viernes, 6 de diciembre de 2013

Esto no es un obituario de Nelson Mandela


Primero la biología. Nelson Mandela ha muerto. El hombre Nelson Mandela. Un anciano de 95 años. Con mujer, hijos y nietos. Un humano con la biología de cualquier otro humano, vísceras y bilis incluidas. Quizás en su vida tuvo alguna caries, tosió cuando se acatarró y de vez en cuando tuvo episodios aerofágicos, como tú y como yo. Un hombre. Solamente un hombre anciano, cuya muerte confirma la contundencia biológica que nos espera a todos, el cese definitivo de la vida.

Y de la biología a una biografía. Pero Nelson Mandela era más que un hombre. Porque no solamente ha muerto para sus familiares y amigos, sino que ha muerto para el mundo entero. Entonces, su último suspiro pone fin, además de a su biología orgánica, a la biografía de un animal político que luchó incansablemente por los derechos de la población negra de Sudáfrica. Un animal político que sacrificó 27 años de su vida en una cárcel, donde se le encerró por defender justicia e igualdad. Terrorista para unos y héroe para otros, Nelson Mandela salió de su encierro para terminar con el Apartheid y convertirse en el primer presidente negro de Sudáfrica. Luego recibió el premio Nobel de la Paz e incluso sus enemigos acérrimos terminaron por considerarle un héroe, un ejemplo de lucha y un hombre modelo. En definitiva, un hombre para la Historia. Una biografía.

Y del hombre al icono. O de la biografía a la hagiografía. Si las religiones necesitan erigir santos a partir de los cuales impartir sus doctrinas, el poder civil también los necesita y, además, con idéntico fin, para darnos lecciones a partir de las vidas ejemplares y el sacrificio de unos pocos que lucharon por el beneficio de unos muchos. Dos ejemplos, John Fitzgerald Kennedy y John Lennon. Iconos. Santos. Y ahora Nelson Mandela, donde su proceso de beatificación laica comenzó mucho antes de la consumación de su muerte.

Y del sujeto al objeto. O de la iconografía al consumo espectacular de los ídolos. Porque un santo se consume y su beatificación convierte al hombre modelo en una mercancía que circula a través de los creyentes. También Nelson Mandela ha trascendido la cosa propia de ser un icono, o un referente, para convertirse en fetiche de su propia mercancía, puesta en el mercado por el Poder mismo. Nelson Mandela ya es un objeto. No morirá nunca. Vivirá en nuestros corazones. Podremos verlo en los escaparates. Y podremos comprarlo en nuestros centros comerciales. Su ideología, su vida, sus valores, Nelson Mandela.


Y de la revolución peligrosa al enemigo asimilado. O de como cambia el paisaje y como reina la calma una vez que se han desactivado las bombas del terrorista. Con el ejercicio de convertirlo en ídolo de masas, en star-system mediático o en santo de nuestra devoción, el Poder no solamente desactiva a Nelson Mandela como agente subversivo, sino que, sobre todo, nos desactiva a nosotros, los consumidores, en este caso, del ídolo negro. Recordemos a ese otro ídolo de masas, el Che Guevara, otro libertador, comercializado por las multinacionales textiles. Camisetas, chapas y eslóganes circulan entre nosotros, fetiches revolucionarios donde la acción revolucionaria ha quedado denigrada en el mismo acto de comprar una mercancía. Cuando un joven se compra una camiseta con la imagen mítica del Che, sobre el eslogan "hasta la victoria siempre", no compra la victoria de ninguna revolución, sino la muerte del revolucionario que idolatra, y la muerte propia de su ímpetu subversivo. Así es como nos vencen y convencen las fuerzas contrarrevolucionarias.

Y de los escaparates de moda a las pantallas de los medios. Todo el mundo ha sentido la muerte de Nelson Mandela. La conmoción y la tristeza han circulado por las redes sociales. Fotografías del ídolo de masas, sus frases míticas, referencias a África, etcétera, han sido contenedores de "Me gusta" y de comentarios de consternación en Facebook; y de tweet y retweets hasta el trending topic mundial en Tweeter. La inmensa mayoría de los medios de comunicación del mundo, progresistas y conservadores, han titulado a lo grande la noticia de su muerte, medios que, por otra parte, son los catalizadores del racismo emergente en estos tiempos de crisis. Es el Gran Consenso Mundial, que alimenta la ilusión de una Aldea Global, en la consumación orgiástica de un sentimiento colectivo casi sin fisuras. Todos a una. De todos los países (la ilusión de los ciudadanos de un lugar llamado mundo). De todas las clases (la ilusión de las multinacionales). Y de todas las ideologías (la ilusión de los fascistas). Porque los ídolos de masas no conocen de targets específicos: son consumidos por la inmensa mayoría. 

Y del protagonismo de Mandela a la invisibilización de Sudáfrica. Teniendo un héroe que consumir, ya no nos hace falta su objeto de lucha, en este caso Sudáfrica, el país que lideró Nelson Mandela. Es curioso como los medios de comunicación, y es la historia que se cree el target universal que consume al ídolo, trazan la historia meritoria del héroe argumentando medias verdades e incluso falsedades. Ayer "El País" titulaba su muerte como la de un hombre que liberó a Sudáfrica del racismo del Apartheid. Media verdad, porque el Apartheid sí fue superado, pero la consecución de derechos para la población negra sudafricana fue el estadio anterior al racismo, que se mantiene intacto en nuestros días. Durante el Apartheid no había racismo, había esclavitud, y había falta de derechos fundamentales. Un ejemplo similar es la consecución de derechos civiles de la población negra de Estados Unidos, en la década de los 60. Primero hubo esclavitud y explotación, después segregación y sometimiento, y finalmente, en la situación actual, hay racismo y tolerancia, no más que la lógica capitalista ante los casos de igualdad legal. Y de las medias verdades a la mentira absoluta: Mandela no llevó la normalización política y social a Sudáfrica. Por dos razones, primero, porque en Sudáfrica no hay normalización entre las dos comunidades raciales que coexisten, que sí se toleran, cierto, pero con episodios de racismo que circula en ambos sentidos y, segundo, porque la minoría blanca sigue manejando el monopolio económico y financiero del país, en detrimento de la mayoría abrumadora negra. En resumen, que el poder sigue estando del mismo lado. Esta afirmación, no confundirse, no dispara contra Nelson Mandela, al que yo, efectivamente, considero un referente, y cuya lucha revolucionaria considero ejemplar, sino contra el relato infectado de ficción de un héroe, cuya venta trata de neutralizar la lucha que todavía queda pendiente, en este caso de Sudáfrica, una vez que su libertador ha sido asimilado por el poder contra el que luchó.

Y de la sonrisa de Mandela a la vida de los sudafricanos. Los relatos que consumimos de nuestros héroes toleran muy mal la presencia de coprotagonismos. Porque en nuestras ficciones solamente cabe un ídolo. Desde Moisés liderando a los judíos hasta Messi liderando al barcelonismo, la construcción de héroes solamente puede ser digerido por los espectadores o lectores como un trasunto individual, con toda la narrativa puesta al servicio de un solo personaje, en un ejercicio que ningunea al colectivo, al grupo, al pueblo, personas cuya presencia, actividad y acción son igualmente importantes y complementarias a la lucha y mérito del héroe. En este caso, hablo de los sudafricanos y sudafricanas, blancos y negros, pero, sobre todo, negros y negras, que han luchado y siguen luchando por la igualdad real desde el anonimato y en la cotidianidad, fuera de los despachos de los grandes organismos oficiales donde han construido al héroe Nelson Mandela. Hablo del fuera de campo, claro, donde los medios de comunicación no encuadran ni enfocan y donde nosotros ya no queremos ni mirar.

El obituario. Dicho esto, que la tierra le sea leve a Nelson Mandela. Que Nelson Mandela, hombre, revolucionario y luchador, descanse en paz.

6 comentarios:

Blue dijo...

Es así, la mejor forma de combatir algo es llevarlo a tu redil.

Mira qué cosa más bonita. Un hotel de lujo en África para experimentar qué es eso de vivir "casi" como un pobre. Da asco.

Musutxuak, Kez.

Anónimo dijo...

Impresionante....bravo por ese artículo que describe esa realidad que muchos ignoramos, la de comprar y vender símbolos, en vez de adaptar el verdadero mensaje, para hacernos comprender que la injusticia no se compra al igual que los perfumes, que mientras mas publicidad se hace mas se consume. A veces me pregunto porque yo encuentro artículos como este mientras la gente que esta a favor de la injusticia no la lee, ni la escucha ni la vé, ni la vive... Matrtin

Blue dijo...

Y ahora voy a decir más. Creo que Mandela ni fue terrorista ni asimilado.
Te voy a enlazar un artículo donde habla de cómo un grupo desde Londres, llamado "The Group" o Los Horticultores, financiaron una guerra secreta que, utiizando el apartheid como pretexto y a Mandela a su cabeza, se hicieron con el poder en Sudáfrica, desplazando a los que allí estaban, un gobierno blanco, pero independiente de los centros de poder de Londres, USA, etc.
Los financiaron, y lo reventaron desde dentro con la ayuda de los negros convenciéndolos de que era para acabar con el apartheid.
La ayuda llego incluso cuando defendieron legalmente a la mujer de Mandela porque su partido fue respondable de la muerte de muchos negros con ese método que allí era famoso de colocar una rueda alrededor del cuello y prenderle fuego.
Por eso lo respetan y ensalzan su figura, porque sirvió bien a sus intereses.

Está en inglés. Creo que alguna vez dijiste que no te aclarabas mucho con él (yo tampoco pero alcanzo a entender de qué va).

http://www.politicsweb.co.za/politicsweb/view/politicsweb/en/page72308?oid=315564&sn=Marketingweb+detail&pid=74709


Kez dijo...

Blue, ese hotel es pornografía de la buena. Un nuevo producto occidental, con el punto de novedad mortecina que nos subyuga... Con respecto a lo que dices de Mandela, poco puedo decir, porque sé solamente cuatro trazos (interesados) de su historia. Yo solamente digo que si hubiera sido un agente subversivo su funeral no se hubiera llenado de animales carroñeros...

Musutxuak,

Kez dijo...

Matrtin, gracias por comentar. Estamos sumidos en la negrura del espectáculo, nuestra verdadera religión, por eso ni vemos ni queremos ver, ni queremos que nos cuenten los cuentos de otra forma de la que nos han atiborrado hasta el momento. La situación es muy crítica, porque quien maneja el lenguaje y los discursos, es quien manda. Un abrazo,

Blue dijo...

Claro, esa es la evidencia de que él formaba parte del sistema.

No hay subversivo vivo, jaja.

Feliz año, de paso.

;-)

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