miércoles, 6 de octubre de 2010

¿Qué hacemos con lo de Vladimir Tatlin?

Los actores que interpretan a Vladimir Lenin, León Trotsky, Lev Kámenez, Iósif Stalin y Nikolai Krestinsky se sentarán alrededor de una mesa en una habitación decorada según los criterios de los documentalistas. Los actores y el espectador deberán intentar, en la medida de lo posible, suspender su incredulidad para ubicar la historia en 1919, en uno de esos grandes despachos de altos techos de algún palacio que dos años atrás todavía eran propiedad de la aristocracia zarista.

Los cinco actores estarán sentados alrededor de una mesa cuadrada e interpretarán el momento de una reunión en la que se habrá de disertar sobre varios temas que afectan al buen desarrollo de la revolución recién nacida. Los cinco actores, también, serán debidamente informados sobre lo que fue el Politburó: un pequeño grupo elitista diseñado para ser el principal órgano de toma de decisiones y control sobre el Comité Central Soviético. Cuando se inicie la acción, estarán en el último asunto del orden del día, según apunta el guión. Acción.

El actor que interpreta a Krestinsky, que hará las veces de coordinador interno, lanzará la última pregunta:

- ¿Qué hacemos con lo de Vladimir Tatlin?

En este punto, los actores que interpretan a Lenin, Trotsky y Kámenez resoplarán, exagerando un gesto cansino, cada uno según el carácter de su propio personaje, y acto seguido murmullarán asuntos inaudibles para el espectador. El actor que interpreta a Stalin, sin embargo, deberá mantenerse impertérrito, a lo suyo, sin mostrar ningún interés en la pregunta que ha hecho el actor que interpreta a Krestinsky.

Sería importante que la situación aquí se mantuviera en un plano general en el que los tres actores que interpretan a Lenin, Trotsky y Kámenez farfullasen un tanto nerviosos, mientras que el actor que interpreta a Stalin sobreactuase los tics propios del autismo que la construcción previa de su personaje le ha asignado. Por su parte, el actor que interpreta a Krestinsky se mantendrá a la espera, una vez lanzada a la reunión el último punto del día. Así un minuto, un minuto y medio como máximo, hasta que el actor que interpreta a Stalin respondiese así, con el tono de quien juzga más que pregunta.

- ¿Quién es Vladimir Tatlin?

Los tres actores que interpretan a Lenin, Trotsky y Kámenez se callarán al instante. Y escucharán como el actor que interpreta a Krestinsky empieza a hablar del asunto, contestando al actor que interpreta a Stalin.

- Hablamos del encargo que le hizo el Comisariado Soviético de Cultura a Vladimir Tatlin para diseñar el edificio donde organizaremos los actos de la III Internacional...

El actor que interpreta a Stalin, todavía a lo suyo, habrá de cortar de raíz la exposición del actor que interpreta a Krestinsky. El espectador deberá saber, aquí y ahora, por el tono y por la mirada del actor, que la respuesta ha crispado al actor que interpreta a Stalin.

- Camarada Krestinsky, no sé si no me he explicado bien. He preguntado que quién es Vladimir Tatlin.

Esto está escrito también: un silencio abrumador caerá sobre la escena. Y se volverá al plano general. El actor que interpreta a Lenin se levantará y le hará un masaje de relajación cervical al actor interpretado por Stalin, mientras explique para todos quién es Vladimir Tatlin.

- Camarada Stalin, Vladimir Tatlin es uno nuestros artistas revolucionarios de mayor prestigio. Es un pintor y escultor que no levanta ninguna sospecha, si es eso lo que usted, camarada, quería saber...

El actor que interpreta a Trotsky interrumpirá el discurso del actor que interpreta a Lenin. El actor que interpreta a Stalin dirigirá su mirada hacia el actor que interpreta a Trotsky. Resulta esencial que le mire de muy malas maneras, con rencor, con odio, no sé, sin esconder ni a los otros cuatro actores ni al espectador la molestia que le ha producido dicha interrupción. El actor que interpreta a Lenin entonces, astutamente, incrementará la fuerza de su masaje en la espalda del actor que interpreta a Stalin. Todos mirarán con atención al personaje que interpreta a Trotsky, excepto, evidente, el actor que interpreta a Stalin, que habrá vuelto a su posición de autista.

 - Vladimir Tatlin es uno de nuestros ilustres representantes. ¿Ha oído usted hablar, camarada Stalin, del constructivismo? ¿No conoce usted, camarada Stalin, a Malevich, Rodckenko, Kandinsky y Gan Lissitzky? Son nuestros artistas, camarada Stalin, ubicados todos ellos en la vanguardia de la vanguardia mundial. El edificio que ha diseñado Tatlin para nuestra III Internacional Comunista, camarada Stalin, está llamado a ser el símbolo soviético del vanguardismo arquitectónico de nuestro tiempo.

El actor que interpreta a Stalin se girará malhumorado hacia su espalda, donde está el actor que interpreta a Lenin. Le hará un gesto de menosprecio sobre lo que ha escuchado, y le dirá, con sarcasmo, lo siguiente:

- Camarada Lenin, me pregunto de qué manera podría yo perder los nervios si no estuviera usted aquí para calmármelos.

Todos los actores le reiran esta gracia al actor que interpreta a Stalin. La carcajada será exagerada por sobreinterpretada, es decir, que el espectador deberá ser consciente de ese plus de sobreactuación al mismo tiempo que percibirá que el actor que interpreta a Stalin no se entera de la misa la mitad. En este punto es el actor que interpreta a Kámenez el que rescatará el hilo del tema.

- Camaradas, estamos ante un proyecto fantástico. Nuestro artista revolucionario Tatlin ha pensado a lo grande para organizar la III Internacional en un edificio cuya estructura se proyecta hacia el futuro, hacia el progreso. No hay mejor mensaje propagandístico revolucionario al mundo que la construcción del edificio que ha diseñado Vladimir Tatlin. Es nuestro deber informar al Comité Central para que ordene sin más demora la puesta en marcha de la obra.

Está apuntado que aquí otra vez hay un silencio significativo, en el que los actores parecen digerir la información recibida. El actor que interpreta a Lenin  abandonará la espalda del actor que interpreta a Stalin que proseguir su mensaje en la cabeza, mientras que los otros tres le miraran esporádicamente de reojo esperando la respuesta del actor que interpreta a Stalin. 

Y así hasta que el actor que interpreta a Krestinsky sugiera ver el dossier audiovisual que el mismo Tatlin trajo el día de la presentación del proyecto y dejó entregado en la Secretaría del Comisariado Soviético de Cultura. El actor que interpreta a Stalin le preguntará al actor que interpreta a Lenin que qué es un dossier audiovisual, pero querrá responder el actor que interpreta a Trotsky; cuando lo haga, nadie le escuchará, porque la proyección del dossier audiovisual ya se habrá iniciado. El actor que interpreta a Lenin habrá dejado de masajear al actor que interpreta a Stalin (cuyo impecable peinado ha devenido en humorístico despeinado) y todos seguirán la proyección con sumo interés, al mismo tiempo que el espectador.



Después de esto, otro silencio, tan significativo como el anterior pero mucho más largo. Todos los actores enseguida habrán vuelto la cabeza hacia la mesa, excepto el actor que interpreta a Stalin, que permanecerá mirando a la pantalla en negro un buen rato. En esa posición, el actor que interpreta a Stalin formulará, gritando, la siguiente pregunta:

- ¿Alguien ha entendido esta mierda o soy el único imbécil que no se entera de nada?  

El actor que interpreta a Lenin se levantará con la intención de volver al masaje del actor que interpreta a Stalin, pero el actor que interpreta a Stalin rechazará, con gestos grandilocuentes, la oferta. Los actores que interpretan a Kámenez y Krestinsky levantarán la mano respondiendo tímidamente a la pregunta, mientras que el actor que interpreta a Trotsky afirmará con un gesto de la cabeza. Todavía mirando hacia la pantalla en negro, el actor que interpreta a Stalin volverá a hablar.

- Puta mierda de artistas. ¿Pero qué hostias se creen? Esto es una puta mierda abstracta pinchada en un palo burgués.

El actor que interpreta a Trotsky querrá decir algo para tranquilizar al actor que interpreta a Stalin, pero el actor que interpreta a Lenin abortará el intento y será él quien intente mitigar el desconsuelo del actor que interpreta a Stalin.

- Quizás haya que explicarlo mejor, camarada Stalin. Los tres cuerpos geométricos superpuestos, el cilindro, la pirámide y el cilindro más pequeño están dentro de una estructura de acero y malla helicoidal de color rojo. Los tres volúmenes son acristalados, y tendrían por función albergar distintas salas de reuniones, oficinas de la III Internacional y, arriba del todo, un Centro de Comunicaciones, con altavoces, antenas de teléfonos y de radios.

- Y junto a los altavoces de arriba - añadirá el actor que interpreta a Trotsky, en tono "sabelotodo" - habrá un sistema de proyección nocturno, con una pantalla de cine de proporciones descomunales, en los que se proyectarán, visibles desde abajo, infinidad de eslóganes e imágenes revolucionarias.

- Y no solo eso - proseguirá el actor que interpreta a Krestinsky -. Según dejó dicho el mismo artista Tatlin cuando visitó el Comisariado Soviético de Cultura, los tres cuerpos geométricos se moverán en rotación sobre su eje con distintas frecuencias: una vuelta por año el cilindro grande, el de abajo; una vuelta al mes la pirámide o cono central; y una vez al día el cilindro superior, el pequeño.

- Pero lo más importante , camarada Stalin - concluirá el actor que interpreta a Kámenez -, es la altura del edificio, superior a la torre Eiffel. Estamos en disposición de demostrarle al mundo que nosotros los comunistas estamos un paso por adelante del mundo burgués capitalista.

Finalmente, el actor que interpreta a Stalin se girará sobre sus compañeros de Comité y les sonreirá con un gesto inaudito hasta ahora.

- Camaradas, ya está bien de tanto paripé, estoy cansado. Votemos.

El actor que interpreta a Krestinsky cogerá el testigo y en su papel de coordinador explicará al resto de actores el procedimiento de voto a voz alzada.  Empezará él mismo.

- Yo voto que no. Es evidente que esta construcción no se ciñe a los cánones estéticos de nuestra revolución.

- Yo voto que sí - votará acto seguido el actor que interpreta a Trotsky -. Es evidente que esta construcción sí se ciñe a los cánones estéticos y, más importante aún, ideológicos y propagandísticos, de nuestra revolución.

- Yo voto que no - dirá el actor que interpreta a Kámelez -. Reconozco que me había dejado llevar por la inercia fantasiosa a la que te someten los artistas con sus ocurrencias. Esto es una puta mierda abstracta pinchada en un palo burgués.

- Yo voto que no - sentenciará el actor que interpreta a Lenin - y pido al comité que me perdone las razones de mi voto: tengo vértigo.

- No hay quien os entienda, camaradas - dirá el actor que interpreta a Stalin -. Yo voto que sí. Camarada Trotsky, por una vez estamos de acuerdo. Contra su voto, camarada Lenin, no objeto nada: tiene usted unas manos que son música para los nervios, pero ustedes dos, camaradas, Kámenez y Krestinsky, me temo que tienen una opinión tergiversada sobre este edificio. Este artista aboga más por el término revolucionario "edificación", que por el término burgués "estructuración" y creo que edificar supone cambiar el mundo, generar dinámicas nuevas y transformaciones sociales a través de la arquitectura.

El actor que interpreta a Trotsky aplaudirá entusiasmado, mientras que los actores que interpretan a Kámenez y a Krestinsky reaccionarán al mismo tiempo: abandonarán el decorado, desprendiéndose de sus respectivas barbas postizas.

- Trabajar con este tío es imposible. Está como una puta cabra.

El actor que interpreta a Trotsky se acercará al personaje que interpreta a Stalin, y le dirá algo al oído, en tono conciliador.

- Camarada Stalin, usted no es el camarada Stalin, es un actor que interpreta al camarada Stalin.

El actor que interpreta a Stalin dará un soberano golpe en la mesa, a puño cerrado. Este es el momento más crítico de la actuación porque al tiempo que el actor que interpreta a Stalin da el golpe en la mesa se le deberá caer el bigote. Cuando lo vea, el actor que interpreta a Stalin sacará una pistola de su cartuchera y le pegará un tiro en la frente al actor que interpreta a Trotsky.

- ¿Pero quien demonios se cree este desgraciado para decirme que soy un actor? - preguntará fuera de sí el actor que interpreta a Stalin, mientras intenta colocarse el bigote en su sitio.

El actor que interpreta a Lenin se acercará al actor que interpreta a Stalin. Le arreglará un poco el desaguisado de su cabeza y le ayudará a ponerse recto el bigote.

- Camarada Lenin, lo que yo no había entendido era el dossier audiovisual, con esa absurda voz en inglés y la fecha del 2007. ¿Es eso lo que los artistas llaman futurismo?

- Relájese camarada Stalin, guarde usted fuerzas para el futuro y olvídese del futurismo. Lo importante ahora es cómo le comunicamos a Tatlin que hemos rechazado su propuesta.

- Camarada Lenin, le diremos, primero, la buena noticia, que, tal y como dijo nuestro malogrado camarada Trotsky, es evidente que esta construcción sí se ciñe a los cánones ideológicos y propagandísticos de nuestra revolución, pero, sintiéndolo en el alma, y ya es mala suerte para el pobre Tatlin, le diremos después que usted, camarada Lenin, tiene un severo problema de vértigo incompatible con el proyecto.

Y así será el final.


NOTA: Algunas de las palabras puestas en boca de los personajes han sido parcialmente copidas de esta página que habla del CONSTRUCTIVISMO.

11 comentarios:

Blue dijo...

La arquitectura no tiene ideología. Otra cosa es que las ideologías se sirvan a veces, o muchas veces, de la arquitectura para "mostrarse" al mundo o enseñar todo su poderío. Y no me vuelvas a sacar a Punset, ja, ja.

Claro que, cada uno ve lo que quiere. Mira lo que acabo de leer:

"En la Torre de Tatlin también se produce otro prodigio revolucionario formal: la femenina contrafigura excluyente del sudoroso y viril rascacielos americano. Allí no existe la tediosa, mostrenca y especulativa acumulación vertical y usuraria de pisos repetidos. Tampoco el «bulto redondo» de la torre americana: esa negación del espacio colectivo, del patio, de la ciudad y de la polis.

Hasta hoy mismo –cerca de un siglo después– casi todos los rascacielos –con su arrogancia y testosterona– han quedado en ri-dículo ante las propuestas arquitectónicas soviéticas con las que el Constructivismo (empezando por la Torre de Tatlin) aún nos ilumina con su noble reflector ilustrado, ferroviario y locomotor.



"LA (torre) versus ÉL (rascacielos)" o "La arquitectura de género".

Si la neurona si se la agita bien puede conseguir grandes cosas.

Saludos, Kez.
(Ese masaje en la cabeza no lo querría para mí ;-)

Kez dijo...

Amiga Blue. Sabes que estoy muy enfermo y tú metes el dedo en la yaga. Jajaja. La arquitectura, si no tiene ideología es, curiosamente, porque no existe. Sí existen, sin embargo los arquitectos, que son sujetos ideologizados como cualesquiera otros. Los arquitectos y otros sujetos ideologizados sí construyen espacios cargados de ideología. ¿O me vas a decir que, por ejemplo, la Ciudad de las Artes y de las Ciencias de Valencia no es pura ideología?

Para rematar la discrepancia, te diré que estoy de acuerdo con la cita que insertas en tu comentario,excepto la última frase, quizás demasiado cargada de fervor (ideológico). ¿Cuántos puntos negativos son esos? Jeje.

Bueno Blue. Encantado de discrepar contigo. Te ruego tengas piedad de mi... (;])

Blue dijo...

Ja, ja...no, no, sin lastimar, no me tomes en serio. La arquitectura de verdad es aire, luz, espacio, silencio...música. Algo parecido a esto, aunque me gustaría poner un ejemplo menos grandioso, menos "de autor". El ejemplo de Valencia podría ser una "cosa" al servicio de una ideología pero tiene bastante menos arquitectura que la carpa de un circo. Este es el tipo de obras que hacen daño a la arquitectura de verdad.
El texto que puse me parece incluso simpático por lo que pueda tener de poético, pero no me lo puedo tomar en serio. Eso de la arquitectura de género fue una maldad que se me ocurrió a mí, ja, ja.
La mayoría de los arquitectos hacen casas u otros espacios para habitar, y lo hacen con más o menos acierto, pero no están tan cargados de ideología. De verdad ;)

No me temas, soy inofensiva y además te tengo mucho respeto.

Por cierto, me estoy haciendo una biblioteca musical abisal tremenda!!!El Mistress y el Cinder and Smoke me estan poniendo malita, malita...

Saludos, Kez (¿Es un nombre ?)

Kez dijo...

Oye Blue, antes de nada... ¿cómo has hecho eso de enlazar dentro de los comentarios? Recuerda que soy analógico y que desconozco esos truquitos. Bastante tengo con mantener el Blog Abisal tal y como lo ves.

Como veo que has reculado (no están TAN cargados de ideología) vamos a dejar el tema ahí, jejeje.

Sobre las canciones tristes, me alegro aportar(te) cosas nuevas. Te recomiendo buena parte de la discografías de Red House Painters. En su momento su música se etiquetó como slow-core (electricidad lenta), pero en fin, ya ves que solamente es rock tristón (este párrafo continua en los comentarios de tu última entrada).

Por último, Kez sale de Zabala Azkez, y Zabala Azkez es la deconstrucción vasca de mi apellido castellano, de Blázquez (Kez también es mi nombre en Facebook). Me debes una.

Buenoooo,

Blue dijo...

Los enlaces se insertan así. Si tienes alguna duda mándame un mail (tengo la dirección en mi perfil).Por aquí no te lo puedo explicar porque se activan los códigos.
¿Tan?...debió ser un lapsus, ja, ja. Tengo que medirme más contigo ;-).
Esto no queda así. Seguiremos debatiendo, ji, ji...
La verdad es que a Red House Painters solo los escuché una vez, con motivo de esta entrada (ya que tienes un hijo te la dedico .)

Saludos.

¿Que te debo?

Kez dijo...

Gracias por la información, por la disponibilidad y por la dedicatoria. Me debes (redoble de tambores)... la explicación del porqué de Blue... (murmullos en la sala).

Blue dijo...

Eso está hecho (cuando vuelvas de vacaciones :), pero que paren los tambores...no hay misterio, ja, ja.

Saludos.

Blue dijo...

Bueno, Kez, como lo prometido “no es duda” ahí va mi explicación.
Blue tiene tres significados: Azul, triste y porno.
Descartada la tercera (soy pudorosa), quedan las otras dos.
Azul, porque me gusta (aunque pocas veces lo lleve puesto) y me relaja; y triste porque sí, la tristeza o la melancolía es una cama en la que descanso a gusto y, a veces, también una fuerza inspiradora (queda por determinar de qué). No hay ningún motivo, pero ahí está.

Y aunque mi apellido también lleva color, no es azul sino Blanco ;-)

Saludos.

Kez dijo...

@Blue, desconocía la relación del color azul con el porno. Desde ahora veré Avatar con otros ojos. Jajaja. Gracias por la respuesta...

Blue dijo...

Pues fíjate que no es tan raro. Nosotros también llamamos verdes a los chistes obscenos...

¿Avatar? ja, ja...sí, puede que sea indecente.

Saludos.

Kez dijo...

Blue, ¿has leído una entrada de las viejas sobre los no-colores y la ideología? Se titula Ficcio-adjetivación de lo docu-sustantivo a través de los no-colores [a ver si con esta ya te pliegas a mis planteamientos, jajaja]:

http://palabradepezabisal.blogspot.com/2010/04/ficcio-adjetivacion-de-lo-docu.html

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