miércoles, 3 de febrero de 2010

¡¡¡Qué feo es morir!!!

El pasado sábado La 2 de TVE emitió en el programa Documentos TV el documental "La prolongación de la vida". En él varias personas relacionadas con diversos campos científicos y del saber manifiestan las posibilidades reales de vivir cada vez más tiempo de la especie humana.

Después de verlo, lo primero que me cuestioné fue sobre si el tema del documental es la prolongación de la esperanza de vida o de si realmente es el miedo a morir. El racionalismo radical occidental nos ha conducido a un callejón sin salida y la angustia materialista de la idea del vacío que provoca la muerte campa a sus anchas cuando uno proyecta su propia finitud como el final de todo. Y aunque no se les note demasiado (porque también se aprende a vestir la angustia del existente de "normalidad" racionalista) la mayoría de personajes que hablan en el documental son portadores de ese miedo. Quien escribe es también portador de esa angustia, porque uno es occidental, racional y materialista. Que esta "extimidad" vaya por delante de lo que se va a escribir a continuación.

Otra reflexión que considero importante es que no son los personajes ni sus consideraciones los protagonistas del documental (me estoy acordando de un gerontólogo barbudo que le falta muy poco para insultar a los que no "creen" y de un filósofo reduccionista que come poco y pasa hambre porque está "demostrado" que así se vive más tiempo): quien protagoniza el discurso audiovisual es la ciencia.

Mientras que la religión cristiana nos promete vida eterna en el más allá, la ciencia insiste en hacernos creer en la inmortalidad en el más acá. Cada día tengo más claro que ambos sistemas ideológicos se basan en la fe y que la ciencia no ha destruido a la religión, sino que es su prolongación natural. Ambas "religiones" usan el miedo a la muerte para lograr sus objetivos de poder; la diferencia es que la religión cristiana era partidaria de metodología dura mientras que la ciencia laica lo es de metodología(s) blanda(s). 

Para terminar, propongo un ejercicio de "desangustización": piénsese que antes de nacer ya hemos estado muertos. De esta manera, cuando uno muere solamente regresa al lugar de donde procede. No hay que tener miedo: la muerte es la vuelta a casa. Aunque quizás saber esto sea lo que más angustia. No sé.

Creo que la ciencia me diría que desde el punto de vista genético estoy predispuesto a la angustia. En cualquier caso... ¡qué feo es morir!

2 comentarios:

xabi dijo...

todo eso sin olvidar que mientras la esperanza de vida se alarga paulatinamente, las enfermedades degenerativas se multiplican: el cuerpo, por norma general, no esta todavia preparado para "aguantar" 100 años de vida.

Kez dijo...

Además esto provoca doble angustia... ¿te imaginas que cara de bobo se te queda si en un panorama de 100 años o más de esperanza de vida te dicen que tienes un cáncer terminal cuando tienes 40? Doble ingratitud, contra uno mismo porque te vas a quedar sin vivir 60 años y contra el progreso científico que ha luchado lo indecible por llegar a esa esperanza de vida y ahora llega uno y se muere a los 40, lo cual baja alguna milésima esa preciada cifra de esperanza de vida! En fin...

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