jueves, 21 de enero de 2010

Retroalimentación positiva

"Se ve como una virgen. Que hermosa y pura es nuestra princesa Letizia. Es bella y blanca de piel. Se ve como un ángel; en esta foto tiene una piel preciosa, suave y aterciopelada. Muy afortunado nuestro Príncipe de haberse casado con una mujer tan pura como ella; es todo tan bonito como un cuento de hadas. Felicidades por esta portada, está bellísima".

Este es uno de los comentarios que ha dejado una de las lectoras de la revista "Hola" (de esta semana) en su sitio Web después de haber visto en la portada la fotografía de Letizia Ortiz. En su emotivo comentario, la lectora no hace mención a las palabras a pie de fotografía: "Doña Letizia, deslumbrante como una princesa de Oriente".

¿Quién es la revista "Hola" y qué papel protagoniza como uno de los "negros" del Imperio? La revista "Hola" es la Gabinete de Prensa de los que vienen en llamarse famosos serios o con méritos. Y los integrantes de todas las casas reales de los reinos que todavía quedan por el mundo entran en esta categoría política. La categoría lleva implícita su antagónica, es decir, que si son famosos serios o con méritos, al mismo tiempo quedan fuera de campo entre los retratos de famosos no serios o sin méritos. Entonces, dentro de la prensa del corazón, la revista "Hola" haría el papel de la Aristocracia, mientras que las demás revistas conformarían una suerte de revistas del pueblo con gente del pueblo. 

No hay más que ver las formas. Por ejemplo, el estilo de la revista "Hola" sería el relato elegante y luminoso hinchado de mitos y leyendas (en este número a la princesa Letizia no le basta con ser princesa de España; es preciso extirparla del documental para vender a los lectores un magnífico cuento de ficción: es una princesa de Oriente que deslumbra); las demás tendrían un estilo más sensacionalista, más violento, más pasional, en resumidas cuentas, más verdulero.

Se confrontan aquí los modelos históricos de aristocracia versus pueblo, o "el saber estar y el saber decir" de la revista "Hola" frente al "no saber estar y no saber decir" de las demás. Siguiendo el ejemplo de la Antigüedad, el quiosco haría las veces de Asamblea o Ágora o plaza pública, donde ambas categorías pueden estar juntas pero nunca revueltas.

Pero entremos al interior de la revista ¿Qué se legitimiza aquí? A bote pronto diríase que la monarquía como modelo organizativo estatal, pero hay más. ¿Qué se pone en juego en este reportaje donde se da cobertura al primer viaje oficial de los príncipes de España al Emirato Árabe Abu Dabi? El público lector de la revista “Hola” asimila el discurso (formado sobre todo de imágenes) de la clase elitista o aristocrática. Si consideramos a la política como el trazo grueso y torpe de un cuadro llamado propaganda política, la prensa del corazón, junto con otras estrategias de poder, sería el trazo fino, casi invisible, pero siempre brillante, con el que se completa la legitimidad política imperante.

Hay un patrón de tratamiento que la revista “Hola” hace sistemáticamente cuando aborda informaciones relacionadas con las diferentes casas reales o familias aristocráticas mundiales.

Las fotografías que se adjuntan (aunque en el Hola estaría mejor decir que lo que se adjunta es el texto, debido al número y tamaño de las fotografías que suelen incluir en sus reportajes) hablan y lo significan, ya de por sí, todo. Muestran, en toda su grandiosidad, los escenarios de lujo (tanto los exteriores, jardines, paseos, árboles centenarios, como los interiores), los vestidos y trajes de los personajes, sus cargos, su sangre (trayendo continuamente al discurso su “casta”), etcétera; y también los detalles de los decorados donde tienen lugar las historias y los cuentos que cuentan, siempre suntuosos, de grandes y pesadas lámparas, kilométricas mesas, antiquísimos cuadros, etcétera.

Las palabras, por su parte, construyen un relato no menos grandioso de las familias aristocráticas, recurriendo constantemente a sus orígenes cuasi divinos. Cuando la información incluye el discurso pronunciado por algún rey ante su pueblo, sus integrantes suelen conforman el contra-plano “escuchador”, donde reside la emoción y los gestos “espontáneos” como los aplausos “sentidos” ante las palabras de su rey.

Reine donde reine la familia real o aristocrática cuyo poder se “legitimiza” en las hojas de la revista “Hola”, el público receptor español de los reportajes también participa, en cierto modo, de otro espectáculo, a otro nivel. Porque puede emocionarse igualmente, puede comentar con el del al lado la belleza de los vestidos y los palacios de ensueño que tienen los reyes en aquellas tierras lejanas y un tanto exóticas, o, en este caso los reyes españoles o los príncipes; y, cómo no, se puede cuchichear, y criticar, esas cosas que desde la Grecia Antigua, las clases dirigentes han permitido hacer al pueblo, cuyos elementos han estado ubicados históricamente allí lejos, inofensivos, en el gallinero.

Leer la revista “Hola” es, entonces, acceder a un boletín propagandístico político de primer orden y cuyo impacto y efectividad son triples: a corto, medio y largo plazo. Históricamente las élites se han hecho propaganda directa de sí mismas con el objetivo de perpetuar su situación ventajosa. Cada discurso, cada relato fantástico, cada narración mítica no tiene por menos que (re)ubicar al lector en su papel al tiempo que la clase dirigente se (re)ubica en el suyo: todo un ejercicio de sedimentación que cada semana (re)actualiza el poder y lo “legitimiza”.


"Se ve como una virgen. Que hermosa y pura es nuestra princesa Letizia. Es bella y blanca de piel. Se ve como un ángel; en esta foto tiene una piel preciosa, suave y aterciopelada. Muy afortunado nuestro Príncipe de haberse casado con una mujer tan pura como ella; es todo tan bonito como un cuento de hadas. Felicidades por esta portada, está bellísima".

A esto se le llama, entonces, retroalimentación positiva.

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