de momento, profundizar más... Ilustración.

Cámbiese al canino por un homosapiens y se obtendrá la magia del conductismo

A ver ahora... La teoría básica del Coaching puede retratarse en dos frases: la primera es la que define al ser humano como un sujeto que es el dueño y el creador de su propio destino. Bonito, ¿verdad? ¡Qué lastima que a los que se mueren de hambre en África no les haya dado tiempo a empaparse, antes de morir y de coger las riendas de su vida, de estas sabias enseñanzas que sintetizan en pocas palabras la filosofía del Coaching.

La otra frase, también rebosante de sabiduría, es esta: "Cuando eres feliz, estás relajado, te lo pasas bien y haces lo que te gusta, atraes el éxito de un modo natural". Atraer el éxito de un modo natural, retengamos esta frase en la memoria... y sus tres palabras clave: felicidad, éxito y natural. Nos van a hacer falta porque entramos en el territorio natural del Coaching, que no es otro que el mundo empresarial. El Coaching triunfa en la empresa y de ahí, como muchas otras cosas, explota en todas las direcciones. ¡Qué difícil está siendo este comienzo!: ilustración.

Obreros de la empresa manos a la obra: que no decaiga el encaje de las piezas del sistema (el coach es el que dirige con su mano)

Desde la empresa, es decir, desde las aspiraciones empresariales de beneficios económicos y desde sus tácticas y estrategias para superar obstáculos que conduzcan al éxito, el Coaching se ha extendido a otros ámbitos, entre los que destacan el mundo individual y, también, el familiar. Ambos conceptos, el individual y el familiar tienen un contenedor natural: la televisión, esa máquina expendedora de imágenes y modelos, y de imágenes-modelo.

El Coaching coge su nombre de coach (entrenador) y que en este caso es lo mismo que tutor o guía espiritual. El ejercicio del Coaching precisa de un coach que, sin decirte en ningún momento lo que tienes que hacer, te reubica en tu vida para que tú mismo actúes sobre ella para alcanzar el éxito de forma natural; la conjunción mágica del éxito y de la naturalidad, claro que sí.

También, el coaching puede enmarcarse en esa otra categoría postmoderna del self-service llamada autoayuda (vale lo mismo decir Psicología del Bricolaje). Uno necesita un armario y le paga a una persona para que le proporcione el modo de instalarlo sin ayuda de nadie. Es decir, uno acude al delineante que le proporciona las instrucciones de uso, prescindiendo del carpintero, siempre tendente al molesto intervencionismo. La multinacional Ikea hace tiempo que lleva a la práctica la técnica del Coaching aplicada al bricolaje doméstico. Ilustración.

 Un ejemplo de coaching o de self-service tutorizado

A ver como se gira esto hacia la televisión... Si se introducen todas estas premisas, promesas y demás variables en un coctel formateador de contenidos televisivos, se obtiene el formato que se llama, también, Coaching. Programas como "Supernanny" (actuación sobre problemas de conducta infantil), "Es fácil" (actuación sobre problemas de tabaquismo), "Soy lo que como" (actuación sobre problemas de obesidad), "¡Qué desperdicio!" (actuación sobre problemas de ecología), "Sin miedo" (actuación sobre problemas de fobias), "Ajuste de cuentas" (actuación sobre problemas económicos)..., entre otros muchos, han sido y son ejemplos de este formato televisivo que cada vez tiene más presencia en las parrillas de televisión.

A pesar de la aparente dispersión temática de este tipo de programas, todos ellos están enganchados por una misma cadena-denominador común: la promesa continua de que se puede mejorar y de que todo es susceptible de ser cambiado a mejor. De esta manera, todos los programas de Coaching asumen una misma estructura narrativa: algo está desequilibrando el devenir cotidiano de unas personas y hay que actuar con urgencia para restablecer un orden, que, efectivamente, es la felicidad naturalmente obtenida.

La ezquizofrenia capitalista (pasada de rosca hasta el delirio) se embriaga aquí de tal manera que, al tiempo que es foco de todas las "enfermedades del exceso" (la obesidad, el despilfarro, etcétera) nos proporciona los medios (condustistas) para combatirlas, a través de eternas promesas de cambio que, por pura supervivencia del sistema, jamás llegan a su fin. Es como si el sistema fuera un supermercado del bricolaje que te vende unas maderas encarcomidas para que levantes una casa y que te vende al mismo tiempo un tratamiento eterno anti-carcoma, en cuyas advertencias puede leerse algo parecido a que "si usted no hace lo que tiene que hacer... asume el riesgo de que la casa se le caiga encima". Y claro, lo compramos. Falsas necesidades, dijeron los críticos de la Escuela de Frankfur.
 
Un cuento. Ocurre que el sistema-hormiga-reina no tolera el presente y por eso proyecta continuamente una promesa de futuro a sus obreros. El futuro nunca llega y la vida consumista termina siendo un interminable y estéril camino donde nada se consuma mientras todo se está consumiendo. Y en todo lo que se compra prevalece un valor (simbólico) que va más allá de la funcionalidad misma del objeto, y ese valor se convalida cien por cien con la promesa infinita de estar cada vez mejor gracias a las compras que satisfacen todas y cada una de las (falsas para los ingratos críticos) necesidades... Ilustración.

Sesión de "Coaching", en círculo (la sustancia blanca es una promesa)

Si nos centramos en las estrategias comunes de puesta en escena de los programas-coaching y que remiten de manera directa a los condicionantes conductistas encontramos, principalmente, tres:


1. La inyección de miedo por la ficción

La técnica del Morphing, aplicada a estos programas, tiene que ver con la ficcionalización-proyección negativizadora, o bien de una persona (morphing corporal, por ejemplo en "Soy lo que como", donde se ficcionaliza el proceso de envejecimiento de una persona a partir de la imagen actual, y que en el caso de la persona obesa protagonista, tiene como resultado un muy mal aspecto) o bien de una geografía (morphing geográfico, por ejemplo en "¡Qué desperdicio!", donde se ficcionaliza el proceso de degradación de un territorio por culpa de la escasa conciencia ecológica de la familia protagonista).



2. La cámara "oculta" como medida coercitiva disuasoria

Estas herramientas de ficción, recurrentes en gran parte de los programas de Coaching, además, dentro del relato asumen una función capital: el estímulo negativo conductista necesario para el cambio de conducta de los personajes protagonistas.

Un ejemplo de esto es el uso de cámaras "ocultas" (se entrecomilla porque funcionan como ocultas al servicio del espectador y de la historia que se cuenta, pero los actores son conscientes de que allí hay cámaras) puestas en escena como medidas coercitivas disuasorias, o como trampas, o como cepos que saltan al mínimo despiste.

En "Ajuste de cuentas", la cámara se ubica dentro de una caja fuerte donde el coach ha obligado a una familia a meter las tarjetas de crédito. Por su parte, en "Soy lo que como", la cámara vigilante se sitúa dentro del frigorífico, a la espera de que el protagonista sea cazado en un renuncio.

En el uso de este tipo de cámaras es donde mejor se percibe como el conductismo y el coaching conjugan un mismo verbo donde dos objetos, un perro por un lado, y un humano por otro, son ubicados en la misma categoría conductual.


3. La espectacularización del derroche

Quizás más agarrada a la necesidad de hacer espectacular una aventura con tendencia a aburrir (aunque también opera como estímulo conductista), estos programas también recurren a la exageración visual.

En "Soy lo que como", por ejemplo, la exageración espectacular consiste en hacer ver al protagonista todo el azúcar que consume en un mes, volcando todo su contenido sobre un recipiente que termina desbordándose. En uno de los programas de "¡Qué desperdicio!", la organización decidió llenar el salón de la casa de la familia protagonista con los casi mil pañales que consumían en seis meses. Y en un "Ajuste de cuentas" se llegó a tirar por la ventana todo el dinero que una familia había derrochado en un mes.

Estas acciones, presentadas a los protagonistas como "datos documentales" en realidad son recursos de ficción, sobre todo por el ejercicio brutal de descontextualización que realizan sobre la realidad, omitiendo el factor tiempo. Y de nuevo, la doble función del mecanismo: entretenimiento (basado en la ficción) para el espectador; estímulo negativo conductista sobre el objeto cuya conducta hay que cambiar.

El doctor energúmeno Estivill o el conductismo salvaje contra los niños

Al contrario que "Callejeros", en donde las historias que nos cuentan están protagonizadas por terceros (o bien las clases muy bajas o bien las clases muy altas; en ningún caso, contenido coincidente con el público masivo de la televisión), en los programas de Coaching los protagonistas son sujetos o familias pertenecientes a la gran clase media. Es decir, que los que sufren dentro de la televisión somos nosotros, los que vemos la televisión. Sus historias son similares a las nuestras; sus problemas, sus angustias, sus sueños; incluso sus salones, sus casas, sus vestidos, se parecen a los nuestras. Ellos somos nosotros: el grado de identificación personaje-espectador es directo.

Estos personajes en apuros, que somos nosotros, se presentan ante nosotros como un modelo vital en riesgo. Ellos, nosotros, debemos cambiar nuestra conducta. De esta manera el conductismo, salta de la televisión hasta nuestros salones y se posa sobre nosotros. Cada uno de estos programas de Coaching se convierte, para la audiencia clase m(i)edi(st)a, en un metaestímulo conductista. Descubrimos entonces que se nos trata como perros, pero nos aliviamos cuando descubrimos que los protagonistas no son esos "pobres" que vemos como putean en la televisión, sino nosotros mismos. Nos aliviamos cuando descubrimos que la televisión quiere "curarnos". Ilustración.

Todos tranquilos: Dios es conductista

Por último, de este tipo de programas resulta interesante comprobar el silencio que hay detrás (al final) de cada historia. Pongamos el ejemplo de "Supernany", donde la coach llega a un hogar donde los niños presentan problemas de conducta, y que abandona una vez, más que menos, se han solucionado dichos problemas...

¿Qué ocurre después? ¿Qué ocurre cuando en la casa no está la coach acompañada por dos cámaras y dos sonidistas? ¿Es el espectador consciente de todo lo que hay metido en una casa (recursos técnicos y humanos) para que esa historia sea contada? ¿Es consciente el espectador hasta qué punto el observador (y aquí hay cinco) modifica el hecho que está observando y grabando?

Pero en fin... ¿qué importa todo esto cuando se nos está tratando como perros?

sábado, 10 de julio de 2010

Chapuza morada sobre fondo blanco

La periodista de Antena 3 Mónica Carrillo interpreta a una actriz que hace el papel de una periodista. Ha terminado su trabajo diario, seguramente un informativo. Está vestida de un blanco inmaculado que irradia luz brillante. Un actor que hace el papel ayudante le está quitando el micrófono. Su nombre real, Mónica Carrillo aparece debajo a la izquierda, en un rótulo hecho con unas letras blancas que se someten a un contraste preciso sobre un fondo morado. También en letras blancas sobre fondos morados, varios rótulos informan sobre las diferentes noticias que se están transmitiendo es diferentes pantallas que están ubicadas en la parte de atrás del plató, justo detrás de la periodista que hace de periodista.

Mientras se levanta, la personaje Mónica Carrillo habla por vez primera y dice: "como periodista busco la verdad". El movimiento de la periodista, al tiempo que la intención del cámara, han logrado un plano medio. Y así termina el PLANO 1 del anuncio.

De repente, una sala de reuniones, un lugar vacío. Nos encontramos en el PLANO 2 del anuncio. Todo es aséptico. Todo está limpio. Todo es blanco, excepto tres carpetas que hay depositadas encima de la mesa y una pantalla (con predominio del negro) ubicada en la pared frontal que proyecta imágenes de lo que parece ser un bote blanco que entra en contraste ingravitorio sobre un fondo morado. La actriz Mónica Carrillo haciendo el papel de periodista entra en la imagen por la derecha (según miramos nosotros) y se acerca hasta la pantalla central. Se gira lo justo para decirnos lo siquiente: "Fui a L´Oréal a conocer su última innovación...". 

(De momento dos planos, dos frases: correlación directa que no se va a romper en ningún momento). 

El PLANO 3 logra componer un juego de contrastes entre blancos y negros sazonados por el morado morado (que, también, es el color que va a estar en cada uno de los planos). La imagen se parte en dos mitades. En la derecha, la actriz sobre fondo blanco, que termina la frase anterior "... Código Juventud"; en la izquierda, el fondo negro de la pantalla, donde chispean, radiantes, brillantes motas moradas que surgen alrededor de las palabras (blancas) que pueden leerse. Arriba, la empresa, L´Oréal. Más abajo, en posición centrada, subrayada, la frase-eslogan, nacido de la ciencia de los genes. Y debajo, en mayúsculas sobre fondo morado, la palabra NUEVO, que introduce, en mayúsculas mayores el atributo principal del producto: CÓDIGO JUVENTUD.

Aquí el montaje retoma el plano 2, cuando la imagen se desplaza desde la actriz que hace de periodista hacia la pantalla que tiene a su derecha. Ahora solamente el producto protagoniza la imagen, por primera vez, y lo hace ya en todo su esplendor. Un bote blanco, en cuyo recipiente leemos L´Oréal arriba y Código Juventud abajo, gira de forma autónoma sobre un fondo morado. El producto no está sometido a las leyes de la gravedad: es una sustancia blanca que flota mágicamente sobre el magma morado. El tapón negro, sin embargo, cae de forma precisa, mecánica, y plana, hasta cerrar el producto en un ensamblaje no menos mágico. Este plano (PLANO 4) dura lo que tarda la actriz en hacer su comentario (en off): "Diez años de investigación sobre los genes concentrados en esta crema antiarrugas".

El PLANO 5 rompe (aunque sea fugazmente, por su extrema brevedad) la historia. Es un plano general muy picado, de una zona de trabajo, y donde una mujer rubia vestida de negro le pasa unos papeles, en pleno tránsito de un lugar a otro, a la actriz Mónica Carrillo, que, como sabemos, es morena y viste de blanco. De nuevo, los contrastes. En la zona de trabajo predominan los colores blancos y claros, si exceptuamos la impetuosidad de una enorme columna de color morado, que está a juego con algunos objetos que se dejan ver en el entorno, igualmente morados. Algunos figurantes hacen el papel de trabajadores en sus puestos o de trabajadores en tránsito.

La actriz que hace de periodista se acerca un paso hasta la cámara para decirnos: "Nunca había llegado tan lejos". Es el PLANO 6, también brevísimo, como si fuera también una transición. Apenas da tiempo a ver que la actriz tiene detrás la impetuosa columna morada que hemos visto en el plano anterior.

Después de estos dos últimos planos que casi ejercen función de transición, la historia vuelve a la pantalla donde el producto tiene vida propia. Este PLANO 7 es la continuación natural (espacio-temporal) de los planos 2 y 4 (esta vez el movimiento es inverso: desde la pantalla la cámara retrocede hasta encuadrar a la actriz Mónica Carrillo). Las imágenes de la pantalla son unas imágenes creadas por ordenador donde se ilustra gráficamente una extraña red morada que se mueve al tiempo que leemos "Tecnología pro-gen". ¿Que qué es la tecnología pro-gen? La actriz nos resuelve la duda: "La tecnología Pro-Gen despierta los genes de juventud".

Ahora (PLANO 8) la actriz Mónica Carrillo está sentada delante de un ordenador cuyas imágenes tienen continuidad con las imágenes de la pantalla anterior. Al lado del ordenador hay dos botes del producto, y dos objetos, apilados uno encima de otro, morados. Entre la actriz y el ordenador, otra vez la enorme columna morada. Ella se gira, junta sus manos en un empeño claro de convencimiento y dice (refiriéndose a los genes): "Vuelven a trabajar como en una piel joven".

El producto se muestra a continuación fuera de la imagen de la pantalla. Ha dado el salto desde estar siendo visto en una pantalla dentro de otra pantalla (nuestra televisión) hasta estar siendo visto en nuestra televisión. Es decir, que el producto ahora es real, porque ha salido de una representación interior del relato. Y está bañado en una inmensidad morada, y brilla. Su tapa se apoya, elegante y pasiva, sobre el recipiente. Estamos en el PLANO 9: volvemos a leer mensajes ya leídos (la empresa, el eslogan y el atributo), al tiempo que una mano desciende, rebosante de armonía, y coge con la punta del dedo índice una pizca de crema.

El PLANO 10 recupera un plano medio de la actriz, que mientras se acaricia la mejilla, nos dice: "En una hora la piel se alisa". 

Esta frase continua en el plano siguiente (PLANO 11), en el que la actriz que hace de periodista concluye: "Y en un mes, reducción drástica y visible de las arrugas". Ella nos mira. Le da la espalda al ordenador (que hemos visto por primera vez en el plano 8), en cuya pantalla el producto sigue sin gravedad sobre un fondo morado y en donde puede leerse, además de CÓDIGO JUVENTUD y el nombre de la empresa, L´Oréal, la información 71%* arrugas reducidas. Abajo a la derecha, insertado en postproducción, con letras blancas sobre fondo blanco, se nos informa de qué significa el asterisco: Autoevaluación 52 mujeres. Por lo visto, aquí no interesa el juego de contrastes de color: letras blancas sobre fondo blanco.

Acto seguido (PLANO 12), nuestra actriz en el anuncio y periodista en nuestra televisión, Mónica Carrillo, en un plano medio, flanqueada por una columna morada a la izquierda del encuadre y por otra mancha vertical morada difusa a la derecha nos dice, completamente convencida: "No creo en los milagros: creo en la ciencia".

Finalmente, la actriz concluye: "Por eso eligo Código juventud de L´Oréal París", mientras que la imagen retoma el plano 9, donde el producto es real, con empresa, eslogan y atributo. Es el PLANO 13, y último.

Además de la voz de Mónica Carrillo, que está tan cosmetizada (limpia, estándar, blanca) como su cuerpo para la ocasión, una música neutra (tan neutra que podría ser la banda sonora de una película porno) nos ha amenizado con sus notas a lo largo del medio minuto que dura el anuncio:


Vamos a empezar por el mensaje que la multinacional francesa L´Oréal (23.39 billones de dólares de facturación durante el pasado año) no ha querido someter a contraste, con el objeto, sin duda, de hacerlo pasar casi desapercibido, además de por ser letras blancas sobre fondos blancos, por su fugaz duración en pantalla (poco más de dos segundos).

Es de suponer que la inclusión de este tipo de mensajes debe ser obligatoria para este tipo de anuncios en el que se vende un producto amparándose en "evidencias científicas". Para la multinacional francesa, el sello de validez científica queda otorgado ante una evaluación que 52 mujeres se han hecho a sí mismas. Este mensaje es la información extra de un asterisco que en el plano apenas se ve, y que está ubicado, dentro de una pantalla de ordenador, al lado de un porcentaje (71%) de eficacia sobre las arrugas reducidas. Los tamaños, los nulos contrastes y la brevedad de exposición, convierten al mensaje en cualquier otra cosa que en un mensaje porque, dicho sencillamente, el receptor no puede asimilarlo.

Pero en fin, ahora que lo sabemos, porque nos hemos detenido lo justo para advertirlo, la "evidencia científica" made in L´Oréal cotiza a la baja: aproximadamente 37 mujeres (el 71%) de esas 52 que se autoevaluan ven sus arrugas reducidas. Con este dato (científico) sobre la mesa, la última sentencia que los creativos de L´Oréal le han dicho que diga a Mónica Carrillo ("No creo en los milagros, creo en la ciencia"), arrastra otras dos evidencias: la primera es la comprobación de cómo un discurso que nace con la pretensión de ser científico, en menos de medio minuto hace aguas y se convierte en un artefacto paracientífico promilagrero; y la segunda es que, efectivamente, cuando la ciencia es presentada así, con una evidencia científica tan vergonzosa y vergonzante, al consumidor no le queda otra que "creer", creer como acto de fe, igual que se cree en los milagros y otras cosas de carácter mágico.

Este anuncio de L´Oréal consigue que la coherencia de su discurso se vaya desintegrando conforme van transcurriendo los planos; y finalmente, lo que logra comunicar es justo lo contrario de lo que se propone como premisa inicial. ¡Ya tiene mérito hacer las cosas tan mal!

Si el principio es la mitad de todo, como diría Pitágoras, la primera frase es ya la mitad de la desintegración total: "Como periodista busco la verdad", le han dicho los creativos de L´Oréal que diga Mónica Carrillo mientras se levanta. ¡Cómo no enganchar esta boca a la cola de la pescadilla! Es ahora donde la mentira emerge elevada a su máxima porquería, una vez que hemos visto el final y lo podemos unir, sin mucho esfuerzo, a ese principio. Es ahora cuando sabemos en qué lugar coloca L´Oréal al periodismo, a la verdad y a la ciencia, en una nadería donde mandan el rumor, la mentira y la magia, o lo que es lo mismo, las falsas promesas.

A poco que se rasque el discurso de la multinacional L´Oréal en este anuncio, sea desde la disciplina que sea, pronto se descubre que está lleno de agujeros. Detrás de todo ese cuidado universo aséptico, limpio, blanco, cosmetizado de la forma, morado sobre blanco, no hay nada. Rilke decía que la belleza es el último velo que cubre el horror; aquí, la belleza es la única forma que esconde la mentira, que nos despista de ella al tiempo que nos la presenta como verdad. No, mayor perversión no puede darse.

Más o menos, lo que llega a afirmar este anuncio es que L´Oréal ha estado 10 años investigando en los "genes de juventud" para fabricar, a partir de lo que llaman tecnología Pro-gen, una crema que logra rejuvenecer la piel porque pone a trabajar a los genes "viejos" de la piel como si fueran "jóvenes". L´Oréal contruye este relato, que es ciencia-ficción pura y dura, y lo formatea de tal manera que parece documental, que en este caso si que llevaría asociada su par de credibilidad. Y lo logra (el formateo), además de por el discurso verbal en sí y de por los apoyos (ficcionales también) de programas de recreación virtual por ordenador, por la inclusión en el anuncio de la periodista de Antena 3 Mónica Carrillo.

Morfing de Mónica Carrillo en TVE


Morfing de Mónica Carrillo en Antena 3. Obsérvese cómo los estilistas, maquilladores y peluqueros de Antena 3 llegaron al Pro-Gen antes que TVE y que L´Oréal

Otra cosa es como las multinacionales, es decir, el Poder, han contribuído en hacer dominante en las conciencias humanas el predominio de lo genético sobre cualquier otro asunto y sobre cualquier otra explicación. Con la ficción del ADN y su desciframiento paulatino (el discurso, atención, es tecnológico-informático; también L´Oréal ha logrado descifrar el código de juventud...), de un tiempo a esta parte han cogido ventaja las tesis genetistas que explican cualquier complejidad humana amparándose en la sencilla teoría genética que lo resume casi todo en un "casi todo es genético y lo que no es genético, será epigenético". 

El determinismo de la ciencia genética es ultraconservadora, en tanto que amordaza al individuo en la quietud de un destino ya escrito y que solamente busca ser descifrado. Le niega toda acción transformadora, igual que hace el budismo, por ejemplo. Y además va con la verdad por delante, como cualquier otra religión. Y ahí es donde nos ha colocado el Poder a través de sus distintas plataformas de acción, entre las que destaca la Ciencia. Pero ese es otro tema...

En este anuncio de L´Oréal, el Poder (una multinacional) hace uso del discurso propio de última hora (el genetista) para vender una promesa incumplible: la eterna juventud. El resultado, una chapuza...

¡Esta la cosa como para no creer en milagros, o ya puestos, en la ciencia!

viernes, 9 de julio de 2010

¿En qué clase de animal nacionalista te estás convirtiendo?

EL EJERCICIO

Lea estas palabras y observe estas imágenes con toda su atención.


He aquí una manifestación de júbilo español en el centro de Barcelona.



He aquí una manifestación de júbilo español en el centro de Bilbao.



He aquí una manifestación nacionalista de júbilo exacerbado catalán en el centro de Barcelona.



He aquí una manifestación terrorista de júbilo radical vasco en el centro de Bilbao.




EL TEST

Responda a la pregunta: ¿De quién son las negritas del texto? (Solamente uno de los supuestos corresponde a la verdad).


a) Los magistrados del Tribunal Constitucional durante una salida de camping en pleno fallo de la Sentencia del Estatut.

b) Pérez Rubalcaba y Mayor Oreja durante la borrachera que se pillaron poco después de consensuar la Ley de Partidos.

c) Contertulio de Intereconomía TV justo después de llamarle zorra a una consejera catalana y justo antes de llamarle sodomita a un homosexual.

d) Cualquiera de las tres anteriores puede ser cierta.

e) La D siempre y cuando los magistrados no se quitaran las togas en su excursión dominguera.

f) La D siempre y cuando se cambiase a Pérez Rubalcaba por Rodríguez Zapatero y a Mayor Oreja por José María Aznar, porque los líderes fueron los que más félizmente se desmelenaron después de la firma de la Ley de Partidos.

g) La D siempre y cuando el contertulio de Intereconomía TV se hubiera pasado con el vino en el programa patrocinado por la denominación de origen Ribera del Duero.

h) La D más Inestrillas, Petón y demás fascistas y ultras no ilegalizados por sus ideas políticas.

i) La H siempre y cuando Inestrillas y Petón estuvieran borrachos como cubas tras una masturbación colectiva escuchando los discursos de José Antonio Primo de Rivera.

j) La I si además suena el "Cara al Sol".

k) Ninguna de las propuestas hasta ahora manifestadas es cierta. Las negritas son del autor del blog.

l) Todo aquel que al mismo tiempo que se considera español niega ser nacionalista.

m) Todo aquel que al mismo tiempo que se considera anti-español niega ser anti-nacionalista.

n) La L solamente si el que se considera español además escucha a Julio Iglesias.

o) La M solamente si el que se considera anti-español se peina como Iñaki Anasagasti.

p) L y M pueden ser ciertas las dos si el que se peina como Iñaki Anasagasti escucha y disfruta con el himno en euskera de la Real Sociedad cantada por David Bisbal.

q) Ninguna es cierta. Las negritas han salido automáticamente.

r) Todas, excepto K y Q, son ciertas, añadiendo en la I que José María Aznar y Rouco Varela también andaban por allí.