sábado, 26 de marzo de 2011

Poder y espectáculo, valga la redundancia

Una lectora del Blog Abisal, Marcela, dejó escrito el siguiente comentario en la entrada anterior "Nosotras, las putas intelectuales":

Ayer Sinde dijo que ella hace teatro en el congreso y en el senado -con minúsculas-; antes de ayer Trini dijo que [lo de Libia] es una guerra humanitaria; y Rubalcaba, preguntado por el caso Faisan, se atrevió a frivolizar diciendo "sin tí no soy nada"; los del PP se unieron a Eurovisión.

Sucio, denigrante, caro, y fuera de la realidad, la política ha degradado la democracia que carece de todo y solo es una marca.

Marcela, la réplica a tu comentario es larga y me veo obligado a elaborar una entrada nueva.

Una mirada retrospectiva hacia el pasado nos muestra que el Poder no ha cambiado tanto sus prácticas como pensamos.  Quiero decir que esa suciedad de la que hablas nos acompaña desde la democracia griega.

Vuelco el contenido de una parte de los apuntes que tomé de la asignatura "Opinión Pública", impartida por Ander Iturrioz, profesor de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU).

Subrayo lo que conviene para el caso:


ALGUNAS CONSIDERACIONES METODOLÓGICAS

La metodología de estudio de la Opinión Pública y de la propaganda, como se ha dicho con los paradigmas, es igualmente diversa. Hay autores que parten de la Antropología Política; otros, de la historia comparada de la Antigüedad Clásica; otros, de la primera modernidad (Renacimiento, Ilustración); otros, de la Modernidad; y, finalmente, en la actualidad, de la Post-modernidad. Desde aquí se van a mencionar diversos autores que hablan desde la Antropología Política.


Guy Debord: poder y espectáculo

Debord publica en 1967 su obra más conocida, La societé du spectacle (La sociedad del espectáculo), “en la que denuncia la mutación que el capitalismo hace del pensamiento por el espectáculo como sustrato ideológico de dominación” (INFOAMÉRICA). Poder y espectáculo, entonces, son una misma cosa:

Tecnología, cultura y medios, que gratifican al individuo y lo seducen, son también para Debord instrumentos de sometimiento al servicio de la racionalidad de la economía y del mercado. Instrumentos que desarrollan hábitos de sumisión, desarme del individuo como ser social, cosificación, falsas necesidades (INFOAMÉRICA).

Para Debord, lo más moderno es también lo más aracaico; y todo poder separado ha sido siemrpe un poder espectacular, incluido el “poder” en las sociedades indivisas, de las que hablamos en el capítulo siguiente.


Cliffort Geertz: rituales de poder

Geertz es el “creador del método etnográfico, basado en el estudio descriptivo (la ‘descripción densa’) e interpretativo de los sistemas culturales a través de pequeños grupos de individuos en su propio entorno” (INFOAMÉRICA). En sus estudios afirma que el fenómeno de las luchas de poder son un tema universal y recurrente en todas las culturas y grupos humanos, independientemente de la cantidad de individuos que tengan. 

También, que el arte del gobierno es un arte dramático donde escenificación, interpretación y ritualización son rasgos naturales de todo poder. Los trabajos de este autor norteamericano “abordan los ámbitos del poder, el cambio político y económico, los mitos, la religión, la familia, etc” (INFOAMÉRICA).


Georges Balandier: el estado espectacular

Balandier, autor francés, afirma que la vida social y, en especial, el poder, se basa en la teatralización. De esta manera surge un Estado espectacular en el que su poder se hace ver de manera constante por medio de representaciones y escenificaciones diversas donde se legitima a sí mismo

La fuerza del teatro se impone en todas las formas, regímenes y tiempos: las conmemoraciones, las manifesaciones, el lujo y la suntuosidad son los recursos de legitimación más utilizados.


Pierre Bourdieu: la violencia simbólica del poder

En parámetros similares a los de Debord, para Bourdieu, “más que hablar de 'sociedad de la información', es necesario hablar de 'sociedad del espectáculo'. El poder no es tanto el poder de hacer, el poder político, como el poder contar, el poder mediático” (INFOAMÉRICA).

Para este prolífico sociólogo francés, el problema fundamental de la filosofía política es la legitimidad porque el poder habitúa a normalizar y normativizar hechos arbitrarios. Para la consecución de sus fines, el poder hace uso de una violencia simbólica.

Sobre los discursos y su capital simbólico, Bordieu afirma que la competencia lingüística de cualquier orador no explica el éxito de su discurso, y que el discurso del poder incorpora claros signos de autoridad lingüística externa. Todo discurso precisa condiciones litúrgicas previas.


Michel Foucault: el imprescindible estudio de la genealogía política

Para Foucault, el estudioso del poder, para comprender la modernidad es necesario rescatar los principios secuestrados (y ocultos) por la modernidad.



[BOLA EXTRA: LA FOTO DEL DÍA]

[Personajes: el Presidente de Gobierno español, algunos de sus ministros y 37 representantes de grandes empresas y entidades financieras españolas]

[Escenario: un salón de La Moncloa, espectacular por su tamaño, por su diseño, y por el vacío que media entre los personajes]

[Obra, u objeto particular: el poder económico se representa a sí mismo poniéndole nota a las últimas reformas políticas del Ejecutivo español]

[Objeto global: un acto propagandístico del Poder] 

[Público: nosotros, es decir, nadie]


5 comentarios:

J. dijo...

El discurso del poder de Foucault explica muchas cosas. Las demás, Jean Baudrillard.

fiorella dijo...

Pan y Circo...más Circo que pan en realidad.Un beso

Blue dijo...

En las frases subrayadas está todo:
"El arte del gobierno es un arte dramático" (me encanta ;-), y "El poder no es tanto el poder de hacer como el poder contar".
Que nos sigan contando cuentos...pero al menos que dramatizen bien, que veamos una obra de arte.
Estoy "superpositiva", ja, ja.

;-)

Kez dijo...

Triple respuesta:

Pero el espectáculo [Debord] no es exclusivo de la clase dirigente; ya es nuestro, ya somos nosotros [Foucault]. La disidencia, la protesta, y otras manifestaciones contra el poder [en minúsculas] presumen del mismo tejido espectacular que critican: antitaurinos untándose de sangre, el barco de Green-peace haciendo abordajes arriesgados, manifestaciones, acciones, etcétera. Todo es espectacular, no puede ser de otra forma: es nuestro lubricante. El Poder [con mayúsculas] somos todos. Traducido en términos económicos: no estamos en crisis; somos la crisis.

J., es que creo que has echado en falta más Foucault, jeje [espero haberte satisfecho, yo me he quedado bastante agusto, jajaja, escribiendo este cachito]. Por cierto,no te olvides de Pareto.

Fiorella, nosotros también somos los payasos de ese circo que criticamos...

Blue, como lees, estoy menos positivo que tú, que te has venido arriba con las tragicomedias políticas que nos cuentan y nos contamos sobre lo que creemos que es el Poder.

Un saludo a los tres,

Blue dijo...

Bien, la disidencia, la protesta, etc...actúan en la misma obra y casi se podría decir que están en el mismo escenario. Participan también del poder, cada uno en su medida.
Nosotros, no. No dejamos de ser espectadores, y si alguna culpa tenemos es la de limitarnos a cuchichear con el del asiento de al lado en vez de lanzar unos cuantos tomates al escenario cuando la obra no está a la altura o consideramos que nos cobraron demasiado por verla.
Llueve. Cuatro días lloviendo, ja, ja.
Agurratxoak, Kez.

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