La transformación desde el adjetivo calificativo (cine documental) hasta el sustantivo a secas (documental), así como la primera incursión del documental social en la industria se lo debemos al escocés John Grierson, cineasta contemporáneo de Flaherty y Vertov, y cuyas producciones, “Drifters” (1929) entre ellas, su primera película, beben a partes iguales de las dos concepciones artísticas de estos dos autores citados.
Pero quizás lo más característico de Grierson es que enseguida dio el salto desde la realización hasta la producción. A través de la sociedad "The GPO Film Unit" logró convertirse en un agente catalizador del documental en la década de los 30, consolidando un nuevo mercado, de componente mucho más social que comercial. BRESCHAND (En "El documental. La otra cara del cine"), define así a la GPO Film Unit:
Un verdadero taller de producción que se ocupa desde la formación de técnicos a la distribución de las películas. En diez años se producen más de cuatrocientos filmes sobre los más variados ámbitos de actividades (industrias, agricultura, higiene, etc.), sin llegar a entrar, no obstante, en los circuitos comerciales. La gran mayoría de ellos se distribuye a través de redes no comerciales (fábricas, colegios, asociaciones), que pese a todo implican a un amplío público.
Nace así un documental social que se acerca a los devenires cotidianos de los ciudadanos y trabajadores anónimos.
Al mismo tiempo, el género se emancipa de esa otra concepción explotada hasta entonces casi monopolísticamente: el documental exótico con pretensiones antropológicas. Las películas de Grierson heredarán solamente una parte del toque antropológico (su cine es emimentemente urbano) pero se desprenderá del ramalazo de exotismo tan marcado en los documentales de entonces, narrados desde la posición de superioridad europea con respecto a sus colonias. Esa antropología urbana y obrera de entonces deviene en nuestros días en un documento histórico de indudable interés.
Grierson lo llamará documental realista en contraposición al romántico (exótico), según la terminología de la época, y cuya finalidad es, según palabras del propio productor-realizador escocés, “hacer poesía donde ningún poeta entró antes y donde las finalidades suficientes para los propósitos del arte no son fácilmente observadas. Eso requiere no sólo gusto, sino también inspiración, lo que supone decir, un esfuerzo creativo laborioso, profundo en su visión y en su simpatía".
He aquí una nuevo ángulo de abordaje que nos completa la compleja definición de documental, la raíz de una idea que hizo florecer filmes como “Industrial Britain” (1933), “Night Mail” (1936) y “North Sea” (1938), o de como un vector político se funde con otro artístico que alimenta a esos colectivos de hombres y mujeres, invisibles tantas veces a los ojos del cinematógrafo oficial, obreros urbanos en su mayoría.
Grierson parece ser el primer documentalista que toma conciencia de la incapacidad de un cine social y realista sometido a los baremos capitalistas. Sobre este aspecto, AUMONT (En "La teoría de los cineastas") detalla que el deseo de “corrección” política del trabajo de Grierson le obliga a trabajar fuera de Estados Unidos, porque, según creía, “la economía capitalista impide que el realismo documental encuentre su público”. De este planteamiento se deriva el papel social del cine:
El cine no se justifica por el cine, sino por la utilidad social; en última instancia, no es sino una máquina de educar y convencer. El cine es un instrumento, y, en contra de las ideas dominantes (de su época), Grierson opina que su lugar en la sociedad será tanto más secundario cuanto más sea concebido como arte.
Eran los años 30 y 40. Se hablaba de la utilidad social del cine.
Pulsa en el enlace para ver la película (en inglés) "Industrial Britain" (1933), dirigida por Flaherty y producida por Grierson.
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