lunes, 17 de mayo de 2010

Ocho parecidos razonables entre la religión católica y la ciencia

Primero: la inaccesibilidad de sus ficciones

Valdría lo mismo decir que la religión católica y la ciencia explotan de forma similar el misterio que emanan de sus representaciones gráficas propagandísticas.

De esto se deriva que para la inmensa mayoría de creyentes católicos y de creyentes científicos sus experiencias con sus respectivos dogmas tengan que ver, sobre todo, con la fe.

Es decir, que la pregunta es coincidente para unos y para otros. Así, "¿crees en Dios?" y "¿crees en la ciencia?" son enunciados interrogativos que dan por supuesta, a priori, la predominante componente de ficción que toda plataforma ideológica de poder precisa para poder perpetuarse.

El ADN y la Santísima Trinidad: dos ficciones indigeribles


Segundo: la promesa constante de un mundo mejor

Mientras que la religión católica promete un más allá, la ciencia insiste en la promesa del más acá. La una nos dibuja un cielo post-mortem y la otra un paraíso pre-mortem.

Ambas plataformas juegan a su manera al concepto de eternidad. Si bien la religión católica en este aspecto se mueve más en coordenadas de ficción (la eternidad infinita), frente a la pretensión documental de la ciencia (la creciente esperanza de vida), ambas creencias toleran bastante mal la idea de la muerte, negándola cada cual a su manera, adoptando posturas antinaturales y negacionistas las dos.

El tiempo detenido, metáfora recurrente


Tercero: el miedo es el mensaje

También el premio de ambas eternidades viene cargado de un alto interés. Son precisos los sacrificios y los sufrimientos. Para mantener a los creyentes en todo momento altos en su nivel de fe, a través de una larga vida de sacrificio y sufrimiento, tanto la religión católica como la ciencia hacen uso del mismo arma: el miedo.

Frente al miedo descomunal y cegador (y de nuevo agarrado a la ficción) llamado infierno de los católicos, la ciencia propone multitud de pequeños miedos (de nuevo, en su caso, documentales): miedo a la vejez, miedo a la fealdad, miedo a la gordura, miedo a las enfermedades, etcétera, miedos, en cualquier caso, que operan con el mismo mecanismo de fascinación y rechazo al pecado que profesan los creyentes cristianos.

Miedo-documental científico y miedo-ficción católico


Cuarto: la omnipresencia de sus deidades

Dios está en todas las partes; la ciencia, también.

Es cierto que tiene más mérito la omnipresencia de dios, por ser solamente una sola deidad. La ciencia, consciente de que ha pasado un ciclo y de que es conveniente repetir los anteriores, ha adoptado el modelo griego politeísta.

Volvemos a la dicotomía ficción-documental. El dios cristiano, invisible e intangible, es resultado de una ficción, frente a los dioses visibles y tangibles de la ciencia, a los que les sobra con el documental.

Sublimando la idea central de la omnipresencia de dios, la ciencia, en sus múltiples ramificaciones, ha logrado estar en todas las partes. En el cielo y en la tierra, en los los cuerpos de los hombres y en sus máquinas, se mire por donde se mire, la ciencia, para bien y para mal, es omnipresente...

 La religión en el hombre frente al hombre en la religión


Quinto: la negación de la ideología propia

La religión católica se autodenomina herramienta moral del hombre que finalmente encuentra la verdad mientras que la ciencia se apoya en la idea de la evidencia científica para dotar a sus criterios de cualidades cargadas de verdad. Con estos dos pretextos, ambas plataformas huyen, sobre el papel, del político-sustantivo "ideología".

Esto es, que tanto la religión católica como la ciencia ubican sus respectivas realidades verdaderas e intransferibles fuera del hombre, a un nivel superior y, en ambos casos también, metafísico, intentando hacer convencer a sus respectivos fieles que sus discursos son enunciados que se producen inmunizados de toda ideología y demás suciedades que enturbian la pureza propia.

En resumen, la religión católica y la ciencia sostienen el mismo axioma: la verdad no está en nosotros. Dos mil quinientos años después, Platon sigue siendo la referencia tanto para el hombre religioso como para el hombre laico.

Platon al cuadrado: referente católico y referente laico


Sexto: la pretensión de universalización de su credo

La globalización es un fenómeno muy antiguo, fechado en los primeros años de la cristiandad. Fue gestada y predicada por muchos gurus del marketing cristiano de la época, con Pablo de Tarso (San Pablo para los cristianos) en la vanguardia. 

Se pretendía establecer diferencias claves entre el cristianismo recién nacido y la vieja religión judía, hecha a la medida del pueblo hebreo, y por eso de alcanzar mayores cuotas de mercado, la ambición cristiana apuntó al target universal, una cosa de locos que, sin embargo, logró materializarse algunos siglos después, cuando cada domingo, a la misma hora, cientos de miles de fieles escuchaban los mismos sermones en la misma lengua (latín) y se sometían a los mismos rituales corporal-litúrgicos en las miles de iglesias cristianas diseminadas por todos los territorios evangelizados.

La ciencia, en su vertiente tecnológica, vuelve a sublimar la idea cristiana de una aldea global, con sujetos inter-conectados entre sí y, mejor aún, en una comunión orgánica a través de las diferentes redes que consiguen un conjunto comunicativo sin precedentes.

Así mismo, la ciencia asume de manera directa la herencia cristiana de seguir cientificando o tecnificando, es decir, evangelizando la idea de un mundo mejor a partir de la penetración hasta las últimas latitudes del planeta de la tecnología punta que hay en el mercado.

Bill Gates y San Pablo, amigos del target universal


Séptimo: falsos spoilers del misterio y enemigos de la indeterminación

Aquí ambas plataformas apenas tienen diferencias. Tanto la religión católica como la ciencia son enemigos declarados del misterio y se afanan, cada uno con sus propios métodos, en suministrar a sus respectivos grupos de fieles diferentes puntos de fuga por los que desaguar la angustia que produce la libertad.

El adelanto constante de los finales (tanto positivos apologéticos como negativos apocalípticos) y la insistente maniobra de hacer digerible lo desconocido, lo indeterminado y lo inaccesible para el hombre, son ejercicios recurrentes en ambos credos. 

Así, el juicio final católico asume varias adaptaciones científicas como el final de la vida del sol o la llegada de un meteorito que acabe con la vida en la Tierra. El camino del conocimiento del alma humana en el catolicismo asume, en la ciencia, la forma de unos átomos que cada vez se subdividen en partículas más pequeñas y que nos acercan a la ficción del número cero o de la nada; y el camino del conocimiento de dios asume la forma de un universo cada vez más grande que nos acerca a la ficción del infinito.

Sea como sea, la indeterminación y el misterio están prohibidos en ambos casos.

Malditos spoilers
Octavo: el mal

No podíamos olvidar a los antagonistas que contra-protagonizan los cuentos que nos cuentan los narradores oficiales de cada uno de estos dos credos, el religioso y el científico: el mal.

Con el mal ocurre lo mismo que con la deidad, una y de ficción en el caso de los católicos, y varias y documentales en el caso de los científicos. Los cristianos nos han dicho que el diablo es el mal hecho carne, que incita a violar las fronteras morales más sagradas. Pero... ¿cual es el mal según la ciencia?

Vayamos a la ciencia médica y a su discurso sobre la salud y la enfermedad según el cual la salud es el bien y la enfermedad es el mal. Se nos presenta cualquier irregularidad del bien como síntoma del mal. Igual que la religión, la ciencia no tolera en el mismo cuerpo, ni integra en el mismo plano, ambas posibilidades y potencialidades de esta doble coyuntura corporal y biológica del ser humano.

El discurso científico, de forma análoga al discurso cristiano, continua excluyendo el mal de la propia existencia humana y presenta a las enfermedades como males exteriores a los que hay que combatir. Nada de integrar la enfermedad como proceso natural de un cuerpo vivo. Cuando aparece el mal, se hace preciso bombardearlo con armamento, científico (llámese en este caso farmacológico) en el caso de la ciencia, y religioso (llámese en este caso actuaciones exorcistas) en el caso de la religión católica.

El mal susceptible de ser expulsado de nosotros

(NOTA: Para evitar malentendidos y juicios y prejuicios de valor, 
yo, pez abisal, me declaro ateo en asuntos religiosos 
y agnóstico en temas científicos)

6 comentarios:

cesarvallejomendoza dijo...

Y no se puede olvidar que tanto la ciencia como la religión constituyen una ideología que oculta la negación de la humano a través de la alienación en el trabajo. Marxismo en esencia pura...

xabi dijo...

Mierda, y yo que pensaba regalarte una Power Balance por tu cumpleaños...

Kez dijo...

Sí, CVM, esa podría haber entrado también. Y quizás esa que dices sea el parecido entre ambas plataformas que mejor ejemplifica que la ciencia es la sustituta natural de la religión, pero adaptada a las nuevas tecnologías...

Y Señor Bang. No te preocupes. Cómprame esa Power Balance. Creo que tu lehendakari ha puesto la suya en venta en Ebay, jajaja. Me pregunto si son un buen complemento para visitar iglesias románicas.

Jon Egia dijo...

uffff, no sé, no sé, no sé, josé.

Por dónde empiezo.

Primero, todas esas vainas marxistas me las meto por donde caben. A veces parece que atribuir los males de la sociedad a la opresión y alienación de la clase trabajadora es como atribuir todos los males de la sociedad al diablo. Empezamos bien.

Segundo, la ciencia, tal y como yo la entiendo, SI exige un acto de fe, como bien dices. PERO, esa fe se digiere de forma sustancialmente distinta a la fe religiosa. Yo delego en mis compadres científicos la labor de OBSERVACIÓN, mientras tengo FE en que si yo hiciese esas mismas observaciones me saldrían los mismos resultados. En eso creo. Y si me pongo a ello, hoy mismo, podría ver si mi fe esta basada en algo real o ficticio.

Por último, me gustaría recomendar una serie de canciones realizadas por un compañero ser-humano con fragmentos de documentales cientificos: http://www.symphonyofscience.com/

En estas canciones se habla del universo, de la biología, de la ciencia, de nuestro lugar en el cosmos etc. Y siempre se termina en lo mismo: seamos lo que seamos, podemos estar orgullosos de serlo, porque somos. Pequeños, grandes, enanos, gigantes y... curiosos. La ciencia es CURIOSIDAD.

La religión, todo lo contrario.

Kez dijo...

Jon, nire laguna, no te enfades conmigo, pero debo ponerte en precaución: cuidado con meterte las bainas marxistas por donde te quepan porque engañan... Parecen pequeñas pero conforme entran se van hinchando... hasta que no tiran ni para delante ni para detrás. Entonces ya estás perdido y en la primera librería te compras "El Capital" en su edición alemana. Jajaja.

Sabía que este juego de los parecidos podía generar debate entre los que sois, digamos, más pro-científicos que pro-religiosos. Seré más malo aún. Los primeros cristianos tardaron poco de ser religión perseguida a religión perseguidora. Al principio echaban pestes sobre el Imperio Romano, hasta que poco a poco fueron cogiendo poder, momento en el que adoptaron un modelo tan parecido al romano que los primeros Papas cristianos son, al mismo tiempo, Emperadores romanos.

Con esto apunto que cuando surge una ideología que se postula antagonista de la dominante, la historia dice que la nueva acaba pareciéndose a la vieja. Así, la tiranía de Stalin se separó muy poco de la dinámica zarista que tumbó la revolución rusa del 17.

No obstante, asumo que entre ciencia y religión hay, quizás, más diferencias que parecidos(entre ellas la que tu escribes de la curiosidad), aunque creo que la inversión es cuestión de tiempo, pero... esa reflexión, al día de hoy, no habría generado esta agria polémica. Jajaja.

Jon Egia dijo...

jejeje
eres el puto amo. Tengo que sincerarme: mientras leia el artículo ya estaba preparando los argumentos en contra... por lo que tendré que leer el artículo de nuevo, para ver si en realidad estoy de acuerdo o no. Así somos los humanos, no? poco constructivos...

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