viernes, 26 de noviembre de 2010

De la cosa a la angustia

Lanzado ciegamente a la conquista del mundo externo, preocupado por el solo manejo de las cosas, el hombre terminó por cosificarse él mismo, cayendo al mundo bruto en que rige el ciego determinismo. Empujado por los objetos, títere de la misma circunstancia que había contribuido a crear, el hombre dejó de ser libre, y se volvió tan anónimo e impersonal como sus instrumentos. Ya no vive en el tiempo originario del ser sino en el tiempo de sus propios relojes. Es la caída del ser en el mundo, es la exteriorización y la banalización de su existencia. Ha ganado el mundo pero se ha perdido a sí mismo.


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Hasta que la angustia lo despierta, aunque lo despierte a un universo de pesadilla. Tambaleante y ansioso busca nuevamente el camino de sí mismo, en medio de las tinieblas. Algo le susurra que a pesar de todo es libre o puede serlo, que de cualquier modo él no es equiparable a un engranaje. Y hasta el hecho de descubrirse mortal, la angustiosa convicción de comprender su finitud también de algún modo es reconfortante, porque al fin de cuentas le prueba que es algo distinto a aquel engranaje indiferente y neutro: le demuestra que es un ser humano. Nada más pero nada menos que un hombre.

[Texto: "De la cosa a la angustia". Libro: "El escritor y sus fantasmas". Año de la primera edición: 1963. Autor: Ernesto Sabato.]

3 comentarios:

Blue dijo...

Si se busca y se encuentra no pasa nada. Bueno, sí, pasa, vuelve a nacer de sí mismo y más fuerte.
Y aquí diría aquello que decía Lope de Vega (aunque él se refería al amor): Quién lo probó, lo sabe. Y tú lo probaste ;-)

Saludos, Kez.

Consigues lo imposible. Me haces ver anuncios que nunca veo en la televisión, ja, ja.

Kez dijo...

Yo, muchos de los vídeos que pongo, tampoco los había visto nunca antes. Aquí he buscado por Wii [porque esa era la única condición previa] y he encontrado este. Quién lo prueba, lo sabe. Y yo lo he probado. (;o]

Blue dijo...

Ya, ya, si he recibido el mensaje. Solo era para meterme contigo. Para banalizar tu existencia, ja, ja.

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