Causa-efecto-causa-efecto-causa-efecto y bla bla bla es el paradigma sagrado de las acciones que rigen nuestra santa racionalidad occidental. En esta sencilla línea donde se encadenan las causas y los efectos que acaban conformando los relatos que nos contamos a nosotros mismos quedan por definir qué son las causas y qué son los efectos, y quiénes son los que las provocan (las causas) y quiénes los que los reciben (los efectos). Este trabajo, ingrato y sucio como pocos, es cosa de los guionistas del Imperio, hacedores de las historias que consumimos y, sobre todo, de todos los "negros" que el Imperio tiene escribiendo a lo largo de Occidente, que son los medios de comunicación masivos de cada una de sus colonias.
El titular de una noticia de estos días dice que "Holanda instalará escáneres corporales" (EFE, 30 de enero de 2009). La noticia, narrada por EL PAIS y publicada un día después (trabajo del "negro" de turno) incluye ya desde el titular una causa y un efecto: "El aeropuerto de Amsterdam colocará escáneres corporales tras el atentado frustrado de Al Qaeda". EL PAÍS, "negro" ilustre español, da una lección de manual para despistados: así es como se sirve el puré mediático, con una sola causa y con un solo efecto, es decir, con la unidad mínima de un relato, que es la forma casi exclusiva en que la opinión pública occidental puede asimilar las cucharadas de su adoctrinamiento diario.
Las guerras suelen terminarse gracias a certeros golpes de efecto (dos bombas atómicas finiquitaron la Segunda Guerra Mundial) y en este caso un debate puede acabar gracias a los calzoncillos embadurnados de explosivo de un pringado llamado Umar Farouk Abdulmutall. Llega así a su fin (de momento, en Holanda) el debate de si es permisible que en los escáneres de los aeropuertos se instale un tipo de tecnología que pudiera chocar con los derechos de intimidad de los ciudadanos que viajan en avión. Y la cosa es que este debate estaba abierto mucho antes de que el pringado de los calzoncillos supiera que existe una marca terrorista hinchada por los Estados Unidos de Norteamérica llamada Al Qaeda.
Y como solamente lo espectacular (los golpes de efecto) parece ser capaz de desestabilizar balanzas, ha tenido que venir el pringado de turno, en este caso un pijo nigeriano, para lograr el impulso final: los que estaban ubicados en la temible categoría "no sabe - no contesta" ahora lo tienen claro, su seguridad es lo primero. Seguridad, palabra de clase media, te rogamos óyenos.
Este hecho, junto con todos los torpedos mediáticos que vienen asolando el mundo desde que los Estados Unidos fueron atacados el 11 de Septiembre de 2001, transformado en cuento-sinopsis para las masas queda más o menos así: "Un hombre muy malo llamado Osama Bin Laden instruye e instiga a un ingenuo niño de papá, aburrido y asqueado de su vida pija, para que se suba a un avión con un fin terrorífico: hacer partir en dos un avión en pleno vuelo con destino al Imperio tras la súbita detonación de la carga explosiva de sus calzoncillos".
¡Hostias, cuidado con los guionistas! Trabajo sucio e ingrato este de contar cuentos. Y el Imperio sabe muy bien (cabe sospechar que quizás sus "negros" no lo sepan tan bien) que quien detenta el poder es quien es capaz de contar historias y, sobre todo, de hacerlas creíbles. Esta capacidad de propaganda no empieza en Hollywood con su incesante bombardeo de ficciones siempre verosímiles: cada Imperio ha sabido contar, haciendo uso de las tecnologías del momento, las historias adecuadas para justificar todo tipo de acciones y violaciones.
Al Qaeda, esa abstracción, esa marca, o lo que sea si es que existe, ha tardado poco en reivindicar la acción del pringado. Así nos lo han contado nuestros "negros" una vez que han comprado la información al Imperio (porque la exclavitud nunca ha sido gratuita) a alguna de sus multinacionales de agencias de noticias. Todos hemos sido avisados a través de sus imágenes y de sus palabras: Al Qaeda o lo que sea si es que existe ha prometido más acciones similares y el pringado, que por lo visto sabe hablar, según las mismas fuentes, ha advertido que hay más pringados que están siendo instruídos en Yemen. Obama, por su parte, con poder de invadir un país pero incapaz de reformar el Sistema Sanitario del suyo propio ha dejado caer que si Yemen sigue dando cobijo a los proveedores de calzoncillos-bomba tendrá que tomar medidas... Causa-efecto-causa-efecto-causa-efecto... y bla bla bla.
Mientras todo este ruido tiene lugar, el aeropuerto de Amsterdam se prepara para instalar en sus escáneres una tecnología que no asegura al cien por cien la detección de calzoncillos forrados de explosivos. ¡Qué cosas!
1 comentarios:
asi que pensas que Karol Wojtyla es un moustro vos que isiste de bueno q te lo agradece todo el mundo cabron puto de mierda chupa verga igual q tu madre re culiada y rota prostituta de mierda
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