miércoles, 31 de agosto de 2011

Inmersión abisal 6 / Para entonces habrás muerto, Tannhäuser (2009)

sábado, 27 de agosto de 2011

¿Por qué justo ahora el PNV ondea la bandera de la autodeterminación en Madrid?

Parecía un chiste o una inocentada pero no, el PNV iba en serio: quiere incluir el derecho a la autodeterminación del País Vasco en la Constitución española. El intento sería en forma de enmienda en el debate parlamentario del que saldrá la reforma constitucional que han pactado el PSOE y el PP para incluir el techo de gasto. La perla la soltó Josu Erkoreka, portavoz del Grupo Vasco en Madrid, y la suscribió Iñigo Urkullu, presidente del PNV [léase en el blog de Urkullu La reforma constitucional es posible].

¿Un simple globo sonda? No, porque los globos sonda se caracterizan por ser propuestas más o menos viables [esta no lo es, de momento] que los partidos lanzan a la opinión pública para pulsar como respiran, como se encajan, y qué reacciones suscitan... Y si no es un globo sonda, ¿qué es? Pues sobre todo una tomadura de pelo, o lo que es lo mismo, una forma de reírse en la cara de todos los ciudadanos vascos que se toman muy en serio el derecho de autodeterminación y que lo viven como una de sus prioridades políticas.

El PNV sabe que es imposible colar en la Constitución el derecho a decidir [porque ni PSOE ni PP van a admitirlo] y mucho más, en su reforma creada "ad hoc" para el techo de gasto. Entonces, ¿a qué juega el PNV?  La cosa es que esta maniobra, a pesar de parecer un chiste o una inocentada, se convierte en una broma pesada y muy perversa, en tanto que eso que ahora quieren insertar en la Constitución [el derecho de autodeterminación del pueblo vasco], es, precisamente, el nudo gordiano del conflicto político vasco-español [de alrededor de 200 años de antigüedad] que ha desembocado en un conflicto armado [que se ha alargado durante los últimos 50 años] que ha ocasionado más de 800 muertos y otros tantos presos de ETA dispersados por la cárceles españolas. Y ahora, el PNV, como por arte de magia, dice que es posible meterle a la Constitución española el gol de la autodeterminación vasca. Vamos, que Urkullu y los suyos dicen que pueden terminar, ellos solitos y así de fácil, con el conflicto vasco, de un plumazo... ¿Por qué el PNV toma por gilipollas a los ciudadanos vascos?

La única justificación que podría tener esta propuesta delirante es que sea parte de una estrategia pre-electoral, lo cual no la eximiría de la tomadura de pelo que en realidad es pero que, al menos, la haría susceptible de ser más compresible. Porque una cosa es cierta, el PNV no da una sola puntada sin minucioso cálculo electoral previo.

Aquí entra la variable Bildu y todo lo que ha venido ocurriendo en Euskal Herria en los últimos meses. La agrupación electoral formada por Eusko Alkartasuna, Alternatiba y los independientes abertzales de izquierdas consiguió unos resultados en las elecciones municipales y forales de mayo que la pusieron, en tanto que fuerza electoral, a una altura equiparable al PNV. Dicho de otra forma, la irrupción de Bildu hace tambalear la histórica hegemonía nacionalista del PNV.

Para las próximas elecciones generales del 20-N Bildu podría presentarse con la inclusión de Sortu [si antes el Tribunal Constitucional falla sentencia favorable a su legalización] y de Aralar [partido con el que Bildu está en negociaciones], además de los ya incluidos EA y Alternatiba, lo cual apunta a resultados mejores con respecto a las municipales y forales de mayo. En su afán por sumar fuerzas, Bildu [trad: reunir, juntar] le propuso al PNV acudir juntos a las generales para ejercer mayor fuerza y presión en los asuntos relacionados con el derecho de los vascos a decidir libre y democráticamente su futuro. El PNV reaccionó con pataleta y la respuesta fue que no, pero que si hacía falta se llegarían entre ambos a acuerdos puntuales en lo relacionado con las exigencias autodeterministas; y poco más... excepto esto, que el portavoz peneuvista en Madrid, Josu Erkoreka, se despachó agusto en una entrevista, en la que decía desconfiar de una agrupación [Bildu] que ni ella misma sabía lo que era, por incluir sensibilidades políticas tan dispares como "los opusdeístas de EA y los maoístas independientes". Esto es mi-e-do.

Es en este contexto, y aprovechándose de que se va a reformar la Constitución, en el que el PNV se saca de la txapela la bandera autodeterminista y la ondea, con pose provocadora, en Madrid, unos meses antes de que lo haga Bildu. De esta manera se retrata ante la sociedad vasca como los primeros [antes que Bildu] en reclamar la autodeterminación en el Parlamento español [se obvia la etapa de la transición en la que HB la reclamó]. Está claro: el principal enemigo del PNV en las elecciones del 20-N no son ni el PP ni el PSOE, es Bildu.

En conclusión, que es evidente que el PNV ha sacado ya la artillería pesada para que se pasee a través de sus discursos. Teme que Bildu le adelante por la izquierda y le arrebate el protagonismo "vasquista" que ha tenido en el Parlamento de Vitoria-Gasteiz y, sobre todo, en el de Madrid. Solamente el miedo electoral puede sostener este "giro" autodeterminista, o esta broma de incluir el derecho a decidir en la reforma constitucional que va a incluir el techo de gasto. 

Su táctica, entonces, respondería a la necesidad de querer participar de tú a tú en el campeonato de culturismo abertzale que tendrá lugar el 20-N, pero con la vista puesta ante todo en las autonómicas vascas de dentro de 2 años. En vista de que su máximo contrincante ha demostrado tener unos músculos de aupa, el PNV se ha visto obligado a atajar por el camino de los anabolizantes. O, haciendo uso de otro símil estupefaciente, se podría afirmar que el PNV, con 116 años de historia, partido viejo donde los haya, no ha tenido por menos que ingerir viagra abertzale para ponerse a la altura sexual de ese joven macho llamado Bildu que, en vista de los últimos resultados electorales, ha venido a cortejar a las hembras votantes, quizás insatisfechas con el viejo macho de la manada.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Inmersión abisal 5 / Bu San, Arbol&Fibla (2009)

sábado, 20 de agosto de 2011

¿Qué debe ocurrir para que España supere la Transición?

1. Que Manuel Fraga y Santiago Carrillo se mueran lo antes posible. Paciencia: valdría también una muerte por causas naturales.

2. Que Adolfo Suárez, antes de morir, recupere la memoria..., preferiblemente la memoria histórica. 

3. Que el rey firme una retro-abdicación en favor de su difunto padre Juan de Borbón, para que los derechos sucesorios de la Corona entren en una paradoja espacio-temporal y no quede más remedio que instaurar una República perpetua.

4. Que Felipe González y José María Aznar, en una rueda de prensa conjunta, reconozcan que nunca debieron ser presidentes del gobierno, porque lo suyo era el servicio interesado al sector privado multinacional.

5. Que José Luis Rodríguez Zapatero se vaya a comprar tabaco y no vuelva. Y si es preciso mantener a Paco Lobatón en una celda de aislamiento, procédase.

6. Que Mariano Rajoy, Alfredo Pérez Rubalcaba y Rosa Díez pacten la fundación de un nuevo partido que incluya el ideario común del PP, del PSOE y de UPyD. Sugerencias: el PPT, el Partido de la PostTransición; y Toni Cantó, nuevo presidente del Gobierno.

7. Que los que quedan vivos de Los Secretos y los que quedan vivos de Nacha Pop no saquen más discos recopilatorios.

8. Que evacúen de vivos y cadáveres enterrados el Valle de los Caídos, que acordonen la zona 5 kilómetros a la redonda y que lo vuelen con todo el arsenal que ETA tenga repartido en todos sus zulos.

9. Que el gobierno de turno declare la voladura del Valle de los Caídos como un evento de Interés General, para que los patrocinadores tengan sus beneficios fiscales y TVE pueda emitirlo en prime time.

10. Que el resultado de la explosión se declare MVE (Monumento Vanguardista Español) y que lo inaugure Baltasar Garzón. El documental en blanco y negro correría a cargo de Isabel Coixet con los comentarios de Victoria Prego.

[Punto póstumo: También hubiera sido una buena contribución a la superación de la Transición que Leopoldo Calvo Sotelo, antes de morir, hubiera recuperado el sentido..., preferiblemente el sentido del humor.]

lunes, 15 de agosto de 2011

Inmersión abisal 4 / Truth becomes death, Nadja (2005)

miércoles, 10 de agosto de 2011

Guarida de fieras furiosas por su secuestro (Manuel Delgado)

 
NOTA: Lo que sigue es el texto íntegro de la última entrada que el antropólogo Manuel Delgado ha publicado en su blog El cor de les aparences, titulada "Guarida de fieras furiosas por su secuestro: la revuelta social en Inglaterra y la Nueva Inocencia".
 
En mi tesis doctoral sobre la iconoclastia en la España contemporánea planteaba que la principal dificultad para llevar a cabo mi trabajo había sido la hegemonía absoluta de interpretaciones en clave espasmódica e irracional de las acciones de violencia colectiva, considerándolos estallidos psicótcos del populacho. Esas lecturas son las que los medios de comunicación y los “especialistas” a los que invitan a pronunciarse están empleando en exclusiva para “diagnosticar” las razones de las revueltas sociales de ahora mismo en Inglaterra. He pensado que algún párrafo de la introducción de Luces iconoclastas (Ariel), uno de los libros en que se concretó aquella tesis doctoral, podría ser pertinente aquí.

Lo que de veras produce ansiedad a la hora de explicar las acciones más radicales de masas desde las ciencias sociales o la historia no es su aspecto irracional, sino su inorganicidad. Las masas anticlericales no tienen corazón, en el doble sentido de epicentro orgánico y lugar de la lástima. Tampoco tienen cerebro, en el sentido de núcleo neurálgico o de capacidad para el sentido común. De ahí que se repita por los historiadores más serios que no siempre es posible analizar los disturbios anticlericales por medio de la simplificadora clave de una conspiración interesada, una manipulación hipnótica por parte de líderes carismáticos o la actuación de una minoría de agitadores teledirigidos. Si se me permite el juego de palabras, diríamos que la muchedumbre puede tener «cabecillas», pero no cabeza, no sólo en el sentido de que «la haya perdido» –como suele decirse de las masas enfervorizadas por cualquier causa–, sino también en el de que es políticamente acéfala y exacerba la mecánica básica de la autogestión social. Asusta a todo Estado, puesto que no tiene estado. A las multitudes las guía un impulso al mismo tiempo lúcido y ciego. El problema historiográfico, sociológico y antropológico que plantea la violencia iconoclasta de las masas urbanas en España, su condición de enigma incómodo y desasosegante, es un episodio más de esa otra desazón todavía mayor que le provoca a esas disciplinas –que lo son de lo cristalizado, de lo teleológico, de lo social sensato–, lo que es inorgánico, lo indefinido y ambiguo, pero extraordinariamente expeditivo. No hay lugar en esos saberes todavía para lo inopinado, lo que no está claramente estructurado, a pesar de lo cual –o precisamente por ello– demuestra unas cualidades estructurantes infinitas. Lo incalculable de las sociedades. Lo social salvaje.

Por el contraste que presentan entre la extrema simplicidad de su ideología y la no menos extraordinaria complejidad de su funcionamiento, las masas han asustado epistemológica y metodológicamente, pero sobre todo han asustado políticamente. Son las muchedumbres lo que acaba de desbaratar la ilusión de armonía y equilibrio que todo orden político sostiene en relación con la sociedad que administra y cree dominar. Las multitudes son la materia prima de lo social moderno, al tiempo que su componente diabólico larvado. Los razonamientos de la muchedumbre, sus resoluciones y sus iniciativas no se pueden reducir a una suma de lo que sienten o piensan cada uno de sus componentes individuales. Las multitudes encarnan, mucho mejor que cualquier otra instancia social, lo inmanejable, lo inquietante, lo monstruoso de las sociedades modernas, o acaso de cualquier otra forma de convivencia humana. Desde esa óptica se entiende que el protagonista de «El hombre de la multitud» –el célebre cuento de Edgar Allan Poe– sea un individuo fantasmagórico que va de un lado para otro sin descanso, cargándose de la energía que le prestan las muchedumbres londinenses con las que busca desesperadamente mezclarse. En ese personaje Poe adivinaba «el arquetipo y el genio del profundo crimen», poseedor de un secreto horrible que no se podía expresar, un misterio que no permitía ser revelado. En su rostro se hallaba inscrito todo aquello que por misericordia divina er läst sich nicht lesen, «no se deja leer». 

Recuérdese que era el ejemplo de las muchedumbres lo que le permitía a Durkheim pasar de la naturaleza social del psiquismo a la naturaleza en ultima instancia psíquica de lo social. Es por ello que la acción de las masas vendría a ser algo así como la escritura automática de la sociedad. De ahí esa amoral independencia práctica y cognitiva de las masas, lo sorprendente e imprevisto de sus acciones, y sobre todo su falta de «valores», puesto esa consciencia colectiva excitada raras veces puede experimentar sensaciones tan intrínsecamente privadas como son la piedad o la ética. De ahí el fastidio de quienes se empeñan en reconocer en las multitudes en acción la imagen del inexistente «pueblo», que se indignan cuando esos conglomerados humanos pasan de la fantasía a la mediocridad, del heroísmo a la estampida, de la épica al pánico, de la desobediencia al servilismo. Las masas, en efecto, pueden ir de los furores más inconcebibles a ejecutar las más disciplinadas coreografías, y hacer todo ello en función de criterios que tienen que ver con un automatismo social que el observador individual –ni siquiera en tanto que investigador social– está en condiciones de reconocer en primera instancia. Ajenas a todo «principio superior» que les aleje de los objetivos de su acción, el único estado de ánimo que conocen las muchedumbres históricas en agitación es el entusiasmo, la urgencia. Sólo le interesa lo inmediato. Es comprensible: la muchedumbre activada no existía antes de existir, y desaparecerá luego de su propia epifanía. Vive sólo para el momento en que se reúne. Siempre va con prisas, lo que quiere lo quiere ahora, y lo quiere ahora porqué está convencida de que su poderío no tiene límites. Las masas, como escribía Simmel, «tienen poca cosa qué perder, mientras que creen que pueden ganarlo todo».

En esa bajada a los infiernos en que hierve lo social el espacio tendrá un papel importante. De una preocupación por el territorio que lo ve como el asentamiento lógico de las identidades o como escenario de la buena relación entre actores y sistemas sociales, se pasará a percibir toda territorialización en clave de la violencia que lo fundara en un momento dado y que, larvadamente, no deja en ningún momento de reinstaurarla en sus límites, liberándola por la fuerza de las presencias percibidas como impuras, salvándola de las acechanzas malignas que se habían localizado en su seno.

El espacio social queda delatado ahora como escenario para una crispación multiforme, una sociabilidad inhumana y sucia, que dirige su atención liquidadora hacia lo considerado al mismo tiempo sagrado e inaceptable, lo que ha sido señalado como a suprimir de cuajo. 

Las luces iconoclastas nos han permitido leer lo que está escrito entre líneas en la ciudad y adivinar ese transfondo opaco, la dimensión agonística de la vida colectiva, una desavenencia endémica, un ajuste de cuentas largamente aplazado entre segmentos que viven juntos odiándose a muerte, que mantienen entre sí un disenso constante e irrevocable que, lejos de llevarles a la ruptura, les arrastran a una convivencia obsesiva, hecha de una rueda interminable de agravios y amenazas, cuya culminación –una y otra vez aplazada– sólo puede ser el incendio y la carnicería. En el centro de ese espacio está, permanentemente activado y disponible, lo innombrable, lo que no se puede pensar ni representar, aquel «principio de crueldad» que evoca Clément Rosset, advirtiéndonos cómo no en vano del latín cruor deriva crudelis, «cruel», pero también crudus, «crudo», lo no cocinado, lo sangrante, lo asqueroso. 

¿Será posible alguna vez una ciencia que dé cuenta de ese lado intransparente de las mecánicas sociales, una sociología, una antropología, una historia que se hagan cargo de ese esquema velado que ordena lo social a base de desorganizarlo constantemente, ese desbarajuste que no niega, ante al contrario, que funda y alimenta la vida social? ¿Podrá ser que las disciplinas que se proclaman competentes para hablar de la sociedad osen algún día adentrarse en el espejo que les brindan a las comunidades humanas los hechos más espantosos que ocurren en su seno? Contemplando las grandes ceremonias anticlericales, su espantoso esplendor, su eficacia, lo al tiempo bestial y escrupuloso de su ejecución, puede uno entender a qué se refería Robert Veneigem cuando, en su Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones (Anagrama), hablaba del intermundo y de la nueva inocencia, esa franja de subjetividad turbia, roída por el mal del poder, descampado que contiene la crueldad esencial y primera, un super-espacio-tiempo en el que se prodigan las llamaradas, el sadismo, las obsesiones, «una guarida de fieras, furiosas por su secuestro».

Inmersión abisal 3 / Draumalandið, Valgeir Sigurðsson (2010)

lunes, 8 de agosto de 2011

Así follamos los judeocristianos

Un párrafo del libro "Nuevo desorden amoroso" (Pascal Bruckner y Alain Finkielkraut, 1997) dice lo siguiente:

"Desde Freud (un poco), desde Reich (sobre todo), sólo se nos repite una misma cosa: nada escapa al orgasmo. Si alguien no fija su emoción, sus fantasías, sus instintos, en un objetivo genital a realizar concretamente, sólo son patología, perversiones, infantilismos. Y si tus infantilismos no están articulados en un programa de goce sólo conmueven a los enfermos y a los locos. El único placer intenso es el placer finalizado, adulto, genital. "La fórmula del orgasmo es la fórmula misma de lo viviente" (Reich) y si tú, hombrecito, no sigues al pie de la letra este proceso orgástico en ti, es que no eres digno de estar vivo, es que la "peste emocional" ya te ha vencido".

Hoy es el Día Internacional del Orgasmo Femenino. Recupero un viejo artefacto audiovisual ["Así follamos los judeocristianos"] para desear a las lectoras abisales que se apliquen el cuento, o no... 

En fin, que nada es sagrado... He aquí "Así follamos los judeocristianos":

viernes, 5 de agosto de 2011

¡Cuidado con los perros!

Grecia está construyendo una barrera en la frontera con Turquía con el objetivo de frenar la inmigración que nuestros medios de comunicación llaman "ilegal", en este caso, procedente de Turquía. La novedad de esta barrera radica en que es un foso y no una valla, artilugio con el que nos tenían acostumbrados hasta ahora nuestros fasci-Estados, tan amigos de la propiedad privada. El proyecto griego contempla una brecha de 120 kilómetros de longitud, 30 metros de ancho y 7 de profundidad. Al día de hoy ya se han cavado 14,5 kilómetros de tierra.

Las fronteras son simples líneas en los mapas, que separan Estados que suelen pintarse de diferentes colores, y que sirven, sobre todo, para que los niños de cada lugar, cuando estudian los mapas políticos en sus escuelas, tengan claro cuál es la porción de tierra que corresponde a su nacionalidad. Los inmigrantes, siempre torpes en la teoría, no saben de fronteras y se hace preciso, entonces, remarcar a lo grande esas simples líneas.

Con el paso de los años, los occidentales, habitantes del tedio y del miedo, nos hemos especializado en levantar vallas. El fin es obvio: que los inmigrantes se estampen en ellas, de la misma forma que lo hacen los insectos contra los parabrisas de nuestros coches, en los viajes nocturnos, que vienen buscando las luces de la ficción y terminan felizmente aniquilados en nuestros cristales, nítidos y documentales. 

Tres ejemplos de vallas occidentales son la de España con Marruecos, la de Israel con Cisjordania y la de Estados Unidos de Norteamérica con México. Las tres guardan varias similitudes, tanto en la naturaleza coercitiva y disuasoria como en su capacidad de separar identidades culturales e identitarias diferentes. Este modo occidental de acoger lo diferente se llama nacionalismo extremo, un adjetivo que nuestros medios de comunicación no suelen gastar, como bien sabemos todos.

Estas vallas también comparten otra característica común, y que las iguala a otras tantas vallas fronterizas repartidas por el mundo libre occidental: su inutilidad. Las vallas no frenan el fenómeno inmigratorio, porque la necesidad y la esperanza son armas contra las que el capricho y el aburrimiento no tienen nada que hacer.

Ahora Grecia, que transita por su segundo rescate financiero, se apunta a la moda, y excava su brecha con Turquía, un Estado que a medio o largo plazo podría incorporarse a la Unión Europea, a no ser que a corto plazo [y lleva camino de ellos] la Unión Europea se desintegre...

Otro modelo de valla, no olvidemos, es el danés. Dinamarca ha restablecido los controles fronterizos, pulverizando el Tratado de Schengen.

Todas estas vallas han surgido al tiempo [y como consecuencia, quizás, de] que la ultra-derecha, con su discurso xenófobo, avanza posiciones en buena parte de los países europeos; y que los tiburones especuladores están a punto de comenzar su segunda gran oleada de ataques contra otros Estados europeos [España e Italia, de momento], después de haber engullido a Grecia, Irlanda y Portugal.

Recordemos que después del crack bursátil de 1929 se decía que, con el auge de los nacional-socialismos, un fantasma recorría Europa. ¿Se estarán germinando ahora, de nuevo, esas ideologías duras? ¿Estarán de vuelta los viejos fantasmas? En los mismos colegios donde nos enseñaron las fronteras que separan a los países en diferentes colores también nos contaron que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla, y quizás dejaron la lección ahí porque es muy duro transmitir a los más pequeños que los pueblos que sí la conocen [su historia], siguen estando condenados a repetirla, acaso de formas más cruentas...

Pero no hay que preocuparse... De momento estamos a la espera de acontecimientos, un tanto nerviosos, balanceándonos en las hamacas de nuestros porches. Nuestras casas están seguras dentro de los vallados, mientras mantenemos el rifle empuñado, y eso nos traquiliza lo suficiente. Además, por si acaso, hemos puesto el cartel ¡cuidado con los perros!. 

Y nuestros perros, hasta hace nada, solamente ladraban, pero ahora muerden al menor descuido. Saludos, Breivik.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Inmersión abisal 2 / By the throat, Ben Frost (2009)