viernes, 21 de enero de 2011

Territorio sísmico: secuencia tres

El ejercicio de digerir la muerte propia es una tarea que me acompaña desde que tengo 6 años, edad en la que por primera vez fui consciente de que iba a morir. Aquella primera vez [y aquí sí se cumple eso de que la primera vez es la que más duele] fue el arranque del que yo llamo el primer gran terremoto de mi vida. El segundo fue hace diez años y fue, igualmente, devastador: la destrucción fue tal que todavía ahora estoy en labores de reconstrucción. Entre ambos terremotos: numerosas réplicas...

Algunas veces, en la juventud sobre todo, me gustaba provocar esas réplicas. Eran ejercicios de simulación, digamos, movidos por el espíritu kamikaze que tienen [teníamos] algunos adolescentes. Dejé de jugar cuando llegó el segundo [gran] terremoto, el de verdad. Ahora las réplicas suelen llegar solas, de repente, sin avisar, en cualquier lugar, y se pueden traducir como la digestión bruta [y en crudo] de la cosa de asumir la muerte propia como ese hecho inevitable que va a llegar tarde o temprano [cada vez más temprano que tarde].

Territorio sísmico, entonces. Llevo varias semanas sintiendo fuertes réplicas, lo cual me hace dudar de si en vez de réplicas no estaré atravesando el que sería el tercer gran terremoto de mi vida. Si así fuera, habría una diferencia más que sustancial entre este y los otros dos: aunque con dificultades, [este tercero] tengo la capacidad de poder contarlo, digamos, en tiempo real. Si así fuera, las consecuencias destructivas serían ínfimas con respecto a los otros dos terremotos, resultado quizás de la reconstrucción posterior a los otros dos terremotos [sobre todo al segundo], en la que hubiera forjado cimientos resistentes contra las sacudidas. No sé. La cosa es que, fuerte réplica o terremoto, he podido indagar en las posibles causas que la/lo están provocado.

La primera ha sido la experiencia de la paternidad, que ha logrado que me apropie de la variable "tiempo". Me explico: he sido testigo de cómo el tiempo [cuatro años] está atravesando la naturaleza de mi hijo. Y esa proyección sobre él no ha tardado en revertir sobre mí. Cuando se es niño o joven, el tiempo pasa en el "afuera". Ahora, la novedad que me han traído las últimas sacudidas, es la vivencia del tiempo transcurriendo en el "adentro", en mí. La variable "tiempo interno", el proceso de acoplar eso que hasta ahora era una condición externa en uno mismo, viene acompañado de otro proceso de cambio, el que afecta a la noción de naturaleza, que también ha dejado de estar en al afuera para albergarse en el adentro. Esta doble transformación no tiene por menos que ser traumática, sobre todo porque los temblores están haciendo caer los últimos restos que conservaba de solipsismo [subjetivismo radical], lo cual me va a obligar a construir otra cosa que, sea lo que sea ya nada tendrá que ver con el individualismo que me ha caracterizado hasta hoy.
 


Y la segunda tiene que ver con la edad, o con el tiempo de juego, o con el ritmo que impone el tiempo de juego cuando uno se acerca a los 40 años de vida, que ha llegado a inocularme dentro la idea del otoño existencial. El verano [la juventud] ha terminado. Si ahora hago el intento de proyectarme en un tiempo futuro a corto plazo [de aquí a diez años] el resultado de mi aspecto empieza a sufrir transformaciones que son señales de un "estar de vuelta" y no señales de un "estar de ida" [propias de la infancia-primavera y de la juventud-verano]. Transformación no menos traumática que la que se ha expuesto más arriba: es la incomodidad de estar transitando la mitad del camino [proyectando una vida que ronde los 80, permitidme este derroche de ingenuidad], sabiendo que a partir de este momento empezaré a tener más tiempo pasado que futuro. Es decir, que estreno un coche cuyos espejos retrovisores tienen más superficie que la luna delantera.



Ahora [durante el tiempo que duren las sacudidas] la muerte está presente en carne viva, en bruto, documental en su grado máximo. Sin embargo, el miedo que arrojaba esta experiencia durante mi infancia y mi juventud hoy es menor, paradoja que resuelve uno de los misterios más aterradores que yo podía proyectar durante esa infancia y juventud: el sosiego existencial de muchos ancianos en esos últimos años de sus vidas.

Asumir el tiempo como una variable interna, natural, que vectoriza el camino-vida hacia ese final-muerte que solamente se me revela en el transcurso de estas sacudidas, inexorablemente, conforme han ido pasado estos años y los terremotos se han ido sucediendo, el sentido [digamos positivo] de la vida ha ido increscendo; la consistencia de lo vivido se ha ido haciendo más fuerte; y por su parte, el pesimismo, el absurdo, el asco, la nausea, etcétera, que todavía están, han menguado mucho con respecto a lo que fueron en mi infancia y juventud.

Voy a morir, sí, cada cierto tiempo soy [más] consciente de ello, pero ahora [cuando atravieso el tercer gran terremoto de mi vida] sé que la muerte no cumple ni las leyes de la física ni las leyes de la percepción: cuanto más se me acerca más pequeña la veo, y menos miedo me da.

 

8 comentarios:

Blue dijo...

¡Oh, cuanto me gusta esta entrada y que bien te entiendo! Con una diferencia: Desde que tengo hijos no le tengo miedo a la muerte ¡que va!....es que le tengo miedo incluso a un catarro. Tuve la suerte de que los cuarenta me cogieron distraída cambiando pañales, así que ahora espero los siguientes como quién espera un bofetón.
Eso de nacer de uno mismo está muy bien. No hay parto sin dolor, pero la nueva criatura es cada vez más fuerte.
Te dejo un poemilla de Amalia Bautista:

AL CABO
Al cabo, son muy pocas las palabras
que de verdad nos duelen, y muy pocas
las que consiguen alegrar el alma.
Y son también muy pocas las personas
que mueven nuestro corazón, y menos
aún las que lo mueven mucho tiempo.
Al cabo, son poquísimas las cosas
que de verdad importan en la vida:
poder querer a alguien, que nos quieran
y no morir después que nuestros hijos.

Saludos, Kez.

Salud y tiempo.
;-)

Anónimo dijo...

Zurko

Pues yo no alcanzo a mas que , a naturalizar agnosticamente ESE PASO, y si, a afrontarlo con una consecuencia directamente proporcional a las
edades de quien se apaga.

Gracias por el post (exencial) y a Blue por la poesia.

Os recuerdo a Gioconda Belli

http://mamuticamente.lacoctelera.net/post/2007/05/10/los-portadores-suenos-gioconda-belli

En todas las profecías
está escrita la destrucción del mundo.
Todas las profecías cuentan
que el hombre creará su propia destrucción.

Pero los siglos y la vida
que siempre se renueva
engendraron también una generación
de amadores y soñadores;
hombres y mujeres que no soñaron
con la destrucción del mundo,
sino con la construcción del mundo
de las mariposas y los ruiseñores.

Desde pequeños venían marcados por el amor.
detrás de su apariencia cotidiana
guardaban la ternura y el sol de medianoche.
Las madres los encontraban llorando
por un pájaro muerto
y más tarde también los encontraron a muchos
muertos como pájaros....

Kez dijo...

Blue, Zurko, ¿qué ocurre? ¿La poesía llama a la muerte? ¿O la muerte llama a la poesía? ¿O quedan citadas en un punto medio del camino?

Gracias, las he degustado las dos ricamente.

Un abrazo,

Amanda dijo...

Hola Kez,¿te estas haciendo viejo,eh? jeje.

Voy a enrollarme un poco, por lo que pido perdón si a alguien le molesta.

La imagen más cruel que tengo de la muerte es la de algo que me arrancó brutal y repentinamente a mi hermana de 28 años.

Siempre he sido muy racional y muy analítica,por eso, cuando era pequeña, en las clases de religión sacaba de quicio al cura, siempre preguntando y sacando a relucir sus contradicciones, así que o se enfadaban o me echaban fuera de la clase. No soy de las que se tragan las palabras de los demás sin pasarlas por el tamiz de la razón.Muy al contrario, mis creencias se basan en mis propias experiencias , que es en lo único que cada persona puede basarse, creo.

Nuestra razón es incapaz de comprender la muerte,ni siquiera de explicar si se trata de un final o de un transito hacia otras formas de existencia.La razón sólo cree lo que ve y detrás de la muerte nadie ha visto nada, por eso creo que tan erròneo es afirmar que hay otras formas de vida después de la muerte como afirmar que no hay ninguna.Simplemente es algo que desconocemos, y de ahí nuestro miedo, tememos todo aquello que desconocemos y que no podemos controlar.

Pero voy a dejar hoy aquí una de tantas experiencias extrañas que me han acontecido y que mi razón no puede explicar, voy a hacerlo aún a riesgo de parecer ingenua, crédula o ignorante,o de que penseis que miento o que lo que digo son gilipolleces.¿Y porqué voy a hacerlo? tal vez por que mi edad y mis experiencias en este sentido, me han llevado a pensar que el hecho de que la razón no pueda explicar algo no significa que no exista.

Se trata de una sueño:

No sueño mucho con mi hermana, de hecho sueño poco pero cuando lo hago, ella siempre me habla de cosas que ocurrirán y después ocurren. Nunca me habla con palabras es como una transmisión telepática.

Un día soñé que estábamos juntas sin decir nada.De pronto sonó el teléfono y ella me dijo:
-Es para ti.
Cogí el auricular y me habló (también sin palabras) el padre de una persona que había conocido recientemente, me dijo lo siguiente:
-Estoy muy preocupado por mi hijo, por lo que hace, por las compañías que tiene y por la vida que lleva.
Me sorprendieron mucho esas palabras porque aunque no conocía mucho a su hijo me parecía una persona muy sensata y muy madura.Respondí:
-Me parece una buena persona.
Y colgó.
Me desperté y a parte de parecerme un sueño raro no le dí más importancia.
Al cabo de 8 ó 10 meses más o menos, en una reunión de amigos salió el tema del chico.Dijeron que se estaba moviendo con mala gente, que estaba metido en las drogas y que iba de mal en peor y también dijeron que todo eso sucedía a raiz del tráuma que le produjo la muerte de su padre.Me quedé helada y entonces pregunté cuánto tiempo hacía que su padre había fallecido y me respondieron que tres años.

Se ha dicho de todo sobre este tipo de experiencias, que de nuestro cerebro sólo utilizamos una pequeña parte, que nuestro subconsciente sabe muchas cosas y así nos las cuenta,o que son almas que nos hablan del otro lado.Ninguna se puede demostrar, pero estas cosas pasan y dan que pensar...al menos a mí.

Creas lo que creas, mientras la botella esté llena bebe de ella y no pienses en que pasará cuando se vacie porque entonces el miedo a que se acabe no te va a dejar beber.

Un abrazo y perdón de nuevo por la extensión del comentario.

Blue dijo...

Ja, ja, ja...quedan citadas en el medio y se echan un baile agarrao.
Leí hace poco esta definición de poesía que me encantó: "La poesía es ese termómetro que a veces interpongo entre el mundo y la palabra "mundo" para verificar que todo convalece de su existencia" (Jesús Jiménez).

Hablas de la muerte propia poniendo el corazón en la mano y pretendes que te hagamos un comentario como quién interpreta un mapa del tiempo. Pues no. Es lo que te mereces, je, je.

Saludos...
...y de nada.

Jofre dijo...

Kez, Como mola este post XD

Yo me quedo con la poesía de Blue, si amo, soy amado y muero antes que mis hijos (que espero tenerlos algún día) ya me doy por satisfecho. Me sacudo las manos y a otra cosa mariposa.

Es normal que le tengamos miedo a la muerte, nos hemos olvidado de ella. Ai, la muerte es una amante celosa. Quiere que estés pendiente de ella y cuando te agarra... Nunca mas te suelta y si por alguna razón te soltara... Seguro que no serias el mismo. Tantas cosas hemos olvidado de ella, que me da pavor y vergüenza. Perdónanos muerte, si ya no pensamos en ti. (no es una poesía XD)

Amanda, lo de tus sueños es algo muy curioso pero para nada aislado. Aunque tampoco te podría decir si es frecuente... También nos hemos olvidado de los sueños. He vivido varios casos curiosos y también se de laboratorios que investigan este tipo de cosas “la famosa ciencia no ética”, pero eso queda algo fuera de mi capacidad.

Pero volviendo al origen, la muerte del individuo, hay algo que aun me sorprende más: Estamos hechos para morir, concretamente programados para morir. La muerte programada es una adaptación evolutiva, que por ejemplo no existe en las plantas. Para que es tan importante para la naturaleza que nuestra vida sea en ciclos? Cuando pienso en eso me tranquilizo, me doy cuenta que es muy importante que me muera, que me recicle, que transmita todo lo que pueda a la próxima generación para que continúen a partir de mis mejores partes y se olviden de las peores. Que cada uno coja su turno y que cada uno aporte lo suyo. Por que tengo que ser yo mas importante que millones de personas que se han muerto antes que yo y millones que morirán después de mi? La muerte esta bien, hace que la vida sea más vida.

Kez dijo...

Amanda, aquí se distingue entre lo extendido y lo extenso, así que no preocuparse por el tamaño. Además, el contenido, en este caso, lo explica todo, incluso la extensión. Un abrazo.

Blue, hablas de lo que me merezco como si fuera un castigo. Fui ávido lector de poesía en la adolescencia; de novela en la juventud; de ensayo, ahora, en el otoño. Progresión dramática que no tiene por menos que terminar con la lectura de prospectos médicos en la vejez, si es que antes no me cito con la dama de la guadaña, jeje. Otro abrazo.

Y Jofre, con gente como tú da gusto, jeje. Ese optimismo antropológico que destilas... Una frase que dices ["Por que tengo que ser yo mas importante que millones de personas que se han muerto antes que yo y millones que morirán después de mi?"] a veces me la repito yo como ejercicio desaguador de angustias. Mis problemas con la muerte tienen que ver con el enfoque, ultrarracionalista, hipermaterialista y desquiciadamente solipsista, lo cual me ha hecho asimilar el acto en sí [históricamente] con un dramatismo indigerible. Eso es lo que terremoto tras terremoto estoy consiguiendo, la "destrascendentización" de la cosa de morir. otro abrazo para ti.

Nada, que uno se pone a hablar de la muerte, y los poemas y los abrazos circulan que no veas entre cuerpos finitos, jeje.

Buenoooo,

Blue dijo...

Kez, no estás progresando adecuadamente. Tira los prospectos o te mando otro poema o una canción alegre.
Y esto ya no es un castigo, es una amenaza.
;-)
Otro abrazo de vuelta.

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