sábado, 24 de abril de 2010

Notas sobre el discurso moral de "The hurt locker"

Es hora de rematar el asunto de "The hurt locker" con esta prometida tercera parte. Dos meses después, estamos todos más tranquilos, se nos ha pasado la embriaguez y la excitación provocadas en nuestros cuerpos occidentales por la maquinaria de seducción puesta en marcha por la industria norteamericana a través de la ceremenonia anual de los Oscar de Hollywood. Es hora de separar el grano de la paja hasta obtener una fotografía de la ideología de "The hurt locker".

Empecemos por algunas declaraciones que se les atribuyen a los autores de "The hurt locker", Mark Boal (guionista) y Kathryn Bigelow (directora), con respecto a la ideología y el discurso moral de su película. Boal sostiene en una entrevista para un medio de su país (información extraída de aquí, donde no se cita el medio de comunicación) que "este tipo de filmes sirven como contrapeso, tratamos de hacer una película que ayude a la gente a aprender sobre esta guerra". Y en un párrafo en el que la autora del texto comienza afirmando que "en las trincheras, dicen, no hay ideologías, y "The hurt locker" evita cualquier posicionamiento ideológico explícito", se vuelve a citar a Boal cuando dice, sobre la guerra de Irak y sobre el trabajo de sus personajes, que "los artefactos explosivos improvisados son el centro de esta guerra. Las bombas son la táctica fundamental de la insurgencia, y el éxito o fracaso de la guerra de Irak depende de la habilidad para lidiar con estos artefactos, éste es el trabajo más duro".

Y estas que siguen son las dos primeras preguntas de una entrevista publicada en una web de cine (www.toma-uno.com) respondidas por Kathryn Bigelow: 

¿Es su película belicista o antibelicista? La verdad, creo que solo un loco creería que esta película se muestra partidaria de las guerras. ¿No cree que al menos defienda la presencia y el trabajo de EEUU en Irak? Más bien creo que muestra el horror de la guerra y su futilidad. Lo que pasa es que a menudo se nos condiciona a creer que el cine antibelicista solo puede ser aquel que incluya un personaje que grita proclamas como «¡Odio esta guerra!». Yo, en cambio, odio esas proclamas y también esas películas.

El debate sobre el discurso moral de "The hurt locker", por lo que dicen Boal y Bigelow, estaba encaminado a confrontar dos posicionamientos con respecto al tratamiento de la guerra de Irak dentro de la historia de "The hurt locker": un primero que se apoyaría en lo que muchos críticos y espectadores han llamado ausencia o no pretensión de discurso moral; y un segundo que se encaminaría hacia la categorización de la película como una obra antibelicista.

Ni Bigelow ni Boal, ni los defensores del primero o del segundo posicionamiento, querrían haber pensado en la existencia del odioso tercer posicionamiento, que es el que defiende que "The hurt locker" es una película belicista. Hace falta estar loco, respondía Bigelow en la entrevista arriba citada. Pues bien, me presento ante ustedes; aquí, escribiendo esto, como un loco que piensa que "The hurt locker" está cargada de ideología y de que su discurso moral es el mismo que viene vendiéndose de un tiempo a esta parte sobre los ejércitos y las guerras. Es decir, que asume el mismo discurso que los grandes medios de comunicación y de propaganda de los países más poderosos del mundo para hacernos tragar las acciones (en este caso, las guerras) que ellos deciden bajo el aparente apoyo de las respectivas opiniones públicas de cada uno de esos países.
 
Resumiendo, "The hurt locker" es una película post-bélica, donde el ejército yanqui hace la paz y no la guerra, discurso que encaja sin fisuras en la imagen pública que quieren alcanzar los ejércitos de nuestros países a través de sus aparatos de propaganda. Es más, diríase que "The hurt locker" forma parte de ese mismo engranaje propagandísitco yanqui y occidental que llevan vendiéndonos varios años a eso que se llama el post-ejército o el concepto ejército de paz o ejército de buenas intenciones, etcétera.

Para los más afectados, sugiero una pausa en el ejercicio de respiración... Mantenemos aire cinco segundos y soltamos lentamente...

Como relax-explicación propongo el juego de las comparaciones, con dos personajes conocidos por todos, Bush y Obama, las cabezas visibles de dos sensibilidades partidistas (no confundir con políticas) distintas. También puede decirse los duros republicanos y los blandos demócratas, o, si se prefiere, la sensibilidad heavy neo-con y la sensibilidad progre-pop. Digamos que los primeros activan la guerra de Irak, mientras que los segundos pretenden desactivarla. En este sentido "The hurt locker" es una película del género progre-pop que viene a ilustrar, desde el corazón mismo de la propaganda yanqui, las actuaciones de Obama que le diferencian de su predecesor.

No olvidemos que la guerra de Irak, aunque fuera ideada por la Administración Bush y sus intereses de mercado neo-con, se lanzó con el beneplácito de todo el bloque demócrata del Congreso de EE.UU. y de varios países del mundo. Una vez que Obama es elegido presidente es evidente que debe mantener su política de guerra, pero acicalada con un toque cosmético distinto. La principal diferencia es que Obama no ha censurado las imágenes de ataudes con cadáveres de soldados norteamericanos dentro llegando en aviones a la tierra de la libertad.

Resultado de un atajo (interesado por mi parte) o no, la metáfora es directa. Obama se planteó en la campaña electoral acabar con la guerra de Irak (mano blanda) mientras que Bush seguía erre que erre (mano dura). E igual que la imagen proyectada por Obama como el hombre que tiene que arreglar los desaguisados que Bush sembró y cosechó en sus ocho años de mandato, en "The hurt locker" se proyecta la imagen de un ejército yanqui que más que hacer la guerra pretende desactivarla. La brigada protagonista de "The hurt locker" logra salvar vidas desactivando las bombas. La rima entre ambos discursos es evidente.

Slavoj Zizek (en "El País", 24 de Marzo de 2010, Artículo de opinión titulado "Boinas verdes con rostro humano") sostiene una tesis similar cuando escribe que "En tierra hostil presenta al Ejército norteamericano de un modo plenamente acorde con su propia imagen pública en este nuestro tiempo de intervenciones humanitarias y de pacifismo militarista". Y sobre los personajes de "The hurt locker" añade que "a pesar de ser soldados, ellos no matan sino que arriesgan diariamente sus vidas desmantelando bombas terroristas destinadas a matar civiles. ¿Puede haber algo con lo que simpaticen más nuestros ojos progresistas?".

Mantenemos aire cinco segundos y soltamos lentamente...

La respuesta a la pregunta que lanza Zizej es evidente: no. Y de esa sensibilidad mundial progre-pop han salido los posicionamientos uno y dos que se han descrito más arriba, sobre el discurso moral neutro o la no-ideología de "The hurt locker". Solamente desde esa sensibilidad buenrollista, cuyas plataformas de poder e intereses son comunes a la otra sensibilidad heavy neo-con o malrollista (cuyos cuerpos cargados de ella habrán salido rebotados de la película), es posible asumir que una película de guerra ambientada en el Irak de hoy, y contada desde ese punto de vista totalitariamente yanqui, puede carecer de discurso moral.

Es decir, que "The hurt locker" es el tipo de películas de guerra que pueden ver sin traumatizarse los consumidores de ropa de HyM o Pull and Bear. Porque su foco principal donde se posa la atención del espectador y que termina transformándose en entretenimiento se ubica en lo psicológico y en lo emocional, dejando muy al margen toda asimilación racional de cualquier discurso.

Estamos ante otro atajo interesado: la metáfora del puré, a la que tantas veces se recurre en este blog. Si la verdura es el discurso moral (o la ideología dura), en "The hurt locker" lo duro se ha triturado hasta no quedar nada sólido: es la manera en la que hoy se consume casi todo, comer blando lo que es dañino para el postestómago. Así se les engaña a los niños reticentes con la verdura (sólida y visible) y terminan comiéndose el puré, que es ese algo que no se ve, pero cuya sustancia proteínica sigue siendo la misma. O, dicho de otra manera, y recurriendo de nuevo a Zizej: "En su misma invisibilidad, la ideología está ahí, más que nunca: estamos allí, con nuestros muchachos, identificándonos con sus miedos y sus angustias, en lugar de preguntarnos qué están haciendo allí".

Discrepando lo justo con Zizej, quizás el propósito de ninguna película sobre guerra tenga que ser hacernos ver o plantearnos preguntas del tipo "qué están haciendo estos soldados allí"; de hecho, no creo que "The hurt locker" se haya pensado ni para eso ni para todo lo contrario. Pero ocurre que la acción está ambientada en el Irak de hoy, un lugar cargado de realidad al tiempo que escenario mediático omnipresente conocido por todos y que termina por convertirlo en un escenario simbólico como pocos en posicionamientos bélicos y contrabélicos. Si Boal y Bigelow hubieran ambientado esa misma historia en un lugar imaginario no llamado Irak y con personajes que no hubieran sido soldados norteamericanos, su discurso moral se hubiera neutralizado lo suficiente como para poder afirmar su carencia de ideología e incluso se podría haber justificado su pretendida denuncia hacia todas las guerras y lo absurdas que pueden llegar a ser.

Pero no ha sido el caso. Ambientar la historia en la guerra en Irak es ya una decisión moral y política de primera magnitud. Y no digamos ya la decisión del punto de vista y de cómo han sido ubicados los personajes que hacen de iraquíes (ver "Otras reflexiones de "The hurt locker" después de haber visto la película") en la película. Además de todo lo político y moral que hay detrás de estas decisiones (formales e ideológicas) no cuesta mucho imaginar el cálculo económico o de rentabilidad del producto que se hizo y se pensó desde las empresas productoras ambientando la historia en el Irak de hoy (lo real y lo mediático) en vez de en un lugar imaginario (donde el espectador no pudiese anclar la ficción en ninguna plataforma simbólica).

En "The hurt locker" corrieron ese riesgo y la bomba les explotó en las manos. Ahora ni ellos los autores, ni los espectadores de sensibilidad progre-pop, ni los críticos que sostuvieron la neutralidad del discurso fílmico de la película, pueden hacernos comer ese puré indigerible de la no-ideología de "The hurt locker".

Cogemos aire por la boca. Contamos hasta cinco. Mantenemos el aire en los pulmones otros cinco segundos. Soltamos por la nariz lentamente...


NOTA: Esta entrada corresponde a una tercera parte de tres reflexiones sobre "The hurt locker". Los enlaces de las otras dos partes son los siguientes:


2 comentarios:

Pablo Hernando dijo...

Sintetizo:

Yo no dije que la película no tuviera mensaje ideológico, sino que éste estaba en un segundo plano.

Kez dijo...

No recules cobarde. Vuelve al barro.

Publicar un comentario