1982. Quedan siete años para que se destruya el muro de Berlín (se escribe el verbo "destruir" en vez de el verbo "caer" porque "destruir" lleva consigo un sujeto llamado "Capitalismo", un sujeto que el verbo "caer" no contempla). Detrás hay tres décadas de la llamada Guerra Fría, una historia de propaganda y de contrapropaganda de los dos bloques ideológicos hegemónicos surgidos tras el final de la Segunda Guerra Mundial. El común denominador tanto de EE.UU. como de la U.R.S.S fue la amenaza de una guerra nuclear cuya consecuencia sería la destrucción del mundo entero.
Se ha empezado con esta instantánea política porque es el tema central de "The atomic cafe" (1982), una película construida completamente con imágenes y audios de archivo de la propaganda yanqui (oficial y gubernamental) pro-nuclear.
Uno de los autores de la película, Pierce Rafferty, coleccionista de imágenes y fotografías de archivo, "descubrió un catálogo titulado "3433 U.S. Government Films" y advirtió en esas imágenes propagandísticas "verdaderas cimas del absurdo" (En "Desvíos de lo real: el cine de no-ficción"; Coor. WEINRITCHER; Festival Internacional de Cine de Las Palmas). Es cuando Pierce, junto con su hermano Kevin Rafferty y Jayne Loader, se ponen manos a la obra.
El resultado: "The atomic cafe", o de como unas imágenes pueden significar otras cosas a partir de la manipulación en el montaje. Imágenes ideadas para el adoctrinamiento colectivo son subvertidas para operar en el lado contrario, en la contrapropaganda, y todo elaborado a partir de imágenes y sonidos de archivo.
Jayne Loader (sobre "The atomic cafe"): "No utilizaríamos comentarios nuevos y el punto de vista lo proporcionaría el montaje (...). Creíamos, y yo personalmente sigo creyendo, que la llamada narración tipo "voz de dios" (...) es un insulto al espectador".
He aquí "The atomic cafe":
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