Primera imagen: sobre fondo rojo, al tiempo que empieza a escucharse una canción rock [con predominio de guitarra eléctrica], leemos el eslogan "Ireki bidea ezkerrari" [trad: "Abrir camino a la izquierda"]. Cada una de las tres palabras responde a un tratamiento tipográfico diferente; y mientras que las dos primeras se presentan en color negro, la última lo hace en blanco grueso. A la derecha del eslogan, una huella digital compuesta de varios colores, completa los elementos icónicos que se han colocado sobre el rojo, degradado en las cuatro esquinas del cuadro.
Justo durante la sobreimpresión con el plano siguiente surge una voz masculina [que remite a un hombre de no más de 40 años] que habla en euskera. Nos cuenta lo siguiente:
Cambiar es abrir el camino y no existe otro camino más que el que nosotros mismos hagamos. Audaces y firmes, para superar los obstáculos que surjan en el camino de la paz y de la libertad.
Mientras ha tenido lugar este mensaje verbal hemos visto cinco planos de una animación [los siguientes, comentados desde el punto de vista del observador]:
Plano 1: El observador sobrevuela un paisaje desértico [y que amenaza tormenta] en compañía de una multitud de mariposas. Las mariposas avanzan con rapidez, pero su aleteo incesante deja ver al observador atento que sus alas están compuestas de la huella digital que hemos visto al principio junto al eslogan.
Plano 2: El observador ahora está inmóvil. La multitud de mariposas ya es un enjambre de pequeños puntos que al juntarse se transforma en un imponente trasatlántico [de casco negro y cubierta con predominio de rojo y algo de blanco] que se mueve sobre la tierra del desierto, alejándose de las nubes y acercándose al observador en contrasentido frontal. El observador solamente podrá safarse de ser engullido por el barco gracias a un movimiento que realiza a última hora, justo cuando siente la tierra temblar ante la velocidad formidable del trasatlántico.
Plano 3: El observador [ya a salvo] divisa desde una posición quieta y cenital como el barco se abre camino en el desierto, resquebrajando la tierra seca a su paso.
Plano 4: El observador vuelve a moverse, esta vez lateralmente, en sentido contrario al trasatlántico, lo cual le deja ver tres detalles, uno, el nombre del barco ["Ireki bidea"], dos, que las nubes se alejan, y tres, la transformación del paisaje que está tenido lugar en el camino que está recorriendo el barco. La acción del barco en tierra estéril ha hecho surgir un río en cuyas riberas ya empiezan a crecer los árboles.
Plano 5: El observador, de nuevo en la cenitalidad, se aleja rápidamente del barco al tiempo que gira en busca de perspectiva. La imagen que obtiene es espectacular: el trasatlántico, en su itinerario, ha formado una huella digital cuya laberíntica disposición está formada de azules [el agua] y de verdes [la vegetación]. La gran distancia [altura] que ha alcanzado el observador arroja sobre sus mirada un descomunal paisaje desértico con una sola señal de vida: la huella que el barco ha dejado en su superficie.
Terminada la historia animada y el comentario de la voz, la huella se sobreimpresiona con la huella multicolor que ya hemos visto al inicio. La nueva huella, ya sobre el fondo rojo, se desplaza hacia la izquierda, dejando paso al eslogan, Ireki bidea ezkerrari", que no leemos porque de repente irrumpe un hombre.
El hombre es Iñaki Aldekoa, que dice "Ireki bidea Arabari" [trad: "Abrir el camino a Álava"]. Debajo, un rótulo informa [en euskera] de que es el candidato a las Juntas Generales de Álava. Después de él vemos a Iosu Murgia, que dice "Ireki bidea Bizkaiari [trad: "Abrir el camino a Bizkaia"], con el rótulo correspondiente a Bizkaia. Y, finalmente, a Rebeka Ubera, que dice "Ireki bidea Gipuzkoari" [trad: "Abrir el camino a Gipuzkoa"], también con su rótulo relacionado con el territorio. Los tres candidatos han sido grabados con movimientos de zoom que han dado cierto dinamismo a sus intervenciones.
Última imagen: sobre el mismo fondo rojo con el que se iniciaba el relato, leemos "Bozkatu Aralar" [trad: "Vota Aralar"]. Entre ambas palabras, el logotipo de Aralar, una "a" minúscula sobre una bandera blanca. La palabra "Bozkatu" y el logotipo desaparecen con el último golpe de batería, quedando solamente Aralar, en un instante fugaz en el que se desintegra, convirtiéndose en un grupo de mariposas aleteando que se terminan fundiendo en el rojo.
Cuando Aralar verbaliza ese eslogan, “Ireki bidea ezkerrari” [trad: “Abrir camino a la izquierda”], realiza intencionadamente un acto de omisión y otro de redundancia. La omisión es la palabra “abertzale” como compañía de la palabra “izquierda”, quizás por la confusión que podría generar en la opinión pública ese otro eslogan que sería “Abrir camino a la izquierda abertzale”, y más cuando la opinión pública, los medios de comunicación y el público votante, siguen atribuyéndole la autenticidad de esa marca que se conoce como “la izquierda abertzale” [unos por error, otros por desconocimiento y otros por mala fe] a los abertzales que hasta ahora han estado ilegalizados. El acto de redundancia está ligado a ese juego confuso que gira en torno a la idea que se acaba de describir, y que no es otro que el de la autenticidad de la izquierda abertzale.
Desde la escisión de Aralar de Batasuna [año 2000], unos y otros han mantenido un pulso ideológico consistente en hacer valer su autenticidad como la marca abertzale de izquierdas. Ahora que esa otra parte de la izquierda abertzale ha cambiado el rumbo con respecto al vínculo más o menos directo con ETA, Aralar se gusta a sí misma [y así quiere proyectarse] argumentando que ese camino que ahora están empezando a recorrer esos otros, sus hermanos, digamos, ellos, Aralar, ya lo tienen transitado.
Entonces Aralar quiere retratarse ante la opinión pública vasca como el modelo que va a seguir el hermano díscolo, desde ahora que ha decidido “sentar la cabeza”. Y así lo narra en el spot. Aralar ha abierto ese camino [“Ireki bidea ezkerrari”] y tiene que ser Aralar el partido que les cuenta a los votantes abertzales que su partido es el partido de la izquierda abertzale donde reside la autenticidad abertzale de izquierdas, valgan las redundancias.
Para expresar la idea de autenticidad, el relato electoral audiovisual de Aralar recurre a la huella digital, uno de los símbolos más potentes relacionados con la unicidad y la autenticidad. Y para expresar la autenticidad del camino recorrido, recurre a la mariposa, insecto que también alberga varios significados.
El de la mariposa es uno de los pocos cuerpos del reino animal que puede presumir de haber sido carne de metamorfosis. Su existencia orgánica encierra el secreto de un relato en sí mismo, una transformación salvaje que llega desde esa otra condición animal menos agradable, menos espectacular, menos mediática, que es la del gusano. De lo feo a lo hermoso a través de un trauma corporal inédito. La transformación incluye también el cambio de medio natural donde desenvolverse: el gusano que se arrastra por el suelo [viértanse todas las connotaciones que la acción suscita] ahora vuela libremente por el cielo [viértanse todas las connotaciones que la acción suscita].
Sin embargo, esa transformación animal todavía tiene poca importancia de cara a lo que está por ocurrir en la historia audiovisual del spot electoral de Aralar. Porque ese cambio radica en una simple inercia natural, en la que no han colaborado ni la fuerza y ni la motivación humanas. La transformación ideológica llega cuando la multitud de mariposas juntan sus fuerzas y construyen un trasatlántico, medio de transporte que simboliza la fuerza y la calma, derivadas ambas características de su imponente tamaño.
Este es el cambio [que funciona en el relato como un primer giro de guión] que empieza a mover la historia del spot. Esa metamorfosis que transita desde el reino animal [único en el que existe la libertad, y quizás la objetividad], hasta el ámbito de lo humano [donde un rumbo elegido denota, al unísono, la libertad y su contrario, además de subjetividad] también informa del compromiso de Aralar a “renunciar” a ciertas exigencias “utópicas” y quizás demasiado lejanas en el horizonte, para empezar a hacer una política agarrada a un presente que sí puede construirse como inversión de ese futuro anhelado. Es obvio que Aralar no ha renunciado a su objetivo político de conseguir la independencia de Euskal Herria, pero tiene menos “prisas” y no quiere tomar [quizás] falsos atajos, en comparación al modelo seguido hasta hace unos meses por la otra izquierda abertzale.
Aralar quiere ser ese trasatlántico cuya principal característica sea la fuerza y la determinación de su rumbo, dejando en segunda fila la prioridad de la velocidad imprimida para la consecución de sus fines políticos. Y esta velocidad de crucero ha sido, precisamente, una de las críticas más fervientes con la que la izquierda abertzale “tradicional” ha atacado a “Aralar” desde su fundación.
Cabe preguntarse que por qué un trasatlántico… ¿Por qué esa exageración…? ¿Es el resultado de un simple esfuerzo ficcional, literario…? ¿O quizás la representación velada de un miedo donde el tamaño realmente sí importe…? Porque Aralar es consciente de que no es una fuerza portadora de semejante tamaño. ¿Y si el trasatlántico simbolizase ya la suma de las dos sensibilidades abertzales? Porque las dos juntas sí concuerdan más con el tamaño del barco. ¿Podría ser el símbolo de la proyección de un futuro cercano?
Si las cosas fueran así, Aralar estaría albergando el discurso de la autenticidad [donde hace el ejercicio de diferenciarse de los “otros”], al tiempo que proyecta un futuro donde la unión [con esos “otros”] construya una fuerza [social] transformadora, que ponga vida donde antes no había nada. Cuando la animación nos presenta, en el último plano, el trabajo del trasatlántico, somos conscientes de que queda mucho trabajo por hacer, un trabajo que, y eso es obvio, no es posible realizar a solas en su integridad.
Todos los relatos electorales están íntimamente ligados al público objetivo al que van destinados, pero quizás el caso de Aralar sea uno de los más significativos de todos los partidos que se presentan a las Elecciones Municipales [de Euskal Herria] y Forales [de Navarra]. El principal público al que Aralar emite su relato es a la masa social que históricamente ha votado a la izquierda abertzale tradicional; es ahí donde puede rascar unos cuantos votos; y es desde ahí, también, desde donde sabe que puede perder muchos más.
Aralar se enfrenta a los comicios venideros con la necesidad imperante de conocer dos variables cuantitativas. La primera, obtener un retrato en un marco general como fuerza política en el conjunto de la sociedad vasca. La segunda, y esta es la primordial aquí y ahora para Aralar, medirse en términos comparativos con la otra izquierda abertzale, saber a ciencia cierta cuánta masa social ha preferido votarles a ellos antes que a Bildu [agrupación electoral que incluye a Eusko Alkartasuna, Alternatiba y, crucial para este segundo autoanálisis de partido, a independientes aberztales de izquierdas].
Este ejercicio doble de autoanálisis es clave para Aralar a la hora de estudiar de qué manera sumará sus fuerzas en un proyecto abertzale de izquierdas que los aglutine finalmente a ellos. Porque si el proceso de normalización política vasca transita hacia la “desaparición” de ETA, sería absurdo someter al público abertzale a la disyuntiva de elegir entre dos propuestas que ya no presumirían de casi ninguna diferencia, al menos sustancial.
El panorama político a medio plazo evidencia la existencia de una única fuerza abertzale, lista para el fuego electoral de las autonómicas vascas de dentro de 2 años. Este es el contexto en el que hay que ubicarse para leer el relato que nos propone Aralar en su spot electoral.
Aralar, por decirlo así, ha querido expresar que ellos fueron mariposas antes que los otros, que permanecieron más tiempo “atrapados” y “esclavizados” en su condición de gusanos. Ha querido expresar que quizás su marca [Aralar] sea arrollada por Bildu, pero “mata” “matando”, demostrando que ellos fueron los que primero abrieron camino, los que se adelantaron en su momento a su época.
La historia nos cuenta que todas las vanguardias fueron asimiladas por el Sistema. El final del spot nos anticipa la que es la siguiente transformación de Aralar. Sus letras se transforman en unas mariposas que terminan fundiéndose en el fondo rojo. Aralar conoce su final, pero quiere saber cuánto de ella quedará en el futuro.
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